domingo, 26 de octubre de 2014

El peligro 'jovencista'


                          




No se trata ahora de caer en las viejas monsergas juzgonas y pesimistas a lo Jorge Manrique, pensando melancólicamente que,- siendo imposible  retener lo que nos gusta-, 'a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor'. No es eso. No. Se trata de analizar la realidad objetiva que tenemos delante, como dice Echenique, con ojo observador empírico más que con tinte sentimental.

El 'jovencismo' es una sintomatología propia del neoliberalismo. Antes de que esta corriente demoledora se apoderase del Planeta, los pueblos y culturas presentaban unas características gestoras determinadas por un orden básico, particular de cada demarcación planetaria, había una gran riqueza original en cada región del globo,  que partiendo de la experiencia convivencial y social iba diseñando los procesos antropológicos de adaptación  a un ritmo marcado por  las necesidades más o menos naturales y ecológicas de la especie, no por los apetitos postizos de diseño, pensados anónimamente por el capital, sus mercados y sus publicistas. Entre las décadas 20 y 30 del pasado siglo comenzó a tomar cuerpo el "jovencismo" como producto del marketing inaugural de la etapa neocon. Es el síndrome Dorian Grey, que ya Wilde dibujó divinamente. El "jovencista" no es joven ni viejo. No sabe lo que es, ni se lo plantea. Simplemente sigue consignas, las que más se acomodan a sus rutinas. Le diseñan una jerga. Unos tabúes determinados. Una manera de vivir, de divertirse, de emparejarse, de comunicarse, de decir, de imaginar el futuro, de moverse y vestirse...y ahí se instala, lleno de aparatos que son la prolongación de su noser, o sea, de su mero "pasar" y consumir. 
Ese diseño hecho desde el exterior de sí mismo es el retrato de lo que debe parecer externamente, pero no tiene nada que ver con el verdadero protagonista que no se conoce siquiera, porque está convencido de ser la imagen que ve de sí mismo; como sucede en el relato wildeano, la imagen va reflejando todo lo que el sistema "pinta" sobre ella, mientras el modelo se degrada en paralelo sin ni siquiera detectarlo, hasta que de vez en cuando mira la imagen, pero cree que simplemente los desgarrones, las sombras crecientes, las grietas y descacarillados de la pintura son goteras del tiempo y pide a los especialista dermoestéticos que retoquen el lienzo mientras cotizan en bolsa con los dividendos de la decrepitud y sus remiendos. Anabolizantes. Gimnasio a saco. Siliconas. Botox. Peeling. Lifting. Liposucciones. Implantes capilares y dentales. Alambres ortodónticos a precio de oro y platino. Tintes. Extensiones. Plataformas en los zapatos. Lo mismo que un puñado de carreras brillantes en varios idiomas -cuántas más mejor- para "tener un porvenir" mejor de lo corrientito en una piscina de pirañas al asalto de un cielo mercachifle y cada vez más pringoso e irrespirable en todos los aspectos.
 Lo tremendo de este despropósito es que además contagia a todas las generaciones. Los niños hablan y se mueven como viejos, repiten frases hechas, imitan hasta el repelús, a las "estrellas" mediáticas que les cuadruplican la edad y se olvidan de su infancia que se les escapa hacia la hiperactividad, también eufemismo del mismo estado manicomio-fashion. Sus juegos ya no son al aire libre ni en grupo, sino en soledad interactiva e interbloqueante a la vez, pegados a un Ipod o a una tablet o a un ordenador de cualquier modalidad. Ni uno sólo sabe estar ya sin tener en las manos el artilugio de los illuminati sélficos. La infancia está también impregnada del "jovencismo". Luego están los mayores, los de mediana edad y los ancianos o tercera edad, en plan eufemístico, porque decir "anciano" o "viejo" no está bien visto, es una especie de grosería maleducada y degradante. Por eso mismo los interesados se matan por aparentar una juventud que no tienen, pero que debe incluirles para no quedar ad libitum. Marginados de la corriente devoradora, aunque la única que conocen. 

