sábado, 1 de agosto de 2020

Una injusticia muy peculiar: que la miseria, la desigualdad y el lucro explotador nunca tengan vacaciones ¿verdad? Y que en cambio la solidaridad, la igualdad y la compasión se piren a disfrutar su ntural y merecido descanso, sin que haya un relevo preparado ni el menor indicio de interés en atender a los olvidados y maltratados sociales, que por supuesto no tienen ni alivio ni descanso alguno en su abandono y necesidades básicas que nadie atiende en altas esferas ... ainsss! Por cierto, ¿los gestores políticos qué harán, cerrarán también por vacaciones? Una sugerencia muy sencilla: que La Zarzuela, los bancos, el Ibex35, el parlamento central, los parlamentos autonómicos y las sedes de los partidos políticos se conviertan en bancos de alimentos durante las vacaciones de los anónimos voluntarios de barrio que llevan currando en ellos desde el principio de la pandemia y que por una vez, y gratis, las majestades, los diputados y jerifaltes varios que se nutren del pueblo esquilmado a impuestos y recortes hagan algo tan urgente y necesario como dar el callo de una puñetera vez edn algo necesario de verdad, -sin trabajadores que curren de verdad y se mueren de hambre, de calor o de frío no se enriquece nadie- aunque solo sea por ganar nada más que el don de la generosidad y de la verdadera humanidad, de la credibilidad, como hace la ciudadanía. Ya es hora de que lo que se canta se cumpla, "el hombre del hombre es hermano, derechos iguales tendrán, la Tierra será un paraíso Patria de la Humanidad" o "el pan nuestro de cadía dánoslo hoy..." Menos cantamañanismo devoto y más conciencia

Cierran las despensas solidarias en un Madrid que sigue con hambre

  • Gracias a estos menús ha podido comer estos meses Miguel, que solo cobra 400 euros de RMI y con ello cuida a su hermano con discapacidad y paga el piso donde viven
  • “El 1 de agosto dejamos de dar comida y tememos mucho que estas familias se vayan a quedar desamparadas a partir de entonces”, indica Javier Cuenca (FRAVM)

Esperanza ironiza con que lleva en el nombre su fe en un futuro mejor. Ha llegado junto a su vecina Virginia a recoger las raciones de comida diaria que reciben en Villaverde Alto y entre las dos lanzan bromas a los presentes. “Aquí hay que venir con el ánimo alto porque ya tenemos bastante”, comentan. Las dos son pilares en sus hogares. Esperanza es la abuela de la familia y bajo su techo convive con seis hijos y nietos sin que la Renta Mínima de Inserción (RMI) les alcance para cubrir sus necesidades más básicas. Virginia tiene dos hijas pequeñas, pero ni ella ni su marido, peón de albañil, han logrado encontrar trabajo desde que estalló la crisis del coronavirus.

Juntas esperan las raciones de comida diaria de World Central Kitchen, la ONG del chef José Andrés, repartida por la empresa de food trucks (camiones-restaurante) llamada Retro Trucks. Estos recursos han sido conseguidos por voluntarios de la Red de Apoyo Vecinal de Villaverde Alto, que se conformó al comienzo del estado de alarma para intentar abordar los problemas de las familias en dificultades por la crisis de la covid-19. Hace unos meses daban de comer a unas 600 personas, entre ellas muchas a la espera de recibir una ayuda o cobrar un ERTE. Afortunadamente hoy menos necesitan la ayuda, aunque unas 200 siguen acudiendo cada día a por su ración.

Pero llega agosto y esta es la última semana de reparto de menús por la Red de Apoyo Vecinal de Villaverde Alto, un conglomerado de respuesta a la crisis de distintas entidades, comercios y asociaciones de vecinos. También se interrumpe el reparto de las 150 cestas que preparan a la semana con productos de higiene y limpieza para aquellas familias que no pueden comprarlos, o la asesoría legal que también prestan voluntarios del barrio. “Básicamente cerramos por agotamiento. Llevamos muchas horas y muchos meses colaborando. Los voluntarios cogen vacaciones o se marchan de Madrid y ya no tenemos tantos medios para poder realizar compras”, explica Javier Cuenca, miembro de la red, de la asociación vecinal La Incolora y vicepresidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM).

