jueves, 25 de diciembre de 2014

El discurso del rey. Ains!

No escuché anoche el discurso irreal. ¿Para qué? Hubiese sido una pena perder el tesoro del tiempo en una tarea que ya de antemano, y empíricamente, se sabe que sólo deja vacío, cansancio social y anímico y una tristeza desinflada, harta, aburrida de ser tan triste y tan inútil. Llevo años que no lo hago. Lo de escuchar monsergas dinásticas de vividores a costa del tesoro público, del trabajo ciudadano. Cada mañana y cada noche, me levanto y  me acuesto más republicana, con la ayuda insustituible de sus malestades los reyes apócrifos. Y de sus cortes de milagros forrístico-delincuentes.  
Para saber el resultado de estas devaluadas peroratas me siguen bastando las noticias y mirar a mi alrededor cada día. Empezaré a escuchar discursos de ese tipo cuando vea mejores signos reales que avalen su trascendencia y los discursos sean el resultado de algo, no la propaganda de nada. No soy masoca y no me mola soportar marrones sin sustancia ni fundamento ni utilidad. 
Mientras tanto, prefiero escuchar conciertos de Vivaldi, mirar por la ventana la magia nocturna y afilada de la Luna incipiente en medio de un cielo salpicado de estrellas: un lujo que ha traído el frío invernal a un territorio desacostumbrado a sus rigores. Valencia, entre humedad marina, porquería atmosférica y derroche lumínico-festivo constante, posee la horrible cualidad de carecer de cielo nocturno, vive nocturnidades alevosas, sofocada bajo una lona espesa rosácea y mugrienta, como de circo deprimido, separándola del panorama celeste. Nos queda una Luna emborronada en telas de araña, que sólo se muestra hermosa y fantástica sobre el mar cuando los cielos están despejados, pero eso tiene que coincidir con plenilunios espléndidos cada vez menos frecuentes, debido a la pringue ambiental. Es curioso observar como los elementos, la materia orgánica y la maquinaria del cosmos, llegan a reflejar como espejos, los estados colectivos de conciencia social, política, económica, ética...Nada está separado. Y donde no hay ética desaparece al mismo ritmo, la estética, que es la síntesis del equilibrio de fuerzas, espacios, tiempos y cualidades. De la Idea y el sentimiento. No se puede ser al mismo tiempo belleza e injusticia. No se puede ser inteligencia y maldad. No se puede ser garrulos espirituales y elegantes materiales. Son opuestos que se autoexcluyen y cuando se intentan compaginar, se produce un desequilibrio patológico que acaba enfermándolo todo. 

Así estamos. Con un 'monos-arka', literalmente, detentador de un único poder, o sea, antidemocracia total, aferrado al chollo con uñas y dientes. Pegado al juego de tronos con superglú. Un solemne dontancredo nacido y programado para serlo. Que no sabe hacer otra cosa. Cuya inutilidad es su propio destino. Y que a su vez es el paraguas crowdfunding retroalimentador de la misma oligarquía que hace todo lo posible para que los españoles  vivamos a la Luna de Valencia enmarañada y corrupta hasta las trancas. En una atmósfera horrible. Degradada cual Gürtel impenitente.

¿Cómo es posible un autoengaño tan largo, que aún espere de esta situación y de ese ruá resultados más dignos y decentes que nunca serán posibles en este estado inmoral de caída libre en picado imparable? Este buen señor, como el pp con sus manzanas podridas en el árbol podrido, aún cree que la corrupción de su hermana es cosa de andar por casa. Peccata minuta. Un trapo sucio anecdótico que hay que lavar en familia y ya está. Este señor no se ha enterado aún de que los Jefes de Estado de la Edad Contemporánea no son reyes absolutistas, sino servidores públicos, que cuando no cumplen sus deberes se les puede impugnar y, como le pasó a Nixon, pueden ser juzgados por los tribunales y obligados a dimitir, si es que su propia ética, en primer lugar, no les lleva a dimitir por sí mismos. Este señor Borbón no está al loro de que Willy Brandt, por ejemplo, Canciller alemán, dimitió "solo" porque descubrió que su secretaria personal, tenía un  novio de Alemania Oriental, cuando aún estaban separadas las dos repúblicas. Seguro que a los políticos y monarca españoles, eso les da risa. Se parten con tanta exageración y tiquismiquis. Y no relacionan con esos comportamientos, la extrema dureza de la crisis en nuestro país, la debacle de las instituciones, el desmoronamiento del estado y la consecuencia: el despertar traumático de la conciencia ciudadana, machacada y hundida, que en menos de un lustro ha comprendido de golpe el retraso histórico de la sociedad y sus causas.  Desde su casta se  horrorizan con el fenómeno Podemos, le buscan las vueltas para desencuadernarlo sin comprender que Podemos es la consecuencia directa de sus abusos institucionales, de sus chanchullos irresponsables, de sus enjuagues y de su incapacidad generalizada para asumir sus culpas y solventarlas con soluciones que no alcanzan ni a pensar, angustiados por la amenaza de perder el chollo institucionalizado. Al menos podrían dar gracias a que Podemos sea un movimiento de elevada conciencia social, solidaria, respetuosa con los Derechos Humanos, noviolenta y mucho más civilizada que esos farsantes colocados por enchufe en todos los estamentos políticos. Pero no. No lo ven. Sólo tienen miedo y se atrincheran, como Felipe el pusilánime. El avestruz. 

Mire, don Borbón, los trapos sucios de su familia nos están apestando a todas. Y a todos. Son patrimonio nacional. A ver si lo capta de una vez. El trono no puede seguir siendo la lavandería de la roña familiar. Su hermana debe ser excluida de la sucesión, y si ella tiene aún el cinismo de querer seguir como  entronizable en el elenco dinástico , usted mismo deberá tomar cartas en el asunto, dejar de ser el rey de copas y oros y ponerse las pilas como rey de bastos familiar y de espadas institucional. Ponga orden y decencia donde no la hay y corte por lo insano lazos indignos para hacer limpieza de fondo en el armario real, que lleva siglos siendo el estercolero mejor pagado del país. Una enfermedad crónica que ya debe erradicarse de una vez por todas. 
Si usted está interesado en ser Jefe del Estado de verdad, quite a su hermana de la lista del 'finger', disuelva las Cortes, convoque un Gobierno de emergencia, y luego elecciones generales y dimita y preséntese a a un referendum en el que los españoles opinen sobre la conveniencia de soportale o la de pasaportarle. Acepte la realidad y deje ya ser ser un real parásito. 

Una verdadera felicitación de Navidad por su parte habría sido anunciar esos cambios imprescindibles; pero, lo que según cuentan las crónicas del día, ha perpetrado usted, ha sido una burla más de su casta contra la ciudadanía. Un delito moral e inmisericorde. Cínico. Un escarnio contra los que sufren las consecuencias del apego ansioso de su familia a un poder ilegítimo que  un dictador impuso al mismo pueblo que machacó durante cuarenta años. Usted es la consecuencia de aquello y una vez más lo acaba de demostrar. 

En La locura del Rey George, hay una frase fantástica en la que "el loquero" real declara que durante años su oficio ha sido descubrir que todos los locos se creen reyes y que por eso los reyes son un fenómeno demencial, así que la "locura" de George era su estado natural. Enfermedad profesional y hereditaria. Pues eso mismo, malestad. Vea la peli, porfa, con su señora, que seguramente se la podrá explicar, y medite. Y luego aplíquese el cuento.

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