En el terreno de la mente pensante la cosa no presenta variaciones. El 'jovencismo' es la tendencia "in", absolutely. Se diría que es la única tendencia disponible. Pocas pautas y con pocas explicaciones. Los matices no existen que le quitan eficacia al mensaje. Y una ciberimagen fotoshopada vale más que todo un diccionario de palabras, cuyos significados ni siquiera se entienden, porque la polisemia es una enfermedad del lenguaje. Evoca la septicemia, que tampoco saben exactamente lo que es, pero suena fatal. Seguro que es un reúma o una diarrea, o algo similar, que enseguida se explica online mediante la wikipedia que nadie controla y por lo tanto nadie asesora con certeza y está a la buena de dios, repartiendo lo que le injertan y lo que se inventan. Total da lo mismo, si lo único que importa es acabar todo rápidamente y con eficacia momentánea, y si es posible dividendos Gowex al pormayor, para ir a toda velocidad de megas a ningún sitio, puesto que uno no se mueve de la silla desde la que expande sus wikiefluvios maquinetos hasta límites insospechados. Los ancianos, los medianos, los jóvenes, los niños...todos, sin excepción, mezclados en la coctelera del mapamundi. Y todos sin dormir, como cuenta ese planisferio de la neurosis universal, salvo en las zonas donde no llega la cobertura.
Esa masa jovencista e informe como la materia primordial del caos, pretende tomar el relevo generacional. Ahora. Con este cacao. Y sin saber quién es el heredero de quién. Si los abuelos son los seguidores de los nietos o si los adolescentes son los maestros de sus padres. O los alumnos los que arrebatan la cátedra al titular de la misma, porque no se apaña con el Google Crome o con el Mac y su manzana a medio morder ¿Qué ha pasado con la experiencia que era la madre de la ciencia? Cualquiera sabe por donde andan ambas y si seguirán teniendo el mismo feeling familiar o también habrán dado la vuelta a la tortilla de oxímorones con cebolla y huevo de avestruz. Échale guindas al pavo, que decía una copla flamenca de mi infancia, cada vez más próxima según van los modos temporales de esta lengua verbomenguante y gruñicreciente.

"Que no entiendes nada tío, qué donde vas tú pasao de rosca a los 44 tacos, XD! Esto es política pop. Ligera. Ágil. Hueca, para poder llenarla de contenido a gusto del consumidor. Flexible, para que nadie se quede sin la oportunidad de pillar. A ver si te enteras. Mediática. Bullanguera. Con think tank , tintapad y lo que haga falta. Pan para hoy y Burger King para mañana que es lo que queremos todos por unanimidad." El aludido reflexiona como puede y acepta. "Es verdad, es que tienen razón, donde se coloque la fuerte emoción de un rebuzno retransmitido desde los cables, el wifi, las pantallas y el crowdfunding, que se quiten Descartes, Leibniz o Kant, una panda de ignorantes con pretensiones que desconocían el teorema del CIS, sin ir más lejos, y sin el que es imposible entender las complicaciones insustanciales del de Pitágoras. Qué menuda estupidez si se pueden meter bases catetos e hipotenusas tal cual, en el sistema y la máquina  te calcula hasta los mojitos que se puede tomar el honorable Yoda mientras se lo lleva crudo de Andorra a Casiopea, qué menudo chollo de paraíso fiscal... Y luego lo que cunde a la hora del poder, tener a mano un sistema tan apañao como votar por interet. Claro, la cosa es que mucha transparencia no habrá si el mecanismo del voto lo llevan los mismos que proponen la votación, Pero, total, como salga lo que salga será lo de siempre, y por no darle un disgusto al chiquillo, que tiene tanta ilusión, pues hale, hoy pringuemos y votemos que mañana ya veremos"

Y así se va escribiendo la historia de la postmodernidad. Donde el jovencismo, esa tendencia a disfrazar lo viejo de Lolito, para que todo parezca que cambie sin que en realidad se mueva ni una mecha californiana, ha absorbido toda referencia temporal, ética e intelectiva. Inteligente y profunda. Se ha globalizado en la corteza sin que debajo haya nada más, dejando un único y sintético argumentario disponible: Es lo que hay. O lo tomas o lo dejas. Si lo tomas también y si lo dejas tampoco. O viceversa. En fin. Condenados o bien al "jovencismo" quierasonó, o al rol de criatura incomprensible y nada de fiar.
Quién hubiese pensado la variedad prismática de caras que tenía el Gran Hermano de Orwell...Ni siquiera el mismo Orwell cayó en la cuenta. Seguro.


                                



2 comentarios:

Morgana dijo...

¿Qué te puedo decir yo precisamnete sobre esto, querdida? tiempos terribles en los que se equipara Juego de tronos con El Príncipe, o el cómic por encima del estudio de la condición humana de Shakespeare o Lope o Calderón...Será que soy "viejista". Y además no tengo IMac ni Fofone 6. Ayyyyy...

Sol Ruiz dijo...

Sólo nos queda el convencimiento de que en cuanto pinche la burbuja de la infatuación y se vaya la cuerno el sistema de lo ilusorio, habrá que retomar la normalidad.
Por eso conviene que Noé no pierda ni los nervios ni la buena costumbre de preservar las especies en mejor estado y poner a salvo lo necesario para la transición del agotamiento de un pudridero a un nuevo estado naciente, que emerge paralelo al absurdo delirio que nos deja a cuadros mientras se desmorona.