miércoles, 10 de octubre de 2018

Vox y la derecha

Antón Losada-eldiario.es
 10-10-2018

La derecha extrema cabalga a lomos de la xenofobia y el antieuropeísmo por todo el continente conquistando votos, escaños y gobiernos. Es una realidad innegable. Contrariamente a lo que suele afirmarse, no se trata de un fenómeno exclusivo, ni siquiera más apreciable, en aquellos países que más han pagado las consecuencias de la crisis económica y las políticas de austeridad dictadas desde la Unión Europea. Al contrario, es precisamente aquellos estados donde menos han sufrido la recesión y que más han decidido a la hora de imponer las políticas de austeridad europeas donde la derecha extrema recoge su resultados más espectaculares. Para quienes lo duden ahí están los casos de Francia, Alemania, Holanda o Austria.
La derecha extrema avanza recogiendo los votos y el miedo de los europeos más ricos, convertidos al rechazo a una Unión Europea que para ellos ya solo significa más inmigrantes, más subvenciones a los países del sur y más riesgos para el futuro de sus pensiones y sus beneficios sociales. Para contener esta marea los partidos conservadores europeos abandonaron la estrategia del cordón de sanitario que, por ejemplo, paró a Jean Marie Le Pen en 2002 en Francia y optaron por tratar de apropiarse su agenda. Se equivocaron. La agenda de la derecha extrema es tóxica, contamina todo cuanto toca. Quién decida competir ahí está perdido ante un adversario que siempre puede subir y ampliar la oferta de políticas reaccionarias.


Lo que está sucediendo en España con Vox se parece poco a este fenómeno continental. Nuestra derecha extrema no cabalga a lomos de espectaculares resultados electorales, tampoco de una creciente presencia institucional o un acceso significativo a instancias de poder. Avanza, sobre todo, a lomos del miedo de los partidos de la derecha española a perder su espacio y una parte de su base electoral. Han sido el Partido Popular y Ciudadanos quienes han dado visibilidad a Vox, al tomar la decisión de adoptar su agenda política para hacer oposición al gobierno Sánchez. Ni España es un país donde la inmigración genere, ni de lejos, los recelos y la preocupación que provoca en el continente, ni tenemos un problema generalizado de inseguridad ciudadana que mueva a la gente a pedir ir con pistola, ni el feminismo se define siquiera como un problema público. A Vox no lo están legitimando su resultados electorales o su llegada a algún gobierno, lo legitima Pablo Casado cuando afirma compartir con ellos “muchas ideas”.
Si los partidos conservadores españoles han decidido competir por el voto de la extrema derecha, donde apenas se concentra el 2,2% del electorado, y han renunciando a competir con la agenda de problemas que sí preocupa a la mayoría de los votantes que se auto ubican en el centro y la derecha, se debe más a la ideología de unas élites y unos dirigentes que se sitúan a la derecha de su votante medio, más preocupado por el empleo, la sanidad o las pensiones que por las autonomías o el control de las fronteras. La mejor prueba de ello es que, según las series de datos del CIS, tanto los votantes populares como los votantes naranjas ubican a ambos partidos entre uno y dos puntos a su derecha.
Si alguien como José María Aznar decide colocar al mismo nivel de competición al Partido Popular, con más de 6 millones de votos, a Ciudadanos, con más de 3 millones de votos, y a Vox, con apenas 50.000 votos, no se debe al crecimiento alarmante de la derecha extrema, tampoco a la necesidad de atender a un electorado preocupado por la inmigración o el feminismo. Se explica porque José María Aznar, como la gran mayoría de los dirigentes populares y naranjas, están en posiciones bastante más extremas que sus votantes. Están compitiendo ahí porque les gusta y es donde se sienten más cómodos y seguros de cuanto dicen. Y de eso no tienen la culpa ni el nacionalismo catalán, ni alguna siniestra conspiración de la izquierda.

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Creo que fue Gandhi, quien afirmaba que lo peor ocupa el lugar que lo mejor ha dejado vacío. Es la explicación más sencilla al caso de la implementación de ideas políticas. En la medida en que las mejores inciativas, las más justas y democráticas no se han hecho realidad, comienzan las carreras más despendoladas para que el poder atrapado en exclusiva sea la única respuesta que justifica todas las maniobras, jugarretas y cerdadas que haga posible el éxito mucho más que el interés por arreglar y mejorar la sociedad hacieno de la política un servicio público no un refugio de indecentes impunes y de trepas en plan Cueva de Alí Babá, que es a lo que estamos tristemente acostumbrados desde que la democracia se nos quedó en una desvergonzada cleptocracia, de la Corona hasta los bedeles. En ese panorama, todo los disparates adquieren una lógica total, que acaba por ser la norma, no solo como ley, sino sobre todo como "normalidad" de lo anómalo, de lo anormal, de lo amoral y hasta de lo delictivo. Sólo ese estado de carencia absoluta de ética y de lucidez en comandita, es capaz de generar una enfermedad socio-política de tal modo que la misma enfermedad se toma como remedio, en un proceso de vacunación insensible completamente letal para la democracia.

