domingo, 1 de septiembre de 2019

Genial esa visión del mangoneo coreográfico, como suelen ser las observaciones de J.J.Millás


¿Quién manda?


¿Quién manda?


LA MAYORÍA de los pies expuestos a la vista se retiran hacia atrás cobardemente. De las 15 personas reunidas, 11 los tienen en la retaguardia, cruzados el uno sobre el otro, formando una defensa, una alianza. Casualmente, los 11 llevan zapatos negros y calcetines oscuros, mientras que los pies que progresan hacia el espectador (de mujeres sin excepción) llevan calzado claro. Cuando me invitan a dar una conferencia, siempre pregunto si se me van a ver los pies, porque los míos tampoco son valientes y prefiero tomar medidas. Si me dicen que sí, los disfrazo con calcetines llamativos, para disimular su apocamiento. Últimamente, incluso cuando me aseguran que no, procuro rejuvenecerlos un poco, por si acaso. El calcetín, para los de mi generación, no pasaba de ser una mortaja, ya que los pies tenían una cierta consideración de cadáver. De hecho, se pasaban el día muertos de frío.
En la actualidad, aun estando vivos, ya ven que no se muestran demasiado, ni siquiera entre el grupo de jóvenes políticos abanderados por Rivera, que es quizá el que más retrasados los tiene. Les propongo a ustedes un juego didáctico: recorten la silueta de la parte superior de los cuerpos fotografiados y prueben a intercambiarlas con la zona que se encuentra debajo del tablero de la mesa. Comprobarán para su sorpresa que en la mayoría de los casos no se percibe ningún desacuerdo debido a la uniformidad mortuoria de que es víctima la parte inferior. Luego, tomando solo como referencia la actitud de las piernas y los pies, deduzcan quién está a punto de mandar en ese partido.

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