domingo, 7 de octubre de 2018

Nunca nos convertirán en nada que nosotros no consintamos ser. Habría que recordar el sentido ,no la literalidad, del Alcalde de Zalamea: "el honor es patrimonio del alma y el almasólo es de Dios". Y dios somos nosotros. Claro, que eso (aunque seguro que lo pensaba) nunca lo hubiera podido decir Calderón sin que lo hubiesen asado vuelta y vuelta. Al menos ahora se puede decir lo que se piensa y se siente, siempre que no haya un policía o alguien del pp cotilleando alrededor, para encontrar por todas partes, delitos de odio

¿En qué nos quieren convertir?

Luis García Montero 
Infolibre- 7-9-2018 

Buena parte de la poesía contemporánea fundó sus cimientos en el respeto a la sabiduría del pueblo
. El amor popular que llevaron a la literatura poetas como García Lorca y Alberti tenía antecedentes claros en su maestro Antonio Machado. Descendiente de Demófilo, muchas veces acudió en su prosa y su verso a las complicidades de lo popular. Los años vividos en una Restauración fundada en el descrédito de las instituciones políticas exigían buscar en los sedimentos de la vida real un consuelo ante las mentiras oficiales.

Las intervenciones de Juan de Mairena ante los alumnos no dudaban al elevar el tono en este sentido: "Es muy posible que, entre nosotros,
el saber universitario no pueda competir con el folklore, con el saber popular
. El pueblo sabe más, y sobre todo, mejor que nosotros. El hombre que sabe hacer algo de un modo perfecto -un zapato, un sombrero, una guitarra, un ladrillo- no es nunca un trabajador inconsciente, que ajusta su labor a viejas fórmulas y recetas, sino un artista que pone toda su alma en cada momento de su trabajo".

Ya en los años de la Guerra Civil, en la revista la
Hora de España
, Machado publicó una carta a David Vigodsky en la que volvía a declarar su amor al pueblo: "
En España lo mejor es el pueblo.
Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos –nuestros
barinas
– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva.
En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo.
La demofilia es entre nosotros un deber elementalísimo de gratitud".

De don Antonio podemos heredar con honestidad su sospecha ante las banderitas sonoras, la brújula que lo llevó a ponerse del lado de los más débiles en cualquier conflicto y el respeto al trabajo bien hecho. La vocación profesional fue un ámbito imprescindible para
la formación de una conciencia cívica comprometida con la sociedad
. Lo que no sé es si hoy estamos legitimados para confiar en lo popular como sedimento y refugio ante la crispación, las mentiras, la demagogia y la falta de escrúpulos de algunos líderes capaces de vender a su madre por un puñado de votos en el espectáculo ruidoso de la política. La tristeza es que esos líderes tienen rebaños.
El poder ha conseguido que el rencor de sus víctimas se ponga a su servicio.
El cultivo de la telebasura y los mundos virtuales han sustituido el sedimento vital de la experiencia que se condensaba en el folklore. Los códigos del consumo han devorado la decencia solidaria de los pobres, de la gente explotada por la injusticia. Ahora fluye una dinámica de clientes insatisfechos en sus demandas. Y, además, las degradaciones laborales, el deterioro de la dignidad del trabajo en favor de los empleos baratos, impiden esa aspiración al bien hacer y a la sabiduría artesanal de la que hablaba Machado.
¿En qué nos están convirtiendo? Cuando las cloacas potencian la crispación y la suciedad, se genera en las redes sociales y en las conversaciones una complacencia mezquina con el insulto, la calumnia y la falta de respeto. Parece que las audiencias aumentan cuando en una tertulia política toman la palabra determinados personajes que no conocen la decencia profesional y se dedican a colaborar con mafiosos y empresarios sin escrúpulos. No se trata de que sean periodistas de izquierdas, de derechas o de centro: son personas sin decencia que manchan las cabeceras periodísticas. Los directores que aceptan a estos indecentes se comportan también de manera indecente.

¿Soluciones? Creo que no están en el marco gubernamental, sino en el tejido cívico. El poder corruptor de la mentira no puede combatirse con la falta de libertad. La represión es capaz de dejar sin palabra a un sinvergüenza, pero a costa de abrir otros espacios a la mentira y la injusticia con el sacrificio de la conciencia crítica. Por eso no veo otra salida que la exigencia de la propia responsabilidad profesional de los periodistas. Que su oficio no se convierta en un vertedero es un reto imprescindible para la democracia, es decir, para una sociedad en la que la convivencia dependa de la verdad y de la libertad.
Ahora que nos están convirtiendo a todos en cloaca, quizá sea ingenuo llamar a la decencia profesional. Pero que tengamos a la realidad en contra no es un argumento definitivo para olvidarnos de nosotros mismos.

