viernes, 20 de septiembre de 2019

Nuevos tiempos, nuevos problemas, nuevos recursos y soluciones. Cuando se quiere, se puede


viernes, 20 de septiembre de 2019

Alemania impulsa una ambiciosa transición hacia la economía verde

El Ejecutivo ultima un plan que prevé movilizar al menos 40.000 millones de euros y es la gran apuesta del programa de coalición

Noche en blanco en la cancillería. Maratoniana jornada de negociación para alumbrar los cimientos de una economía verde en Alemania. Los políticos del Gobierno de gran coalición se encerraron el jueves por la tarde para rematar un gran paquete de medidas climáticas en el que trabajan desde hace meses. La mañana del viernes, seguían inmersos en unas negociaciones “muy duras”, según trascendió en los medios alemanes. El objetivo es sentar las bases para que la primera economía europea logre cumplir sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero y dar respuesta al clamor ecologista en las calles y en las encuestas de intención de voto.
El tramo último de las maratonianas negociaciones coincide con una gran protesta global por el clima convocada por Fridays for Future y que en Alemania se espera multitudinaria. Los estudiantes, que se manifiestan todos los viernes han pedido en esta ocasión al resto de la sociedad que se implique y secunde su marcha. Sindicatos, la iglesia evangélica y una legión de empresas apoyan en Alemania la movilización de este viernes.

