jueves, 18 de octubre de 2018

Algunas pistas para no patinar demasiado a gusto del proveedor


Hoy quiero dedicar este día de lluvias benefactoras y abundantes a una reflexión que me parece muy necesaria en momentos tan cruciales a tantos niveles. Y voy a ello comenzando por hacer un poco de historia de la salud y de dos de sus protagonistas más notables desde el siglo XVIII hasta hoy.
Comenzaré por definir sus epecialidades médicas y unos mínimos datos biográficos que los sitúen en el escenario de la actualidad.
Los datos no me los he inventado ni me los han contado en ningún master de la URJC o de la Harvard University of Tomelloso, simplemente están tomados de la Enciclopedia Larousse.

Homeopatía:
Doctrina médica según la cual los síntomas de una enfermedad pueden tratarse por el empleo a dosis bajas, de elementos químicos naturales, que en las personaas sanas provocarían síntomas parecidos -por la ley de la similitud- a los de la enfermedad que se trata en el enfermo.
La Homeopatía fue estudiada, admitida y practicada por Hipócrates y experimentada y explicada por Hahnemann.

                              Resultado de imagen de imágenes de Hahnemann

Christian Fiedrich Hahnemann, médico alemán (Meissen, Sajonia, 1755-París, 1843) , considerado como el fundador de la medicina homeopática. De origen humilde, trabajó como traductor y así se pagó los estudios de Medicina en la Universidad de Erlangen donde consta su expediente desde 1779.  Insatisfecho con los sistemas médicos de su época y tras experimentar con las propiedades de la quina, comenzó a enunciar sus experiencias terapéuticas, basadas en dos principios fundamentales:

1- Las mismas causas que producen la enfermedad son capaces de curarla si el remedio que produce síntomas iguales se administra a dosis mínimas, estimulando las propias defensas naturales.
2- Los medicamentos para ser activos y efectivos han de aplicarse mediante la dilución  (procedimiento que consiste en agitar, durante un tiempo adecuado que determinará el grado de la dilución, mínimas porciones de las sustancias naturales usadas como remedios hasta disolverlos en agua y usando alcohol, lactosa, sacarosa o cualquier otro medio adecuado, como excipientes para aplicar el remedio al enfermo) Es un principio que evita el riesgo de cualquier patología derivada de una administración excesiva de fármacos (que a su vez bloquea la respuesta inmunológica del organismo enfermo).
Hahnemann nos dejó dos tratados por los que podemos conocer y estudiar de cerca la homeopatía, y que revolucionaron en su día el concepto de la medicina más elemental y agresiva desde hace más de dos siglos. Organon del arte de curar (1810) y Maestría médica esencial (1811-1821)

Paralelamente en Inglaterra tiene lugar otro vital descubrimiento terapéutico a cargo de otro doctor con métodos empíricos muy similares a los de Hahnemann: el Doctor Edward Jenner (Gloucestershire,1749-1823). Observemos las fechas y la similitud de la misma onda en territorios y circunstancias tan alejadas geográficamente, y que es un dato importantísimo para comprender los cables invisibles pero reales de la evolución del conocimiento y su praxis siempre a nivel tan humano como  próximo y alejado de especulaciones y egos diversos)

Toda la vida de Jenner como médico rural transcurrió, de un modo muy parecido a Hahnemann, en un ámbito campesino que le permitió realizar una serie de observaciones  que le llevaron a descubrir el sistema de vacunación que, igual que  la Hoemopatía, hemos heredado como un tesoro de eficacia y sabiduría práctica y simple, tipo navaja de Ockam en medio de las complicaciones clínicas que tan pocas veces resultan eficaces y curativas de verdad.
Jenner obsevó que los campesinos que se contagiaban de una enfermedad de las reses vacunas, llamada así, precisamente, "vacuna", ( en inglés cow-pox) , no efermaban jamás de una plaga infecciosa y fatal convertida en epidemia y llamada viruela (small-pox), por la que morían los pacientes como chinches y los supervivientes quedaban horriblemente marcados de por vida en sus cuerpos por las cicatrices que, además, deformaban sus rostros para siempre. Jenner observó y trabajó sobre ello entre 1778-1796, hasta que sus datos in situ culminaron con la experiencia de inocular linfa de un enfermo de viruela en un niño sano, al que posteriormente inoculó pus de una viruela humana sin que  el niño se contagiase por ello.
Publicó sus trabajos y conclusiones en Investigaciones acerca de las causas y efectos de las viruelas vacunas (1798)
La denominación Vacuna  -que es el nombre de una enfermedad de las reses-, se extendió poteriormente a todas las técnicas de inmunización clínica que ahora conocemos al respecto.  

                         Resultado de imagen de imágenes de Edward Jenner


Hasta aquí la información, que hasta ahora, al parecer, ningún medio dedicado a denigrar lo que está claro que desconocen,  ha publicado, para que al menos los lectores se enteren de donde viene cada cosa y tengan unas referencias con las que manejarse a la hora de llamar a cada cosa por su nombre y no acabar embaucados en una pozanguera de especulaciones y despropósitos sin más pies ni cabeza que el trompetazo del momento, la confusión y los chismes de prensa amarilla, que en España según vemos está batiendo el recórd por medio de  una especie de oligofrenia teledirigida histérico-mediática envasada al vacío.  

¿Qué puede haber pasado para que después de 228 años de eficacia probada en curación y eficiencia médica, de repente, y solo en España, ¡qué casualidad!, haya surgido una corriente antihomeopática tan brutal y descerebrada como no se recuerda otra desde que la dictadura gobernaba y controlaba los medios de comunicación y hacía de la propaganda de lo peor, la panacea de lo 'mejor'? ¿Qué ha podido pasar en nuestra sociedad - y repito, especialmente en España,- un perro verde francotirador contra la UE y la OMS-  para que de repente, en ambos sistemas paralelos en concepto médico y en plena simbiosis lógica, como son la Homeopatía y la Inmunoterapia de las vacunas, se separe lo que está unido indefectiblemente y mientras las vacunas se hacen obligatorias aun sin que haya epidemias e incluso inventándoselas, como en el caso horrible y destarifado  de la gripe A, a costa de limitar la libertad de elección del enfermo para vacunarse o no,como intentan hacer en las escuelas, aunque en realidad no haya nada que combatir y con el resultado de que la infancia de los niños vacunados se convierte en un auténtico desfile de enfermedades infantiles contagiosas que llevan a niños vacunados y a sus padres por la calle de la amargura.  Yo misma en casa tuve esa tremenda experiencia. Mis hijos mayores pagaron el pato de las vacunas hechas negocio y pasaron los inviernos de sus infancias hechos puré por constantes infecciones, de las que no se morían, pero que tampoco les daban tregua para llevar una infancia feliz y lejos de  medicinas, pinchazos, jarabes, dosis a horas intempestivas que les fastidiaban el descanso y el sueño...toses, mocos infinitos, dolores y malestares con febrícula, mientras en el cole las epidemias de cualquier cosa postvacuna, dejaban las aulas en cuadro y las consultas del pediatra y las farmacias a rebosar.
Hasta que me abrió los ojos una evidencia como las  de Jenner o Hahnemann: una de las niñas recién vacunada de la tosferina, tétanos y ya no me acuerdo qué otra cosa, se pilló una tosferina atroz que le duró casi dos meses, por supuesto sin ir al cole y pasándolas canutas entre ataques espantosos de tos desgarradora y vómitos consecutivos...La pediatra me dijo que a veces pasan esas cosas y si te toca, pues te fastidias...
Así que a partir de aqeul episodio no volví a  avacunar a nadie más. Todos comenzaron a mejorar y a estar libres de jamacucos; si pasaban un catarro al año era lo normal...por eso a los pequeños no los vacuné jamas de nada. Y no pasaron ni siquiera lo "normal" que pasaron los demás: sarampión, varicela, rubeola, paperas y demás historias que los y las vacunadas habían soportado en un verdadero calvario, ya que enferemaban en escala: uno tras otro y en ocasiones, casi todos a la vez.
Hasta el punto de que cuando una epidemia masiva vaciaba el aula de cualquiera de nuestros no vacunados, ellos eran los únicos de su clase que iban al cole y los debían colocar en otras clases... Así fue hasta que descubrí la homeopatía y ya, desde entonces, hasta los catarros normales servían para curarse en salud mediante las benditas diluciones del bendito Doctor Hahnemann ahora denostado por personajes indescriptibles, no por la verdadera ciencia médica y experimental que nunca dirá nada en contra de lo evidente: ni las plantas ni los animales ni los bebés tienen la más remota idea de lo que es el efecto placebo. Y la Homeopatía los cura además de aliviarles, sin secuelas ni más efecto secundario que la mejoría de todo el organismo, no sólo de una parte de él.

No sé cómo la peña se deja seducir por el negocio de la salud tan descarado como el hecho de que tras vacunarse de la supuesta nueva cepa gripal de la temporada (parece que a los virus los diseñasen cada otoño Versace, Dior o Paco Rabanne), los 'vacunandos' no levanten cabeza en todo el invierno, es verdad que no pillan la gripe de golpe, pero la van pasando por etapas y recidivas constantes que les hacen sufrir los mismos síntomas gripales por goteo y estar esclavos del consultorio y de la farmacia, mientras los laboratorios están que se salen en la bolsa de valores financieros.
Si el Doctor Jenner levantase la cabeza y viera en lo que la vacuidad del ignorante ha convertido su honesto trabajo de médico de verdad, se quedaría tan espantado como si el Doctor Hahnemann  viese lo que la ignorancia (involuntaria o consciente) propaga y especula  acerca de la Homeopatía, y con el desconocimiento cooperador de la propia Universidad, ya  invadida a mano armada por las huestes de una wikimedicina de mediocres vendida a plazos en  masteres inauditos y sin control alguno por parte de las autoridades académicas a cargo de cualquier "técnico" en la materia con título masterizado de pacotilla, a los que verdaderamente habría que sacudir y expulsar de la ciencia sin experiencia y sin conciencia, llena de teorías deficientes que quieren confundir con la ciencia experimental de la gran tradición galénica, como lo son la Homeopatía y la Inmunoterapia, de Hahnemann y de Jenner, respectivamente, a las que la humanidad debe una gran parte de su salud y de su evolución. Unos médicos extraordinarios, a la altura científica de Newton.

Ahora vienen las preguntas para pensar: 
¿Por qué en España se ha llegado a manipular desvergonzadamente los hallazgos de Jenner y a denostar procazmente la sabia, experta, práctica y humanizante Homepatía de Hahnemann, que en el resto del mundo goza de una credibilidad incuestionable y de un respeto científico connatural? ¿Podrían los mercaderes de la enfermedad y del desguace ético hacer esta repulsiva labor de demolición contra natura (nunca mejor dicho) y por ende contra los aspectos más evolucionados y sanos de la medicina y de la salud, si la base social estuviese despierta, lúcida y atenta a lo que le sucede a sí misma y descubriendo por qué le sucede? ¿Tenemos acaso una educación que nos enseñe a mirar en nuestro interior igual que miramos el exterior? ¿Sería la sanidad lo que ahora es si cada uno de nosotras estuviese adiestrada para reconocer la calidad no solo de sus alimentos, higiene y condicones de vida, sino también de sus pensamientos, emociones, disposición y conductas? ¿Está nuestra sociedad desarrollada lo suficiente como para discernir entre la verdad y el gato por liebre? ¿Cómmo exigir al estado lo que una misma no valora ni comprende ni conoce? 
Así hemos llegado al deterioro completo del medio ambiente, al abandono de los pueblos, de la vida sencilla y rural que nos conecta con lo mejor y más noble de la esencia humana, donde, por cierto, los médicos de cabecera como Hahnemann y Jenner pudieron hacer sus mejores estudios experimentales descubriendo las terapias más eficaces, limpias, sencillas y económicamente sostenibles, que por desgracia ahora están siendo enterradas por el dinero, en el caso de Jenner, y por el desprecio y la marginación inexplicables en el caso de Hahnemann; y sobre todo en España, un verdadero corral de vacas locas sometidas a lo peor de sí mismas por una tradición impolítica devastadora y a(snal)fabeta que los mismos poderes políticos implementan encantados de ser los tuertos en el país de los ciegos por inducción. ¿Qué clase de ética, de derechos y garantías, puede exigir un pueblo dormido sobre sus propios desperdicios? Un pueblo así está a la altura de la Francia de Luis XIV, donde además de un rey y su clan  familiar y cacique, hay unas castas adheridas al sistem in falliure, que no quieren soltar el chollo por nada del mundo y que harán lo imposible por seguir convenciendo a "la masas" de que, según los elegidos, l'état c'est nous

Reclamemos lo que necesitamos, pero recordando al mismo tiempo que nadie nos va a dar los recursos personales que nosotros no desarrollemos por nuestra cuenta, como es nuestra conciencia individual para que pueda ser al mismo tiempo conciencia colectiva. Nuestra mirada, nuestra responsabilidad, nuestra visión de las cosas. Es preciso crecer tanto por dentro como por fuera si no queremos ser sacos de patatas sin patatas. 

No te resignes. No te conformes con los cuentos a domicilio de la tv y de las redes. No te recortes desde dentro porque acabarán recortándote desde fuera antes de que te des cuenta. Remueve los cimientos de lo que crees que sabes mejor que nadie y haz arqueología en tus costumbres, en tus ritos, en lo que consideras "intocable", "sagrado" y a salvo de todo. No te engañes ni pongas paños calientes donde hay que asumir la verdad más cruda antes de que se te caiga encima sin que nada lo pueda impedir. Trabaja el lenguaje que empleas. Busca la etimología de las palabras que manejas habitualmente y con las que te manejan sin que te enteres cada vez que le das al boton de encendido televisivo o del mano a distancia. Rasca en la ciencia. En los relatos  de las noticias para ver lo que las mueve desde el trasfondo mientras las comparas con esa realidad que palpas y descubre, distingue lo que es real de lo que solo es una burbuja de alienación en la que -como en la historia de Momo, aquel cuento aparentemente infantil de Michael Ende-, todos los mercaderes de la nada, vestidos de gris en el mismo almacén de la avaricia mediocre, se fuman tu tiempo y tu energía, mientras el humo contaminante y contaminado de su fumata hace el mundo irrespirable en todos los sentidos.

¡Y buen viaje al teritorio inexplorado de tu propio interior! A la fuente de la  que manas, al océano del que eres una gota única mientras no te separes del gran todo que te hace posible.

Hay que ver lo que da de sí la Homeopatía...¿verdad? Pues esto es solo el aperitivo...






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