miércoles, 25 de septiembre de 2019

Versos en prosa



Y ahora, que me he despachado con el monotema cavernícola de la exhumación de la caspa genocida, mandando la herencia tóxica a ese nolugar del que nunca debió salir, voy a lo positivo que es lo que necesitamos, ahora y con vistas a un  futuro en la cuerda floja, tanto como el comer y el respirar: la metamorfosis, el cambio esencial de la sociedad y del estado. 
En griego el prefijo metá significa trascender, superar, ir más allá. Y morfé significa forma,cuerpo, percepción del aspecto. El sentido semántico de la palabra metamorfosis equivale a cambio profundo que va más allá de lo aparente. Una resurrección, que es lo que hace convertirse a la larva muerta en mariposa rebosante de vida y regeneración de la especie. Nuestra sociedad necesita ejercer el  derecho imprescindible  a su metamorfosis. Resucitar, y no sobremorir constantemente en un estado de UCI sine die. Para cambiarlo, tal cual, como se hace con los coches en los talleres, hay que revisarlo pieza a pieza y ver lo que se puede reciclar y lo que hay que sustituir sin tiquismiquis ni racanerías.  Si eso se hace con un objeto, con un vehículo, mucho más urgente y lógico es hacerlo con el estado político y social que todas y todos compartimos, nos gusten o no su funcionamiento y sus lastres. Ya somos conscientes de que no funciona, de que está bloqueado e inservible para cumplir las funciones para las que fue creado. Mantenerlo en este plan es una ruina en todos los sentidos. No funciona, su caja de cambios está destrozada, al motor se le han fundido los cojinetes, los depósitos del combustible y del aceite son un colador, los frenos se han gripado y el acelerador está atascado, al embrague se le ha roto el pedal y el volante gira solo a lo loco o se para de golpe y no hay manera de moverlo...Las ruedas están hechas puré, con cámaras reventadas y cubiertas tan desgastadas y lisitas que parecen cámaras, ni neumáticos ni llantas encajan y el gato para la maniobra de recambio, ya es más bien un pitbull que se tira a la yugular.
Cuando la oruga se acaba y cumple su ciclo, tiene que nacer la mariposa necesariamente si es que queremos que la vida siga adelante. Nuestra civilización actual, con sus distintos estratos generacionales, es la encargada del asunto. Si lo asume y pone de su parte lo mejor que tiene, y hace, abordando riesgos gordísimos inapelables, es seguro que podrá hacer algo mejor de lo que ha recibido y tiene la posibilidad de transformar el disparate en inteligencia, porque si no lo hace y se resigna a lo que hay no quedará siquiera una historia que sobreviva para contarse a sí misma. Por descontado.

No podemos cambiar el mundo en plan mágico, en plan varita y cucurucho, mantra y fórmula brujeril, cuyas trazas se han inoculado en las religiones y cuando éstas dejaron en evidencia su incapacidad para los cambios reales, siguieron en marcha con el sectarismo ideológico, es decir, que tampoco rezar sirve de nada, como tampoco sirve la "lucha" agotadora de las siglas, si no cambiamos y mejoramos entre todas y todos la  perspectiva y orientación de nuestra esencia humana, pero es decisivo entender que el mundo sí que empieza a cambiar con nosotros cuando lo hacemos de verdad. Por eso, hay que empezar por la conciencia de una misma y por el entorno, por el medio que se comparte, por la convivencia con quienes nos rodean, pasando del nivel personal a ser conciencia colectiva y por ello operativa, activista, y no solo en la calle y en las tribunas, sino sobre todo en el hecho fundamental y materializador del bien común, que implica igualdad, derechos y deberes, consenso para ser libres sin reprimir con nuestra libertad los derechos del Otro, que en realidad somos todas, como suelen gritar las mujeres y los hombres lúcidos y conscientes, en las manifestaciones contra los malos tratos y la violencia de género. Esa actitud es el respeto básico como sistema compartido mucho más que como simple regla de urbanidad. Cuando nos cambia la esencia nos cambia la mirada, aparece espontáneamente el conocimiento, como una puerta que se abre sin empujar,  que facilita la empatía y la comprensión de circunstancias, personas, motivaciones, causas  y efectos. Somos sin saberlo una gran cooperativa planetaria, una energía capaz de lo mejor si somos conscientes y de lo peor si somo máquinas teledirigidas de pensar , sentir y devorar reactivamente mientras son devoradas por el mismo vórtice que crean entre todas, mientras se consume su tiempo buscando culpables de tan lamentable situación descabezada y ya en proceso avanzado de globalización terminator. 
Este fluir de la mente hasta conectar con el alma y el cuerpo emocional, no es cosa sólo de los filósofos, de los curas o de los poetas, es cosa de cada ser humano, cuando descubre que siempre es libre y responsable de elegir cómo vivir lo que le sale al paso. Y es que ese proceso no es exclusivo de nadie, es creación constante del puzle cósmico que también es individual, que impregna todo, desde el átomo a las galaxias y universos, que no necesitamos descubrir ni ocupar ni conquistar gastando millonadas en hacer cometas como los niños, que pero que ya no son de papel y maderitas sino de metales, plásticos y combustibles super tóxicos cuya obtención y uso irresponsable, ignorante y ciego, destroza el único punto del cosmos de que disponemos materialmente en realidad: nuestro Planeta Tierra. En el que necesariamente van a transcurrir las vidas humanas, si no acabamos con él y entonces nunca podremos saber nada de nada. Sin Vida no hay vidas. Ahí, en la puerta de casa, tenemos a Marte como aviso para navegantes con más pretensiones que inteligencia. 

