lunes, 29 de octubre de 2018

Lamentar y meditar está bien, pero temer no aporta nada, más bien nos bloquea e impide que reaccionemos adecuadmente, con conciencia, valor y responsabilidad; el miedo encoge el ánimo y paraliza la mente, es el propósito de todo Bolsonaro en ejercicio, la victoria de lo indeseable, de lo que da asco y repulsión y por eso, instintivamente, se le teme. Lo repulsivo y lo atroz, lo saben y lo utilizan. Y no, Iñaki, Trump no puede ni de coña ser Olof Palme. Podría ser Sarkozy, Putin, Rajoy, Salvini, Casado, Rivera, Aznar o Luis Roldán, pero nunca Palme. La mediocridad es un abismo tan insuperable, que no la salva ni el humor negro. Y Trump, es el paradigma de lo mediocre. Lo más preocupante no son los actores visibles en el escenario, sino los guionistas que están detrás: el capitallismo sin escrúpulos ni ética y los millones de mediocres que votan a estos esperpentos buscando la panacea mágica de sus ilusiones manipuladas por la propaganda. Ahora tenemos más razones aun, para ser europiña en ese Diem25 que es cada vez más urgente. Prudencia, toda. Miedo nunca.




Bolsonaro: por qué y cómo

La victoria en Brasil de este político radical nos lleva a preguntarnos por los motivos detrás de este triunfo electoral




Las siguientes frases fueron pronunciadas por Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, la cuarta democracia más poblada del mundo. “El error de la dictadura fue torturar en vez de matar”. “A los hijos homosexuales se les puede corregir a golpes”. “Los negros no sirven ni para procrear”. “Loa analfabetos no deben votar”. “No te violaría porque no te lo mereces”, esto dijo a su colega parlamentaria María Rosario.

A Bolsonaro le llaman el ‘Donald Trump tropical’ pero después de oírle Trump parece Olof Palme. Qué lleva al poder a un hombre así. Lo lleva la mezcla de una fortísima depresión económica tras 11 años de crecimiento colosal que es la chispa y la corrupción a gran escala, la estopa -sobre todo el escandalo Petrobras que llegó a salpicar al propio Lula

Hace tres años en un artículo en ‘El País’, Julio María Sanguinetti advertía: el epicentro del terremoto que viene en Brasil es la corrupción. Con el incendio llegaron bomberos, así se presenta Bolsonaro y sus lugartenientes, gente como Paulo Guedes, con su receta económica ultraliberal, y el vicepresidente general retirado Hamilton Mourao, nostálgico de la dictadura militar para que nadie se salga del tiesto. Y una nota sobre el cómo de la victoria de Bolsonaro, mientras su rival daba su último mitin en una favela, Bolsonaro lo hacía desde su casa a través de las redes sociales, tiene más de 15.000.000 de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter. Bolsonaro mucho que lamentar, mucho que temer y mucho sobre lo que meditar.

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