domingo, 28 de octubre de 2018

Eso está bien, ministra: ya te has decantado por el sistema del forring office farmadependiente. Ya sabemos a qué atenernos con el Psoe en materia de salud, contra la UE y la OMS y contra la misma historia de la Medicina Tradicional y sanísima: drones del estado tecno-ilógico como cancerberos encerrinados del negocio fabuloso de la enfermedad. Pero aun nos queda la conciencia independiente y la libertad de elegir cómo cuidarnos y sanarnos, y en manos de quienes morir y vivir, según nuestros derechos inalienables. Parece estar cada día más claro que política partidista, ciencia objetiva experimental, más conciencia lúcida y verdadera democracia respetuosa con la pluralidad, sean términos opuestos e irreconciliables

pseudociencias
jose carmona gilo- Público 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


Hay dos cosas decisivas que sobran  y otras dos que faltan, obviamente,en estos análisis teledirigidos por el miedo a los cambios del paradigma humano. 

Una es la infinita ignorancia por parte de los divulgadores acerca de lo que obviamente desconocen ni han estudiado de cerca (si lo conocieran no se atreverían a meter la pata lamentablemente, ni  escribirían como clones de pensamiento autómata, lo que les van contando por ahí sin averiguar primero de donde les llega la información y sin contrastarla científicamente con quienes sí conocen el asunto de verdad y tienen casuística suficiente). Y en consecuencia falta ciencia verdadera, sabiduría práctica y lo que los griegos llamaban sofrosine, es decir, la capacidad para aterrizar el conocimiento en la práctica. O sea, prudencia y sentido común.

Y sobra otra más: la soberbia inconmensurable de la parte más garrula de la ciencia médica, que es, indefectiblemente, la que se pringa en negocios sustanciosos, en los que se vende el alma médica al diablo de los dividendos bursátiles y recompensas sustanciosas en formas diversas. Nunca pagando en dinero para que no los pillen sobre-cogiendo el material, pero sí en viajes de cinco estrellas, coches, cuadros de firma que valen un pastón, cursos de lujo, gratis, en Suiza o en USA. E incluso algún un abrigo o estola de visón o de zorro canadiense. Hay para todos los gustos y nacionalidades. En consecuencia, falta la humildad de la inteligencia, que se reconoce limitada y siempre dispuesta a aprender antes que a rezongar y pontificar acerca de lo que no entiende o, tantas veces por falta de escucha y/o entendederas, ha entendido al revés.

El buen médico no se sobrevalora nunca y menos, antes de comprobar en la práctica sus estudios hipotéticos, más bien, pregunta al paciente, para orientarse. El saber práctico está en el enfermo que aporta la materia y la energía para el trabajo, el médico es un testigo documentado que trabaja a partir del relato sintomático del paciente. Y un verdadero doctor médico sabe que no es posible durante la carrera estudiar la vida en funciones, solo se pueden estudiar cadáveres y tejidos muertos, en los laboratorios y en las auptosias. Por eso el paciente es la fuente directa de esa vida a estudiar y a observar. A partir de ahí la ciencia tiene que fiarse, antes que de las tesis tan lapidarias como dogmáticas, de la intuición, de la empatía y de la mirada humilde y compasiva hacia quien sufre, no de la mirada de halcón depredador a la caza del síntoma definitivo que le dé la razón a sus prejuicios aúlicos y deje a su ego en la cumbre de la necedad y el floripondio, con esas salidas como  "si ya lo decía yo", "si es que no se me escapa una".


No cabe duda de que el choque frontal con la Europa más avanzada y lúcida, acabará por dejar en ridículo a nuestros profetas residuales de la neurosis  antihomeopática. La vida misma los pondrá en su sitio, obviamente con ayuda de la pesadísima y obstinada realidad, que no se cansa de dar pistas a troche y moche.

