Los riesgos ocultos de las cachimbas
Ajenos a sus efectos perjudiciales para la salud,
incluso aunque no contenga tabaco, el público adolescente es uno de los
principales impulsores del mercado de las cachimbas, cuyo consumo en
bares y discotecas ha experimentado un incremento, pese a estar
expresamente prohibido por la ley.
Con sus sabores de frutas
exóticas, las cachimbas o pipas de agua se han popularizado en los
últimos años. Muchos bares y discotecas les han abierto la puerta como
un modo de driblar la prohibición de fumar tabaco dentro de los
establecimientos. Así, ya es posible encontrar estos productos en multitud de lugares más allá de las teterías y su venta en tiendas físicas o por internet vive uno de sus momentos más dulces.
Los menores de edad han encontrado en estos productos un elemento socializador barato
–los 50 gramos del producto que se pone a la cachimba ronda los dos
euros, aunque en algunas discotecas puede cobrase una sesión hasta diez
veces más-, tal y como relata el responsable del área de Prevención en
Proyecto Hombre Málaga, Miguel Neira. Ellos conforman una parte
importante del público consumidor de estos productos, también conocidos
como ‘shishas’ a pesar de que la ley antitabaco (Ley 28/2005, de 26 de
diciembre) prohíbe tajantemente “vender o entregar a personas menores de
dieciocho años productos del tabaco, así como cualquier otro producto
que le imite e induzca a fumar”. Dicho de otro modo, el consumo de pipas de agua en menores está prohibido, contengan o no tabaco.
A pesar de ello, hace dos años Proyecto Hombre realizó
en Málaga un estudio, en colaboración con la Asociación Cívica para la
Prevención, que reveló que el 49,6% de los menores entre 11 y 16 años fuman en cachimba,
con una edad media de inicio en estas prácticas de unos 13 años. Málaga
es, junto con Valencia, uno de los focos de este fenómeno en España en
los que la Guardia Civil lleva años intensificando las inspecciones y,
con ellas, las denuncias. En el conjunto de irregularidades se encuentra
también el incorrecto etiquetado de los productos que se fuman, en los que según algunos estudios, como el de la Universidad de Buffalo, la cantidad de nicotina que se refleja puede llegar a ser hasta 236% inferior a la realidad.
El mito de lo inocuo
“Uno de los problemas es que se ha normalizado su
consumo”, explica Neira, “porque no se es consciente de los peligros que
entraña”. El experto de Proyecto Hombre compara la situación a “cuando
hace muchos años, llegaba el abuelo y le daba al nieto de doce o trece
años un cigarro ‘para que te hagas hombre”. El experto habla, incluso,
de cómo la cachimba se ha convertido en un regalo de cumpleaños habitual.
En esta misma línea el doctor Juan Antonio Riesco,
neumólogo del Hospital Universitario de Cáceres, indica que “existe
cierta confusión social acerca del perfil de seguridad de estas nuevas formas de tabaquismo, ya que se intentan introducir como formas de fumar de “bajo riesgo” o incorporando los conceptos de “reducción de daños”.
Sin embargo, la realidad es bien distinta y en buena
parte de los casos que llegan a Proyecto Hombre por presentar problemas
de comportamiento en casa o haber detectado consumo de hachís, “las
pipas de agua han servido de puente” a esos trastornos, además de
ocultar otra serie de riesgos.
Peligros ocultos
El consumo de cachimbas dentro de los
establecimientos únicamente está permitido por la ley siempre y cuando
no contengan tabaco y quien haga uso de ellas sea mayor de edad. El sustituto del tabaco en estos productos es el shiazo,
un mineral empapado en glicerina vegetal aromatizada y endulzada con
diferentes sabores. A pesar de esta ausencia de nicotina, los riesgos
que entraña fumar en cachimba no se eliminan del todo.
Uno de los problemas que suele pasar inadvertido es el de transmisión de enfermedades infecciosas
al compartir la boquilla entre los participantes de una reunión de
amigos. Además y como precisa Neira, “aunque las boquillas se suelen
lavar entre unas sesiones y otras, lo que no se hace con la misma
frecuencia es el tubo y eso también entraña riesgos”.
