domingo, 7 de diciembre de 2014

Resonancia magnética


        

Era cuestión de nombres formar el laberinto.
Los nombres acudieron 
para reconocerse en la pluralidad.
Los nombres habitaron las ánforas del Nombre
y se volvieron eco.

Y el Nombre ya mecía la palabra
en cada nota del aire
sobre el suspiro del agua
en la prontitud del fuego
sobre el denso lenguaje de la tierra

Te nacieron así, en medio de esa danza elemental,
mientras te columpiabas
entre la resistencia y el fluir. Sin sospechar
apenas
que ya eras añoranza de luz
en una herida sin memoria de sí.
Como si tú y la luz fuéseis desconocidos
que temen encontrarse, que se evitan,
porque no tienen nada que decirse.
Quizás todo está dicho;
la luz empapa de silencio las palabras
y con eso le basta para decirlo todo

El Nombre pronunciaba en ese tiempo
un arco luminoso entre tus manos.
Tu condición de amor.
Te sorprendía aquella novedad tibia de sangre
cautiva entre mil cauces de ríos interiores.

De repente supiste. Era cuestión de nombres
aquella dispersión horizontal
y pensaste, imaginando ser,- como Descartes-,
que la piel y el cerebro eran también los nombres
repartidos en cifras y distancias. Y masa neuronal
que se pone a pensar para no dimitir de la existencia.
Escalando conceptos en que  palparse vivos
en medio de la vida y su emancipación incontenible.

Quizás por eso, ahora,la herida se convierta
en paso repentino de la Esencia
dentro de este autobús abarrotado, entre gente
que no sabe si estás, si acaso eres o  existes,
que ni siquiera intuye el más ligero indicio de extrañeza,
del exilio que vive, como tú, sin sospecharlo. 

               





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