viernes, 13 de enero de 2017

Todo por hacer



Al revisar la historia de barbaridad en barbaridad, especialmente a lo largo del siglo XX, se va desarrollando la percepción de que lo más sano y sensato es desligarnos del pasado, una vez reconocido, sanado y asumido, para no volver a repetirlo, liberarnos de  las justificaciones que hacen buenas las burradas desde cada flanco. Todos los crímenes son igualmente abominables. Sean quienes sean sus actores y víctimas. Es cierto y justo reconocer que la violencia contra los más débiles, los indefensos por ser más pobres y más abandonados, es un crimen de la peor calaña, porque es además, un ensañamiento y una tortura personal y social que indica la monstruosidad de quienes además la justifican y hasta la legislan, como ya vivimos en el pasado con el franquismo y estamos reviviendo actualmente con el ataque masivo a los derechos humanos por parte de las políticas neoliberales que nos están tratando de liquidar como especie libre y responsable de sí misma. 

Hay mucha variedad de crímenes políticos, matar el cuerpo es lo más llamativo, pero hay crímenes que antes de matar el cuerpo ya han matado por dentro las potencias del ser humano, le han arrancado la salud física, afectiva y mental, han dejado la vida de las personas sin sentido, sin derechos y sin dignidad. ¿Qué valor real tiene una vida solamente mecánica que realiza funciones biológicas a duras penas, y automáticamente, porque carece de lo fundamental para llamarse vida?  
Se trabaja para tener derecho a una muerte digna, pero mientras tanto, se chapotea en el fango de la vida indigna de los demás, impotentes y resignados a que esto lo tomas o lo dejas, y si la cosa no va directa contra uno mismo se soporta como "normalidad" y nos envilecemos con la vida indigna de nuestros hermanos de especie, tanto como con la tortura y el destrozo de los demás miembros de las especies vivas del Planeta. Con la masacre del habitat. No tiene sentido alguno haber llegado a viajar por el espacio, haber alcanzado el récord en tecnologías punta, tratar de hacerse con el poder nada menos que de la "párticula de dios", con el dichoso boson de Higgs, gastando en ello verdaderas fortunas, a base de ignorar las carencias, las hambrunas y la ruina climática que la ambición deshumanizada provoca por todas partes contaminando todo lo que toca, corrompiendo el alma y la materia que encuentra por el camino.  Hasta llegar a un Donald Trump como capitoste supremo del zoo-manicomio, a unos padres capaces no solo de montar un timo colosal con la enfermedad de su hija sino también un asunto de abusos sexuales.  Todo esto no son episodios aislados, es una enfermedad sistémica, la misma que produce la corrupción política que permite que quien provoca una hecatombe como la del Yak, o monta un GAL o un 11M en comandita con las paranoias-negocio de USA, que no dimiten ni muertos ni se van nunca, además de no restaurar lo que han destrozado ni devolver lo que han cobrado por hacer todo al revés, y robado sin límite, sigan des-gobernando a su bola con la aceptación de todo el corral y el gallinero que alucina y no reacciona. Es la misma enfermedad sin fronteras.Con síntomas diversos según el grado de gravedad de la sintomatología.

Y aquí están las nuevas propuestas políticas y sociales, enzarzadas como siempre con trivialidad y carambolas ridículas en lo más cutre de lo viejo, en lo más miserable de la repetición, convencidas de que la vida, los acontecimientos y sus consecuencias se van a parar a esperarlas y que se den unos toques de peluquería antes de salir a escena de nuevo, mientras debaten con juegos de ingenio cómo vender la cabra -que se devalúa sin que nada pueda impedirlo, a toda velocidad-,al mejor postor para que tras esta pesadilla que nadie sabe de qué universo paralelo procede, todo vuelva por sus cauces, hasta que Marx de media vuelta y  vuelva a ser Marx, Lenin resucite en Pablo Iglesias, J.A Primo de Rivera en Albert, su tocayo de apellido pasando por Suárez, Franco en Aznar y Carrero Blanco en Rajoy... Esas iniciativas tan dispuestas en el vacío no se están enterando de que ya nada puede volver a ser lo que fue y no por culpa de ningún populismo ni de ningún 15M, no. Solo son los efectos secundarios de las causas patógenas, que nadie pensaba que lo fueran, fíjate, quién lo iba a decir...