Es realidad comprobada el  hecho indiscutible de que hay personas altamente sensibles a determinados sistemas "reguladores" de los tratamientos, a productos químicos aparentemente inocuos,  y también a las energías nuevas como las whifies, los teléfonos móviles y sus antenas  e incluso a las frecuencias patológicas de la electricidad de siempre, como en el caso de la Estación de Iberdrola en Patraix, Valencia, en cuyo entorno se desarrolló progresivamente durante más de diez años una patología de leucemia infantil en la contornada del lugar, en el barrio de Favara que pertenece al distrito de Patraix.
Que se sepa el cáncer no es contagioso, pero las radiaciones invisibles que lo pueden provocar, si que afectan in extenso, como sucede con la polución atmosférica y  medioambiental. Y no es que los niños de allí fuesen especialmente sensibles a las ondas tóxicas del negocio hidroeléctrico, sino que esas ondas existen por sí mismas, como lo confirmó el veredicto en firme del Tribunal Supremo, cuando los vecinos tuvieron que presentar un estudio científico homologado por investigadores internacionales de Universidades importantes y competentes, no como otras ( y no miro a nadie).
El  Ayuntamiento de Rita Barberá se negó a cumplir la sentencia, que obligaba al consistorio valenciano a exigir a Iberdrola el traslado inmediato de su estación a otro lugar fuera de la ciudad por riesgo grave para la salud pública, en el que no hubiese habitantes humanos en varios kilómetros, a lo que Barberá hizo caso omiso, alegando que solo quedaban tres meses para las elecciones municipales y que el marrón lo heredase el futuro Ayuntamiento, que ya  seguro sería del cambio. Eso se hizo público en directo en la última asamblea de la Junta Municipal, en la que el concejal del Psoe leyó en voz alta los documentos del informe científico y la sentencia del Supremo. El pp se quedó igual. Como era lo normal en ellos.
Por fortuna el problema se ha ido solucionando y ya no lo es.

Claro que existen enfermedades y síndromes de hipersensibilidad creciente, que la ciencia, sobre todo en España se pasa por el forro, seguramente, -por eso será "creciente"- Ni se investiga ni se tiene en cuenta. No es culpa de los enfermos que lo padecen sino de los médicos que lo ignoran y miran para otro lado en vez de investigar como es su obligación y si no lo hacen, que dejen de llamar pseudociencia a lo que aporta mucha más sustancia y resultados que su cientifismo toxicópata, que parece cultivar la enfermedad y combatir la salud si no la dan los fármacos, que no suelen darla porque no están pensados para ello, sino para mantener a cámara lenta la enfermedad como chollo pastífero interminable.

Cuando yo era joven tenía amigos y amigas con síndromes de ese tipo, a los que la sapientísima 'ciencia médica' heredera de Calvino y Torquemada mucho más que de Hipócrates y Galeno, catalogaba de "los nervios", lo que equivalía a la presunción de un componente histérico y rarito en sus padecedores. La cosa, como siempre se desarrollaba en plan chapuza, tirando de medicamentos ansiolíticos, dopadores y somníferos, que los dejaban babeando y durmiendo por los rincones, pero sin curar para nada la hipersensiblidad, incapacitados incluso para sus actividades profesionales y familiares.
Esa incapacidad de la ciencia habitual en el negocio clínico (¿o cínico?), dio lugar al desarrollo de terapias alternativas, de que los psicólogos, los pedagogos y algunos médicos lúcidos ampliasen el campo científico con terapias florales del Doctor Edward Bach, con la homeapatía de Hahnemann, con el yoga, la meditación, el reiki, el chikun, el taichi y la acupuntura , que nadie pretende que sean la penicilina ni el optalidón.

