Perfecta lección de democracia. El Maestro, el genio de la voz, se suma al anonimato como una voz más. El coro se enriquece y disfruta, el público goza el bien común y el Maestro da una lección de modestia y de grandeza. De sabiduría. Sirviendo a la comunidad antes que a su ego brillante, que ha sometido al servicio del espíritu universal. La música resulta así la mejor escuela de ciudadanía.
A ver si los políticos aprenden de los sabios y cambian de planteamientos. Y como apunta Platón en 'La República', los ciudadanos decidimos elegir como gobernantes a los sabios y no a los listos.
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