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Así es, amigo Luis. Es posible que toda esta deriva hacia la degradación del propio pueblo, radique en que nuestra peculiar democracia no tiene sus raices en la legitimidad de lo auténtico sino en el refrito ficticio de lo solamente  "legal" y  "lícito" cuya patente de corso se adquiere con "permisos", impunidades de casta mediante leyes ad hoc y el  fariseísmo de las formas sin fondo que han sustituido y emborronado el sentido auténtico de nuestros actos personales e institucionales y por ende, públicos, es decir, la legitimidad, haciendo de nuestro sistema político, económico, social y hasta ideológico, un infinito y trastornado gato por liebre, del que se aprovechan impunemente (gracias a la "legalización" y "licitud" de lo ilegítimo, en la vida pública) los más amorales y zafios, pero  también   los más cínicos y sociópatas, que se ocupan de trepar para apoderarse del estado y cuando lo consiguen, cambian criterios, normas, códígos y leyes adaptándolos a sus intereses personales y de casta, y por supuesto,completamente de espaldas a ese pueblo por el que solo se preocupan en puro paripé, durante el periodo electoral . Un proceso que conduce a los pueblos hacia las cloacas de esa banalidad del mal que Hanna Arentd definió tan clara como acertadamente. Nuestra (in)cultura se ha forjado en esa fragua donde los metales solo lo parecen, porque en realidad son de plástico.

Vivir sine die y durante generaciones en una mentira constante, trastoca los esquemas cerebrales y por ello la percepción de la realidad, que mediante el enloquecimiento de una sociedad dominada por lo inmediato, las alarmas, las urgencias de la banalidad, con los humos intencionales del incendio de hoy que son las cenizas de mañana, nos está deshaciendo como comunidad hunmana desde el peor de los referentes: la periferia absoluta de nosotros mismos, o sea, de la extinción de la conciencia colectiva, A la que va sustituyendo una comodidad prefabricada, una delegación de responsabilidades en hegemones que al final solo quieren hacerse con las medallas y los collares que les permiten dominar y olvidar esos compromisos básicos por los que el pueblo les votó, mientras con sus conductas erráticas y tantas veces hasta obscenas, van desactivando legalidad, licitud y el derecho cívico a la legitmidad de lo auténtico.
Cuando la "política" nos separa de la polis o sea, de los politoi, deja de ser democracia para convertirse en tiranía, lo mismo es aplicable al hecho de colocar un artículo en la Constitución que legaliza la intervención punitiva y dictatorial del estado en la vida ciudadana, cuando el estado no es capaz de legislar adecuadamente y se convierte en el peor problema sin más solución que deshacerse para rehacerse con parámetros mejores y ya imprescindibles.  Ni Italia, ni Francia ni Alemania han tenido ningún trauma por tener varias versiones del mismo estado democrático a lo largo del tiempo: primera, segunda, tercera, cuarta o quinta república. Las que vayan haciendo falta para adaptar las políticas estatales a las nuevas y lógicas necesidades evolutivas de los pueblos-ciudadanía. Para eso están las propuestas asamblearias y las urnas para consultar, desechar o aprobar, no sólo partidos en trance de trepar a los escaños y puestos importantes, sino sobre todo desechar o a probar los cambios en las leyes fundamentales, que jamás deberían ser intocables, porque la historia demuestra que nada es perfecto en sí mismo ni mucho menos, eterno. Es el miedo, los intereses y el afán de control lo que necesita seguridades imposibles  sin  que se produzca  la  vulneración de la integridad de alguna parte de la sociedad. Para eso están el análisis honesto, el diálogo y el logro del consenso. Para eso está la política, que cuando pierde o no ha tenido nunca perspectivas más amplias y lúcidas, se convierte en un vertedero colectivo y contaminante. Corrupto sn remisión. En una ciénaga como la que ahora "disfrutamos" padeciéndola hasta límites inauditos.