Así que lo más cuerdo y práctico es centrarse en lo que tenemos delante y pendiente de resolver. El entorno. La casa. La calle. El barrio. El municipio. La comarca. La región geográfica. El estado. Sin una base inteligente el estado es un caos. Con un estado caótico la base está depredada y desvalida por el monstruo estatal que se le ha ido de las manos, ya sea por desorden huyendo del absolutismo como por dictadura huyendo del desmadre. 
¿Qué dispositivos tiene el estado español actual para hacerse visible? Las instituciones que hacen su servicio mediante el funcionariado y la élite artificial de los cargos dirigentes que eligen los supuestos representantes sociales en la política, a los que en Italia comenzó a llamarse "la casta". Es decir, jefatura del estado, parlamento y senado, más el poder judicial que comparte la banda del funcionariado por oposición y responsabilidad política como regulador de los demás elementos, según las leyes, que para ser justas y democráticas deben ser siempre consensuadas y consultadas y aprobadas por los portavoces de la ciudadanía, antes de promulgarse, de lo contrario, el Poder Judiciaĺ sería y es en el caso español, un dictador en potencia y acto más que el necesario árbitro legítimo de una legalidad que no se comparte, sino que se impone, bajo criterios diversos, ya que al fin no es la ley la que se imparte como justicia, sino el criterio y las gafas éticas, subjetivas, ideológicas, inmorales o amorales, de cada juez. Esa deriva sin orientación democrática, va ocupando secciones y acaba por aterrizar hasta en las formaciones políticas, en las que se copia mecánicamente la táctica piramidal del poder hegemónico en los cargos, que deberían ser en realidad un servicio común y no una palanca automática de ordeno y mando sin objeciones, o sea una apología de la obediencia ciega y caudillista si no se quiere ser catalogados de traidores  y "fuera de la ley" al disentir en plan "pecadores de la pradera" como diría Chiquito de la Calzada. 

O sea, que para que esto funcione nos tenemos que hacer conscientes de lo que no funciona y damos por bueno, solo porque viene impuesto por el vértice de la pirámide del poder. Como si fuese infalible y perfecta solo por ser vértice, que además ni siquiera comprende que para ser vértice es imprescindible que la pirámide tenga una base bastante más sólida y amplia que el propio vértice. La base sigue existiendo aunque la pirámide se desmorone. Y eso es lo que pasa en España en  estos momentos. La pirámide es ya un batiburrillo destarifado, corrupto, desvencijado e inservible para todos excepto para los que negocian y trafican con antigüedades muy bien pagadas.  Ha sido superada por el devenir histórico que ha dejado atrás los viejos monumentos y su paleografía. Ahora es la base la que debe decidir si reconstruye la tumba faraónica del vértice (como intenta hacer el Podemos actual) o lo hace algo nuevo. Otra construcción de estado menos aparatosa y con menos riesgos y ansias de verticismo. Más sensata. Más a la altura del tiempo. Como hizo Alemania en el siglo XVI con la reforma protestante, dentro del Imperio Nacional Católico. 
Es muy triste llevar casi seis siglos de retraso, pero está clarísimo que cuando no se han hecho los deberes en la escuela de la historia, se copia en los exámenes de la política, se soborna a los tribunales que examinan, se sacan títulos en falsete social y luego se quiere obtener un cum laude en la tesis doctoral de Bruselas y Estrasburgo, solo se obtendrán el desastre y el ridículo monumental como calificación-finiquito. El sistemita se ha hecho carne y sangre con los modos nacionales, y eso hace difícil reconocer el pastiche, como las moscas atrapadas en la miel. Lo primero es reconocer la actitud de moscas y empezar a ser seres humanos, capaces de salir del bote, quitarse la sensación de pringue endosada  y cambiar de visión, porque en realidad todo el proceso solo ha sido una trama secular para atraparlos y mantenerlos en un estado feudal y manipulable mediante el miedo y la amenaza, más la zanahoria y el palo que tan requetebién nos explicó Montoro con todo detalle. 