Tengo amigos médicos doctores por las Facultades de Valencia y de Zaragoza, que han estudiado, además, acupuntura durante años en hospitales del estado en China donde se han titulado y son extraordinarios sanadores médicos sin necesidad de venenos, como tengo otros que además de traumatólogos son osteópatas y en vez de recetar corsés, después de ver las readiografías y comprbar lo que hay,  colocan en la consulta las vértebras y cualquier rticulación desviada, en su sitio y desaparecen los dolores e inmovilidades, siempre que el paciente acepte la propuesta y permita la terapia, claro, y con cuyos resultados indiscutibles se producen verdaderos cambios de conciencia y de visión acerca de la salud;  terapias sencillas y naturales, complementarias, que nadie pretende vender como la panacea.
 ¿Por qué esa soberbia estúpida de no seguir aprendidendo como si un título certificase que uno es la leche y  ya lo sabe todo? Desde luego, lo que está clarísimo cuando se conoce y se practican esas reglas simples y sanas, es que quienes se autoreeducan, cambian de hábitos y de mirada sobre la realidad y adquieren una praxis de conciencia despierta, de mente y voluntad lúcidas, en más o menos tiempo, y no se cierran a crecer como seres humanos, se curan de verdad de sus males múltiples que los médicos hace años, calificaban genéricamente: "de los nervios". Y hále, así, con el sambenito borderline como etiqueta, todo sigue igual y la ciencia 'fetén' puede estar tranquila sin riesgos ni sobresaltos pseudocientíficos, que solo son pseudos, porque no son de la mismas promociones que los 'sabios' de catálogo ni tienen  masteres, como por ejemplo,  el de Montón, Casado o Cifuentes...Unos trabajos supersolventes, por cierto de gran calado científico, que no pueden dar lugar a ninguna duda o sospecha acerca de su consistencia e impecabilidad didáctica.
¿Qué consecuencias inmediatas tienen esos métodos libres que dependen de la determinación del paciente, sobre la economía de la enfermedad? Pues que ostensiblemente baja el consumo de fármacos y el índice de confianza ciega en los médicos al uso, puesto que si sus remedios, en el mejor de los casos, alivian y en los demás añaden tóxicos a la enfermedad original, de modo que si te quita un dolor o una infección te deja sin flora intestinal o si para quitarte un cáncer, te acaba matando a ti también, porque tus médicos no tienen ni idea de cómo es tu organismo ni de como es tu alma ni de la íntima relación que ambas realidades tienen con la nor,alidad de la salud y el desequilibrio de la enfermedad. Y todo se explica en los genéricos del gallinero y del corral. Eso son paparruchas de idiotas y de antiguos, xd! En la maleta de nuestras posverdades no cabe la fantasía de la salud si no incluye un talonario globalizado a tope de la Seguridad Social, para que los estados apoquinen y arramblen con los impuestos como tributo...a la industria  farma-médica.
O bien, los médicos al uso y abuso, cambian su visión actual del ser humano que es más veterinaria que galénica, o bien el ser humano, según  va evolucionando  acabará por prescindir de los médicos al uso y abuso, eligiendo lo que le mejora y le cura, antes que lo que le intoxica y lo acaba dejando peor de lo que estaba cuando enfermó. Es una ley de vida, como la selección natural de la evolución: lo que nos anula y nos mata, no nos puede curar ni queriendo. Lo que potencia nuestra naturaleza superior, no solo nos orienta, es que hace que nos curemos nosotros mismos cuando finalmente comprendemos lo que somos y nos hacemos cargo de nuestra salud, como lo hacemos de nuestra profesión o de nuestra familia. ¿Qué pasaría entonces? Que las arcas públicas dejarían de ingresar impuestos a lo bestia,que ya casi nadie querría pagar.
Está claro que la enfermedad, la guerra y el consumismo enloquecido que padecemos son los bastiones de la política falseada del forring office y el abuso institucionalizado.
¿Qué ocurre cuando la gente ve que otros no enferman casi nunca, que se curan ellos mismos sencillamente, que la vida no les aplasta y que incluso con las mismas dificultades que todo el mundo, adquieren inmunidad psicoemocional y capacidad de autogestión, y que su médico no les quiere enfermar de efectos secundarios sino que se sanen de verdad? Pues que preguntan y se interesan por conocerse mejor a sí mismos, y sin proponérselo, regresan a Sócrates y a las terapias de Hipócrates, que fue seguramente el primer homeópata del que tenemos noticia.


Personalmente, estos momentos antropológicos de contrastes y cambios inevitables, me recuerdan el fin de las religiones de la antigüedad, que exigían sacrificios de sangre a la peña adoradora para conseguir la salud y el favor de los dioses, que, curiosamente, nadie había visto jamás, pero que todos daban por sentado que estaban por encima, ahí, controlando hasta la respiración de sus adoradores idiotizados por su propio miedo y supersticiones.
Ahora, la medicina al uso, deshumanizada y extraviada, dando palos de ciego desde sus viejas estructuras de poder mezcladas con una locura de productos farmecéuticos que ya no hacen en la botica sino en grandes talleres lejanos de especulación (¿qué terapia alternativa ha hecho la labor destructiva y monstruosa de la Talidomida (*), por cuya causa una generación entera de seres humanos, hace años,  salió mutilada del seno materno solo por la ingesta de  una medicina estupenda y testada adecuadamente, para no vomitar en el embarazo? pero, aquello no era pseudociencia, xd! ¿qué culpa tendrían los médicos ni los laboratorios, si las madres gestantes se empeñan en tomar MMS y Homeopatía para superarlas náuseas?);  un sistema convertido en un holding planetario y en una expendeduría de tóxicos de diversa intensidad, que envenenan impunemente y no pasa nada, y que sobre todo en países como el nuestro, donde el bulo y el chisme mediatizados valen más que un premio Nobel,  se enfrenta a su declive definitivo, en paralelo con la sociedad de consumo; ambas llevan los mismos derroteros, y todo el que detecta la situación, se independiza de ella en lo posible y se sale del círculo del finiquito, es calificado como antisistema, hereje, manipulador, estrafalario, "populista" y tonto, hasta que los manipulados descubren en sí mismos las razones que dejan obsoleta y en el banquillo acusador de la Historia a los cuentistas de la ciencia oficialísima, que han hecho de ella, al contrario que los médicos sabios del pasado y del presente, una cueva de ladrones, convencidos de ser la pera limonera en medicina...Sí, esa medicina tecnológica a tope y sin alma ni ética, que experimenta con el dolor humano  en plan maquineto todo lo que le mandan como fantástico elixir de la inmortalidad averiada eternamente, sin tener ni idea de lo que busca, más allá de un puesto bien remunerado y a la que el sufrimiento de los pacientes le parece lo más natural, es idéntica al sistema de  los sacerdotes de Mesopotamia, de Egipto o precolombinos: su oficio era,  y sigue siendo,  ofrecer a los dioses la sangre, el dolor y las lágrimas de sus resignados pacientes, para que a cambio los dioses Bayer, Mercks o Novartis, les concedan los dones que desean obtener  a cambio de su devoción incondicional y paganini.

(*)
La talidomida, que fue desarrollada por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH, es un fármaco que fue comercializado entre los años 1957 y 1963 como sedante y como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo (hiperemésis gravídica), causando miles de casos de malformaciones congénitas.
Como sedante tuvo un gran éxito popular ya que, en un principio, se creyó que no causaba casi ningún efecto secundario y, en caso de ingestión masiva, no resultaba letal. Este medicamento, producido por Grünenthal GmbH en Alemania, provocó miles de nacimientos de bebés afectados de focomelia, anomalía congénita que se caracterizaba por la carencia o excesiva cortedad de las extremidades.
La talidomida afectaba a los fetos de dos maneras: bien que la madre tomara el medicamento directamente como sedante o calmante de náuseas o bien que fuera el padre quien lo tomase, ya que la talidomida afectaba al esperma transmitiendo los efectos nocivos desde el momento de la concepción. Una vez comprobados los efectos teratogénicos nocivos del medicamento (que provocaban malformaciones congénitas) descubiertos inicialmente por el doctor Widukind Lenz1​ y su compañero de la Clínica Universitaria de Hamburgo, el español Claus Knapp,2​ este fue retirado con más o menos prisa en los países donde había sido comercializado bajo diferentes nombres. España fue de los últimos, pues lo retiró en 1963.3
Investigando se descubrió que había dos talidomidas distintas, aunque de igual fórmula molecular, en las cuales cambiaba la disposición de los grupos en un carbono, cosa que hasta entonces no se tenía en cuenta. Se trataba, por tanto, de una sola molécula con dos enantiómeros. Están pues (según la nomenclatura actual) la forma R (que producía el efecto sedante que se buscaba) y la S (que producía efectos teratogénicos y la que causaba focomelia). Este descubrimiento produjo que a partir de ese momento se tuviese en cuenta la estereoisomería en moléculas, utilizando el sistema R/S actual.
La talidomida fue comercializada bajo estos nombres (entre otros): Imidan, Varian, Contergan, Gluto Naftil, Softenon, Noctosediv, Entero-sediv, Entero-Sediv-Suspenso…
Los dos enantiómeros de la talidomida:
Izq.: (S)-talidomida
Der.: (R)-talidomida  / 
********************************** 

(Claro, que todo eso es peccata minuta cuando la medicina no es una pseudo ciencia inventada por analfabetos, brujos de la tribu y gentuza de dudosa calaña, oh yeah)


Nosotros elegimos, definitivamente, crecer o dejarnos anular. Sólo nos manipulan si queremos creerles sin investigar primero, sin informarnos de verdad y sobre todo si no aprendemos a utilizar nuestro cuerpo y nuestra mente para ello. Nosotros somos los últimos y verdaderos responsables de nuestras decisiones y elecciones. 
Nada que ver con guiones cinematográficos que nos quieran vender para manipularnos mejor. El mejor y único guión del que podemos responder es nuestra vida y su orientación hacia la salud integral del cuerpo, del alma y la mente, como del cuerpo social, que lógicamente, va en paralelo. Células sanas= cuerpo sano.
Lo demás hay que pillarlo con pinzas, con mucha prudencia y la honestidad de lo evidente, tangible y real.

No hay comentarios: