Feliz año nuevo desde el Antropoceno
Solemos decir aquello de “si no lo veo no lo creo”, cuando en
realidad para percibir las potencialidades de las experiencias
alternativas en marcha nos vemos obligados a creer en ellas, por lo que
deberíamos decir “si no creo no las veo”
"Ojalá vivas en tiempos interesantes" era la fórmula de una maldición en la China antigua, pues el interés suele ser directamente proporcional a los desafíos planteados. Este año que estrenamos nos adentra en lo que Jorge Riechmann llama el Siglo de la Gran Prueba. La crisis socioecológica nos garantiza que vamos a vivir “tiempos interesantes” así que desearnos felicidad individual y colectiva para encararlos de la mejor forma posible, es decir en buena compañía
"Ojalá vivas en tiempos interesantes" era la fórmula de una maldición en la China antigua, pues el interés suele ser directamente proporcional a los desafíos planteados. Este año que estrenamos nos adentra en lo que Jorge Riechmann llama el Siglo de la Gran Prueba. La crisis socioecológica nos garantiza que vamos a vivir “tiempos interesantes” así que desearnos felicidad individual y colectiva para encararlos de la mejor forma posible, es decir en buena compañía
En estas simbólicas fechas donde el año nuevo nos
hace conscientes por unos días de los ciclos temporales, he recordado el
ejercicio que realizó el astrónomo Carl Sagan en la serie Cosmos,
comprimiendo los casi catorce mil millones de años que han transcurrido
desde el Big Bang hasta nuestros días en un solo año. Un ejercicio que
servía para traducir a una escala temporal comprensible la historia del
cosmos. Este atípico calendario evidenciaría
como nuestra especie no aparece en escena hasta los últimos cinco
minutos del año y que toda la historia de la humanidad ocuparía solo los
últimos 21 segundos, siendo la sociedad de consumo el último segundo
del año.
Este modesto y pedagógico ejercicio ha dado
lugar a una nueva forma de aproximarse al conocimiento, que se denomina
como Gran Historia. Un enfoque científico, unificador e
interdisciplinar, que trata de conjugar la historia del Cosmos, la
Tierra, la Vida y la Humanidad. Proyectos como ChronoZoom o el Big History Project,
impulsado por David Cristiano con la financiación de Bill Gates, y que
ofrece una estructura didáctica y un amplio abanico de recursos para que
el profesorado pueda incorporar esta propuesta a su trabajo cotidiano.
Las principales bondades de la Gran Historia serían que
exige contextualizar la evolución de la humanidad en una historia de la
vida mucho más extensa, amplia y compleja, mostrando de forma sencilla
la complejidad de los patrones e interconexiones que se dan a través del
tiempo y espacio. De esta manera entenderíamos nuestra evolución desde
las primeras bacterias hasta los mamíferos en los que nos hemos
convertido, como un proceso que se ha hecho en estrecha dependencia con
las transformaciones del entorno.
Los cursos sobre
Gran Historia suelen terminar analizando los últimos doscientos años de
historia de la humanidad (modernidad, avances tecnológicos, elevadas
tasas de consumo de combustibles fósiles, aumentos demográficos…). Más
que detalles y anécdotas nos muestra las grandes dinámicas sociales y
ambientales, reservando para el final la presentación de la noción de
Antropoceno, como una fórmula para situar al alumnado en la encrucijada
en la que nos encontramos en la actualidad.
El
término Antropoceno fue propuesto en el año 2000 por el premio Nobel de
química Paul Crutzen, quien considera que la influencia del
comportamiento humano sobre la Tierra ha sido tan significativa que
constituye una nueva era geológica. La acción humana sería directamente
responsable del cambio climático, la deforestación a gran escala, la
pérdida de biodiversidad con la sexta gran extinción de especies, las
variadas formas de contaminación (desde residuos radioactivos a
microplásticos) en los lugares más remotos del planeta… Provocando la
desestabilización de la anterior etapa, denominada Holoceno, y en la que
durante 12.000 millones de años el clima estable que se ha mantenido
tras el último período glacial, ha posibilitado el desarrollo de la
civilización. Hay quienes desde la comunidad científica cuestionan la
noción de Antropoceno, no por las evidencias sino porque los cambios se
han sucedido de forma acelerada en muy pocas décadas, a lo que los
expertos suelen responder que la velocidad de los cambios no evita que
estos sean irreversibles.
