domingo, 29 de enero de 2017

Enero, 1977, Atocha


Publicada 29/01/2017 
Se han cumplido 40 años de la matanza de Atocha. Tres fascistas relacionados con el Sindicato Vertical del Transporte entraron en un despacho de abogados y dispararon sobre 9 personas. Aunque los abogados estaban indefensos, no puedo escribir con rigor que los asesinos actuaran a sangre fría. Llevaban la sangre muy caliente por más de 40 años de soberbia y matanzas. A veces la retórica ampulosa (Dios, Patria, Rey, Imperio) es una primera forma de la crueldad: la sintaxis está preparada para pasar de las palabras a los hechos. Hay balas que son el complemento directo de sus sujetos.

Por si faltaba algo en la hoguera de la extrema derecha, CCOO, el sindicato de los comunistas, su peor enemigo, acababa de conseguir un éxito laboral muy notable con una huelga masiva en el transporte. Los abogados del PCE, vivo ejemplo en los años 70 de que la lucha por la democracia social resulta inseparable no sólo de la defensa de los derechos cívicos, sino también de los laborales, fueron castigados. Los matones iban buscando al líder sindical Joaquín Navarro. Al no encontrarlo, no dudaron en ejecutar el castigo sobre el cuerpo de sus camaradas.

Yo era entonces estudiante en la Universidad de Granada. Los recuerdos que tengo se parecen mucho al sentimiento de desamparo, desolación y miedo que hay escondido en la palabra matanza. Decir que el atentado de Atocha (5 muertos y 4 heridos) fue una matanza es algo más que una obviedad. La matanza había sido la ley impuesta por el franquismo desde el golpe de Estado de 1936. La matanza era inseparable del costumbrismo reaccionario español que nos había alejado de Europa. En uno de sus libros sobre la guerra civil, España partida en dos (Crítica, 2013), Julián Casanova estudió el nacimiento de la anormalidad histórica española con la matanza franquista y su victoria en 1939. Hasta entonces la España del siglo XX, con sus violencias y sus reivindicaciones, no había sido muy distinta a Francia o Inglaterra. Pero en nuestra nación vencieron el fascismo y las matanzas.

La gran matanza estaba ausente de la historia contemporánea española. El golpe de Estado de Primo de Rivera se había impuesto en 1923 casi sin sangre. Los escritores opinaron sin miedo contra el dictador porque lo máximo que podía ocurrir era un destierro a Fuerteventura o una detención no muy larga. La crueldad del poder se practicaba en hechos aislados, en víctimas desafortunadas…, pero no se santificó en el terror de la matanza colectiva hasta 1936. Desde entonces fue la costumbre española. Y la matanza de Atocha vino a decirnos en 1977, al borde de la libertad, que esa debía ser todavía nuestra costumbre.

Otros dos recuerdos de aquellos días de enero tienen que ver con los sentimientos de camaradería y orgullo. Ahora que muchos personajes cuentan sus historias del antifranquismo, parece que todo el mundo fue demócrata y antifranquista durante los 40 años de dictadura. La verdad es que los luchadores estuvieron muy solos, quemando sus sueños entre las cárceles, los paredones, el miedo y la indiferencia de la mayoría. Pero en los años 70 las cosas habían cambiado, resultaba posible sentirse en compañía, vivir casi a las claras tu militancia en la Universidad, en el trabajo, en las asociaciones vecinales. Y los despachos de abogados eran el mejor ejemplo de esa nueva dignidad cívica, no sólo porque estuviesen defendiendo a los trabajadores con las grietas que dejaba la ley franquista, sino porque profesionales como Manuela Carmena, Cristina Almeida, Paca Sauquillo o José María Mohedano se habían ganado el respeto personal y jurídico del Colegio de Abogados. No suponían una representación mayoritaria del país, pero sí encarnaban una parte muy sólida de su tejido social. Las balas de Atocha iban contra eso, aunque sólo perforaran el cuerpo de 9 camaradas.

Y la fuerza cívica del PCE era tan alta y tan respetable que el Partido, con Víctor Díaz-Cardiel a la cabeza de Madrid, pudo responsabilizarse todavía en la clandestinidad de organizar un entierro multitudinario con servicio de orden incluido. Nos compensó de las colas callejeras para despedir a Franco.

Hubo un momento en el que de forma natural el Partido Comunista reunió a lo mejor de la sociedad civil. El derecho, la cultura, los movimientos sociales, el sindicalismo y una parte notable del periodismo se habían refugiado en las siglas del PCE para combatir por la libertad. No me apetece ahora analizar los errores y las condiciones objetivas que llevaron a aquel Partido hasta la insignificancia. Tampoco quiero señalar las limitaciones y los logros de la Transición española. Mi homenaje a los abogados de Atocha se limita aquí a confesar tres deseos:

1.- Que nadie cometa la felonía y la simpleza histórica e intelectual de llamar izquierda domesticada a personas de diversas sensibilidades que durante años estuvieron dispuestas a sufrir torturas y a dar su vida para luchar contra el fascismo.

2-. Que el lastre de la degradación del PCE de hoy, ya muy marginal, enfermo de autoconspiraciones y con los mejores camaradas expulsados o en peligro de expulsión, no infecten el nacimiento de una nueva izquierda bajo el paraguas falso de la convergencia.

3.- Que la experiencia profunda de la democracia pase alguna vez por nuestra historia y deje huella como pasó por España entre 1936 y 1977 la costumbre de la matanza.

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Gracias, Luis G.Montero; una vez más, leyéndote, la palabra se nos hace carne y memoria intemporal. En efecto, la transición y España tuvieron en la matanza de Atocha un antes y un después. El PCE fue el ejemplo necesario de dignidad y sabiduría mucho más que ideológica, humana y universal. Política en el más noble y preciso significado del término hecho experiencia. Un paradigma de algo que hasta entonces para un pueblo sin conciencia colectiva despierta, lleno de miedos y fobias individuales más que justificadas, no había superado el modo Puerto Hurraco, Paracuellos, Casas Viejas, Revolución y represión constante en Asturias y tantos mataderos del espanto, tras la lacra del franquismo como único horizonte social y político. Un país tan horrible y de pintura negra goyesca, donde las niñas y niños "orientados" desde la escuela y el púlpito aprendíamos a mirar las masacres como heroicidades y la sangre derramada por la violencia como virtud si la sangre era afín o como justicia si era opuesta. Nos descolgábamos por el vacío de la ignorancia teledirigida entre los nudos de la confusión y el espanto en dosis diarias que intentaba transformarlo en normalidad.
Si algo vino a desenredar el PCE definitivamente para muchos y muchas de nosotras fue esa situación de precariedad y ceguera de conciencia.

Frente a la obscenidad 'dialógica' y desvitalizadora de la gran mayoría de discursos evasivos, que hoy nos acorralan en una especie de tierra más mediocre que media, leer cosas como este artículo tuyo, poeta, supone un respiro y una dosis de conciencia imprescindible. La emoción real que destila la verdad de la Idea, es el motor, el empuje y la energía más sutil de la literatura. Gracias!

