Aquí están los respondones, los que desean una ciudadanía que se empodere, que participe y no se encierre en un aparato de partido. Sin enrocarse, sin apego ansioso al poder. Son mis vecinos. Son mis amigos del barrio y de los círculos más lúcidos y abiertos del panorama valenciano, que no es precisamente un lecho de rosas, sino el foso de los leones. Pero no se rinden. Todo lo que es participación libre, democrática y consciente para lograr el bien común, merece el apoyo y la fuerza colectiva. Benditos sean por no pensar sólo en ellos, por creer en que es posible el cambio que tanto necesitamos.
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