Los tiempos engañan muchísimo, lo mismo se alargaban parsimoniosamente, durante siglos, que de repente les ha dado por acelerar a lo bestia como no se tiene noticia de que hubiese ocurrido jamás en la historia de la especie humana. Cada día se  descubre otro agujero negro en la galaxia de la puerta de al lado, seguramente producto de los desplazamientos repentinos de materia oscura. Y el puñetero es imparable, se va tragando todo: coaliciones, traiciones, pactos de cualquier color, puñaladas traperas de diverso calado, estrategias y cálculos,tarjetas black para no desentonar con los agujeros que producen alucinaciones sin querer como asesinar presidentas de diputación, o fenómenos como por ejemplo, dimisiones, efermedades o muertes repentinas de personajes en caída libre política, cuando la situación ya los   ha dimitido sin que sus compinches y favorecidos puedan hacer nada más que cambiar de opinión para que no les arrastre la estela de su mal fario y del batacazo implacable. 

En fin, con este panorama es urgentísimo salir de la burbuja de los viejos conceptos. En otras franjas temporales era recomendable en las épocas difíciles rebobinar recuperando las cosas buenas del pasado, porque siempre quedaba algo que rascar mejor que el lado más cutre de lo presente: la sabiduría de los maestros, el arte y la belleza de los genios, el conocimiento de los verdaderos científicos y filósofos, el valor generoso y la grandeza de miras de los héroes, la bondad, la profundidad y el amor de místicos, poetas y santos, pero cuando lo más sublime que nos queda es ejercer el frikado de Dark Vader, El anillo del Golum, Juego de Tronos o Harry Potter, apagad y vámonos, colegas que Capri c'est finí. Esto es ya la postmentira sin cobertura. Esto se ha terminado hace tiempo, pero ahora nos estamos empezando a percatar de que no hay vuelta y de que es bueno que no la haya, porque solo ante la nada, podremos dar lugar a algo que valga la pena. O desaparecer. O nos reinventamos desde cero pero con el escarmiento del aprendizaje, o no hay nada que hacer y dentro de poco, ni que deshacer. 

¿Revolución a estas alturas? Nadie se apuntaría y además ¿para qué? para dar otra vuelta a la tuerca del mismo tornillo y acabar en el mismo sitio: buenos y malos, listos y tontos, ricos y pobres, arriba y abajo, izquierda y derecha, delante y detrás, un dos tres? Que la yenka de siempre la bailen otros, porfa, que la cosa no va por ahí. 

La cosa es asumir la realidad limpia y honestamente, sin empujarle ni violarla forzando su naturaleza.Sin cuentos chinos ni expectativas alucinatorias en plan Silicon Valley, que ya lleva el bótox y los postizos en el nombre. Y eso nunca sale bien a largo plazo. Sin aplicar las recetas pachuchas y mohosas de los abuelos ideológicos que a ellos tampoco les salió el guiso como para master cheff. Y sus logros maravillosos ahora son nubes de contaminación, polos que se derriten mucho antes de lo que nos habían dicho, mogollones humanos desnaturalizados, más de asfalto que de carne y hueso capaces de salvar  a una mascota en peligro y de matar por un poco de droga o de dinero, que viene a ser lo mismo. El chollo no lo era. La riqueza desbordante era miseria por dentro.El poder insaciable del consumo era un engaño diabólico que ofrecía el mundo a cambio de dejar de ser humanos para ser máquinas teledirigidas dispuestas a terminar con todo sin saber para qué, porque nunca se tiene todo. Y se si se pudiera tener todo sería insuficiente para llenar el vacío que sólo puede llenar el amor-amor, no la enfermedad del deseo desatado que nos hace creer que él es nosotros y viceversa.
Bajar humos y soberbias estúpidas, se venga de donde se venga, y aprender a sorprenderse por la propia humanidad que somos y podemos llegar a ser si queremos. Todo lo horrible ya está hecho, así que sólo nos queda hacer lo que no se ha hecho nunca y está por hacer:lo mejor. Lo más hermoso, lo más sencillo, lo más directo y fácil:abrir mazmorras, iluminar oscuridades, limpiar tierras abandonadas y sembrar en ellas la cosecha de mañana, mientras nos nutre la esperanza y la confianza en el nosotros.


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