martes, 21 de octubre de 2014

Un Estado de I+D+I

                   

                               





Son tantas las señales de emergencia que ya es hora de remover los depósitos inactivos y anquilosados de los recursos personales. Por fin nos llega el tiempo en el que la única salida hacia el futuro es el propio ser humano. Aún nos queda por descubrir y explorar el sexto continente: La Conciencia. En él están ocultas las herramientas que necesitamos para la nueva etapa. Estos recursos ya no son exclusivamente materiales. Son intelectuales, éticos, sensitivos, energéticos, psíquicos, intuitivos, cognitivos, transpersonales, creativos, artísticos y espirituales. Místicos. Y ese territorio será desde el único que será posible soportar el futuro y convertirlo en algo realmente impensable para este estado de calamidad que ahora nos aflige.

Estamos anclados en la materia no como un castigo ni una maldición, ni una venganza de "los dioses". La materia es nuestra casa, simplemente. Como la concha lo es del caracol. Pero nosotros no podemos vivir como moluscos. La materia es nuestro laboratorio y nuestro campo experimental. Hasta ahora la hemos utilizado sólo para explotarla no para integrarla como hábitat y plataforma o trampolín para saltar a otros niveles. Incluso la hemos menospreciado y combatido en épocas pasadas, como si fuese un lastre. "La vida es un valle de lágrimas" o "una mala noche en una mala posada", "vivir es sufrir", etc...Luego vino la percepción contraria: "sólo somos materia" y "carpe diem" "lo demás no existe" "hoy comamos y bebamos y cantemos y holguemos que mañana ayunaremos" o "coge la pasta y corre".  Ha sido una larga etapa de exploración que ha llegado a su límite derivando en el desequilibrio, la enfermedad como destino y la locura como sistema de vida. Y es un fenómeno global. Ya no queda hueco sano en el Planeta. Sólo hay una posibilidad: descubrir ese nuevo Continente. Con una particularidad: es un continente de sustancia cuántica, que irá apareciendo entre las brumas de lo incierto hasta materializarse por medio de nuestra mente y de nuestro corazón. De nuestra inteligencia emocional. Hay que inventárselo. Hay que crearlo de la nada. Es el reto más grande y difícil que hemos encontrado jamás como especie en nuestra historia conocida. Los budistas y los místicos sufíes nos llevan ventaja  a los occidentales en esta exploración. Pero los occidentales pueden aportar el "equipo técnico", la logística inicial para el período de transición de un estado al otro. 

¿Cómo traducir esta movida universal al cambio inevitable y urgente? Utilizando conscientemente la transformación personal y los vínculos con el medio social y el hábitat  natural. Eso incluye la herramienta inevitable de la acción política, interviniendo en las instituciones para cambiarlas de sustancia, contenidos y métodos, en una interacción por medio de la que al mismo que cambiamos nosotros vamos cambiando el medio y  en modo recíproco, sincrónicamente, el cambio que operamos en el  medio nos transforma. 

                                   

Eso supondrá una marea social orgánica y bien organizada que desde la base social comenzará a construir por propia decisión estratégica y superviviente, células, núcleos, de convivencia vecinal y cultural, un desarrollo municipalista cooperativo como hasta ahora no se ha experimentado a nivel extenso y donde será posible compartir vida, iniciativas, actividades y juntos producir energía mental y volitiva, como palanca de los cambios necesarios. El poder se descentralizará por sí mismo sin violencia. La soberanía adquirirá un caché natural, no sólo vinculado a un territorio o a una cultura concreta, sino al mero hecho de ser humanos. La dialógica será el sistema de entendimiento general.

A partir de esa experiencia la estructura del Estado arcaico que ahora conocemos como modelo único, experimentará, en poco tiempo, cambios irreversibles. Será inconcebible una monarquía, un caudillismo de partido político, una cleptocracia giratoria, ni un institucionalismo cacique. No porque se imponga a la fuerza una revolución moral impositiva, ni porque se asalten los cielos, -ya se sabe como acaban los vuelos de Ícaro- sino porque ya nadie querrá vivir en las cavernas del noentendimiento creando miseria a tutiplén, cuando se han descubierto modos de vida infinitamente más civilizados,reconfortantes, libres y felices. Producidos por la inteligencia, no mediante la fuerza ni por la estrategia del engaño y la seducción del "príncipe" maquiavélico ejercida sobre una manada de pardillos ilusos, por muy buena propaganda que le hagan.

A partir de ese "big-bang" social, el actual modelo de Estado  será pre-historia y el presente, un consenso federal de comunidades humanas. La política recuperará su dignidad gestora del comienzo: simple ejercicio de politeia o de civitas . De ciudadanía esencial. Las ideologías se habrán simplificado en honestidad, en respeto mutuo, ética, transparencia y eficacia para conseguir el bien común. Y en medio de todas las posibilidades que se sea capaces de crear, la única religión universal, espontánea y natural será quererse y aceptarse desde uno mismo a los todos los demás. Un vive y ayuda a vivir sin molestar. Ni lídres ni lideresas. La conciencia despierta es su propio guía. Un continente por descubrir. Por crear entre todos.

                    


 
                                            

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