Angela Merkel se juega con este paquete su legado como canciller del clima. El transporte, la agricultura o la vivienda son solo algunos de los sectores que se verán afectados en la primera economía europea por un abanico de medidas que se según han ido filtrando los medios, se prevé que pueda sumar al menos 40.000 millones de euros.
Esta es probablemente la gran iniciativa política de esta legislatura, la última de la canciller Merkel. Los planes para refundar Europa y el resto de retos globales han quedado poco menos que en papel mojado, en una Alemania al borde la recesión y falta de tracción política. Eso, de puertas para afuera. En casa, la gran coalición que los conservadores del bloque de Merkel (CDU/CSU) comparten con los socialdemócratas (SPD) se tambalea y amenaza quiebra, debido en parte a la profunda crisis que atraviesa el socio minoritario. A final de año, además, los socios de la gran coalición tienen previsto hacer balance y decidir si merece la pena seguir adelante juntos. Por eso, este paquete del clima resulta decisivo también desde un punto de vista politico. “Hoy es el día del año para la política alemana”, se leía el jueves en la edición digital de Der Spiegel. “La coalición pelea esta semana no solo por el clima, sino sobre todo por su propia supervivencia”, añadía la publicación.
La iniciativa resulta vital para un Gobierno que necesita demostrar que funciona y que es capaz de producir resultados tangibles en un país en el que la crisis climática se ha convertido en la primera preocupación ciudadana. Su alumbramiento está previsto además, tres días antes de que Naciones Unidas celebre en Nueva York la cumbre del clima, donde, si finalmente se aprueba el paquete, Merkel podría volver a ejercer un liderazgo ambientalista, después de haber hecho los deberes en casa, o al menos sentado las bases para hacerlos.
Lo cierto es que de momento, el aura ambientalista de la que fuera bautizada como “canciller del clima” palidece. Merkel decretó el cierre de las nucleares, puso en marcha una mastodóntica transición energética y se enfrentó al negacionismo climático de Donald Trump. Pero lo cierto es que la canciller no ha estado a la altura de su reputación y sus palabras. Si Berlín no hace nada por revertir la situación actual, Alemania, el sexto país del mundo que más CO2 escupe a la atmósfera, reconoce que incumplirá sus objetivos de reducción de un 40% de sus gases de efecto invernadero para 2020 comparado con los niveles de 1990 y que va camino de incumplir su compromiso europeo de reducción del 55% para 2030.
Para evitar el incumplimiento y dar de paso un impulso a la industria alemana, preparan ahora esta gran iniciativa que forma parte del contrato que suscribieron los partidos para forjar la coalición de Gobierno y que son, desde hace meses, objeto de un intenso debate en el seno del llamado Gabinete del clima. En él participan los ministros con responsabilidades en sectores clave para la lucha contra el cambio climático. La preocupación de los partidos es lograr que las nuevas políticas no dañen a la industria y que tampoco penalicen desproporcionalmente a la clase trabajadora.
Merkel aseguró hace unos días que “proteger el clima es un reto para la humanidad”, mientras que el vicecanciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, aseguró que trabajan en “un paquete del clima muy ambicioso”. Conservadores (CDU) y socialdemócratas (SPD) comparten el objetivo, pero difieren en cómo alcanzarlo.
Poner precio a las emisiones de CO2 en el sector del transporte y de la construcción y establecer un mecanismo de comercio de las emisiones es una de las medidas estrella y también un punto de desencuentro entre los miembros del Gobierno. El partido socialdemócrata prefiere fijar una tasa para el dióxido de carbono, a la que los conservadores se han opuesto: la CDU opta por poner precio y comerciar con las emisiones contaminantes.
Encarecer los vuelos nacionales al tiempo que se reducen los billetes de tren y del transporte público en general es una de las medidas que se prevé que incluya el paquete. Los políticos alemanes también barajan subir los peajes a los coches más contaminantes, incentivar los eléctricos, prohibir la calefacción de gasóleo a partir de 2030 o la adaptación de la agricultura a prácticas bajas en emisiones son algunas de las medidas puestas sobre la mesa de negociación.
Pese a su envergadura, los planes no han impresionado a las organizaciones ecologistas. Tobias Austrup, experto en energía de Greenpeace en Alemania, cree que el paquete “solo tiene puntos débiles. El Gobierno quiere conseguir mucho solo con subvenciones y no con medidas vinculantes. Esos planes solo lograrán la mitad de las reducciones comprometidas para 2030”, indica el experto por teléfono. Acelerar la eliminación del carbón —2030 en lugar del 2038 previsto, que dentro de seis años todos los coches que se vendan sean eléctricos o una profunda revisión de la política agrícola que pase por reducir la producción de carne son para Greenpeace las prioridades.
Beneficios colaterales
Además de lograr objetivos ambientales, la idea es que el paquete alemán produzca beneficios colaterales como la modernización de las infraestructuras y el tejido industrial, así como de proporcionar inversiones públicas en una economía necesitada de aliento y al borde de la recesión. El pasado lunes, Scholz advirtió de que Berlín dispone de suficientes recursos para financiar el paquete climático sin quebrar el sacrosanto equilibrio presupuestario. La resistencia alemana a endeudarse pese a la fuerte presión exterior para aplicar estímulos ha quedado una vez más en evidencia, sobre todo, cuando se trata de un tema, el ambiental, que cuenta con un importantísimo respaldo de la población. Pero el temor es que a la vez, las restricciones ambientales impongan costes a la industria en un momento delicado para la economía. La gran preocupación del SPD es que la protección del medioambiente no acabe penalizando a los que menos tienen.
“Por un lado, queremos que las medidas de protección del clima sean efectivas para cumplir nuestros compromisos, […] pero, por otro, queremos ser económicamente sensatos y que las medidas sean socialmente aceptables de manera que todo el mundo pueda permitirse la protección ambiental”, ha explicado Merkel.
Pero más allá de evidencias científicas y de posibles efectos económicos lo cierto es que el paquete es fruto de la presión política y ciudadana, que empuja a los partidos del Ejecutivo alemán. En primer lugar, Los Verdes. La formación ecologista experimenta un ascenso continuado desde hace meses, que la ha colocado en segundo puesto en las encuestas de intención de voto, muy por delante de los socialdemócratas y no tan lejos del bloque conservador de Merkel. A la contienda partidista se le añade la efervescencia ecologista de una ciudadanía para la que el medioambiente se ha convertido en una de sus principales preocupaciones y que este viernes tiene previsto salir en masa a la calle, a secundar una convocatoria de Fridays for Future, el movimiento estudiantil iniciado por Greta Thunberg.

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Parece que los estados adultos sí están dispuestos a admitir que mucho más urgente que la amenaza de recesión es la supervivencia del medio biológico en el que se producen las recesiones. Menos mal, que en esos estados no tienen nada que hacer los Sánchez, Iglesias y trifachas, conjurados para que el pueblo no levante cabeza, mientras ellos pasean por sus casoplones estatales o privados, sin que nada les quite el sueño producido por la dosis de soberbia casposa que diariamente les coloca y los deja hechos un pincel con el que colorear sus mundos de Yuppy. 

Queridos hermanos y hermanas de suplicio patrio: no nos desmoralicemos por lo que estamos aguantando sin tener porqué, pero tampoco nos resignemos como si esto fuese una DANA, que ya pasará, porque si no los despachamos, la eterna amenaza del power a lo suyo, seguirá ahí, que ya lleva la friolera de 40 añazos sin hacer la más mínima concesión a un cambio de verdad cada vez más necesario e imprescindible; la política no es este cambalache patético y vergonzante, ya veis que se pueden hacer desde ella, verdaderos proyectos decentes cuando los estados funcionan. Si en otros países es posible, si Portugal, puede, nosotros también podremos logralo. La política no es una maldición gitana como inculcó el franquismo sociológico y visceral durante cuatro décadas, es solamente el resultado lógico de la conciencia y el alma de los pueblos funcionando para poder convivir y mantenerse en las mejores condiciones posibles, que incluyen además de la supervivencia, valores como la libertad, la igualdad, la fraternidad y la responsabilidad compartida. 

