martes, 9 de diciembre de 2014

La voz de Iñaki

9 DIC 2014 - 09:13 CET
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El aguafiestas

EL PAÍS  

La Realidad, con mayúscula es la verdadera aguafiestas en estos festejos de lo cutre. Eso Rajoy no lo entiende. Ni el gran capital internacional, tampoco. Ellos son burbujícolas. Una especie clonada y desprovista de humanidad. Discurren por un plano paralelo y no se pueden hacer ni una ligera idea de lo que viven quienes no habitan su microcosmos en Burbujilandia.  Por eso, cuando de repente se abre una ventana sobre el mundo real, el hábitat burbujil se desfonda. Sus comunicados les incomunican más todavía. Se palpa el vacío infinito entre ambos sectores: el real y el burbujero. Estos comunicados impersonales y fríos, les denuncian y les dejan en un tanga impúdico, despojados de Massimo Dutti y de Kalvin Klain, de Foreveryoung y de un mínimo de dignidad. Dan el informe detallado de su ceguera, describen los síntomas de su patología galopante. Quizás Rajoy y su entorno lo vivan como un chafón simplemente, pasajero y sin más. Los habitantes de la Realidad en cambio no se sorprenden. Ya lo saben antes de que los informes lo comuniquen. Los tienen calados y soportados de tal modo que es ya insufrible cada festejo, cada viaje representativo de todas las ineficacias y cinismos perversos, cada sarao a costa de la base social. Cuanto más recorren el mapamundi para contar cuentos increíbles, más bajo van cayendo las posiblidades de tomarles en cuenta como representantes ni como compatriotas, siquiera. 

Tenemos suficiente material para confirmar e ilustrar esta hipótesis de marcianidad galopante. Cuando, por ejemplo, vemos al jefe del Estado y señora adorando en Berlín la Puerta de Brandemburgo en un ritual alucinógeno, en medio de un vacío nevado y bajo cero, sumergidos  en un panorama descorazonador, más solos que la una, sin objeto y con la pobre Letizia manteniendo el tipo minifaldero sobre tacones de aguja, con los pies helados, con su fino, escueto y elegante abrigo rojo amapola, mientras el viento congelado y la nieve la azotan sin piedad, comprendemos hasta qué punto estos personajes pululan por un ecosistema diferente y completamente fuera de la Realidad donde los problemas superan cualquier fantasía de estos especímenes casi alienígenas para el resto de género humano. ¿Cómo es posible que la imagen de una ficción tenga el poder de cegar de tal modo la percepción de la Realidad hasta ser incapaces de salvaguardar su integridad física con tal de no cambiar el protocolo y el vestuario convencional ad hoc? Es lo mismo que le ocurre al pp con la corrupción. Es su abrigo rojo, su minifalda en el Polo Norte de la insensatez. Su striptease moral. Su expolio que deja las vergüenzas al aire sin remedio, por más que se empeñan en estirar la minifalda. Y peor aún. Cuanto más se inclinan para tapar lo que se ve por delante, más dejan al aire la trastienda, la rebotica. Es patético además de ridículo y trágico para quienes están pagando tal exhibición de habilidades disahábiles. 
Es como deambular por un psiquiátrico penitenciario en potencia. Y una recuerda sin poderlo evitar aquellos proféticos slogans pperos de campaña electoral. "Vota pp. Con-fianza en el futuro". Y otro cartel con una foto de Aguirre sobre este letrero: "Espe-jo de Madrid" 
Nunca la publicidad ha sido tan acertada. Ni tan clarividente. Aguafiestas de anticipación.



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