jueves, 11 de diciembre de 2014

La voz de Iñaki

11 DIC 2014 - 09:43 CET
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Transparencia

EL PAÍS  

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Ya es tan triste como cutre que a 36 años de democracia les faltase una elemental Ley de Transparencia. Sobre todo teniendo en cuenta que antes y en medio del pp los socialistas gobernaron y por más tiempo, ambos partidos fueron incapaces de afrontar opacidades y negruras de una indecencia tremenda, que nunca se han aclarado. 
No me gusta ser aguafiestas ni cenizo, pero, en este caso, y precisamente con este gobierno y en las condiciones en que se nos ha concedido este regalito de Navidad, no puedo evitar percibir tal dispendio ppero como un escarnio más de los suyos. Como un insulto a la inteligencia y a la dignidad ciudadanas. ¿En qué me baso? Pues, me baso en lo que vengo observando y padeciendo con el resto de ciudadanos ninguneados y choteados con un descaro sin límites. 
Esta ley sacacorchos fashion,  porque así se ha hecho, de mala gana y por como están las cosas electorales para sus inventores, chapucera y precaria, incluso en el nivel más simple y primario de aplicación, confusa, inaccesible, inentendible y puro lavado de gato, (sólo hay que intentar el acceso a las transparencias,para comprobarlo) no sólo llega tarde, es que llega en el momento más opaco y negro, en el que precisamente la "transparencia" ejecutiva y legislativa se está cepillando lo poquito que queda de la transparencia del Poder Judicial. Al mismo tiempo que se colocan personajes adeptos en los altos tribunales de Justicia para que hagan el trabajo sucio del partido popular, se corta por lo insano y se desautoriza la actividad del juez Ruz instructor del caso, intentando que no pueda completar la investigación, en ese mismo momento, se saca una Ley de Transparencia, que se había prometido presentar en el Congreso hace de un par de años, creo recordar. 

Comprendo, Iñaki, que te reconforte ese "menos da una piedra", con que nos reflexionas esta mañana. Es muy respetable y hasta lógico, que a estas alturas de soportar lo peor, veas con buenos ojos que el pp haya sido capaz de dar ese paso; si lo sacamos del contexto, pues sí, estaría bien. Pero si lo contemplamos como, cuando y en qué modo se ha producido el evento, creo que más que reconfortarnos, nos resulta vejatorio y preocupante. 
Como me gustan las alegorías, voy a intentar aclarar lo que digo con una de ellas:

Esta ley, para los ciudadanos, tiene el mismo "valor", la misma oportunidad y eficacia que la atención en simulado y diferido, a un enfermo que llevase años afectado por una patología grave, aparcado en urgencias sin que se le haga el menor caso y que empeora por momentos. Un enfermo al que solo se le regaña y se le humilla cuando pide que le atiendan, y que si insiste, incluso se llama a la policía para que le obligue a callar. ¿Qué valor puede tener una Ley de Transparencia, aunque la hubiesen bordado -que obviamente no es el caso de esa chapuza-, cuando en paralelo a su promulgación se pone en marcha una ley mordaza, como está pasando ahora mismo con la que nos está cayendo? ¿Cómo será la transparencia cuando los ciudadanos quieran saber por qué se les golpea, por qué se les prohíbe acercarse al Parlamento, que es su casa legítima constitucional? ¿Qué valor real puede tener una ley como ésa, promulgada por chorizos liquidajueces que jamás responden a la decencia? ¿Cómo van a ser transparentes los que son pura pringue? ¿Cómo se come eso? No se puede comer. No hay forma de digerirlo, de asimilarlo ni de metabolizarlo.

Además de un himno a la hipocresía galopante y a la inutilidad más evidente, es un scanner de la estupidez más descarada. Una reválida de  incompetencias, de un pírrico talento político, de un estilo gañán y zafio de caciques obtusos venidos a más y un deplorable testimonio del estado cívico de un pueblaco, de una masa informe, de un rebaño desnortado y patético, a años luz de una ciudadanía real, que vota propuestas infames hechas por sus mismos torturadores, porque confía en ellas y en ellos o se abstiene y no vota a ninguna opción ética, capaz de dialogar, de conseguir acuerdos, de legislar con cordura, sensatez, decencia y buscando el bien común. Eso no les mola, porque esas opciones no gritan, ni insultan ni traman porquerías en la oscuridad, para sacar tajada de todo y de todos. Un batiburrillo de 'gente', -como les llama el Podemos elitista de Pablo Iglesias y el Guanyem de IU Valenciana, con el mismo desprecio-, que aún no se ha dado cuenta de que hasta las leyes más chapuzas y estúpidas, pensadas con alfileres y usadas como herramienta tapabocas, como es el caso de esta irrisoria "transparencia" de negruras y opacidades, son el producto de la presión ciudadana y mediática, de los escraches, de la desobediencia y la denuncia civil, de la mareas, del 15M, de las plataformas e iniciativas, que están haciendo un trabajo activista desde hace tres años y sin parar. Esta ley, como la de la mordaza que en estas fechas viene a darnos la otra cara del aguinaldo y del "gordo" navideño, es producto del miedo a hundirse como partido, no de la voluntad de cambiar nada. Si las encuestas no colocasen al pp en el más bajo lugar de la cabecera electoral, ni siquiera se habrían molestado  en comentar la posibilidad de debatirla y mucho menos, de promulgar algo de lo que ríen y se burlan con el propio comportamiento. Esta ley de la misma estofa que los preceptos religiosos del catolicismo, es sólo el sello para el sobre en B. Tiene el mismo valor que los insultos y calumnias de Aznar contra el Psoe cuando el 11M, o de las pataletas de Aguirre y secuaces contra Podemos. Terror a que al perder se les descubra lo que tapan. Miedo impuro y duro. Arrogancia del perdedor que quema las últimas naves antes de que se las hundan. Sólo eso, Iñaki. No hay más que eso en el pozo sin fondo de la nada ppera. 
Otra cosa muy distinta son los buenos ojos siempre tan positivos con que algunos seres limpios de corazón miran el panorama. Algo imprescindible para conservar la energía y el sentido del esfuerzo. No obstante, el equilibrio estético de la ética consiste en seguir siendo limpios de corazón a pesar de ver los sótanos de la basura, sacarlos a la luz y no permitir que sus efluvios, el odio o la revancha de nuestros impulsos primarios, impidan ver la realidad y se lleven por delante la humanidad que somos. En román paladino: lo cortés no quita lo valiente.Y en eso, lúcido amigo Iñaki, tú eres un experto.

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