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Otras cosas que jamás hará la Homeopatía ni la Medicina Tradicional es diagnosticar falsos casos de cáncer para que al "curarse" aplicando los agresivos tratamientos acostumbrados, altamente mortales y muy pocas veces efectivos, den credibilidad y estadística suficiente para seguir percibiendo fondos públicos en investigaciones sin resultados positivos en los casos de cáncer reales. En realidad, según refieren los médicos denunciantes, las campañas de "prevención" y detección precoz del cáncer se utilizan como anzuelo para cazar incautos con los que experimentar y justificar las aportaciones públicas y privadas para descubrir la panacea contra una enfermedad que a la vez es un chollo para los monstruitos "cuidadores" y explotadores de la granjas humanas, que son los hospitales y tener controlado el material de experimentación. Esto es una denuncia que se ha hecho y publicado varias veces en USA por parte de médicos decentes, espantados por las recomendaciones de otros profesionales de la Medicina que les animan a usar esos métodos para fingir una eficacia y unas garantías de curación que en realidad no pueden existir salvo en el caso de que el padecimiento no sea cáncer de verdad, sino tumoraciones inofensivas que se extirpan sin consecuencias posteriores como las metástasis, y sobre las que se aplica quimio y radioterapia absolutamente innecesarias, para simular unos buenos resultados que son un fraude, porque no hay enfermedad que curar, por eso los buenos resultados de la "curación" están garantizados antes del tratamiento.
Lo que no está garantizado es que los falsos enfermos no sean carne de cañón y puedan salir indemnes de tales agresiones inauditas e indemostrables una vez "extirpado" el cáncer que nunca existió en la Medicina verdadera, ésa cada vez más rara decencia galénica que jamás convertiría a los pacientes en carne de negocio sucio e inhumano.
Más info:
Claro, que esto no es una pseudociencia, es un crimen muy científico y benéfico, con mucho conocimiento de causa, muy bien estudiado, diseñado y rematado por un sistema infalible que cumple todos los protocolos hospitalarios al pie de la letra, habidos y por haber.
Es fácil adivinar su sufrimiento. Cuando una persona es diagnosticada de cáncer, sabe que se enfrenta a una enfermedad que carga con el estigma de ser una de las principales causas de mortalidad del mundo.
Lea también: La dificultad de volver al colegio tras la quimioterapia
Lo otro es someterse a un tratamiento agotador con numerosos efectos secundarios.
Bien, pues al menos 553 personas se sometieron a ese doble sufrimiento sin padecer la enfermedad, según consta en la querella criminal presentada por el FBI contra Fata.
La fiscalía pide para él 175 años de cárcel, aunque sus abogados quieren que esta cifra se rebaje hasta 25.
Lea también: La quimioterapia en el embarazo no daña al feto
Durante la vista oral dedicada las víctimas, que se celebró esta semana, Fata se hallaba sentado a tres metros de ellas.
Impertérrito, escuchaba de su propia voz el relato de sus padecimientos.
"Estoy furiosa", relata Mónica Flagg a la cadena CBS. "No puedo creer que un médico haya traicionado de esa forma a tanta gente. No puedo creer lo que hizo".
El FBI sostiene que el doctor Fata no sólo diagnosticó y trató falsos casos de cáncer, sino que suministraba caros y agresivos tratamientos a pacientes que estaban en las últimas fases de la enfermedad y no tenían posibilidades de sobrevivir.
"Farid Fata, te odio", dijo Laura Stedfeld elevando la voz hacia el médico. "Eres repugnante. Eres un monstruo... Evidentemente, eres un cobarde ya que ni puedes mirarme. Envenenaste, torturaste y mataste a mi papá".
Algunos de los expertos que declararon ante el juez Paul D. Borman, del tribunal de Detroit, describieron que el doctor Fata suministró una sustancia llamada rituximab que se aplica un máximo de ocho veces en linfomas agresivos.
Fata se lo administró a un paciente hasta 94 veces.
Pero, ¿cuáles eran las motivaciones de Farid fata, al que algunos llaman ya el ‘Doctor Muerte’?
Evidentemente, económicas, según consta en la denuncia de la acusación.
Entre 2007 y 2013, Fata presentó facturas de US$225.000.000 a Medicare, el sistema de seguro de salud estatal de Estados Unidos.
Este entramado fraudulento lo distribuía bajo el paraguas de la sociedad Michigan Hematology Oncology, que disponía de siete clínicas en el Estado de Michigan.
Pero esta medicación es agresiva y no sólo afecta las células enfermas, sino también a las sanas, por lo que puede causar otros problemas de salud y puede hacer enfermar a personas sin dolencias si recibiesen este tratamiento, como fue el caso de las víctimas del doctor Farid Fata.
Estos efectos secundarios afectan de distinta manera a cada persona, depende de su sensibilidad y estado de salud.
Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, las células normales con mayores probabilidades de ser dañadas por la quimioterapia son las células productoras de sangre en la médula ósea, así como las células de la boca, del tracto digestivo, del sistema reproductor y los folículos del cabello.
Algunos medicamentos de quimioterapia pueden dañar las células del corazón, los riñones, la vejiga, los pulmones y el sistema nervioso.
Otros tipos de quimioterapia causan efectos secundarios de largo plazo, como afecciones del corazón o daños a nervios, así como problemas de fertilidad.
Según la organización estadounidense, la mayoría de estos efectos desaparecen lentamente tras terminar el tratamiento.
Pero también, advierte, "algunas veces los efectos secundarios pueden durar toda la vida".
Tal es el caso "cuando la quimioterapia causa daño a largo plazo al corazón, los pulmones o los órganos reproductores".
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¿Pueden costearse los pobres el tratamiento del cáncer según la medicina actual, basada solo en gastos y tratamientos tan caros como demoledores, con los que las únicas beneficiadas son las empresas que fabrican los tóxicos incapaces de curar de verdad el cáncer, en el caso de que sea un cáncer de verdad y no el timo de la estampita?
En España se diagnostican más de 245.000 nuevos cánceres al año. La sanidad pública realiza el tratamiento sin copago adicional. Sin embargo, los pacientes tienen que hacer frente a una batería de gastos adicionales que,
sumados a la reducción de ingresos derivados de la baja laboral,
suponen un reto y una dificultad añadida para las familias con menores
recursos.
El cáncer es una de las primeras causas de fallecimiento en todo el mundo. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que muchas de esas muertes se pueden evitar. Según sus datos, entre el 30 y el 50% de los cánceres se pueden prevenir con hábitos saludables –como evitar el tabaco y reducir la ingesta de alcohol–, o adoptando medidas de salud pública de inmunización contra las infecciones que los causan. El resto se alivia con cuidados paliativos adecuados.
El número total de nuevos casos de cáncer en España en 2015 fue de 247.771 (148.827 en varones y 98.944 en mujeres), según cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Los tratamientos específicos para combatir la enfermedad son subvencionados al 100% ya que no se aplica copago sanitario a los enfermos. Sin embargo, los pacientes deben hacer frente a otros gastos derivados que la Seguridad Social no contempla.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) calcula que solo sufragar las recomendaciones médicas indispensables para esta enfermedad le supone al bolsillo del paciente unos 450 euros de media para ocho meses de tratamiento, una cifra que afecta especialmente a los pacientes con riesgo de pobreza.
Desde hace unos años se ha acuñado un término específico para describir los problemas económicos que surgen a raíz del diagnóstico oncológico: 'toxicidad económica del cáncer'. Este concepto se refiere a las consecuencias económicas y las dificultades laborales de los pacientes que sufren esta enfermedad. Aunque la idea cobra especial significado en Estados Unidos, de donde procede, no deja de ser aplicable también a los enfermos de cáncer en otros países, incluido España.
Algunas de las afectaciones secundarias más comunes del tratamiento que necesitan una medicación y que no están cubiertas por la Seguridad Social son el estreñimiento, la sequedad de las mucosas y las úlceras o las heridas intestinales. Hay síntomas tan severos que impiden realizar tareas domésticas y obligan en algunos casos a contratar ayuda externa para el cuidado de la casa o de los hijos.
Según cuenta a Sinc Manuel Mejías, médico de familia, psicoterapeuta, y miembro de la Sociedad de Españoles de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), “existen numerosos casos de familias que, sobre todo si el cónyuge enfermo es quien aportaba los ingresos principales, ven afectado su presupuesto en unos 2.000 y 3.000 euros, entre lo que se gasta y lo que se deja de ganar”.
A medida que se alarga el tratamiento, las incomodidades se incrementan y, además del deseo de recuperación, se hace necesario buscar un mayor confort. “A veces los medicamentos que van con receta no son los que mejor funcionan y sí aquellos de otras marcas o que están fuera de la cartera de la Seguridad Social. En mi caso, necesitaba un protector de estómago realmente fuerte porque el normal, con la pericarditis y tomando tres dosis de ibuprofeno al día durante semanas, no me hacía nada. Costaba unos 25 euros y con receta no bajaba de 10. También se ve claro con las pastillas para dormir, hay medicamentos muy baratos como el Orfidal, pero elegir otras opciones menos agresivas, como la melatonina, cuesta alrededor de 23 euros la caja”, detalla Murillo.
Paralelamente, los médicos también recomiendan una lista de cuidados imprescindibles durante todo el tratamiento, como utilizar protectores solares totales, que cuestan de media unos 20 euros; jabones y cremas para el cuerpo y las manos sin parabenos ni perfumes, sensiblemente más caros que los de marca blanca del supermercado. Y hay otros complementos menos necesarios pero igual de cotidianos, como el maquillaje, que también deben cumplir las mismas reglas.
En las localidades pequeñas, el problema se agrava. Algunos tratamientos de oncología solo se realizan en capitales o grandes urbes, lo que implica recorrer muchos más kilómetros por carretera con el consecuente aumento del gasto. En ocasiones, cuando la distancia es inasumible para ir y volver el mismo día, el afectado debe costearse un alojamiento y las dietas para él y sus posibles acompañantes.
Estas situaciones son más comunes de lo que parece y significan un aumento alarmante del gasto al que la Seguridad Social da pocas soluciones. En la mayoría de ocasiones, exceptuando algunas comunidades autónomas, son las asociaciones de pacientes las que ceden alojamientos y medios para dar una cobertura básica a enfermos y familiares, con o sin subvenciones públicas.
Por ejemplo, “en Andalucía los tratamientos más complejos solo se realizan en Sevilla. Además de los desplazamientos, esto implica que otro miembro de la familia también deja de trabajar, por ejemplo para cuidar a los niños, con lo que los ingresos, en los casos más dramáticos, son prácticamente nulos”, se lamenta Mejías.
La AECC calcula que el gasto mensual en salud de una familia que vive en un medio rural y con ingresos inferiores a 18.000 euros anuales se incrementa en un 16% al tratar un cáncer de mama. El 76% del gasto se debe al transporte para acudir a tratamiento, y, como asegura Mejías, “aunque menos cuantificable, este aumento de la precariedad, conlleva un explicable desgaste psicológico”.
Para el dietista-nutricionista Juan Revenga lo más importante es comer productos frescos y eliminar de la cesta de la compra las carnes rojas otros alimentos procesados, incluidos cualquier tipo de comida basura y de refrescos azucarados.
Una recomendación tan simple como esta representa un cambio de costumbres en muchos hogares y, sobretodo, un leve encarecimiento de la cesta de la compra. Acceder a productos frescos y de calidad a veces va reñido con el ahorro económico, sobre todo en las grandes ciudades. Además, en casos puntuales se recomiendan complementos vitamínicos o proteicos que no cubre el sistema público, según Martín.
Por otro lado, existen gastos en cosmética y accesorios de belleza, como las pelucas o pañuelos, a los que gran parte de los afectados no quieren renunciar. “A medida que iba recibiendo la sesiones de quimioterapia, las necesidades aumentaban, desde algo tan simple y lujoso como poner la calefacción durante todo el invierno porque te sientes débil, hasta la compra de un peluca o de los accesorios de belleza que, por falta de tiempo y de conocimiento, se suelen adquirir a toda prisa sin conocer cuáles son las alternativas”, cuenta Murillo.
Uno de los costes más elevados es el de la peluca. Aunque no solo las mujeres se plantean usar una, sí que son la mayoría. “El precio varía en función de los materiales y la longitud de la melena, pero la horquilla está entre los 280 euros y los 360 euros para las pelucas sintéticas y entre los 600 euros y los 1.500 euros para las pelucas de cabello natural”, explica a Sinc Adi Monje, de Pelucas Monje.
Por otro lado, según este experto, son muchos de los afectados por el cáncer que buscan turbantes y gorros naturales para combatir el frío y el calor a partes iguales. “Los turbantes tienen un precio mucho más asequible. Los realizados con materiales aislantes naturales como el bambú cuestan alrededor de 15 euros”, añade.
Rosana Martín cuenta a Sinc que la economía de los pacientes “se ve afectada en primer lugar por el tiempo perdido durante el tratamiento, que puede alargarse hasta año y medio en algunos casos”. En este periodo es muy difícil ajustar la economía familiar, porque la baja médica significa una reducción considerable de los ingresos de hasta el 40% del día 4 al 20 y de un 25% hasta el día 575 de baja por enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que el total del gasto en cáncer en 2010 fue de 1,16 billones dólares (unos 962.000 millones de euros). Estas son las cifras oficiales. El gasto invisible de los pacientes de cáncer –con 14 millones de nuevos casos en el mundo en 2012 y una previsión de aumento del 70% en las próximas dos décadas– va por otro lado.
Otro de los cambios más polémicos fue el régimen de desplazamientos no urgentes de los pacientes que formalizó el copago y dejó a las administraciones de cada comunidad autónoma que regulara los importes.
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Ante este desastroso y absurdo panorama ¿no sería más adecuado que el control lo ejerciera el Ministerio de Sanidad sobre los diagnósticos y la moral deontológica profesional de los médicos y hospitales, más que sobre los enfermos, a los que su médico de cabecera debería informar honestamente y con toda claridad, acerca de la enfermedad y las posibilidades y variedad de tratamientos menos agresivos, de la relación entre calidad de vida y curación, de mente sana en cuerpo sano, de forma que el paciente pueda elegir como quiere vivir su terapia, probando diversas posibilidades, según su estado y su forma de vivir la enfermedad? ¿Cómo es posible que cada vez se gaste más dinero en combatir un mal que no se cura y que aumenta sus diagnósticos exponencialmente de una forma desorbitada, cuantos más medios se le dedican?
Está cada día más claro que no se tiene ni idea de su origen ni de su curación, porque no interesa de verdad averiguarlo, no se está trabajando en la línea adecuada, que no es los palos de ciego, sino el camino de la inmunoterapia y en paralelo del cambio de paradigmas mentales, sociales y vitales. Aún no se ha comprendido que el cáncer lo crea la anomalía con que se afronta una vida sin más sentido que consumir, poseer y temer la pérdida del consumo y de la posesión. El cáncer no es solo una enfermedad física, tiene raíces más profundas, que hasta se heredan cuando no se solucionan en vida.
Todo lo que hacemos tiene consecuencias, también lo que pensamos y sentimos, también lo que asimilamos culturalmente, mediáticamente, artísticamente, religiosamente. ¿Cómo no va a generar cánceres in crescendo una sociedad en la que sólo es noticia lo peor, lo más dañino, lo más insano, lo más corrupto, lo más cruel y lo más escandaloso, por malo especialmente? ¿Os habéis fijado en los contenidos de las pelis y las series? O son idioteces o son maldades revestidas de intriga y de "arte". No hay debates, solo peleas de gallos histéricos. No hay ideas, solo escopetazos. Y cuando se presenta una propuesta como la de IU, hoy en el Parlamento, para frenar la barbarie ultra, son los propios ultras los que la impiden con la abstención del resto. Pues todo ese bagaje, todas las cloacas, toda la mierda y su contaminación nacida del egoísmo irresponsable, es la causa última de todos los cánceres, es un fenómeno holográfico: el ser humano se comporta como un cáncer con las demás especies y con la Naturaleza, por eso genera en sí mismo lo que está generando en su entorno.
Somos Amor, Empatía, Inteligencia y Compasión. Y olvidarlo sale carísimo, porque es el propio exterminio que ejerce la evolución sobre lo que no sabe o no quiere adaptarse a ella. Hay un principio de selección natural hasta en las células. Una inteligencia vital, que cuando no se escucha y no se atiende se vuelve en contra de sus manipuladores sin que se pueda detener el proceso. Y como somos el mismo tejido nadie está libre de nada. Sólo puede ayudarnos a salir de la fosa séptica, nuestra conciencia una vez despierta y asumiendo la colectividad que compartimos, nos guste o no.
Nos engañamos desde el principio. Los dioses nunca existieron. Fuimos visitados por otras especies, culturas y tecnologías que recogen los grabados, imágenes , libros "sagrados" y relatos de todas las tradiciones. Nosotros identificamos a aquellos elementos como dioses al verles llegar en naves dese las alturas o en "carros de fuego" como los describe la Biblia, que abducían a los que les interesaba como por ejemplo Enoc y decían telepáticamente a los profetas y reyes (qué casualidad) quienes eran los enemigos o los aliados, qué debían creer o rechazar,, pero ahí se quedó la cosa; autonomía y responsabilidad personal y colectiva, cero. El miedo y el poder se alinearon a favor de "los misterios" y las opacidades, sin embargo en la sabiduría de nuestra materia y de nuestra energía ha ido despertando desde los inicios de las civilizaciones, esa conciencia que es la puerta de nuestra comunicación con lo que somos, con lo que nos mueve, nos ilumina y nos cura de la peor enfermedad: nuestro ego empoderado de la miseria más cutre, de modo que abandonados en sus garras se acaba convertidos en un cáncer global. Pero, no hay que temer ni perder la esperanza jamás, sino cambiar y actuar para que ese estado de depredación tóxica aparentemente incontenible, vaya desapareciendo en la medida de nuestra transformación. No de nuestros rezos ni latigazos ni plegarias a la nada. Dios somos nosotros y no lo sabemos, por eso en plan destarifo somos capaces de ser lo peor, lo más enfermo, lo más negativo y torpe, pero en plan regenerado somos capaces de lo más hermoso, sano y divinamente humano. Sin sustancia espiritual que es la conexión del whifi cósmico, como combustible eso no es posible jamás. Ahí radica la capacidad de comprender, de asumir, de ponerse en marcha con una dirección y un objetivo claro, que primero hay que desear y descubrir dentro de nosotros, no dentro de un programa informático, aunque luego la tecnología nos facilite la instrumentalidad y el compartir ideas e inspiración.
¿Por qué pensáis que Jesús de Nazaret lo primero que hacía al llegar a un lugar era sanar enfermos o resucitar muertos como Thalita o Lázaro? No lo hacía por chulear de poderes, sino para mostrarnos lo que podemos llegar a hacer cuando de verdad somos nosotros, incluídos los enfermos y hasta los muertos que aun no se han podrido, y no las ficciones que nos han contado.
Respecto a esa pugna entre medicinas auténticas y falsas, hay un episodio genial en el evangelio:
En pleno rechazo hacia Jesús por parte de los poderes políticos y religiosos, escandalizados por su mensaje y por la impertinencia desconcertante de sus milagros, se produjo la curación de un mendigo ciego de nacimiento, que pedía limosna en la calle, cerca del templo, donde seguramente los sacerdotes y el público abducido estaban adorando a Diego Valor, Dark Vader, o a algún gerifalte jedi confundido con su dios vengador y castigador de todo lo que le contradice sus fijaciones.
Al pasar Jesús por su lado le vio tan abandonado y pobre que le sanó la ceguera, ya que no disponía de dineros para socorrer su miseria material. Y una vez hecho el trabajo, se largó sin más explicaciones. El exciego se quedó flipando ante lo que era el mundo, el movimiento, los colores, los rostros, las calles, la danza de la vida... por primera vez en su existencia, se sentía completo y capaz de vivir por sí mismo. No tenía ni idea de quien habría sido su benefactor y entonces al hacerse vox populi el prodigio, los curas del templo le llamaron para interrogarle porque ellos estaban convencidos de que Jesús era un cuentista que iba de guay con la pretensión de que lo nombrasen mesías y eso. Le interrogaron acerca de la identidad del sujeto sanador. Le preguntaron si él creía que aquel mago de pacotilla era el hijo de dios porque seguramente lo había engañado y embaucado con su doctrina herética. Pero el exciego se encogió de hombros y les respondió que no tenía ni idea de quien era aquel hombre, ni de cual sería su profesión ni sus intenciones, ni de quien sería el hijo, él solo sabía una cosa cierta: "que yo nací ciego y ahora veo".
Pues ésa es la actitud, fratelli e sorelle. Menos mandangas y más hechos reales. Menos abstracciones y más verificaciones. ¿Qué medicina te cura y te devuelve la salud en los tres aspectos básicos, físico, emocional y mental? Averígualo personalmente y ya nadie te podrá convencer de nada que tú no hayas comprobado primero. Ésa es tu libertad y tu seguridad. Y en ella residen tu fuerza y tu esperanza. La fe ya no es precisa cuando se ha tocado y experimentado la autenticidad de lo creíble o no. La fe significa por definición creer en lo que no se ve, o sea, algo propio de ciegos. Cuando puedes ver y palpar, ya no hace falta esa virtud tan peligrosa que puede acabar en secta y en banderismo psićopata.
Dejemos la fe para los especuladores de la astronáutica religiosa. La vida es algo mucho más grande que Cabo Kennedy o las plataformas espaciales del ministro de Cultura o la Capiilla Sixtina con todos sus frescos en la nevera por los siglos de los siglos y Anem! (en catalán y valenciano es la primera persona del plural del presente indicativo del verbo anar=ir) Que es mucho más sustancioso que decir Amén, aprovechando las mismas letras con distinta distribución. Sobre todo porque no tiene sentido que algo se cumpla y se haga si uno no se mueve. Así que, superemos supremacismos y aprovechemos la riqueza lingüística de este crisol de culturas y lenguas que nos empeñamos en reducir a una pésima versión de Gigantes y Cabezudos, y diguem Anem, companys i companyes,! os lo dice una valenciana de adopción y manchega de nacimiento, como Don Quijote, Dulcinea, Sancho Panza y Sansón Carrasco y además ,extremeña, catalana y andaluza para rematar las raíces y la fiestuki de la diversidad.
Lo que no está garantizado es que los falsos enfermos no sean carne de cañón y puedan salir indemnes de tales agresiones inauditas e indemostrables una vez "extirpado" el cáncer que nunca existió en la Medicina verdadera, ésa cada vez más rara decencia galénica que jamás convertiría a los pacientes en carne de negocio sucio e inhumano.
Más info:
Claro, que esto no es una pseudociencia, es un crimen muy científico y benéfico, con mucho conocimiento de causa, muy bien estudiado, diseñado y rematado por un sistema infalible que cumple todos los protocolos hospitalarios al pie de la letra, habidos y por haber.
Estados Unidos: el médico que destrozó con quimioterapia la vida de cientos de pacientes que no tenían cáncer
Redacción
BBC Mundo
- 9 julio 2015
Esta semana decenas
de personas comparecían ante un tribunal de Estados Unidos para
declarar contra el doctor Farid Fata. Llegaban temblorosas, apoyadas en
bastones, algunos con las articulaciones vendadas, y casi todas
exhaustas por el desgaste físico y psicológico propio de años de
quimioterapia.
Allí revelaron una verdad terrorífica: su oncólogo les había mentido, nunca tuvieron cáncer.Es fácil adivinar su sufrimiento. Cuando una persona es diagnosticada de cáncer, sabe que se enfrenta a una enfermedad que carga con el estigma de ser una de las principales causas de mortalidad del mundo.
Lea también: La dificultad de volver al colegio tras la quimioterapia
Lo otro es someterse a un tratamiento agotador con numerosos efectos secundarios.
Bien, pues al menos 553 personas se sometieron a ese doble sufrimiento sin padecer la enfermedad, según consta en la querella criminal presentada por el FBI contra Fata.
La fiscalía pide para él 175 años de cárcel, aunque sus abogados quieren que esta cifra se rebaje hasta 25.
Lea también: La quimioterapia en el embarazo no daña al feto
Durante la vista oral dedicada las víctimas, que se celebró esta semana, Fata se hallaba sentado a tres metros de ellas.
Impertérrito, escuchaba de su propia voz el relato de sus padecimientos.
"Eres un monstruo"
"Aunque no estoy muerta, soy una sombra de lo que era… Hay días en que no puedo ni permanecer en pie", dijo Maggie Dorsey, una de las afectadas."Estoy furiosa", relata Mónica Flagg a la cadena CBS. "No puedo creer que un médico haya traicionado de esa forma a tanta gente. No puedo creer lo que hizo".
El FBI sostiene que el doctor Fata no sólo diagnosticó y trató falsos casos de cáncer, sino que suministraba caros y agresivos tratamientos a pacientes que estaban en las últimas fases de la enfermedad y no tenían posibilidades de sobrevivir.
"Farid Fata, te odio", dijo Laura Stedfeld elevando la voz hacia el médico. "Eres repugnante. Eres un monstruo... Evidentemente, eres un cobarde ya que ni puedes mirarme. Envenenaste, torturaste y mataste a mi papá".
Algunos de los expertos que declararon ante el juez Paul D. Borman, del tribunal de Detroit, describieron que el doctor Fata suministró una sustancia llamada rituximab que se aplica un máximo de ocho veces en linfomas agresivos.
Fata se lo administró a un paciente hasta 94 veces.
Pero, ¿cuáles eran las motivaciones de Farid fata, al que algunos llaman ya el ‘Doctor Muerte’?
Evidentemente, económicas, según consta en la denuncia de la acusación.
Entre 2007 y 2013, Fata presentó facturas de US$225.000.000 a Medicare, el sistema de seguro de salud estatal de Estados Unidos.
Este entramado fraudulento lo distribuía bajo el paraguas de la sociedad Michigan Hematology Oncology, que disponía de siete clínicas en el Estado de Michigan.
¿Qué daños produce la quimioterapia a las personas sanas?
La quimioterapia es un tratamiento que permite destruir las células cancerosas que han hecho metástasis o se han propagado por el cuerpo. Se suministra en distinto ciclos de tiempo que van de días a meses.Pero esta medicación es agresiva y no sólo afecta las células enfermas, sino también a las sanas, por lo que puede causar otros problemas de salud y puede hacer enfermar a personas sin dolencias si recibiesen este tratamiento, como fue el caso de las víctimas del doctor Farid Fata.
Estos efectos secundarios afectan de distinta manera a cada persona, depende de su sensibilidad y estado de salud.
Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, las células normales con mayores probabilidades de ser dañadas por la quimioterapia son las células productoras de sangre en la médula ósea, así como las células de la boca, del tracto digestivo, del sistema reproductor y los folículos del cabello.
Algunos medicamentos de quimioterapia pueden dañar las células del corazón, los riñones, la vejiga, los pulmones y el sistema nervioso.
Otros tipos de quimioterapia causan efectos secundarios de largo plazo, como afecciones del corazón o daños a nervios, así como problemas de fertilidad.
Según la organización estadounidense, la mayoría de estos efectos desaparecen lentamente tras terminar el tratamiento.
Pero también, advierte, "algunas veces los efectos secundarios pueden durar toda la vida".
Tal es el caso "cuando la quimioterapia causa daño a largo plazo al corazón, los pulmones o los órganos reproductores".
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¿Pueden costearse los pobres el tratamiento del cáncer según la medicina actual, basada solo en gastos y tratamientos tan caros como demoledores, con los que las únicas beneficiadas son las empresas que fabrican los tóxicos incapaces de curar de verdad el cáncer, en el caso de que sea un cáncer de verdad y no el timo de la estampita?
¿Cuánto cuesta un cáncer?
- En España se diagnostican más de 245.000 nuevos cánceres al año
- La sanidad pública realiza el tratamiento sin copago adicional
- Pero los pacientes han de afrontar una batería de gastos adicionales
|
Por
BEATRIZ DE VERA (SINC)
El cáncer es una de las primeras causas de fallecimiento en todo el mundo. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que muchas de esas muertes se pueden evitar. Según sus datos, entre el 30 y el 50% de los cánceres se pueden prevenir con hábitos saludables –como evitar el tabaco y reducir la ingesta de alcohol–, o adoptando medidas de salud pública de inmunización contra las infecciones que los causan. El resto se alivia con cuidados paliativos adecuados.
El número total de nuevos casos de cáncer en España en 2015 fue de 247.771 (148.827 en varones y 98.944 en mujeres), según cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Los tratamientos específicos para combatir la enfermedad son subvencionados al 100% ya que no se aplica copago sanitario a los enfermos. Sin embargo, los pacientes deben hacer frente a otros gastos derivados que la Seguridad Social no contempla.
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) calcula que solo sufragar las recomendaciones médicas indispensables para esta enfermedad le supone al bolsillo del paciente unos 450 euros de media para ocho meses de tratamiento, una cifra que afecta especialmente a los pacientes con riesgo de pobreza.
Desde hace unos años se ha acuñado un término específico para describir los problemas económicos que surgen a raíz del diagnóstico oncológico: 'toxicidad económica del cáncer'. Este concepto se refiere a las consecuencias económicas y las dificultades laborales de los pacientes que sufren esta enfermedad. Aunque la idea cobra especial significado en Estados Unidos, de donde procede, no deja de ser aplicable también a los enfermos de cáncer en otros países, incluido España.
Una lista de cuidados sin cubrir
Victoria Murillo (nombre ficticio), una residente en Madrid de 30 años que ha vencido recientemente un cáncer de mama, opina que existe una desprotección social hacia los enfermos. Durante el tratamiento, Victoria tuvo que afrontar los gastos de otras enfermedades menores que desarrolló a consecuencia del cáncer: “La quimioterapia y la radioterapia te debilitan, por lo que puedes desarrollar catarros, problemas digestivos y de piel, en el mejor de los casos. Al final, resultan en una suma de gastos imprevistos que no están subvencionados”, relata a Sinc.Algunas de las afectaciones secundarias más comunes del tratamiento que necesitan una medicación y que no están cubiertas por la Seguridad Social son el estreñimiento, la sequedad de las mucosas y las úlceras o las heridas intestinales. Hay síntomas tan severos que impiden realizar tareas domésticas y obligan en algunos casos a contratar ayuda externa para el cuidado de la casa o de los hijos.
Según cuenta a Sinc Manuel Mejías, médico de familia, psicoterapeuta, y miembro de la Sociedad de Españoles de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), “existen numerosos casos de familias que, sobre todo si el cónyuge enfermo es quien aportaba los ingresos principales, ven afectado su presupuesto en unos 2.000 y 3.000 euros, entre lo que se gasta y lo que se deja de ganar”.
A medida que se alarga el tratamiento, las incomodidades se incrementan y, además del deseo de recuperación, se hace necesario buscar un mayor confort. “A veces los medicamentos que van con receta no son los que mejor funcionan y sí aquellos de otras marcas o que están fuera de la cartera de la Seguridad Social. En mi caso, necesitaba un protector de estómago realmente fuerte porque el normal, con la pericarditis y tomando tres dosis de ibuprofeno al día durante semanas, no me hacía nada. Costaba unos 25 euros y con receta no bajaba de 10. También se ve claro con las pastillas para dormir, hay medicamentos muy baratos como el Orfidal, pero elegir otras opciones menos agresivas, como la melatonina, cuesta alrededor de 23 euros la caja”, detalla Murillo.
Paralelamente, los médicos también recomiendan una lista de cuidados imprescindibles durante todo el tratamiento, como utilizar protectores solares totales, que cuestan de media unos 20 euros; jabones y cremas para el cuerpo y las manos sin parabenos ni perfumes, sensiblemente más caros que los de marca blanca del supermercado. Y hay otros complementos menos necesarios pero igual de cotidianos, como el maquillaje, que también deben cumplir las mismas reglas.
Desplazamientos obligados
Para un enfermo de cáncer son obligatorios los viajes semanales al hospital, e incluso diarios en algunas fases del tratamiento; así como los traslados periódicos al centro de día o las visitas mensuales a las consultas de médicos especialistas, dependiendo de cada caso. Estos trayectos son una de las partidas que más pueden notarse en el bolsillo, y de forma acentuada desde que, en 2012, la reforma sanitaria eliminó la gratuidad de los transportes sanitarios no urgentes, entre otras cosas.En las localidades pequeñas, el problema se agrava. Algunos tratamientos de oncología solo se realizan en capitales o grandes urbes, lo que implica recorrer muchos más kilómetros por carretera con el consecuente aumento del gasto. En ocasiones, cuando la distancia es inasumible para ir y volver el mismo día, el afectado debe costearse un alojamiento y las dietas para él y sus posibles acompañantes.
Estas situaciones son más comunes de lo que parece y significan un aumento alarmante del gasto al que la Seguridad Social da pocas soluciones. En la mayoría de ocasiones, exceptuando algunas comunidades autónomas, son las asociaciones de pacientes las que ceden alojamientos y medios para dar una cobertura básica a enfermos y familiares, con o sin subvenciones públicas.
Por ejemplo, “en Andalucía los tratamientos más complejos solo se realizan en Sevilla. Además de los desplazamientos, esto implica que otro miembro de la familia también deja de trabajar, por ejemplo para cuidar a los niños, con lo que los ingresos, en los casos más dramáticos, son prácticamente nulos”, se lamenta Mejías.
La AECC calcula que el gasto mensual en salud de una familia que vive en un medio rural y con ingresos inferiores a 18.000 euros anuales se incrementa en un 16% al tratar un cáncer de mama. El 76% del gasto se debe al transporte para acudir a tratamiento, y, como asegura Mejías, “aunque menos cuantificable, este aumento de la precariedad, conlleva un explicable desgaste psicológico”.
Comer mejor es más caro
Algunas necesidades básicas, como la nutrición, también contribuyen al desbarate económico de la enfermedad. Existen numerosas teorías acerca de los beneficios de una alimentación especial para el cáncer, sin embargo, según Rosa Martín, trabajadora social de la AECC ,“aunque muchas veces, fruto de la desesperación, las personas pueden querer hacer un gasto extra en la alimentación, lo que se recomienda principalmente es aumentar el consumo de alimentos frescos, llevar una dieta y unos hábitos saludables. Cualquier cambio debe ser consultado con un especialista”.Para el dietista-nutricionista Juan Revenga lo más importante es comer productos frescos y eliminar de la cesta de la compra las carnes rojas otros alimentos procesados, incluidos cualquier tipo de comida basura y de refrescos azucarados.
Una recomendación tan simple como esta representa un cambio de costumbres en muchos hogares y, sobretodo, un leve encarecimiento de la cesta de la compra. Acceder a productos frescos y de calidad a veces va reñido con el ahorro económico, sobre todo en las grandes ciudades. Además, en casos puntuales se recomiendan complementos vitamínicos o proteicos que no cubre el sistema público, según Martín.
Por otro lado, existen gastos en cosmética y accesorios de belleza, como las pelucas o pañuelos, a los que gran parte de los afectados no quieren renunciar. “A medida que iba recibiendo la sesiones de quimioterapia, las necesidades aumentaban, desde algo tan simple y lujoso como poner la calefacción durante todo el invierno porque te sientes débil, hasta la compra de un peluca o de los accesorios de belleza que, por falta de tiempo y de conocimiento, se suelen adquirir a toda prisa sin conocer cuáles son las alternativas”, cuenta Murillo.
Uno de los costes más elevados es el de la peluca. Aunque no solo las mujeres se plantean usar una, sí que son la mayoría. “El precio varía en función de los materiales y la longitud de la melena, pero la horquilla está entre los 280 euros y los 360 euros para las pelucas sintéticas y entre los 600 euros y los 1.500 euros para las pelucas de cabello natural”, explica a Sinc Adi Monje, de Pelucas Monje.
Por otro lado, según este experto, son muchos de los afectados por el cáncer que buscan turbantes y gorros naturales para combatir el frío y el calor a partes iguales. “Los turbantes tienen un precio mucho más asequible. Los realizados con materiales aislantes naturales como el bambú cuestan alrededor de 15 euros”, añade.
Un reto para la sanidad pública
El cáncer es una enfermedad cara que conlleva un tratamiento largo y con mucha inversión de tiempo, energía y de dinero. Los pacientes, además de afrontar gastos extra, se enfrentan a la pérdida de valor adquisitivo por culpa de la baja laboral que puede alargarse durante meses.Rosana Martín cuenta a Sinc que la economía de los pacientes “se ve afectada en primer lugar por el tiempo perdido durante el tratamiento, que puede alargarse hasta año y medio en algunos casos”. En este periodo es muy difícil ajustar la economía familiar, porque la baja médica significa una reducción considerable de los ingresos de hasta el 40% del día 4 al 20 y de un 25% hasta el día 575 de baja por enfermedad.
Según la Organización Mundial de la Salud, se calcula que el total del gasto en cáncer en 2010 fue de 1,16 billones dólares (unos 962.000 millones de euros). Estas son las cifras oficiales. El gasto invisible de los pacientes de cáncer –con 14 millones de nuevos casos en el mundo en 2012 y una previsión de aumento del 70% en las próximas dos décadas– va por otro lado.
Lo que la reforma se llevó
Padecer cáncer sale más caro hoy que en 2011 según la AEEC. La reforma sanitaria impulsada por la entonces Ministra de Sanidad Ana Mato en 2012 redujo la cobertura de gastos en tratamientos extrahospitalarios e introdujo el copago a un gran número de medicamentos entre ellos la quimioterapia oral y determinados medicamentos antineoplásicos (para la quimioterapia) que hasta entonces eran gratuitos.Otro de los cambios más polémicos fue el régimen de desplazamientos no urgentes de los pacientes que formalizó el copago y dejó a las administraciones de cada comunidad autónoma que regulara los importes.
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Ante este desastroso y absurdo panorama ¿no sería más adecuado que el control lo ejerciera el Ministerio de Sanidad sobre los diagnósticos y la moral deontológica profesional de los médicos y hospitales, más que sobre los enfermos, a los que su médico de cabecera debería informar honestamente y con toda claridad, acerca de la enfermedad y las posibilidades y variedad de tratamientos menos agresivos, de la relación entre calidad de vida y curación, de mente sana en cuerpo sano, de forma que el paciente pueda elegir como quiere vivir su terapia, probando diversas posibilidades, según su estado y su forma de vivir la enfermedad? ¿Cómo es posible que cada vez se gaste más dinero en combatir un mal que no se cura y que aumenta sus diagnósticos exponencialmente de una forma desorbitada, cuantos más medios se le dedican?
Está cada día más claro que no se tiene ni idea de su origen ni de su curación, porque no interesa de verdad averiguarlo, no se está trabajando en la línea adecuada, que no es los palos de ciego, sino el camino de la inmunoterapia y en paralelo del cambio de paradigmas mentales, sociales y vitales. Aún no se ha comprendido que el cáncer lo crea la anomalía con que se afronta una vida sin más sentido que consumir, poseer y temer la pérdida del consumo y de la posesión. El cáncer no es solo una enfermedad física, tiene raíces más profundas, que hasta se heredan cuando no se solucionan en vida.
Todo lo que hacemos tiene consecuencias, también lo que pensamos y sentimos, también lo que asimilamos culturalmente, mediáticamente, artísticamente, religiosamente. ¿Cómo no va a generar cánceres in crescendo una sociedad en la que sólo es noticia lo peor, lo más dañino, lo más insano, lo más corrupto, lo más cruel y lo más escandaloso, por malo especialmente? ¿Os habéis fijado en los contenidos de las pelis y las series? O son idioteces o son maldades revestidas de intriga y de "arte". No hay debates, solo peleas de gallos histéricos. No hay ideas, solo escopetazos. Y cuando se presenta una propuesta como la de IU, hoy en el Parlamento, para frenar la barbarie ultra, son los propios ultras los que la impiden con la abstención del resto. Pues todo ese bagaje, todas las cloacas, toda la mierda y su contaminación nacida del egoísmo irresponsable, es la causa última de todos los cánceres, es un fenómeno holográfico: el ser humano se comporta como un cáncer con las demás especies y con la Naturaleza, por eso genera en sí mismo lo que está generando en su entorno.
Somos Amor, Empatía, Inteligencia y Compasión. Y olvidarlo sale carísimo, porque es el propio exterminio que ejerce la evolución sobre lo que no sabe o no quiere adaptarse a ella. Hay un principio de selección natural hasta en las células. Una inteligencia vital, que cuando no se escucha y no se atiende se vuelve en contra de sus manipuladores sin que se pueda detener el proceso. Y como somos el mismo tejido nadie está libre de nada. Sólo puede ayudarnos a salir de la fosa séptica, nuestra conciencia una vez despierta y asumiendo la colectividad que compartimos, nos guste o no.
Nos engañamos desde el principio. Los dioses nunca existieron. Fuimos visitados por otras especies, culturas y tecnologías que recogen los grabados, imágenes , libros "sagrados" y relatos de todas las tradiciones. Nosotros identificamos a aquellos elementos como dioses al verles llegar en naves dese las alturas o en "carros de fuego" como los describe la Biblia, que abducían a los que les interesaba como por ejemplo Enoc y decían telepáticamente a los profetas y reyes (qué casualidad) quienes eran los enemigos o los aliados, qué debían creer o rechazar,, pero ahí se quedó la cosa; autonomía y responsabilidad personal y colectiva, cero. El miedo y el poder se alinearon a favor de "los misterios" y las opacidades, sin embargo en la sabiduría de nuestra materia y de nuestra energía ha ido despertando desde los inicios de las civilizaciones, esa conciencia que es la puerta de nuestra comunicación con lo que somos, con lo que nos mueve, nos ilumina y nos cura de la peor enfermedad: nuestro ego empoderado de la miseria más cutre, de modo que abandonados en sus garras se acaba convertidos en un cáncer global. Pero, no hay que temer ni perder la esperanza jamás, sino cambiar y actuar para que ese estado de depredación tóxica aparentemente incontenible, vaya desapareciendo en la medida de nuestra transformación. No de nuestros rezos ni latigazos ni plegarias a la nada. Dios somos nosotros y no lo sabemos, por eso en plan destarifo somos capaces de ser lo peor, lo más enfermo, lo más negativo y torpe, pero en plan regenerado somos capaces de lo más hermoso, sano y divinamente humano. Sin sustancia espiritual que es la conexión del whifi cósmico, como combustible eso no es posible jamás. Ahí radica la capacidad de comprender, de asumir, de ponerse en marcha con una dirección y un objetivo claro, que primero hay que desear y descubrir dentro de nosotros, no dentro de un programa informático, aunque luego la tecnología nos facilite la instrumentalidad y el compartir ideas e inspiración.
¿Por qué pensáis que Jesús de Nazaret lo primero que hacía al llegar a un lugar era sanar enfermos o resucitar muertos como Thalita o Lázaro? No lo hacía por chulear de poderes, sino para mostrarnos lo que podemos llegar a hacer cuando de verdad somos nosotros, incluídos los enfermos y hasta los muertos que aun no se han podrido, y no las ficciones que nos han contado.
Respecto a esa pugna entre medicinas auténticas y falsas, hay un episodio genial en el evangelio:
En pleno rechazo hacia Jesús por parte de los poderes políticos y religiosos, escandalizados por su mensaje y por la impertinencia desconcertante de sus milagros, se produjo la curación de un mendigo ciego de nacimiento, que pedía limosna en la calle, cerca del templo, donde seguramente los sacerdotes y el público abducido estaban adorando a Diego Valor, Dark Vader, o a algún gerifalte jedi confundido con su dios vengador y castigador de todo lo que le contradice sus fijaciones.
Al pasar Jesús por su lado le vio tan abandonado y pobre que le sanó la ceguera, ya que no disponía de dineros para socorrer su miseria material. Y una vez hecho el trabajo, se largó sin más explicaciones. El exciego se quedó flipando ante lo que era el mundo, el movimiento, los colores, los rostros, las calles, la danza de la vida... por primera vez en su existencia, se sentía completo y capaz de vivir por sí mismo. No tenía ni idea de quien habría sido su benefactor y entonces al hacerse vox populi el prodigio, los curas del templo le llamaron para interrogarle porque ellos estaban convencidos de que Jesús era un cuentista que iba de guay con la pretensión de que lo nombrasen mesías y eso. Le interrogaron acerca de la identidad del sujeto sanador. Le preguntaron si él creía que aquel mago de pacotilla era el hijo de dios porque seguramente lo había engañado y embaucado con su doctrina herética. Pero el exciego se encogió de hombros y les respondió que no tenía ni idea de quien era aquel hombre, ni de cual sería su profesión ni sus intenciones, ni de quien sería el hijo, él solo sabía una cosa cierta: "que yo nací ciego y ahora veo".
Pues ésa es la actitud, fratelli e sorelle. Menos mandangas y más hechos reales. Menos abstracciones y más verificaciones. ¿Qué medicina te cura y te devuelve la salud en los tres aspectos básicos, físico, emocional y mental? Averígualo personalmente y ya nadie te podrá convencer de nada que tú no hayas comprobado primero. Ésa es tu libertad y tu seguridad. Y en ella residen tu fuerza y tu esperanza. La fe ya no es precisa cuando se ha tocado y experimentado la autenticidad de lo creíble o no. La fe significa por definición creer en lo que no se ve, o sea, algo propio de ciegos. Cuando puedes ver y palpar, ya no hace falta esa virtud tan peligrosa que puede acabar en secta y en banderismo psićopata.
Dejemos la fe para los especuladores de la astronáutica religiosa. La vida es algo mucho más grande que Cabo Kennedy o las plataformas espaciales del ministro de Cultura o la Capiilla Sixtina con todos sus frescos en la nevera por los siglos de los siglos y Anem! (en catalán y valenciano es la primera persona del plural del presente indicativo del verbo anar=ir) Que es mucho más sustancioso que decir Amén, aprovechando las mismas letras con distinta distribución. Sobre todo porque no tiene sentido que algo se cumpla y se haga si uno no se mueve. Así que, superemos supremacismos y aprovechemos la riqueza lingüística de este crisol de culturas y lenguas que nos empeñamos en reducir a una pésima versión de Gigantes y Cabezudos, y diguem Anem, companys i companyes,! os lo dice una valenciana de adopción y manchega de nacimiento, como Don Quijote, Dulcinea, Sancho Panza y Sansón Carrasco y además ,extremeña, catalana y andaluza para rematar las raíces y la fiestuki de la diversidad.
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