La Gran Historia tiene el
valor de situar la ecodependencia de la humanidad en el centro del
relato, sus reflexiones sobre la diversidad humana a nivel planetario
ayudan a relativizar la mirada etnocéntrica predominante en occidente y
especialmente incitan a interrogarnos sobre el futuro en un contexto de
alta incertidumbre por la crisis socioecológica.
Albert Einstein solía afirmar que en los momentos de crisis, solo la
imaginación es más importante que el conocimiento. Y sin embargo, las investigaciones recientes
demuestran que nuestras sociedades se orientan sistemáticamente a
cercenar la innovación, pues “la creatividad de los niños decrece con
los años de permanencia en el sistema educativo, de forma que la
curiosidad y la búsqueda creativa da paso, con el tiempo, a
comportamientos más rígidos, convergentes e inflexibles. En la escuela
se enseña al niño a amoldarse a los patrones establecidos, a adoptar un
pensamiento convergente en lugar de divergente”.
Cuando a finales de los años 70 se comenzó a percibir la crisis
ecológica y los límites biofísicos que cuestionaban el vigente modelo de
desarrollo, una de las preocupaciones más debatidas fue cómo readaptar
los sistemas educativos a esa nueva realidad. Uno de los trabajos más
sugerentes fue el Informe al Club de Roma “Aprender, horizonte sin
límites”. Resumiendo mucho venía a plantear que el modelo convencional
de aprendizaje de “mantenimiento”, útil para reproducir culturalmente
una sociedad no era funcional en el nuevo contexto. Ante esto veía dos
escenarios de futuro: el aprendizaje por “shock” y el aprendizaje por
“anticipación”. El primero se sostenía en el impacto violento de los
acontecimientos, e implicaba adaptarse por la fuerza ante fenómenos
drásticos, no deseados ni planificados. Cambios culturales que llegan
con retraso y generalmente con costes dramáticos, y de difícil
consolidación ante la perspectiva de retornar lo antes posible a la
situación precedente. El segundo se basaba en la capacidad para
anticiparnos a los problemas por venir, participar y asumir nuestra
responsabilidad y capacidad de influir en la creación de futuros
posibles y deseables.
Y sin embargo, sabemos que
estas incipientes líneas de reflexiones fueron sepultadas por décadas de
neoliberalismo que se dedicaron a profundizar el agujero del que se
pretendía salir, a la par que a erosionar nuestra capacidad de imaginar
futuros alternativos. Urgentemente necesitamos romper la inercia
cultural que habitamos, despertar nuestra imaginación política y pensar
las alternativas de forma alternativa, que diría Sousa Santos.
Solemos decir aquello de “si no lo veo no lo creo”, cuando en realidad
para percibir las potencialidades de las experiencias alternativas en
marcha nos vemos obligados a creer en ellas, por lo que deberíamos decir
“si no creo no las veo”. Más allá de explicitar sus insuficiencias,
carencias y sesgos, las Ciudades en Transición, las economías
solidarias, las iniciativas comunitarias y cooperativas, los proyectos
agroecológicos… evidencian su capacidad de innovación, de activar
relatos movilizadores, de producir nuevos conocimientos basados en la
práctica, de resolver necesidades bajo otras lógicas, de gestionar la
diversidad enfrentando obstáculos y limitaciones. Debemos poner en valor
este experimentalismo social, porque puede y debe resultar inspirador
para una nueva generación de políticas públicas y porque es el mejor
estimulante que podemos encontrar para nuestra imaginación política.
"Ojalá vivas en tiempos interesantes" era la fórmula de una maldición
en la China antigua, pues el interés suele ser directamente proporcional
a los desafíos planteados. Este año que estrenamos nos adentra en lo
que Jorge Riechmann llama el Siglo de la Gran Prueba. La crisis
socioecológica nos garantiza que vamos a vivir “tiempos interesantes”
así que desearnos felicidad individual y colectiva para encararlos de la
mejor forma posible, es decir en buena compañía.
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