Pero para que eso sea posible hay que implicarse, hay que convocar, participar, empatizar y proponer, no nos dejemos aplastar por la basura, coloquémosla en el contenedor adecuado y sigamos adelante. 45 millones de seres humanos normales no pueden ni deben aceptar las estupideces, locuras y destarifos de peña tan poco equilibrada, torcida y esperpéntica. Discapacitada total para desarrollar lo que está clarísimo que les desborda por todas partes.

 Angela Merkel, es derechona, demócrata-cristiana en Alemania es una especie de pp/c's, aunque comparada con lo nuestro está más cerca de Psoe, pero lo más importante es que tiene conciencia y es lúcida, por esa razón  ante el peligro climático deja de lado los tiquismiquis y entra de lleno en materia real, va al trapo sin dudarlo ni marear la perdiz. 

En España no ha habido aun gobierno a derecha ni a izquierda, que se haya responsabilizado de este marrón planetario que  se sobrevuela por parte de los gobiernos como si no fuera con nosotros. Solo figureo y pastiches con el Ibex cuando gobiernan o en su contra mientras son oposición, porque cuando trepan, para ellos las clases sociales se unifican en una sola: el poder como obsesión y por encima de todo y como patente de corso y permiso tácito para hacer lo que le dé la gana a las grandes empresas feudales aunque sea contra los propios derechos y dignidad dela ciudadanía y de sus propios votantes. Ya vemos que en otros estados el poder es un servicio público con una grave responsabilidad, y no una colección de prebendas, excepciones y escaqueo de inmunidades jurídicas,  y una cucaña para mangonear a su antojo. 

No tienen por qué ser perfectos ni impecables, algo que en este mundo no es real ni le podemos exigir a nadie, todos somos susceptibles de errores y fallos, lo horrible y lo trágico no es fallar o meter la pata, sino hacer del pufo y la cagada un sistema político y económico, una red de conexiones a base de cinismo y postureo, hasta con asesores y todo para pifiarla mejor, adornados con un maquillaje mediático y un colocón de vaciedad. 

Los excesos, la poca vergüenza y la chulería incólume e irresponsable de nuestros impresentables representantes han  alcanzado ya unas dimensiones y volúmenes insostenibles, no reconocerlo ni reprobarlo públicamente, es además de una complicidad masoquista inentendible, de una estupidez supina, además de  una patología social muy peligrosa para cualquier estado normal, democrático, de derecho y del siglo XXI. 

En semejante tesitura el remedio debe ser aplicado ya, antes de que no haya remedio y nos quedemos por mayoría absoluta en la miseria más degradante y torpe que podamos imaginar. Esto solo lo pararemos en las calles, haciendo que dimitan todos y que como se hizo en Islandia, en 2008, se refunde el estado desde las propuestas de la base social, abierta a las nuevas circunstancias históricas, no desde la violencia, sino desde la desobediencia civil y pacífica, desde las denuncias internacionales, con propuestas inteligentes, auto-organizada, que ya lo hemos hecho y salió muy bien durante los cuatro años que sobrevivió el 15M sin que ningún partido oportunista le suplantase en los medios y en la dolorida conciencia social, hasta que llegó la burbuja podemita y todo se fue al garete con su juego de tronos y su cutrez.

Una vez comprobado el esperpento jovencista apoyado como aval por profesores universitarios de políticas, sociología, historia y filosofía, con las mejores intenciones, sin duda, pero bastante en la parra social de a pie, como para confundir la ilusión con la realidad y al 15M con  Maese Pedro tocando por las plazas patrias, ya es hora de que nos preguntemos en referendum si este estado de parches cada vez más dañinos y tóxicos sirve para algo bueno o si preferimos otro modelo de gestión estatal más decente, eficaz, democrático de verdad, centrado en la gestión directa de los problemas reales, limpio, sano y justo. Humanitario y cooperativo. Aterrizado y no en la higuera perenne de la especulación alucinatoria y elitista de una clase "superior" de "preparaos", hijos de papá, listos de la clase y hackers de la política, a la que consideran su trabajo profesional especializado al que dedicarse como si se tratase de una empresa, de un bufete, de una emprendeduría vitalicia, para cuyo manejo se han equipado a todo arte especulativo, menos a conciencia. Herederos directos de los sofistas vividores a costa de los problemas de "la gente",cuando en realidad la "gente", la "gens", la casta , que es lo que significa etimológicamente el término, son ellos.  Nosotros solo solo somos el demos, el populus, la politeia, la civilitas. Con nuestra condición ya tenemos bastante como para asumir además ser gens. Y parecernos a ellos, xd, qué estrés!