El estado que necesitamos tiene que revisarse y cambiar el concepto de la institución y la élite. Nada está sellado ni cerrado en sí mismo  por mantener privilegios de casta en una democracia de verdad. Nada sano puede sostenerse a base de distancias, manipulaciones, opacidades y prebendas. No se puede condenar años y castigar a los ciudadanos a prisión preventiva sine die por disentir ideológicamente y al mismo tiempo  dejar que se vayan de rositas quienes esquilman 'legalmente' al estado del que son gestores. Engañan y montan cloacas, negocian con terroristas islámicos y luego consideran terroristas a los pirotécnicos de la verbena de Castelldefells o de Bellpuig. Después de la podredumbre desde el mismo ministerio de Interior, y de la masacre islamista en Barcelona, Salou y Cambrils ¿cómo creer nada fidedigno que proceda de los informes policiales y del terrorismo encalomado a los CDR, cuando las fuerzas estatales están a altura del betún desde el 23F, el Caso Gal y todo el cloaquismo subsiguiente? Este estado no es creible en semejante debacle. Y posiblemente esa convicción esté cada vez más arraigada en el inconsciente colectivo de la base social y sea la causa auténtica del abstencionismo electoral que se nos viene encima si la parte más lúcida de esas bases no lo remedia con una propuesta decente en la que participar sin presiones de sigla, mediante el voto, y tenga mucho más peso que el mero cansancio y el lógico hartazgo de la ciudadanía pisoteada por el niñatismo parque infantil fashion de  unos esperpentos autosobrevalorados. 

Instituciones en declive no pueden producir un funcionamiento normal en ningún estado por muchas ínfulas que tengan. Élites que mantienen y enaltecen con su consenso unas instituciones a la deriva, no son élites, son puro feudalismo morrallero transplantado de la Baja Edad Media al siglo XXI donde siguen llamándose caciques del cortijo como en siglo XVIII, XIX y XX. 
Sólo hay una diferencia ya más que evidente: la base social española del siglo XXI ha estudiado, ha aprendido a pensar, desde el taller, el sindicato, la asociaciaón de vecinos, las AMPA, las iniciativas legislativas populares, hasta con el impedimento de una educación en la horterada y en el chonismo, y por fortuna, puede producir un 15M además de Sanfermines, Rosalías, reinas compisyoguis, elefantes blancos a toque de corneta cuartelera y trasversalidades espúrias. España, además de horteras y chorizos, frikis sobreactuados con complejo de Lenin y macarras de  la moral, también es una cantera inagotable de inteligencia y de lucidez, que tiene el futuro a su disposición si sale del maleficio y se remanga, no se resigna y abre caminos en vez de encerrarse con el móvil y la tablet, a ver series estúpidas y criminalmente descerebrantes,  a las que deja en mantillas la aventura real y formidable de reinventarse como país, como pueblo, como sociedad y como estado.
Nos queda por reinventar lo que no pudieron hacer nuestros antepasados, de guerra en guerra y de gesta en gesta, de hambruna en epidemia, al servicio de reyes y sátrapas, salvando patrias que no eran la suya, sino el negocio de los amos geopolíticos, sin tiempo ni ocasión para saber quienes eran ni de donde venían ni adonde iban como seres humanos, con el único consuelo de que el dios caprichoso,  soberbio y vengativo, y encima todopoderoso, con que les acojonaban  en las iglesias, tuviese un hueco en algún lado para los pobres del evangelio...
Nos queda todo por reinventar. No a base de la inútil ilusión delegada en otros sujetos más "preparaos" y tantas veces más en la parra del narcisismo que en la sustancia de la responsabilidad y del compromiso directo con la realidad asumida. Regenerar todo lo noble y limpio, todo lo justo, todo lo igualitario, a base de un entusiasmo auto-organizado, desde la facilidad y la transparencia, para conseguir aquello de lo que nos ha privado la desconciencia, el desamor, el desgobierno infinito, la incultura e impostación de los sabihondos y leguleyos, de las exhibiciones y el look pavorealista. Como el epitafio del guapo que, según Lope de Vega, después de liarla parda perece por la bravura...de una calentura.

El reino de los cielos es cosa nuestra, de aquí mismo, no de lo inalcanzable ni  del cuento chino. Lo dijo, lo explicó y lo demostró Jesús, el carpintero que tenía muy claro como se hacen los muebles de la inteligencia y se ponen quicios y puertas de lucidez al campo minado de la imbecilidad sistémica a la que nos tiene sometidos la zona reptiliana de nuestro propio cerebro en su recoveco más primario y sin armonizar, opuesta al neocortex y cuyo imperator irresponsable y prepotente en su ignorancia es el ego. El niño malcriado, pirado y caprichoso que se confunde con la libertad y el albedrío, pero que en realidad solo es la madrastra de Cenicienta. O Cruella Devil. La bruja de Hansel y Gretel o el ogro y el lobo feroz en el relato vital no revisado.
Se llama ego, no lo olvidemos cuando venga a camelarnos disfrazado de falsa diginidad ofendida, de sobradura engolada, de ultraje en las redes, de halago pegajoso, tiquismiquis, o de condescenencia demagógica piramidal para que le votemos. Solo es un fantasma en realidad, que como dice Serrat en su canción, se evapora si le quitas la sábana. Como los macarras de la moral. Igualito.

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