Menús repartidos en Villaverde./ J.C

Los vecinos que se benefician de esta red de apoyo reciben la noticia con resignación y agradecen la ayuda que se les ha prestado estos meses. Los voluntarios “tienen que descansar”, comenta Virginia. Gracias a estos menús ha podido comer estos meses Miguel, que solo cobra 400 euros de RMI y con ello cuida a su hermano con discapacidad y paga el piso donde viven. Cada verano recorre la sierra de Madrid como feriante y recoge cobre y aluminio en invierno. Pero eso era antes de esta crisis. También acuden a por algunas de estas últimas raciones dos hermanas hondureñas que rondan la veintena y viven con sus padres. Todos los miembros de la familia perdieron sus trabajos en sectores precarizados como el de la limpieza y aún no se han sobrepuesto a la situación.

El 1 de agosto dejamos de dar comida y tememos mucho que estas familias se vayan a quedar desamparadas a partir de entonces”, indica Cuenca. La Junta Municipal de Villaverde, donde ha habido hasta tres despensas de alimentos, ha comunicado a la red vecinal que se hará cargo de la situación y han repartido entre los vecinos el teléfono de contacto de Servicios Sociales. Pero hay muchas dudas. “El Ayuntamiento va muy lento. Se ha anunciado a bombo y platillo la tarjeta monedero, pero a ninguna familia le han comunicado que vaya a recogerla”, prosigue.

Cierran la mayoría de las despensas

De las 62 redes vecinales que ha contabilizado la FRAVM durante la crisis del coronavirus en la capital (76 en la región), solo una veintena seguirán abiertas en agosto. Han llegado a abastecer a unas 50.000 personas en toda la región desde que estalló la crisis. El pleno del Ayuntamiento anunció hace poco más de una semana la aprobación de la tarjeta monedero para ayudar a las familias vulnerables este verano, pero estas redes tienen dudas de que la agilidad del consistorio para poner en marcha un recurso en un mes de vacaciones también para los propios funcionarios.

De cualquier manera, temen el abandono de la población que ya se encontraba excluida de los baremos para recibir la ayuda familiar. Población que ha sido atendida por estas redes. “En las despensas se ha ido viendo que la gente sin problemas de residencia era absorbida finalmente, aunque con mucha lentitud, por los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Sin embargo, se han quedado fuera las perceptoras del RMI, que no pueden poner la comida en la mesa si con esto tienen que pagar alquiler, luz etc. También se han quedado fuera las personas sin papeles, que por el colapso de la administración no están pudiendo obtener el certificado de empadronamiento”, resume Enrique Villalobos, presidente de la FRAVM.

Dudas sobre la continuidad de las redes tras el verano

Todavía no existen cifras, pero es probable que muchas redes vecinales tampoco continúen con la labor después de agosto. Su conformación tuvo que ver con una reacción rápida por los efectos socio-económicos de la covid-19. La Red de Apoyo Vecinal de Villaverde Alto se reunirá el 31 de agosto para decidir cómo continúan con su solidaridad, pero probablemente los actores que la conforman se centren más en el apoyo a la compra de libros para la vuelta al colegio.

Otras como la Despensa Solidaria de Vicálvaro, una iniciativa comunitaria que ha llegado a ofrecer cestas de comida y productos básicos a unas 1.200 familias, dan por concluida esta labor. “Cerramos el 31 de julio no porque sea verano, sino porque teníamos claro que esta iniciativa tenía que tener una fecha límite. Nosotros no podemos estar para suplir a las administraciones. El límite no es que no exista la necesidad, sino que solo pusimos un pequeño parche porque no podíamos estar parados. Después de todos estos meses hay un desgaste”, cuenta Jorge García, miembro de esta iniciativa.

Esta iniciativa comunitaria de Vicálvaro hasta ahora se ha nutrido de entidades y actores tan diversos como la iglesia o el club de fútbol del barrio y sus miembros tomarán distintos caminos, debido a su heterogeneidad. “Algunos usuarios, como los que están en situación ilegal, lo van a tener muy complicado porque desde los Servicios Sociales no les van a dar respuesta”, comenta también García.

Desde estas redes comentan que el Ayuntamiento ha tenido varios meses para garantizar a las miles de personas que lo necesitan un plato de comida encima de su mesa. Los Servicios Sociales han colaborado estrechamente con muchas de estas redes, de las que alrededor de un 15% han recibido también recursos del Banco de Alimentos de Madrid. Sin embargo, muchos de estos colectivos dudan de que sea suficiente en el futuro inmediato, cuando falten ellos. Por el contrario, el Ayuntamiento de Madrid, a través del delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte, asegura que el consistorio tiene capacidad para atender a todas las familias con necesidades de la capital y que hará "un refuerzo histórico" con 263 trabajadores sociales más. El transcurso de la covid-19 y el tiempo acabarán de determinar si finalmente es así.


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