Cuatro des-ejemplos para reflexionar muy en serio:

Masacre de Puerto Hurraco

Masacre de Puerto Hurraco
Lugar Puerto Hurraco (Badajoz), Bandera de España España
Coordenadas 38°37′59″N 5°33′00″OCoordenadas: 38°37′59″N 5°33′00″O (mapa)
Blanco(s) Civiles de Puerto Hurraco
Fecha 26 de agosto de 1990
22:15 - 22:30 (UTC+1)
Tipo de ataque Tiroteo, asesinato múltiple
Arma(s) 2 escopetas del calibre 12
Muertos 9
Heridos 12
Perpetrador(es) Emilio Izquierdo (1934-2006)
Antonio Izquierdo (1938-2010)
Sospechoso(s) Luciana Izquierdo (1928-2005)
Ángela Izquierdo (1941-2005)
Motivo Venganza

La masacre de Puerto Hurraco fue un asesinato masivo acaecido al atardecer del domingo 26 de agosto de 1990 en la pedanía del mismo nombre perteneciente al municipio de Benquerencia de la Serena, sito en la provincia de Badajoz (Extremadura, España), y de 135 habitantes (dos centenares en verano). Los autores fueron los hermanos Emilio y Antonio Izquierdo, pertenecientes a la "familia Izquierdo", quienes asesinaron por las calles de su pueblo natal a 9 personas, varias de ellas pertenecientes a su rival, la "familia Cabanillas" (entre ellas dos niñas de 13 y 14 años), y causaron heridas graves a otras 12.

Antecedentes

Las rencillas entre las familias Cabanillas (llamados "los Amadeos") y la familia Izquierdo ("los Patas Pelás")1 se remontan a una disputa de lindes en 1967, cuando Amadeo Cabanillas entró con el arado en una finca de Manuel Izquierdo en Puerto Hurraco.2 También hubo por aquel entonces una historia de amor no correspondido entre el propio Amadeo Cabanillas y Luciana Izquierdo; ambos se enamoraron, pero finalmente éste rechazó casarse con ella, lo que afectó mucho a Luciana.3 Pocos días después de este rechazo amoroso, el 22 de enero de 1972, Amadeo Cabanillas fue asesinado a manos de Jerónimo Izquierdo, el mayor de los hermanos Izquierdo, quien ingresó en prisión por su crimen y cumplió una condena durante 14 años.
Nada más cumplir Jerónimo Izquierdo su condena en 1986 regresó a Puerto Hurraco para vengar la muerte de su anciana madre, Isabel Izquierdo Caballero4 , fallecida en un incendio en su vivienda de la calle Carrera nº 9 dos años antes, el 18 de octubre de 1984, y de cuya autoría la familia Izquierdo culpaba a Antonio Cabanillas, hermano de Amadeo, a pesar de que la investigación policial no halló culpables, por lo que Jerónimo intentó asesinar a Antonio con un cuchillo, hiriéndole de gravedad, aunque éste consiguió sobrevivir. Por este hecho Jerónimo Izquierdo ingresó en el psiquiátrico el 8 de agosto de 1986, muriendo nueve días después.

El tiroteo

El domingo 26 de agosto de 1990, seis años después del incendio y cuatro del apuñalamiento de Antonio Cabanillas a manos de Jerónimo Izquierdo, los dos hermanos varones de éste, Emilio y Antonio Izquierdo, de 56 y 52 años respectivamente, tras despedirse de sus hermanas Ángela y Luciana Izquierdo de su casa de Monterrubio de la Serena, asegurando que "Vamos a cazar tórtolas", y vestidos de cazadores y armados con escopetas automáticas del calibre 12, se escondieron al anochecer en un callejón del pueblo de Puerto Hurraco para después salir y disparar en una plaza numerosos cartuchos contra miembros de la familia Cabanillas que allí se encontraban, en especial buscaban a Antonio Cabanillas Rivera. Posteriormente, el tiroteo derivaría contra cualquiera que se cruzase accidentalmente por la calle con ellos. Los hermanos Izquierdo dejaron 9 muertos, entre los cuales se encontraban dos niñas hermanas de la familia Cabanillas, Encarnación y Antonia Cabanillas (hijas de Antonio), de 13 y 14 años respectivamente, que jugaban en la plaza y a las que los hermanos Izquierdo dispararon sin miramientos a corta distancia, y en torno a una docena de heridos de diversa gravedad. Algunos acabaron tetrapléjicos en silla de ruedas el resto de su vida. La tercera de las hermanas de Encarnación y Antonia, María del Carmen Cabanillas, se salvó al tirarse al suelo durante el tiroteo. Un niño de 6 años, Guillermo Ojeda Sánchez, fue disparado en el cráneo, quedándose en coma.5
Este crimen se trataba de un nuevo acto de venganza porque los consideraban culpables del incendio de una casa de su propiedad en la que falleció su madre, Isabel Izquierdo. La munición empleada era de postas, cartuchos que contienen nueve gruesos perdigones de plomo. Tras su fuga, los Izquierdo incluso llegaron a disparar contra una unidad de la Guardia Civil que acudió de la casa cuartel de Monterrubio de la Serena alertada por los vecinos. Los dos agentes de la Benemérita resultaron gravemente heridos en el interior de su vehículo antes de poder dar el alto a los asesinos o tratar de defenderse con sus armas reglamentarias.

Escopeta de postas similar a las dos utilizadas en la masacre, del calibre 12.
Tras la matanza los hermanos Izquierdo huyeron al monte, a la Sierra del Oro, sembrada de olivares. Las unidades de la Guardia Civil que los buscaban los encontraron durmiendo nueve horas después del inicio de la tragedia y fueron detenidos sin resistencia. Fueron conducidos al juzgado de Castuera (Badajoz), lejos de Puerto Hurraco, y de los más que posibles ajustes de cuentas. Emilio Izquierdo, tras su detención, no mostró el más mínimo signo de arrepentimiento: "Ahora que sufra el pueblo como yo he sufrido durante todo este tiempo", mientras su hermano Antonio aseguró que aún tenían pensado continuar con la sangría: "Si no nos hubieran detenido habríamos vuelto al pueblo a dispararles durante el entierro de los muertos".6 Los hermanos creían haber matado a una veintena de personas, y lo cierto es que dispararon a veintiuna, pero sólo consiguieron asesinar en el acto a siete, más dos heridos que fallecieron al cabo de un par de semanas en el hospital Infanta Cristina de Badajoz.
Las dos hermanas, Luciana y Ángela, de 62 y 49 años respectivamente, huyeron con rapidez de su casa de Monterrubio de la Serena y llegaron en tren a Madrid, aunque a los cuatro días (el 30 de agosto de 1990) tuvieron que regresar a Castuera para declarar ante el juez. A las puertas del juzgado esperaba Antonio Cabanillas, el padre de las dos niñas asesinadas, con un gran cuchillo en la mano, pero fue desarmado y detenido por la Guardia Civil, que custodiaba el edificio ante las probables represalias.

El juicio

En el juicio celebrado tres años y medio después, en enero de 1994, los dos hermanos Izquierdo fueron condenados a 684 años de cárcel y 300 millones de pesetas de indemnización. Resaltó el magistrado: "Su inteligencia está dentro de lo normal, hecho que queda corroborado porque eran capaces de manejar un rebaño de unas mil ovejas, tenían fincas arrendadas y poseen, con la crisis que atraviesa el campo, una cartilla de 10 millones de pesetas", "los acusados perfilaron un «plan de exterminio» del mayor número de habitantes posibles de la localidad de Puerto Hurraco", "eligieron el callejón y la noche porque conocían las costumbres de sus vecinos y sabían que «a esa hora y desde ese lugar podrían matar a más gente»" y también destacó el juez "un primitivismo cultural y un empobrecimiento afectivo que determina el desprecio por la vida humana" y "los acusados alimentaban sus propias fobias y obsesiones debido a un anormal aislamiento social y a la convivencia en un grupo cerrado (en referencia a todos los hermanos)".
Al principio la fiscalía imputó a las hermanas Ángela y Luciana Izquierdo (de 62 y 49 años respectivamente) como supuestas inductoras del crimen, pero dos años después fueron exculpadas al no encontrar el juez pruebas que demostrasen su implicación directa en aquellos hechos. Sin embargo, fueron ingresadas en el Hospital Psiquiátrico de Mérida por recomendación médica, ya que les diagnosticaron un proceso paranoide y un trastorno delirante compartido relacionado con la venganza por la muerte de su madre Isabel Izquierdo, seis años antes, en un incendio.
El fiscal y la acusación se olvidaron de pedir la pena de destierro de los dos acusados una vez salieran en libertad, que podría ser a los 70 años de edad.

Fallecimiento de los autores

Catorce años después, el 1 de febrero de 2005, murió en esta institución mental de Mérida Luciana Izquierdo (1928-2005) a los 77 años, considerada por muchos la verdadera inductora de los crímenes de Puerto Hurraco (al ser rechazada en su juventud por su pretendiente, de la familia Cabanillas). En noviembre del mismo año, solamente 10 meses después, su hermana Ángela Izquierdo (1941-2005) falleció a los 64 años en el mismo psiquiátrico.
Un año más tarde de la muerte de sus hermanas, el 13 de diciembre de 2006, Emilio Izquierdo (1934-2006) falleció por causas naturales en la prisión de Badajoz a los 72 años, pues padecía problemas de corazón y fue hallado sin vida en su celda por un funcionario. En el entierro, cuando su hermano Antonio acudió, espetó delante de su tumba: "Hermano, te vas con la satisfacción de que tu madre ha sido vengada".7
Tres años y medio después de la muerte de su hermano Emilio, y diecinueve tras la matanza, el 25 de abril de 2010, Antonio Izquierdo (1938-2010), el último de los hermanos Izquierdo, se suicidó a los 72 años en la prisión de Badajoz ahorcándose en su celda del módulo de enfermería con sábanas anudadas. Los funcionarios de la cárcel encontraron el cadáver mientras hacían una ronda a las dos de la madrugada. El interno se encontraba en el módulo de enfermería debido a su delicado estado de salud. Éstos informaron inmediatamente a los servicios médicos, que únicamente pudieron certificar su óbito.8 Antonio Izquierdo se quitó la vida el mismo día que tendría que haber salido en libertad de no ser porque a su caso se aplicó la doctrina Parot, establecida por el Tribunal Supremo en 2006. Antonio cumplía una condena de 25 años, por lo que aún le quedarían cinco años de cárcel por cumplir. El preso había manifestado su malestar por la aplicación de esta doctrina.
Ninguno de los cinco hermanos Izquierdo tuvo descendencia, por lo que su linaje termina con la muerte del último de los hermanos, Emilio. A los Cabanillas sólo les sobrevivió de la masacre una hija, María del Carmen, que tuvo dos hijas, pero al llevar éstas el Cabanillas en segundo lugar ambos apellidos, Izquierdo y Cabanillas, desaparecerán en el tiempo, pero los Izquierdo no lograron su objetivo tras esta serie de sucesos trágicos de acabar con la familia Cabanillas .9



Los Sucesos de Casas Viejas, 1933




Al comenzar la II República en España en 1931, el nuevo gobierno puso en marcha una Reforma Agraria para dotar de tierras a los campesinos sin propiedad llamados jornaleros o yunteros, sin embargo, la falta de fondos para indemnizar a los latifundistas hace que la ley aprobada en 1932 sea excesivamente lenta. La inquietud social y la protesta de la izquierda por este retraso fue la causa del alzamiento anarquista que acabó con los sangrientos sucesos de Casas Viejas (Cádiz).

En la mañana del 11 de Enero de 1933, los jornaleros del pueblo cortan las líneas telefónicas y telegráficas y abren zanjas en las carreteras. Concentrados en la plaza destituyen al alcalde de filiación republicano-radical y le exigen que comunique a los guardias civiles que toda resistencia es inútil. El Sargento de la Benemérita responde que "antes moriría defendiendo la República que entregarse". Entonces se produjeron los primeros disparos contra el cuartel que no conseguirían tomar. Mientras se producía el ataque los campesinos quemaron el Ayuntamiento y la casa de arbitrios.
Por la tarde llegan los refuerzos enviados desde San Fernando que ocuparon el pueblo y matan a un campesino desarmado e hieren a otros dos, la casi totalidad de los afiliados al sindicato anarquista huyen al campo. Doce guardias de asalto y cuatro guardias civiles al mando del teniente Fernández Artal ocupan el pueblo y comienzan los registros de las casas.
Se detiene entonces a Manuel Quijada Pino reconocido por la guardia civil como uno de los que disparaban por la mañana contra el cuartel, y lo encaminan hacia la choza del Seisdedos . Al tratar de violentar la puerta el guardia de asalto Martín Díaz muere de dos disparos a quemarropa y cae en el interior de la choza. Los guardias, parapetados detrás de una tapia, conminan a los del interior a que salgan con las manos en alto. Nuevos disparos desde la choza y cae herido el guardia Madras. El teniente manda al detenido Quijada para que convenza a Seisdedos y los otros de que no tienen más remedio que rendirse. Se para el tiroteo y hay calma hasta las diez de la noche. A esa hora llegan más guardias de asalto desde Cádiz, traen bombas y una ametralladora. Se suspende el asalto hasta el amanecer.

Al día siguiente, hacia las dos de la madrugada, llegaron nuevos refuerzos al mando del capitán Rojas.
Rojas ordenó el ataque con granadas y llega un telegrama terminante del gobernador: "Es orden terminante del ministro de la Gobernación se arrase casa donde se han hecho fuertes los revoltosos".
Por orden del capitán se preparan unas piedras envueltas en algodón impregnado de gasolina. Se prende fuego en la choza inmediata a la del Seisdedos y rápidamente el fuego se extiende a la techumbre de paja donde están los rebeldes. Lograron escapar una mujer y un niño, después dos personas que son abatidas por el fuego de la ametralladora, se rescata al guardia herido, que había caído dentro del corral. En la choza mueren seis personas.