Por otro lado, buena parte de los problemas vienen derivados del carbón
que se utiliza para la combustión, cuyas partículas son absorbidas por
la persona fumadora. En contra de la creencia popular de que el agua
filtra el humo –que no es vapor porque el agua no se calienta lo
suficiente-, lo único que hace es condensarlo, lo que lo hace más
concentrado y nocivo, pudiendo llegar a encharcar los pulmones, según
precisan desde Proyecto Hombre.
Como alternativa al carbón y para paliar estos problemas, algunas pipas de agua incorporan carbones eléctricos, pero estudios como los llevado a cabo en la Universidad de Cincinnati demostraron que esto puede llegar a ser, incluso, más perjudicial. Según este estudio, el carbón eléctrico es capaz de destruir un 70% más de células pulmonares que el carbón tradicional.
Cuando lo que se fuma, además, contiene tabaco, los
riesgos se multiplican exponencialmente, pues además de los ya
mencionados se incorporan otros nuevos que superan con creces a los
cigarrillos. Así lo expuso un estudio de la Universidad de Pittsburgh, que comparó una sesión de cachimba con un cigarrillo: el consumo de una shisha con tabaco suponía 125 veces más humo (otros estudios hablan hasta de 200 veces más); 25 veces más alquitrán; 2,5 veces más nicotina y 10 veces más monóxido de carbono.
Traducido en cigarrillos, algunos expertos establecen la equivalencia
de entre 25 y 50 cigarrillos para una sesión de pipa de agua.
Cambio de ley
Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía
Torácica (SEPAR) se es especialmente crítica con estos nuevos hábitos,
no sólo entre los más jóvenes, sino en la población adulta. Así lo
expuso recientemente el doctor Juan Antonio Riesco durante su ponencia
“Nuevas formas de tabaquismo, como factor de riesgo para desarrollar EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica”, en el marco del 52º Congreso SEPAR 2019, celebrado en Santiago de Compostela.
Entre estas nuevas formas de tabaquismo, Riesco no
sólo contempla las cachimbas, sino también los cigarrillos electrónicos,
el tabaco de baja combustión o los vapeadores. Según detalló el
experto, en estos consumos se detectan sustancias oxidantes y componentes químicos como la acroleína y el acenafteno, especialmente tóxicos para el pulmón.
En contra del mito de que estas prácticas son menos nocivas que el
tabaco convencional, el experto asegura que en algunos estudios estas
sustancias aparecen en mayor cantidad en cachimbas o vapeadores que en
cigarrillos.
En el caso de los más jóvenes, además, ya se ha comenzado a detectar un aumento de síntomas bronquiales
(bronquitis crónica) con hiperreactividad bronquial. Este mismo verano,
en EEUU se han identificado más de 200 casos en 22 estados diferentes
de una enfermedad respiratoria desconocida de origen no infeccioso,
cuyos síntomas son la tos, la sensación de ahogo, dificultad para
respirar y la fatiga. Aunque las autoridades sanitarias todavía no han
concretado si se trata de un mismo trastorno, el denominador común en
todos los afectados –ya se ha producido un muerto- de entre 17 y 38 años
es que consumían cigarrillos electrónicos.
Ante este panorama, desde el Ministerio de Sanidad,
Consumo y Bienestar Social acaba de presentarse la campaña ‘Fumar ata y
te mata en todas sus formas’, e incluye todas estas nuevas formas de
tabaquismo, que junto con las tradicionales se cobra prematuramente la vida de 50.000 personas cada año.
La ministra de Sanidad María Luis Carcedo aseguró
durante la presentación de la campaña que “fumar un vapeador, una pipa
de agua o un cigarrillo electrónico crea adicción y es una puerta de
entrada al consumo de tabaco”. Por este motivo, el gobierno se plantea
seriamente introducir cambios en la ley antitabaco al entender
que “la legislación debe evolucionar a las formas de consumo”, algo, por
otro lado, que el PSOE ya deslizó en marzo de 2018, con una proposición
de ley que buscaba la inclusión de las pipas de agua en la ley
antitabaco.
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