jueves, 11 de diciembre de 2014

Identidad

                    
             



Qué difícil quedarse en las raíces. Tan desnudos, tan solos.
En el propio camino,
cuando todas las voces se conjuran para nombrarte,
incrustarte en el plomo y disolverte
en el sopor helado del cristal.

Sobrevive, si puedes, en tu rincón de cobre y de silencio
donde la luz aliña la ensalada de cada día.

No te has acostumbrado a pesar de los años. Y además huele a humo
mientras tú te descubres pequeña y vulnerable
en medio de los otros, delante de este plato de spaghetti
salpicados de orégano y distancia.

Se te ha empañado el aire y el cielo no se asoma al mirador.
Sin embargo la Esencia permanece
aunque la luz se extinga en las vidrieras
y el vino haya olvidado su evocación de pámpano y fermento.
Ya sabes que la Esencia no pierde los papeles del presente
con el roce del hábito.

Por eso permanece



                 



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