Como estamos viendo, el resultado del invento "salvador" está siendo atroz e incluso ha dado lugar a que la derecha saque una copia del original a la que ha bautizado como "Vox", (de su amo, obviamente). No solo se ha degradado el espectro político, es que 'lo nuevo' se ha contaminado del sistem in failure y ahora ya no se distingue del resto que, supuestamente, vino a regenerar; peleas y rivalidades por el poder, supresión de la participación asamblearia de los círculos que se presentaron como una herramienta básica, cesarización hegemónica del sumo pontífice, dialéctica palabrera que se derrumba como un castillo de naipes al primer roce con la materia real. Sobre todo cuando el adversario, que también está para darle de comer aparte, es igual en egolatría y encima casi triplica el número de votos con que le sale al paso del paisaje cubista. En fin, que lo mejor y menos desagradable en esta escena final, sería despedir a ambos sujetos políticos y a sus mesnadas, con un entrañable y sereno requiem, de Mozart o de Faurè, por ejemplo, que son menos heavies y más melódicos que los de Dvorak o Verdi.

Tras la inevitable despedida, entre el planchazo y el alivio -¿por qué no reconocerlo?- deberemos ponernos en marcha y empezar desde ya  a apretar las clavijas para que las urnas de noviembre nos sean algo más propicias, y reclamemos con toda legitimidad, una propuesta de gobierno más de acuerdo con los retos planetarios. sociales, económicos, teritoriales y solidarios, en un tiempo de emergencias y retos cada vez más difíciles de afrontar en un país  como el nuestro, devastado por su propia historia y su herencia cultural nunca revisada ni puesta al día entre todos mediante el debate y el diálogo cooperativo, y no siendo pasto de la cháchara dogmática de una eterna clase social dominante sobre la sumisión del resto, con distintos disfraces y aparentes innovaciones, pero siempre con la misma tendencia subrogada. 

Nunca hemos elegido libremente, con conocimiento de causa y sin manipulaciones, entre democracia republicana o sumisión monárquica, entre acatar todo el pastiche como esclavos o gestionarlo desde la participación asamblearia y constituyente, desde un estado municipalista, federal y republicano, donde toda la ciudadanía tenga el derecho a ser escuchada cuando lo pasa fatal por culpa de los gobiernos sin conciencia, que pueda decidir y  votar, no solo cada cuatro años, sino cada vez que haya un problema de dimensiones estatales sin resolver por parte de los representantes, que realidad solo representan a sus camarillas y sectas ideológicas, como sucede ahora mismo. Ahí está la clave de nuestro calvario. Nunca nos hemos reconocido como estado ciudadano de verdad, sino como peleles de banderas y balcones, de cuarteles y piolines teledirigidos, de cofradías y procesiones que consideran impúdica la restauración de sus pasos , pero aceptan sin decir ni pío el destrozo piadoso del Eccehomo de Borja, y consagramos la laicidad del estado y una extraña visión de la democracia, al servicio de una pantomima manipuladora que para más inri mantenemos a cuerpo de rey, tan bajo palio como su maestro de ceremonias q.e.p.d., entre todos y todas, ¿por costumbre?, ¿por ignorancia? ¿por extraña e incomprensible comodidad? ¿por miedo ?  ¿a qué? ¿qué más tienen que hacernos y tiene que pasarnos para hundirnos mejor? 

En casos como el nuestro, decir basta no solo no es un delito anticonstitucional, es un deber indispensable para sobrevivir con dignidad y salir de la fosa común, de las cunetas,  de nuestra propia historia sin alma, pero llena de cuerpos pululando como zombis sin rumbo y sin vida, pasto emocional e instintivo de lo que caiga, ovejas del rebaño directo al matadero, aspirando por el camino a ser pastores y matarifes si se demuestra suficiente destreza para ganar concursos en la palestra del abuso y del engaño. No es humano semejante destino miserable. El destino de los pueblos no es casual, se elige y se construye. Así que, venga, ánimo y p'alante, eudèmos, buen pueblo, como diría Aristóteles, que en el tema estaba puestísimo por la misma experiencia que le tocó vivir...O sea, como nosotros y nosotras, como todos los pueblos del mundo mundial, sin excepción.

Ains!

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