Que en España no haya habido hasta ahora un partido que se considere oficialmente de ultraderecha no significa que la patología de la ultraderecha no esté a sus anchas más que integrada en las movidas del pp o de c's ni que no hayan existido un Blas Piñar, un golpismo militante a dos bandas y un sistema bloqueador de la misma democracia desde los gobiernos de la derecha impidiendo por todos los medios que se haga real el bien común, y , por desgracia, haya afectado hasta al propio Psoe que en tantas ocasiones, e inexplicablemente, ha apoyado con su voto o/y con su abstención decisiones fascistas del gobierno pepero, solamente valorando el peso del poder como legitimación de cualquier barbaridad, como por ejemplo, la aplicación del 155, la cesión al Poder Judicial de la responsabilidad Ejecutiva y Legislativa, sin capacidad alguna para reclamar y exigir al propio estado un régimen de verdadera democracia que constitucionalmente deslegitime por vía irrevocable a cualquiera de los Tres Poderes que sea incapaz de servir a la ciudadanía y a sus pueblos, creando conflictos, enfrentamientos y graves problemas para la convivencia, como lo son utlizar la represión con mordazas, violencia y condenas judiciales injustas y sin motivos, la prevaricación y el cohecho como "derechos" inexplicables de castas y con una corrupción imparable como consecuencia de la impunidad por aforamiento y de la invasión del Poder Judicial, copando los puestos de mayor responsabilidad estatal, con sus testaferros y palafreneros togados y con menos vergüenza y más avidez que un gato en una pescadería.
Si un servidor público en la política delinque, o se hace un master solo sobre el papel, se le debería expulsar de su mismo partido, lo mismo que si ha hecho daño a los ciudadanos usando el dinero público para asuntos propios, como si miente, si comete fraude, etc...sobre todo si eso ocurre una vez que es cargo público, -no cabe aplicar lo mismo a personas que en un momento de su vida se equivocaron y luego cambiaron a mucho mejor, porque entonces anularíamos el poder de la reinserción y la legitimidad de la evolución-, alguine así  bajo ningún concepto debería conservar el acta oficial de lo que sea en cualquier institución. Lo mismo que militar en la ultraderecha o en una ultraizquierda igualmente criminal,  (llamemos criminales a las ideas que justifican la violencia, la agresión represora,  hasta la muerte de los seres humanos que se odian o se desperecian y por ello se  consideran enemigos y no compañeros de ruta, hermanos de especie y semejantes nuestros) 
Pero en España parece que profundizar en esas honduras de la conducta y sus repercusiones en las ideologías y sobre todo en la realidad política y gestora, resulta innecesario si lo más importante es el glamour y ser carne de noticia constantemente para ser considerado un "buen político" dignode votos y no de botarse fuera de responsabilidades que le superan con creces. Es como si de la vida pública solo se valorase la exhibición, la publicidad, los discursos manidos y vociferantes, la comedia mediática, los recursos materiales y se considerase válido sólo lo que nos suena a lo de siempre, lo chulesco y descarado, lo que grita sus derechos pero se olvida de sus deberes, lo que más acusa, insulta y ofende. Lo que calumnia y trama enredos para cargarse la fama y el honor de los enemigos aunque sea sin base real, todo en las trompetas en el fariseísmo de lo aparente, que es lo unico que cuenta para una sociedad dormida con la nana del cotilleo y los rumores sin base como "ciencia social". Poco cuenta que se hayan creado burbujas mortales para la economía, poco importa que se haya hecho una trama estatal de corrupción legalizada, poco importa la indecencia crónica con que se han esquilmado Cajas de Ahorros o fondos del estado, o que hayas metido a tu país en una guerra tan horrible como la de Irak, desoyendo la voz del pueblo que en masa se oponía a aquella barbaridad más propia de un megalómano descerebrado como Buhs y sus dos esbirros - Aznar y su compi inglés- que de grandes políticos inteligentes, y  que trajo la cola de un atentado como el de Atocha, que para colmo se endosa al Psoe acusándole nada menos que de una masacres in precedentes, más, si luego tu partido no sólo no te reprueba, sino que se enorgullece de ti, es que te imita...como es el caso de Aznar. Lo mismo vale para un  González del GAL y una corrupción nunca imaginada en un partido socialista como el español, con un palmarés histórico de cien años de horadez, liquidada en cuatro legislaturas que fueron una escala de descenso a los infiernos de la degradación en vez de una subida a la decencia de una democracia transparente. Un González que hubiese merecido la reprobación en bloque de su partido y la exigencia de devolver ese canet socialista que en sus manos es un golpe mortal para el propio socialismo. 

Nuestra penosa historia democrática nunca ha superado su propio cepo, sus propias trampas, su autoengaño, su autocomplacencia en comparación con "el pasado", ni su ceguera para descubrir el continente de la conciecia colectiva inteligente y el contenido de la ética como conditiones sine quae non para ser un estado de su tiempo y a la altura de los retos de ese mismo tiempo. 

