Cañete, la punta del iceberg
por Teresa Rodríguez
“En un contexto de grave descrédito hacia las instituciones y
los políticos entre la ciudadanía europea, ¿cómo cree que podría
contribuir a este sentimiento legítimo de la gente su polémico
nombramiento como comisario de energía, teniendo en cuenta su cercanía
con el negocio petrolero?” fue la pregunta que se me quedó entre los
dientes en el examen al señor Cañete, ayer ante el Parlamento Europeo. Y
es que, junto a esto, habría mucho que preguntar al propuesto como
comisario de Acción Climática y Energía: ¿por qué dice que se ha
desprendido del negocio petrolero mientras su familia sigue controlando
más del 70% de esas empresas? ¿El haber aplicado políticas
antiambientalistas como Ministro en el Estado español no tiene relación
con su propuesta como comisario? ¿No es un eufemismo tildar como
desafortunado un comentario claramente machista que ha sido acompañado
de muchos otros?
Pero el problema no solo es Cañete. Como acertadamente han señalado las organizaciones ecologistas,
el problema es toda la estructura y política esencialmente
antiambiental propuesta por Juncker. De hecho, aunque consiguiésemos
tumbar a los comisarios propuestos para liderar Medio Ambiente (Karmenu
Vella) y Acción Climática y Energía (Cañete); a pesar de que pusiéramos
en su lugar a comisarios realmente comprometidos con la lucha contra el
cambio climático, estos tendrían las manos atadas. En primer lugar
porque, en el esquema de la nueva Comisión Europea, ambos departamentos
dependerían de la vicepresidencia de Unión para la Energía, esto es de
la política energética de la UE (que ya sabemos en manos de qué
intereses y lobbies está). Y en segundo lugar, porque tanto
esta última como todas las demás áreas de actividad dependerán en última
instancia de la estrategia de competitividad exterior europea.
El mensaje es claro: otras potencias económicas, sean consolidadas o
emergentes, están disputándole a Europa su posición privilegiada en la
economía mundo. El viejo continente lleva años estancado mientras otras
regiones no dejan de crecer. Así que todo vale para recuperar la senda
del crecimiento y mejorar la competitividad: relegar al decimotercero
plano la política climática y medioambiental, desmontar derechos
laborales, bajar salarios o firmar opacos acuerdos comerciales al
servicio de las grandes transnacionales, como el TTIP actualmente en
negociación.
¿A qué nos suena todo esto? Efectivamente: al pan nuestro de cada
día. Al pan y a los chorizos, claro. Aquí el Gobierno de Rajoy lleva
meses vendiéndonos brotes verdes y una salida de la crisis por la puerta
grande. Pero ahí están las OIT, OCDE y Cáritas de turno, ninguna
sospechosa precisamente de bolchevismo perro-flautista, para matizarle a
Montoro y compañía que sí, crecimiento, pero bien aderezado con cuarto y
mitad de desigualdad, pobreza y precariedad en ascenso. No es que Rajoy
no quiera verlo. Todo lo contrario: forma parte de su plan. Donde antes
te pagaba 1.200 ahora te pago 500, así que me da para contratar a dos,
reducir el paro y quedarme con 200. Quien no aplaude con las orejas es
un antipatriota.
Las élites económicas y políticas que nos gobiernan en Europa y en el
Estado español hace tiempo que enseñaron sus cartas: todo por la
competitividad. Cuanto más salvaje se pone el capitalismo ahí afuera,
más salvajes se vuelven de puertas para adentro. Caiga quien caiga, ya
sean salarios, derechos, libertades o protección medioambiental. Así que
no, no solo es Cañete. Es Cañete y los otros 26 comisarios propuestos
por Juncker, empezando por él mismo. Es Rajoy pero también sus
pirómanos. Es la luz de la hoguera al final del túnel.
Por eso no podemos mirar solo el árbol de este inmenso bosque. Si
finalmente Cañete cae, será un éxito de movilización y lucha. Pero
también una victoria pírrica. No es un problema de manzanas podridas. Es
todo el campo el que está infectado. Con o sin Cañete como comisario,
seguiremos dejando claro, en las calles y en las instituciones, que no
hay ni habrá verdadera recuperación económica sin recuperación de
derechos y sin perspectiva ecologista. Ni en la UE ni en el Estado
español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario