No nos lo podemos permitir
De los creadores de “Hemos vivido por encima de nuestra
posibilidades” llega la segunda parte: “No nos lo podemos permitir”, aún
más espectacular y aterradora
La potencia recaudatoria del sistema no solo no va quemando el acelerador sino que marcha al ralentí, con el ruidoso motor diésel de una fiscalidad tan antigua como escasamente eficiente
La potencia recaudatoria del sistema no solo no va quemando el acelerador sino que marcha al ralentí, con el ruidoso motor diésel de una fiscalidad tan antigua como escasamente eficiente

Los datos oficiales de
Hacienda indican que España, probablemente, cerrará 2018 con la mejor
recaudación fiscal de su historia. A estas alturas del ejercicio ya se
superan claramente los resultados de 2007, poseedor de la mejor marca
fiscal vigente. El proyecto de presupuestos que el ejecutivo de Pedro
Sánchez acaba de remitir a la UE, no sólo no nos acerca, sino que nos
aleja unas décimas de la distancia de cinco puntos que ya nos separaba
de la media UE en gasto público. España se situará en el 40,9% del PIB
nominal frente al 45% que marca la media europea. La razón es bien
sencilla: desde el inicio de la llamada “recuperación”, la tasa de gasto
público crece por debajo de la tasa de crecimiento de la economía
española año tras año.
Estos dos datos por sí solos ofrecen un diagnóstico implacable del
principal problema que aqueja a nuestra economía: los debates públicos
que la transitan son básicamente mentira. La realidad económica va por
un lado y la ficción política y mediática va por otro y si se
encuentran, o es un accidente, o es casualidad.
Todas las alarmas antiaéreas que suenan a diario contra
los presupuestos pactados entre PSOE y Podemos, como si esto fuera
Londres y estuviésemos en plena Batalla de Inglaterra, se basan en la
asunción de que España soporta un Estado mastodóntico quien, para
abastecerse, asfixia a la sociedad civil con un gasto público
elefantiásico e impuestos abusivos y recaudatorios, impidiéndole crear
toda la riqueza y todo el empleo que podrían generar si no hubieran de
arrastrar semejante lastre. Estos presupuestos suponen otro clavo en el
ataúd de la ahogada economía española porque significan más gasto y más
impuestos, sentencian con su lógica inapelable.
Pero
la realidad es tozuda y no acepta más hechos que los suyos. España
tiene unos de los Estados más pequeños de la Zona Euro y ni en los años
de la burbuja superó en gasto el 40% del PIB, el gasto público medra,
pero por debajo del crecimiento de la economía, y la potencia
recaudatoria del sistema no solo no va quemando el acelerador sino que
marcha al ralentí, con el ruidoso motor diésel de una fiscalidad tan
antigua como escasamente eficiente; los beneficios de las empresas del
IBEX volvieron a los niveles de 2007 dos años antes de que lo haya hecho
la recaudación fiscal.
De los creadores de “Hemos
vivido por encima de nuestra posibilidades” llega la segunda parte: “No
nos lo podemos permitir”, aún más espectacular y aterradora, aún con más
efectos especiales que le helarán la sangre, aún con más desastres y
catástrofes que le cortarán la respiración. En los mejores telediarios y
más selectas tertulias. Preparen las palomitas.
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