En ese caldo de cultivo en realidad nunca hemos salido del todo  del imperio soterrado de la ultraderecha. Una derecha moderada y centrista pudiera haber sido el CDS de Suárez pero duró menos que una gominola en la puerta de una guardería. Fraga era un ultra disfrazado de cacique hiperactivo y lenguaraz, con muchísimos remangos de vendedor de sardinas y mejillones en el mercado de Santiago de Compostela. De traficante de ideas según sirviesen a sus planes a largo plazo, pasando de "la calle es mía" de ministro dictatorial, a figurar en las listas al Congreso como diputado de una democracia de lo más "in" (¿inadecuada, innovadora, increíble o impresentable?). Si había que inventarse una democracia en la que encajasen exministros de Franco, pues se inventaba y yastá. ¿Alguien se imagina, -de haber sobrevivido-, a Goebbels o a Goering como ministros de la República Federal Alemana o al conde Ciano de Mussolini, pasando por lider de un partido cristianodemócrata en la Italia de la posguerra mundial? Pues eso en España sí que fue y ha sido posible, porque el fascismo ganó la guerra y remodeló el relato de la historia a su conveniencia. Le dio la vuelta como a un calcetín. Eso significa que, aunque los "buenistas" ideológicos  no lo vean así, nada ha cambiado de verdad en el tejido profundo y en las raíces más hondas de la sociedad y es por eso por lo que en cuanto se rasca un poco, sale a la superficie el pelo de la dehesa que nunca se ha depilado con lasser, sólo con maquinilla de afeitar y ya se sabe que ese método hace que los pelos sean cada vez más fuertes y pinchen más. 
Escandalizarse a hora por la aparición descarada de una extrema derecha al runrún de los Casados y los Riveras, es, además de una una ingenuidad enternecedora, propio de una falta total de referencias políticas e históricas medianamente sanas y reales, en un pueblo que se acomoda a todo con tal de que nada le cambie sus cruces de los caídos, sus Cuelgamuros,  sus banderas, sus patrones y patronas en procesión, sus estupendos caciques de esos que hasta heredan los ayuntamientos y diputaciones de padres a hijos y a nietos y por eso tienen tiene todo el apoyo de los que saben elegir con la mishma shenshatez de shush anceshtrosh (los Fabra en Castellón son el prototipo) y sus reyes de baraja, de copas, espadas, bastos, pero  sobre todo... de oros, a los que admiran hasta los mendigos, que solo alucinan y se recuperan como seres humanos normales, cuando se les explica lo que significa cobrar el 0'9% del PIB  por el terrible sacrificio patrio de lucirse en actos públicos y llevárselo crudo a Suiza sin pagar impuestos, y calculando cuánta mendicidad podría desaparecer con ese porcentaje del PIB aplicado donde toca y no en zarzuelas interminables que salen por un ojo de la cara, sobre todo a ellos, a los más castigados ,olvidados y dejados a su suerte, a los que ahora la Comunidad de Madrid -que para nada se considera de extrema derecha, faltría más- pretentende exigir que si reciben limosnas no reciban ayuda social... y que se les descuenten los millones en negro del limosneo de la otra millonada que reciben en un estado tan maniroto y buenista. Pero esa gestión no la hace todavía la ultraderecha de Vox, la hace el pp, que, evidentemente nada tiene en común con esas movidas tan fachas, xd! Lo mismo que el saqueo de las viviendas sociales vendidas por el Ayuntamiento en manos de Ana Botella, a la empresa buitre en que estaba enchufado su hijo. Eso no lo ha hecho Vox...todavía...

Claro que no ha habido nunca hasta ahora un partido reconocidamente facha en España. No era necesario y además era la mejor forma de camuflar una realidad manifiesta, en otra realidad del apaño. Esa función la lleva asumiendo el pp desde que se fundó y a él se incorporaron los franquistas, los falangistas, los ultracatólicos de la Inquisición, los millonetis y banqueros, las huestes de Blas Piñar, los rajatablas que ven al demonio en el rojerío, en el divorcio, en los gays que no se callanni se casan con chicas decentes para que el plumero no se vea demasiado, en las mujeres que disienten del patriarcado, en los trabajadores que no se acomodan a la esclavitud neocon, en el laicismo, en la igualdad y en la Justicia cuando se quita la venda y usa la espada para dar cortes en la corrupción. De hecho, la fundación de Aznar no en vano se llama FAES (las cuatro primeras letras de FA-langeES-pañola)

Eran y son demasiados frentes de reivindicaciones sociales, están desbodados, por eso han decidido dar la batalla del multipartidismo, si al Psoe y a IU les ha salido un Podemos, la derecha no puede quedarse atrás, solo con el pp y c's, necesita su instrumento populista adecuado y nada mejor que esa VOX para cubrir expediente y sher lo que hay que sher como dioshmanda: una derecha a la derecha de todo, pero que se vea, que no esté camuflada de buenazas y palmeras cabreadas, que llegue a las urnas, a Europa y que diga ¡aquí estamos los eternos, los que nunca  abandonan el Valle que no se toca. ¡El Podemos de la derecha a la Tancredi! (que todo parezca que cambia para que todo siga igual, pero con más miedo y más poderío...por lo menos a la altura de Le Pen, que eso sí que mola mucho más que unos masteres miserables  en la RJC!)

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