Al amanecer los guardias recorren distintas casas con la orden de Rojas de disparar contra el que se resistiera a abrir su puerta, un viejo jornalero fue muerto en el umbral de su casa y doce jóvenes aldeanos son capturados al azar y fusilados aplicándoles la "ley de fugas" pese a que según todos los testimonios, eran inocentes pues no quedaban en el pueblo ningún miembro del sindicato.
En la investigación parlamentaria que se produce para esclarecer los hechos el capitán Rojas declaró:
- "Al bajar yo a la casa del Seisdedos, les dije a estos prisioneros que por culpa de ellos había sucedido, la canallada que habían hecho; y que como la situación era muy grave, porque no sólo era la solución de Casas Viejas sino de toda la provincia, que estaba levantada, si no daba un escarmiento muy fuerte, se exponía a que se declarara la anarquía."
El cura del pueblo, Andrés Vera, dijo sobre Seisdedos a al misma comisión que ...
- "era una persona excelente, de un comportamiento admirable con sus familiares, que jamás se habían metido con nadie, ni con el culto ni con su persona ... "
Varios jornaleros detenidos, Francisco Quijada, Sebastián Pavón Pérez, José González Pérez, José Monroy Romero, Antonio Durán, manifestaron :
- " que son analfabetos, que durante todo el año llevan ocho y diez meses sin trabajo, y que viven casi todos los jornaleros del subsidio de seis reales que reciben del ayuntamiento de Medina (Sidonia). Que en el pueblo hay gente de la CNT y de la UGT. José Monroy, Sebastián Pavón y José González manifiestan haber recibido enormes palizas por un cabo de la guardia civil. Nos exponen sus brazos y pecho, en donde se aprecian equimosis."
Por último, el médico forense certificó ...
- " que levantó por orden judicial un cadáver en un callejón a un kilómetro aproximadamente de la casa del Seisdedos, y a poca distancia de ésta había en un montón informe catorce cadáveres, (...) Los catorce cadáveres estaban ensangrentados en la cabeza y por lo que pudo apreciar todos heridos por delante. Tenían balazos cada uno. Después fue reclamado por el juez para que levantase otro cadáver. Este era el de un anciano dentro de su casa. Recuerda que oyó que se llama Barberá: estaba herido en la cabeza y cree también, sin poderlo precisar, que tenía alguna otra herida de arma de fuego. Vio que la familia, desolada, enseñaba a los que le acompañaban unos impactos en la cama y otros en la pared cerca de la cama."
El periódico de la CNT describió así la represión:
"Fue una razzia de mercenarios de la Legión en un aduar rifeño"
Por último y para darse una idea de la miseria de los jornaleros de la época, reproduzco la descripción que hacía del pueblo su alcalde José Suárez al periódico socialista El Pueblo:
- (...) El mayor número de calles está sin empedrar y las aguas residuales de limpiezas han de pasar necesariamente por ellas. En las mismas arrojan los vecinos las basuras, dándole al pueblo un aspecto de muladar, altamente atentatorio contra la salud pública. Se carece de plaza de abastos, basurero y matadero. La matanza se realiza aquí en plena calle, en igual forma que cualquier tribu marroquí, a pesar de que se sacrifican más de cien cerdos diariamente. Existe un sólo médico para todos los habitantes. No existe farmacia. Hay dos escuelas nacionales con capacidad para veinte niños, donde se alojan sesenta, quedando a pesar de esta apretura antihigiénica y perjudicial, numerosos niños sin poder recibir la más elemental instrucción. "

Las consecuencias políticas de aquellos oscuros hechos provocó la dimisión del Presidente del Gobierno Manuel Azaña, el Presidente de la República disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones.

Matanzas de Paracuellos


Vista del cementerio de Paracuellos1 cercano al río Jarama, uno de los lugares donde ocurrieron estos episodios de represión de la Guerra Civil Española, erigido en recuerdo y memoria de los ejecutados. Al fondo de la imagen, una cruz blanca de grandes dimensiones, en la ladera del "cerro de San Miguel", es visible desde la proximidad del aeropuerto de Madrid-Barajas.
Las llamadas matanzas de Paracuellos fueron una serie de episodios de ejecuciones masivas organizadas durante la batalla de Madrid, en el transcurso de la Guerra Civil Española, que llevaron a la muerte de algo más de dos mil prisioneros considerados opuestos al bando republicano. Los hechos se desarrollaron en dos lugares cercanos a la ciudad de Madrid: los parajes del arroyo de San José, en Paracuellos de Jarama, y en el soto de Aldovea, en el término municipal de Torrejón de Ardoz.
Las ejecuciones se realizaron aprovechando los traslados de presos de diversas cárceles madrileñas, conocidos popularmente como sacas, llevados a cabo entre el 7 de noviembre y el 4 de diciembre de 1936, mientras se enfrentaban las tropas gubernamentales y franquistas2 por el control de la ciudad. Del total de 33 sacas de presos que tuvieron lugar en las fechas citadas, 23 de ellas terminaron en asesinatos: las de los días 7, 8, 9, 18, 24, 25, 26, 27, 28, 29 y 30 de noviembre y las del 1 y el 3 de diciembre. Entre el 10 y el 17 de noviembre no hubo extracción alguna, y desde el 4 de diciembre cesaron.3
Los convoyes mencionados fueron desviados hacia los lugares del arroyo San José, en la vega del río Jarama, y a un caz o canal de irrigación fuera de uso, en la vega del río del Henares donde miles de prisioneros fueron asesinados. Entre ellos se encontraban militares que habían participado en la sublevación o que no se habían incorporado a la defensa de la República,4 falangistas, religiosos, militantes de la derecha, burgueses y otras personas que en su inmensa mayoría habían sido detenidas por ser consideradas como partidarias de la sublevación, y encarceladas sin amparo legal ni acusación formal.
Los presos extraídos de las prisiones lo fueron con listas elaboradas y notificaciones de traslado o libertad con membrete de la Dirección General de Seguridad y, en ocasiones, firmadas por Segundo Serrano Poncela, el delegado de Orden Público de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid. La Presidencia de la Junta de Defensa la ocupaba el general José Miaja Menant, y la Consejería de Orden Público estaba encabezada por Santiago Carrillo Solares. Posteriormente, como se ha dicho, los presos que figuraban en las 23 sacas citadas fueron fusilados de manera sumaria por milicias pertenecientes a las organizaciones obreras.
Antes del 7 de noviembre ya habían tenido lugar algunas sacas, especialmente durante el mes de octubre, fruto del cambio de manos del control de las prisiones, que pasó de las de los funcionarios de prisiones a las de las milicias a raíz del asalto a la Cárcel Modelo, que tuvo lugar el 22 de agosto de 1936, si bien el número de asesinados fue mucho menor y carecieron del carácter sistemático y organizado que tuvieron las de noviembre y diciembre.5
Las matanzas de Paracuellos son consideradas las de mayor dimensión que tuvieron lugar en la retaguardia de la zona republicana. El número de asesinados ascendió a unas 2500 personas, si bien la cifra exacta sigue siendo objeto de discrepancia y controversia. También son objeto de enconadas discusiones aspectos como quién dio la orden de ejecutar a los evacuados de las cárceles, por qué unas sacas terminaron en asesinatos masivos en tanto que en otras los prisioneros llegaban sanos y salvos a su destino y, en definitiva, las responsabilidades directas e indirectas de los fusilamientos.




 

LAS FOSAS ASTURIANAS, GUERRA CIVIL Y REPRESION.


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Jesús Pablo Domínguez Varona & Aiyoa Arroita Lafuente.
Bilbao.


Recientemente nos ha llegado por parte de su autor, Luis Miguel Cuervo Fernández (*), un documento fundamental para conocer datos sobre la represión franquista y guerra civil en Asturias. Dicho documento es una lista de asesinados por los franquistas en Asturias. Incluye datos de 20.557 víctimas, actualizada a septiembre de 2015. En ella están los muertos en combate, ejecutados, paseados, fallecidos en prisión, incluso los que perdieron la vida a causa de bombardeos o en campos de concentración de la 2ª Guerra Mundial. El listado incluye personas muertas en Asturias o asturianos fallecidos fuera en la región.
MUERTOS EN ASTURIAS.
El primer número a tener en cuenta son las 20.362 personas muertas en Asturias desde 1936 a 1952. Las causas son varias;
1ª.  El asesinato con 4.676 personas.
2ª . La muerte en prisión con 677 personas por diversas enfermedades o maltratos.
3ª . El asesinato por fusilamiento con 3.436 personas ejecutadas.
4ª . El asesinato por garrote vil con 20 personas ejecutadas.
5ª . Las muertas por bombardeo con 234 personas.
6ª . Los muertos por suicidio ante el temor de una atroz tortura 11 personas.
7ª . Los muertos durante acciones militares 11.319 combatientes.
8ª . Las desapariciones forzosas de 2 personas, sin contar las no identificadas que aún están en las fosas existentes en todo el estado, entre ellas las 343 situadas en territorio asturiano más las que aún están por descubrir.
La procedencia de estas 20.362 personas son diversas, partiendo en primer lugar que los propios asturianos que son la gran mayoría.
Como ejemplo solo vamos a dar unos datos referentes a algunas provincias.
Bizkaia con 210 personas muertas; 11 asesinatos, 175 por acciones militares en combate, 22 fusilamientos “legales” y por último 2 muertes en prisiones.
Cantabria con 194 personas muertas; 26 asesinatos, 75 por acciones militares en combate, 78 fusilamientos, 1 por garrote vil y 9 en prisión.
León con 314 personas muertas; 58 asesinatos, 95 en combate, 143 personas fusiladas, 2 por garrote vil, 11 en prisión y 1 desaparecido.
Burgos con 39 personas muertas; 6 asesinadas, 18 por acciones militares en combate, 12 fusilamientos, 2 muertos en bombardeo y 1 en la prisión de Oviedo.
MUERTES DURANTE LA GUERRA 1936-1939
Si nos centramos especialmente en los años que duró la guerra civil de 1936 a 1939, la lista nos da unos datos muy interesantes.
El siguiente cuadro indica claramente los muertos de cada año, clasificándolos en tres tipos; asesinados, en combate y otros (muertos en bombardeos, fusilados “legalmente” y en prisión).
Año        Muertos        Asesinados       Combate      Otros
1936         386                   63                    321               2
1937        679                 236                    434               9 (a)
1938        105                   86                     10                9 (b)
1939          27                   24                                         3 (c)
(a) 4 fueron fusilados, 3 en prisión y 1 en combate.
(b) En 1938 se fusiló en La Guardia (Pontevedra) a 6 personas.
(c) Murieron en prisiones.
Con los datos extraídos se puede decir que desde 1936 a 1939 murieron 1197 personas identificadas y con fecha registrada. Fueron muchísimos más con total seguridad, de eso no hay duda, pero no se registraron.
Llama la atención la falta de datos concretos de combatientes muertos, ya que de los que existe fecha de su muerte son 965 y se sabe que con seguridad murieron 11.319, dejando a 10.354 soldados sin una fecha posible de su muerte pero no mucho más allá del fin de la guerra en 1939. Esto quiere decir que los muertos durante la guerra civil identificados son un total de 11.551, que son más de la mitad de la cantidad total de muertos identificados entre 1940 y 1952.
ASTURIANOS EN EL FRENTE DE BIZKAIA
La ofensiva franquista sobre Bizkaia, iniciada el 31 de marzo, obligó al mando republicano en el Norte a mandar refuerzos. A lo largo del mes de abril se enviaron a Euskadi las primeras fuerzas, cuatro Brigadas Asturianas y dos Montañesas. A los batallones asturianos se les designa con un 2 por delante de numeración real para diferenciarlos de los vascos y cántabros. Del 1 al 100 para batallones vascos, 101 al 200 para cántabros y 201 al 300 para asturianos.
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Batallón asturiano. (Fotografía Constantino Suárez).

La llamada Primera Brigada Expedicionaria asturiana (en origen 2ª Brigada asturiana), llegó a Euskadi a primeros de abril de 1937. El 12 de ese mes contraatacó en el Macizo de Altún, quedando en el frente alavés y combatiendo en esos días en la zona de Durango y más tarde en las proximidades de Rigoitia. A finales de mayo pasó al frente tomando posiciones en el Cinturón de Hierro y en las estribaciones del monte Bizkargi. El 11 de junio resultó muy castigada durante el asalto rebelde contra Urkullu, operación preliminar de la definitiva ruptura del Cinturón de Hierro. La Brigada resultó diezmada y desarticulada por los combates en los que participó. Para el 16 de junio la Brigada disponía de 1.191 hombres (419 en el batallón 223, 380 en el 228, y 392 en el 234). En total, sus bajas en Bizkaia entre muertos, heridos, enfermos, y desaparecidos, ascendían a una tercera parte de los efectivos llegados.
El primer batallón de la Brigada era el 223 y actuó en Dima, situando su Comandancia en Zeánuri. Más tarde actuó por Durango, Rigoitia y fue desarticulado por el ataque franquista en Urrusti-Gaztelumendi, durante la ruptura del Cinturón de Hierro los días 12 y 13 de junio.
El batallón 228 se distinguió en los combates librados en las proximidades de Rigoitia. Como las otras dos unidades de la Brigada resultó muy castigado durante los combates por el Cinturón de Hierro. El 13 de junio la unidad tuvo que replegarse ante el intenso ataque enemigo, sufriendo numerosas bajas. El día 15, el 228 estaba reducido a 380 hombres y apartado de primera línea.
El batallón 234 combatió entre el 13 y el 16 de abril en la zona de Urkiola-Sabigain, sufriendo numerosas bajas. En mayo peleó en Múgica y Bizkargi. El batallón fue muy castigado en la ruptura del Cinturón de Hierro y diezmado por los avatares bélicos. Desde su aparición hasta el 1 de septiembre de 1937 sufrió la impresionante cifra de 343 muertos y desaparecidos.
La Brigada (1ª de Asturias en origen) salió hacia el frente vasco, junto a la Primera Expedicionaria, el 4 de abril. Protagonizó el victorioso contraataque sobre el Sabigain el 12 de abril y tras operar al norte de Otxandiano, por Durango, y en Peña Lemona, la Brigada pasó a Balmaseda a primeros de junio. Operó como reserva del Cinturón de Hierro, aunque la Segunda Brigada Expedicionaria se libró del castigo sufrido en el mismo por otras unidades asturianas.
El primer batallón de la Segunda Brigada Expedicionaria era el numerado inicialmente como 8º de Asturias. El 12 de abril destacó en el contraataque que recuperó el monte Sabigain, capturando armamento y prisioneros de un batallón del Regimiento San Marcial. Tras actuar en la zona de Urkiola el 208 batallón pasó, junto al resto de la Brigada, a Durango, en cuyas inmediaciones combatió a principios de mayo, tras la caída de la localidad en manos del ejército rebelde. Después actuó por la zona de Amorebieta, participando a principios de junio en la lucha por la Peña Lemona. El 2 de junio, al batallón 208 le tocó avanzar por el flanco derecho hacia la cota 365, pero su avance fue detenido al pie del risco por granadas y fuego cruzado. El 24 de junio combatió en San Pedro de Galdames junto a uno de los batallones recién llegados de Asturias, el 33 de la 8ª Brigada, sufriendo entre ambas unidades unas 70 bajas. Con posterioridad, el 208 siguió combatiendo en el Frente Norte y consta que desde su creación como tal batallón hasta el 1º de septiembre del 37, llevaba 163 muertos en campaña.
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Dinamiteros asturianos. (Fotografía David Seymour).
El segundo batallón de la Brigada era el 225. Llegó a Bizkaia el 5 de abril y destacó en las mismas acciones iniciales del 208. A principios de junio combatió en Peña Lemona. Acabó desapareciendo fruto del desastre en que acabó la campaña del Norte para las fuerzas republicanas.
El batallón 243 llegó también el 5 de abril, y su trayectoria combativa vasca corrió pareja a la de sus compañeros de Brigada. El 29 de abril sufrió un bombardeo aéreo en Erletxes, y en la primera mitad de mayo combatió en la zona entre el Bizkargui y Amorebieta. Tras la retirada del frente vasco, en julio del 37 contabilizaba sólo 19 muertos y 18 desaparecidos, la mayor parte caídos en la campaña vasca.
La Tercera Brigada (3ª de Asturias en el III Cuerpo de Ejército) salió hacia el frente vasco el 27 de abril, entrando en fuego en la zona de Durango el día 30. Dos de sus batallones fueron asignados a la zona de Amorebieta, y un tercero a la de Miravalles. Sus unidades combatieron por Ajurias, Zugastieta, Mungía, Lemona y en la lucha que precedió la caída de Bilbao. Desapareció en la campaña final del Frente Norte.
El batallón 213 actuó en Bizkaia y se saldó con numerosas víctimas, tras combatir en las proximidades de Gernika y Lemona. Hasta el 1º de agosto había sufrido desde su constitución 108 muertos y desaparecidos en campaña.
El batallón 216 distinguió en Bizkaia en la zona de Zugastieta en los primeros días de mayo. Llevaba 55 muertos hasta el 1º de agosto de 1937.
El batallón asturiano número 230 llegó a finales de abril de 1937, sufriendo sus primeros caídos el día 30 en el frente de Durango. Destacó en la lucha por Ajurias y Zugastieta a principios de mayo y más tarde en los combates por Lemona.
La IV Brigada Expedicionaria fue la última asturiana enviada al frente vasco en abril de 1937. Llegada a Biakaia participó en la batalla por el Sollube, destacando el batallón 212 por su combatividad, mientras el 252 fracasaba al perder la cumbre tras ser sorprendido por tropas moras de la V Brigada de Navarra.
Tras los combates del Sollube la Brigada quedó reducida a dos tercios de sus efectivos originales. El 3 de junio se situaba en el Cinturón, reuniendo sus tres batallones 1.100 hombres. El 212, el más castigado por la lucha, sólo contaba con 316 combatientes.
El batallón asturiano 212, brilló en los combates del Sollube, donde recuperó una cota al asalto. Hasta el 1º de julio el batallón sufrió 81 muertos y 11 desaparecidos. De acuerdo con los datos que tenemos casi la mitad de ellos habían caído en Bizkaia.
El batallón 231 combatió en las zonas de Morga, Sollube y en la batalla que siguió a la ruptura del Cinturón. Hasta principios de julio sufrió, desde su constitución, 121 muertos y desaparecidos, al menos la tercera parte fueron baja en Bizkaia.
El batallón 252 entro en combate en el Sollube y resultó desafortunada, al verse sorprendida por los moros de un experimentado Tabor de Regulares del ejército rebelde. Siguió luchando hasta junio sufriendo duras bajas los días de la ruptura del Cinturón de defensa de Bilbao. Hasta el 1º de agosto del 37 la unidad sufrió 53 muertos y desaparecidos.
Además de las cuatro Brigadas Expedicionarias citadas, la ayuda asturiana a Bizkaia anterior a la ruptura del Cinturón de Hierro, incluyó una serie de pequeñas unidades de Sanidad o Servicios. La única de relieve identificada fue la “Compañía Mixta de Sanidad Militar número 11. El 14 de mayo la compañía fue sorprendida en Amorebieta por el bombardeo de la aviación rebelde, que le ocasionó seis heridos. El 18 de mayo la compañía tenía trabajando a 20 hombres en la localidad de Lemona. Al día siguiente una sección de camilleros participó en el auxilio de las víctimas del bombardeo sufrido en Galdakao, donde el hundimiento de un refugio provocó 13 muertos.
Dados los trágicos sucesos y los combates con la pérdida de bajas en el ejército asturiano, son enviadas a Bizkaia 5 nuevas brigadas , que por orden de llegada fueron las 16ª, 10ª, 8ª, 3ª, y 15 (ésta última mixta de asturianos y cántabros). Más tarde se les unieron las últimas Brigadas Asturianas (números 10, 3 y 15) enviadas como refuerzo de las diezmadas en combate.
En resumen, una autentica riada de sangre asturiana corrió por nuestros montes y prados. Muchos combatientes muertos fueron recogidos por sus compañeros, pero otros se dejaron en retirada. Muchos de esos cuerpos fueron enterrados, incluso días después, por vecinos de la zona en improvisadas fosas. Algunas se recuerdan donde están y otras se han perdido para siempre.
A modo de ejemplo, el Gobierno Vasco tiene un listado de fosas en Bizkaia, donde según datos que obran en su poder, tenemos noticias de algunas fosas donde se encuentran soldados asturianos.
En Libao hay dos fosas donde se encuentran en una 5 milicianos asturianos y en otra una miliciana asturiana. También se cree que en las otras dos puedan contener también enterramientos individuales de milicianos asturianos.
En el monte Burgueño en Karrantza hay lo que llaman un cementerio de milicianos asturianos sin saber cuantas fosas y cuerpos hay en ellas.
En el barrio de Arteta-Ordañe de Galdakao, en terrenos del caserío conocido como Barrenengo-Etxebarria, exíste una fosa con el cuerpo de un miliciano asturiano de identidad desconocida fusilado allí mismo.
Analizando la lista de Luis Miguel Cuervo vemos la mortandad de los combates citados, 583 muertos en los frentes de Bizkaia; 56 muertos en Monte Sabigain, 4 en Peña Lemona, 12 en el monte Sollube, 43 en el monte Kañometa, etc.
Esta claro que esos son los nombres de los cuerpos recuperados o por lo menos identificados que allí estuvieron, ¿pero que paso con el resto?. Hoy en día se cree que fueron alrededor de unos 10.000 milicianos asturianos los que dejaron la vida en combate, de los cuales alrededor de 1000 podrían haber muerto en Bizkaia, incluso más.
LAS FOSAS COMUNES ASTURIANAS
En el territorio asturiano hay información sobre 343 fosas comunes, de las cuales 25 fosas con un total de 2.454 personas fueron trasladadas al Valle de Los Caídos.
En 17 fosas han desaparecido con los restos de 40 personas exhumadas de mala manera, perdidas o destruidas por obras.
Cerca de 80 personas han sido exhumadas de 27 fosas comunes en los últimos años.
21 fosas corresponden a “fosas de guerra” con combatientes muertos en acciones bélicas o fusilados in situ y enterrados.
De el resto de las fosas no se conoce cuantas personas hay enterradas, algunas pueden ser individuales, otras colectivas con varios cuerpos incluso decenas.
Las grandes fosas de la represión franquista están situadas en los cementerios de Avilés, Oviedo y Gijón.
La mayoría de las fosas pertenece a personas represaliadas por el régimen franquista y una pequeña parte a combatientes muertos en acciones de guerra, conocidas como “fosas de guerra”. Todas pertenecen al bando republicano porque las del bando nacional fueron exhumadas inmediatamente después de acabar la guerra y llevadas a los cementerios.
La universidad de Oviedo llevó a cabo el proyecto de elaborar un mapa de fosas bajo la dirección de la profesora de historia contemporánea Carmen García sin ninguna ayuda por parte del Ministerio de Defensa ni del gobierno en general. A pesar de ello los datos se han remitido al Ministerio de Justicia quien ha clasificado y puesto en su base de datos sobre “Mapa de Fosas”.
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Mapa de fosas comunes de Asturias. (asturias.es/asunsoci/fosas/)

