jueves, 25 de octubre de 2018

Acerca de la muerte y su publicidad


Me enteré esta mañana de que ayer murió la exministra y concejala socialista Carmen Alborch. Descanse en paz y que tenga un viaje inmejorable al otro lado de este mundo.

Poco puedo decir de ella, porque apenas la vi en un par de ocasiones. Una, en el Paraninfo de la Universidad de la Nau en Valencia, en un acto en memoria de José Luis Sampedro y otra en una especie de show callejero que ella misma montó antes de una manifestación del 15M, por el primer aniversario. La mani se estaba convocando en la calle Xátiva delante de la Estació del Nord en dirección a la calle Colón. La peña del 15M había colocado y extendido  una gran pancarta de cabecera, y en esas, llegó ella acompañada por un montón de periodistas con cámaras de video y tv, que se hicieron paso entre la muchedumbre cerrando filas a su alrededor, como los putos amos de la calle. Ella, sin dar importancia a nada más que a lo suyo, sonriendo como siempre, se colocó delante de la pancarta y de los manifestantes, las cámaras y micrófonos la rodearon, respondió a las preguntas de rigor, siempre sonriendo desde lejos y desde lo alto, como le prime donne, y controlando la situación con muchísima maestría, más propia de una profesional de las poses que de la política. Ni Cindy Crawford hubiera podido mejorar aquella soltura de nuestra Carmen de España, como la de Merimee. Una vez rodado el reportaje se dio media vuelta, sin rozar ni de lejos a la plebe manifestante y encabezando de nuevo la comparsa mediática se piró en dirección desconocida y opuesta a la mani, sin esperar siquiera a que el populacho  saliera a caminar acompañado por la música de tambores y los mantras reivindicativos, ¿para qué esperar nada más, si ya se había cumplido la misión esencial?
Alguna vez la escuché decir en los medios que como era senadora y concejala  a la vez, su mayor tiempo dedicado al trabajo era en los aviones. Claro, así era lógico que la aeronáutica también le afectase al compromiso con la base social y que no considerase necesario ir en una manifestación pisando el suelo, si ya estaba entrenada para verlo todo desde las alturas y delante de las pancartas. Qué coherencia tan fresca y natural...tan directa y sin fingir. No como otros y otras, que disimulan lo que no son hasta dar el pego. Ella no. Sencillamente, no necesitaba disfrazarse ni actuar. Era lo que parecía. Y yastá.

También recuerdo que Alborch, por entonces, tenía una especie de bolgg en la web del Ayuntamiento y que era una concejala de lo más comprensivo con las salidas delirantes de Rita Barberá.  Nunca olvidaré el debate televisivo pre-electoral en el que participaron Rita, Carmen y un concejal de IU por Burjassot, que las dejó en mantillas a las dos, leyéndoles la cartilla a ambas, -de pp a psvá-, que se dirigían a él en idénticos términos, en plan colegas total, fraternales y cómplices, en el mismo bando, frente al mismo adversario compartido. Una simbiosis perfecta frente a la misma mosca 'rojonera'.
Tras aquel alucinante espectáculo escribí en su blogg municipal algunas reflexiones acerca del bochinche en cuestión y haciendo una revisión crítca  desde la izquierda, de su actitud inexplicable para los votantes de un socialismo que no se avergonzase de sus siglas y banderolas, ni de cantar la Internacional haciéndole el  botafumeiro a Rita Barberá. Me respondió muy modositamente, con aquella manera tan suya de descafeinar todo menos su melena de rizos pelirrojos: "eres un poco dura, -me escribió-, yo no lo veo así como tú, ni creo que haya sido para tanto" . Ni que decir tiene que ya no me molesté en seguir  la conversación bloggera. Estaba claro que ninguna de las dos iba a cambiar de gafas ni de parapeto y que no vale la pena mutua intentar dar pan a quien está  sobrealimentado con su propia masa madre y con una dosis de levadura considerable.

Eso sí, hay que reconocer su gran capacidad ubicua para presentarse en todos los fregaos callejeros pertrechada con sus periodistas ad hoc, su sonrisa ad hoc, sus poses ad hoc y los mismos resultados políticos ad hoc. Año tras año. Elecciones tras elecciones. Ni chicha ni limoná, pero eso sí lo del automarketing se le daba de maravilla...propaganda para sus libros mucho más comprometidos que su vocación volandera, de ser jurista sin ejercer, profesora excedente, feminista de exposición, escritora de escaparate, concejala de cámara, socialista de glamour y sobre todo una Saint-Exupèry de la política.
Seguro que en el más allá se la rifan como embajadora entre fantasmas. Un caso hollywoodense en la política española. Una Rita Heyworth a la valenciana.

Ya sé que en este país la muerte lava la cara a todo el que la palma, haya sido lo que haya sido. Que se considera de muy mal gusto decir la verdad sobre los finados y finadas, que lo normal y correcto es mentir y fingir como un ritual respetuoso, como si la mentira y las máscaras tuviesen el poder postmortem que no tuvieron en vida para tapar la verdad de las cosas, que estaban a la vista de todos. Pero a estas alturas de la experiencia, he elegido no mentir ni maquillar cadáveres de nadie. Creo, además, que a los muertos se les hace un bien y un gran favor siendo sinceros con ellos y sobre ellos, no más falsos que Judas con tanto paripé, que debe pesar un quintal cuando ya no hay cuerpo que soporte tanto peso y todo es luz, claridad y ligereza para pasar de lo denso a lo sutil, para liberarse y una vez disuelto el pastiche de lo más plasta de nosotros mismos: nuestro puñetero ego.

Estoy segura de que si Carmen está leyendo desde donde esté ahora, estas líneas, se partirá de risa al ver la caricatura de sí misma, que es lo que los humanos solemos ser sin darnos cuenta.  Qué ternura damos en estos trances y que poquita cosa somos cuando se nos quitan las pegatinas como a los botes de conserva ya vacíos ¿verdad?
Pulvis sumus et in  pulvere revertimus . Menos mal, qué ligereza y qué alivio...  veritat, Carmeta? Molta pau i molta llum, companya...

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