Lo más sensato debería ser comprender lo antes posible que por saturación  de inercias y chapuzas encadenadas, hemos llegado a un punto sin retorno en nuestra deriva tapa-costuras, zurcidos y remiendos "democráticos" alternando con  dictaduras encubiertas, sobre un tejido político tan desgastado y raído que al usar las agujas para coserlo y mucho más al intentar usarlo para su presunta finalidad, indefectiblemente se desgarra y destroza aun más de lo que estaba cuando empezó a romperse y nadie, al parecer, comprendió que el destrozo no era ni es  un desgarrón accidental que se arregla con unas puntadas, sino un desgaste sin remedio como consecuencia de tantos años de descuido y mal uso, se puede afirmar, -sin temor a equivocarnos-, que son siglos de  hundimiento en el mismo socavón, sin una toma de conciencia verdadera del problema ancestral, que siempre se acaba maquillando a la  que salta con una falsa fachada de "orgullo" patriotero, de ese "yo soy español, español, español..." sin capacidad para reconocer que se puede ser muy español y al mismo tiempo un chulo de burdel, un ladrón de guante blanco que se ampara en los cargos púbicos, un majadero que se calienta con lo primero que le saca de quicio y luego sólo los palos del poder "legal" lo puede controlar con multas, condenas o cárceles, un bocazas sin capacidad ni responsabilidad incapaz de reconocer sus errores y siempre culpando a otros de lo peor de sí mismo, que sólo uno mismo puede cambiar y reparar. Me pareció un caso excepcional escuchar a Jaume Matas reconocer ante un tribunal todos sus errores y tropelías, sus delitos sin victimizarse, con objetividad asombrosa. ¿Será que la cárcel hace milagros? ¿O será otro truco de los suyos para reducir su condena y pasar por "arrepentido"?. Ojalá sea verdad su cambio de conciencia...
Lo terrible de esa situación es que esta podredumbre y su hedor se vayan infiltrando en el pueblo, y  que éste se vaya aclimatando al pestazo y a las ratas y hasta las adopte como animalitos de compañía por ser del partido animalista. Es lo que pienso cuando aun veo banderitas patrioteras en los balcones o escucho a los podemitas más señeros proclamarse patriotas del mismo lodazal o asegurar que Podemos y el Vaticano navegan con el mismo rumbo. Ya no es posible tanta comunión espiritual sin pasarse cien pueblos pisoteados constantemente por sus presuntos "salvadores" y mesías de turno, la experiencia nos muestra la fragilidad y el punto flaco de los que llegan al poder desde el tobogán de las ilusiones, sin haber crecido como seres humanos conscientes antes que como militantes de cualqiier cosa, creyendo que la militancia les aportará lo que sólo ellos pueden descubrir despertando su conciencia personal para poder ser de verdad militatntes de la veracidad, de la autenticidad, mucho más allá de las ideologías por muy geniales que sean.
Ni la transición mejor vendida ni la Constitución más cult, tienen el poder de destrozar a los pueblos si los pueblos, persona a persona unidos en pluralidad y apoyo mutuo, no aceptan los cambalaches del establishment sistémico que los condena a ser esclavos de sus propios votos telemanipulados. Pero, pero...para poder llegar a ese nivel hay que desarrollar un agnosticismo crítico hacia las "maravillas" de unos logros añejos  que en realidad solo fueron un relato mediático para hacernos creer que habíamos tocado el cielo, sin darnos cuenta de que estábamos boca abajo y era, más de lo mismo: tocando el cieno. No idealicemos lo que no conocimos y tratemos de volcarnos en lo único que experimentamos como real y tangible siendo honestos y claros como el día, pero sin acritud y sin juicios personales y siempre erróneos, porque al jucio le falta el amor, por eso juzga y parcializa una totalidad que le es ajena y por ello desconoce y trocea como Jack el destripador.
La prueba de que lo que nos contaron con tanta milonga no es real aquí y ahora,es  que estamos secuestrados por esa maravillosa historia que siempre  quiere ser el presente, mientrs se repite a sí misma, atada al pasado y bloqueando el futuro.
Hay que ircuanto antes al oculista del espíritu y fabricar ya mismo las gafas de ver. Mientras no demos ese paso personal y social para que se convierta en global, nos estarán machacando los mismos resortes que estamos potenciando desde los niveles menos evolucionados, que al parecer nos unen en la cutrez mucho más de lo que imaginamos.

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