El listado del compañero Luis Miguel Cuervo incluye también todos los nombres de estas personas identificadas.
No obstante, y aunque se calcula que en Asturias hubo más de 7.000 represaliados por el franquismo, se desconoce el número de víctimas que pueden estar enterrados en ellas, así como cuántas hayan podido ser exhumadas por familiares en años pasados sin seguir los cauces legales.
Desde 2003 en Asturias se han llevado a cabo varias exhumaciones promovidas por asociaciones comprometidas con la Memoria Histórica.
Las primeras ese mismo año 2003, una en Cabañaquinta (Aller) con la exhumación de 2 personas bajo la dirección de J.A. Gutiérrez. La segunda en Valdedios (Villaviciosa), en la que se exhumaron 17 cuerpos en julio bajo la dirección de J. Ortiz y del equipo del antropólogo forense Fco. Etxeberría. Los ejecutados, de ésta ultima fosa, en su mayor parte personal sanitario y otros empleados de un hospital que las autoridades republicanas habían instalado en ese valle, fueron fusilados por las tropas nacionales en la noche del 27 al 28 de octubre de 1937, cinco días después de que se hubiese declarado oficialmente el fin de la Guerra Civil en Asturias. La matanza se atribuye al IV Batallón Arapiles número 7 de la VI Brigada Navarra. Fueron asesinadas esa madrugada entre 18 y 30 personas, en su mayor parte enfermeras, con edades comprendidas entre los 18 y los 50 años.
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Fosa de Valdedios. Situación de los 17 esqueletos en la zanja en forma de “L”.              Fotografía Sociedad Aranzadi. Informe de exhumación.

En abril de 2006 en Turanzas (Llanes) se exhumaron 5 cuerpos bajo la dirección de Andrea Menéndez y Fco. Javier de la Fuente. Según los testimonios que han podido recoger los voluntarios del “Foro de la Memoria”, todo indica que el fusilamiento se produjo el 24 de noviembre de 1937.
En el Alto del Acebo (Grandas de Salime) en agosto de 2007 bajo la dirección de Javier Ortíz, arqueólogo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, excavó “fosa de guerra” donde se exhumaron 12 cuerpos de dos fosas diferentes, nueve en la primera y 3 en la segunda. Todos eran soldados republicanos del Batallón Galicia asesinados por miembros de Falange y de la Guardia Civil en octubre del año 1937 en Fonsagrada (Lugo).
En Pasada de Zóbilo en Pandiello (Cabrales), en julio de 2007 se exhumaron bajo la dirección de Jorge Conde 2 cuerpos de una fosa. Correspondían a dos militantes del PCE asesinados en 1938 por agentes de la Guardia Civil de Carreña.
En marzo de 2008 en Areces se excavó otra “fosa de guerra” bajo la dirección de Lourdes Herrasti. En esa fosa individual se realizó la exhumación de Candido Saseta Etxebarría, comandante en jefe del Ejército de Euzkadi (Eusko Gudarostea). Fue enterrado el 23 de febrero de 1937 posiblemente cerca de donde murió. En la misma área aún están por exhumar varias “fosas de guerra” con los restos de entre 80 a 100 gudaris (soldados), muchos de ellos muertos en combate y otros asesinados a bayonetazos cuando estaban heridos.
En noviembre de 2009 en la fosa de Cabacheros, Felechosa (Aller) se exhuman 34 cuerpos bajo la dirección del arqueólogo Oscar Blázquez.
En el Monte Espín (Oumente) se exhumó 1 cuerpo de una fosa individual bajo la dirección de Hector René Pacheco en julio de 2010. Era Pedro Pérez Cadenas, natural de Luiña (Tormaleo, Asturias) y vecino de Villaoril (Ibias), de 23 años de edad. Su historia nos dice que tras la entrada de las tropas franquistas en el concejo de Ibias, Pérez Cadenas huyó al monte junto a varios vecinos de las aldeas de la zona y a principios de agosto de 1938 fue apresado por fuerzas del ejército en un paraje conocido como Regueira de Trabanco, cuando estaba en compañía de otros dos huidos, Marcelino Barrero y Francisco Méndez, que consiguieron escapar. Sus captores le trasladaron al paraje de El Espín, donde fue asesinado y enterrado en una fosa que él mismo cavó el 4 de agosto de 1938.
Actualmente hay controversia con alguna fosa que se quiere exhumar, ya que algunas asociaciones son partidarias de la no exhumación y solo de la identificación y marcación homenaje de la misma, una museización del entorno para recuerdo de todos.
…Y SOLDADOS BIZKAINOS MUERTOS EN EL FRENTE ASTURIANO
Según los datos aportados por Luis Miguel Cuervo y que enumerábamos al principio hay 175 soldados vizcaínos muertos en acción en combates en el frente asturiano. Murieron en acciones bélicas en Cimadevilla (Gijón), Oviedo , Areces, etc.
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Batallón Vasco “Indara” perdió muchos hombres en Areces (Asturias).

