El médico acaba de publicar el último libro de una trilogía en la que analiza las terapias alternativas y niega su eficacia.
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Exactamente, tratando de desautorizar la medicina alternativa, esta lumbrera terapéutica acaba de dar en el clavo, confirmando con su desautorización de las terapias alternativas, la realidad meridiana y se queda corto con lo del 70%. Prácticamente todo se cura con el tiempo, sobre todo si no se maltrata al organismo con agresiones químicas irresponsables en plan terapy chemical's fast cuyas secuelas son bastante más demoledoras que la propia enfermedad, y se fortalece el sistema orgánico con una alimentación libre de tóxicos y desórdenes, acoplando el ritmo y los hábitos de vida a las necesidades del cuerpo, de la mente y las emociones y dejando en segundo lugar las prisas del sistema por mantener en activo a los enfermos aunque se mueran en el empeño. El establishment en su avaricia no considera necesario mantener la salud, sino, por el contrario, fomentar el desgaste rápido de los usuarios; es el mejor negocio que mantiene en pie la producción y el consumo sin límites. La enfermedad, no solo no se cura, es que sobre todo, interesa; junto con la guerra es el negocio más seguro y rentable. Si la enfermedad y los conflictos armados desapareciesen sería el fin de Occidente y de Oriente. Adiós a la esclavitud, adiós a la manipulación, a la especulación, al engaño, a la publicidad, a la política que conocemos y hasta a las iglesias que tanto se vuelcan en redimir los pecados, que en realidad son también enfermedades en plan vivero, en estado de larva...Vamos, que la salud es el peor enemigo de este engendro extraordinario al que llamamos "cultura", "estado del bien estar", "civilización","antropo.obsceno" o del bien tangar, del bien esquilmar o del bien arrasar sin dejar títere con cabeza, según desde el punto experiencial que se mire.
Este premio Nobel de la sagacidad médica o del cinismo especulador de la pseudociencia, deja clarísima la inutilidad medicamentófila al uso. Las enfermedades en realidad se curan solas por agotamiento patógeno ya sea porque el propio proceso de limpieza se realiza espontáneamente debido al buen estado de las defensas o bien por los cambios a mejor de hábitos y por la disposición del paciente respecto a su responsabilidad integral hacia su cuerpo, su mente y sus emociones, o sea, por eso que despectivamente los linces de la ciencia médica llaman "efecto placebo", sin llegar a sospechar que sin ese ingrediente no se cura a nadie de nada.
Es una lástima que la potencia científica de la medicina "oficial" se haya embarrancado en unos parámetros tan cortos y deficientes, y sobre todo, tan agresivos como perjudiciales, mirando la realidad humana como los carniceros miran a los cerdos o las vacas: como un botín del que alimentarse y con el que enriquecerse experimentando sin conciencia que dé sentido y un verdadero nivel a la 'ciencia' mecánica y especulativa a base de experimentar con dolor y crueldad antes que ejerciendo las principales virtudes impulsoras de la vocación médica y de la verdadera eficacia terapéutica: la compasión, la ética de su código deontológico, la empatía, la lucidez y el respeto por el paciente. Cuanto más abierta y desarrollada está la conciencia del médico, más "alternativa", libre y decente se vuelve su práctica sanitaria.
Ya que en realidad la mayoría de las enfermedades se curan por sí mismas, como muy bien aclara este detractor de su propio oficio, el papel decisivo del médico no es el de intoxicar enfermos impidiendo la curación real con la supresión artificial y tóxica de las molestias y síntomas, que casi siempre son el proceso por medio del que el propio organismo se limpia y libera naturalmente de elementos patógenos y de sus efectos, con ansiedad y malestar, o abatimiento y depresión, inflamaciones, diarreas, vómitos, mucosidades, fiebre, irritaciones, dolores, o por la piel con sudor o erupciones, e incluso con tumoraciones, que tratadas con medios sanadores y no simples represores de síntomas, curan en profundidad y en serio, más que un gurú de ocasión, el oficio del médico es ser maestro y pedagogo de la salud. El médico tiene que dejar de ser un testaferro del consumismo farmacéutico. Y la farmacopea un semillero de toxicidad impuesta por el propio sistema enfermo de sí mismo, de ambición profesional y avaricia económica. De ceguera letal para la humanidad.
Aún recuerdo a la cardióloga del Ramón y Cajal de Madrid que trataba a mi padre hace años, animándole a no dejar el tabaco para hacer más suave la jubilación, mientras ella misma, llenaba de colillas hasta el borde un cenicero sobre la mesa de su consulta cerrada a cal y canto...mientras le recetaba una lista ilegible de potingues para compensar los efectos nefastos, pero asumidos como normales a su edad, de la nicotina y del alquitrán en las arterias. Aún recuerdo a una traumatóloga que cuando me rompí un pie, quiso inyectarme anticoagulantes "por protocolo" sin hacerme primero un análisis de sangre para comprobar el estado de mis plaquetas. Me negué y le escribí en un folio firmado los porqués de mi negativa y la aceptación de las imaginarias consecuencias "previsoras" del sistema médico-verdugo.
La ciudadanía no sólo tiene que rebelarse contra las pésimas políticas, sino también contra los profesionales adheridos a un sistema destroyer contra natura y exigir que los ciudadanos/as que opten por la medicina como profesión cumplan como mínimo, el juramento hipocrático, ése compromiso por que se obligan a servir íntegramente al ser humano, con su dignidad y sus derechos, antes que a cualquier interés comercial, profesional, gestor o político.Antes, también, que a sus propias adhesiones ideológicas, si éstas entran en conflicto con el bien común.
Así que, querido doctor Víctor J.Sanz, sea coherente con lo que afirma y ponga en práctica lo que declara en su entrevista, coopere con la terapia de la propia naturaleza en vez de ponerle palos envenenados en las ruedas: deje de agredir intencionadamente a los pacientes con potingues horribles, si sabe que las enfermedades se curan solas. Porque seguir haciéndolo sabiendo lo que hay, es puro sadismo irresponsable e inhumano, por muchos beneficios que reporte a su bolsillo, a su prestigio(¿?) y a su carrera, señor galeno (es un decir,claro. Puro protocolo, como la quimio, la radio al buen tuntún o la heparina, las drogas antidepre o los antibióticos sin ton ni son, peccata minuta)
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