Es verdad que la aportación bizkaína y vasca fue humanamente inferior a la que recibieron los vizcaínos en el frente norte por parte de milicianos asturianos. La diferencia de muertos es abrumadora. Las “fosas de guerra” de asturianos en Bizkaia y vizcaínos en Asturias compartieron algo en común, la lucha por la libertad, la lucha por la una república democrática y legalmente establecida.
Y a fecha de hoy, octubre de 2015, aún estamos pendientes de la exhumación de los casi 100 soldados vascos enterrados en Areces, en un prado de la verde Asturias con varias “fosas de guerra”. Puede que el problema sea el dinero como siempre, pero también que junto a los gudaris vascos haya soldados asturianos que sus vecinos quieren dejar sin exhumar. Si no se sacan difícilmente podremos saber quienes son unos u otros. Después vendrán los monolitos, porque los homenajes conjuntos ya son una realidad.
(*) Luis Miguel Cuervo Fernández (Las Segadas, Ribera de Arriba, 1961). Es nieto de un comunista exiliado, lo que influyó notablemente en su trayectoria personal. Socio fundador del Grupo de Investigación Frente Norte y la Asociación Todoslosnombres de Asturias, cuya presidencia desempeñó entre los años 2006 y 2010. Como experto en la Guerra Civil, la represión franquista y la Segunda Guerra Mundial y usuario habitual de una buena parte de los archivos relacionados que existen en Europa, es investigador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (A.R.M.H.) y asesor de Trece Rosas de Asturias y de varios organismos e instituciones. Colaboró en la localización de cientos de desaparecidos durante la contienda y los años posteriores a ésta, formando parte de los equipos que llevaron a cabo las investigaciones previas a las exhumaciones de Turanzas-Llanes (Foro por la Memoria), El Acebo-Fonsagrada (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) y Areces-Las Regueras (Sociedad de Ciencias de Aranzadi). Autor de la obra “ Guerra civil, Franquismo y represión en el concejo de Salas”. José Barreiro-KRK. 2014 e “Historia del Ejército Popular en Asturias. Voluntarios del primer día”, enciclopedia inédita integrada en cuatro tomos, en cuya investigación y posterior redacción empleó catorce años, intervino en numerosas conferencias, mesas redondas, congresos y charlas, actuando como asesor en numerosos libros y documentales.
Podéis solicitar su envío vía email.- lmcuervo@telecable.es
FUENTES CONSULTADAS
Memoriahistorica.org.
Asturias.es/asunsoci/fosas/
Euzkadi y el Norte Republicano. Las Brigadas Asturianas y Santanderinas en el frente vasco. Vargas Alonso, Francisco M. Vasconia. 38, 2012
Información relativa a la exhumación de Cándio Saseta Etxeberria en Areces (Asturias) 2008. Sociedad Aranzadi.
Exhumaciones llevadas a cabo en España desde 2001 a 2012. Sociedad Aranzadi. Diciembre 2012.
La memoria recuperada. Informe relativo a los restos humanos hallados en la fosa de Valdediós. (Asturias). Sociedad Aranzadi.
Lista de fosas en el Principado de Asturias – 15Mpedia
Elblogdeacebedo.blogspot.com
euskolurra.eu
El país 28 de julio de 2013.
El Comercio digital 30 abril 2006.
El Comercio.es 22 octubre 2014.

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P.Data

La España que heredamos los niños del franquismo era una ciénaga de horrores camuflados por un lado de heroísmo y por otro de hecatombe, según los vencedores,claro, dependiendo de quienes hubiesen glorificado a la "patria" o la hubiesen machacado,-siempre según el relato monotemático y la óptica monocolor de los que se hacen con el poder mediante la violencia-.
 Y la verdad, estudiando la historia, desde los documentos y datos reales, no me atrevería a asegurar que la suerte de aquella España posterior hubiese sido mejor, más clemente, inteligente social y civilizada de lo que fue, aunque la guerra la hubiese ganado aquella república, igualmente capaz de aniquilar a todo ciudadano que no pensase lo mismo que el Gobierno o cualquier partido dominante, como si "legalidad" per se implicase ética y conciencia moral legítimas como patente de corso (es la misma praxis del pp). 
Tengo la sensación de que Antonio Machado acertó plenamente con el diagnóstico en "La Tierra de Alvargonzález", describiendo un humus y fermento sociopolítico que además cooperó a la hecatombe y que agravó sobremanera todo el entorno ideológico extremo y hostil de aquel tiempo entre guerras que cocinó el menú global de la destrucción culminada en Hiroshima y Nagasaki, un "equilibrio" de bloques en constante amenaza, cuyas armas letales van evolucionando desde los cañones y las ametralladoras, misiles y bombas atómicas, a la guerra bacteriológica, a las epidemias planificadas, especialmente en el Tercer Mundo, a los bancos, multinacionales del exterminio, agotamiento del Planeta, destrucción medioambioental en pro de la comodidad y el dinero, desprecio absoluto de los seres humanos si no son millonarios, poderosos y famosos. Si no son los amos de las tres Ps: Poder-Placer-Pánico.

Toda España,  por todas partes y desde siempre, padecía la misma infección del miedo, del odio, de la crueldad y del analfabetismo en humanidad. La guerra la ganaron los que tenían el apoyo de la banca para mantener vivo el conflicto y resistir con más facilidad , más  la ayuda de potencias extranjeras afines al sistema imperante, que era un fascismo generalizado camuflado de distintos colores, lo mismo de "patria" que de "raza", y que usaron la contienda como campo de prácticas y entrenamiento para la II Guerra mundial, con idéntica vocación genocida.

La victoria franquista nos dio la puntilla, sobre todo, porque la represión, el asesinato como 'terapia' social y castigo a los "malos" (término que Rajoy sigue usando en su simplificación conceptual constante), la ignorancia, la cárcel y el exilio forzoso de los mejores, nos privaron de referentes y de educación en libertad y en ética.
El ejemplo de Casas Viejas es el modelo que siguieron los criminales de Atocha o de Puerto Hurraco, donde ya no son la ideología ni la política las razones de un enfrentamiento, sino el odio visceral hacia quienes representan lo que no es "lo nuestro" y donde el bien común es una falacia buenista e imposible que ni siquiera tienen en cuenta porque estorba su idea fija de poder, dominar y "mantener el orden" al precio que sea. Mientras que lo de Paracuellos fue una manifestación más de la banalidad del mal. Esa visión del mal que se justifica a sí misma casi como un bien en un estado de necesidad imperativa que no se atina a resolver en términos de justicia y ética a la altura de una conciencia missing o simplemente inexistente, al servicio automático de determinadas circunstancias. Igual que alegaron los nazis en Nüremberg o Eichman en Israel cuando el nazi fue juzgado y condenado por sus crímenes de despacho y con las alegaciones en contra de Hannah Arendt, que precisamente acusaba al tribunal judío de colocarse con la venganza a la altura del propio matarife alienado por la banalidad y la ausencia de conciencia.
Está claro que la filosofía de verdad, o sea como vida práctica, nunca se acoplará al engaño. Baste, como ejemplo, comparar las actitudes de Sócrates y Spinoza por un lado y de Nietzsche por otro, y tocando presente en el Psoe, de Pérez Tapias, Felipe González y Susana Díaz, o de IU y Podemos...

En una guerra, especialmente civil, sólo son inocentes los niños y los limpios de corazón capaces de no matar y de perdonar al mismo tiempo. Los conflictos se acaban cuando una mayoría social adquiere madurez política y aprende a reconocer la realidad y su responsabilidad en ella bien por acción o por omisión, como la relación entre causas y efectos. Cuando la honestidad es la fuente de las ideologías y no son las ideologías y sus intereses las que modifican la experiencia de la honestidad.
La historia no sirve de nada si pierde su objetividad y ya nos la cuentan desde un prisma determinado.

El verdadero y más válido de los objetivos de la Historia es que conociéndola nos reconozcamos en su espejo, cambiemos los "chips" y desarrollando la conciencia hagamos todo lo posible por evitar que esa historia se repita, hasta en lo bueno, si no es definitivo y se nos quedó en un pasarela hacia lo peor. Si enaltecemos o minimizamos la barbarie según nuestras tendencias personales la Historia será más una crónica de sucesos y una muestra de caligrafía vieja que se repite, que una pedagogía renovadora, que sin olvidar el pasado es capaz de educar el ideocentrismo de nuestras fijaciones, siempre dando vueltas alrededor de sí mismas, sin descubrir el valor de los seres humanos que en realidad son la sustancia buena, excelente, precaria, pésima o mediocre de la Historia.

Descubramos cómo es nuestra historia y  al mismo tiempo veremos lo que aún nos falta por evolucionar.

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