Así titula hoy Gabilondo su video del día. Me parece interesante puntualizar algunas cosas diversas, que en el video se hilvanan pero no se cosen. Lógico, porque sus minutos breves no lo permiten seguramente.
Similitudes con Italia las hay, claro que sí. Misma cultura mediterránea, historia entrelazada durante más de dos mil años, unas veces invadiendo y otras invadidos mutuamente, por los imperios que nos han manejado durante siglos. Por tanto una convivencia forzosa y unos modos de vida muy parecidos, sobre todo aliñados por la misma onda vaticanista que nos ha determinado filias y fobias y una moral farisea y doble, que es el perfecto caldo de cultivo para la corrupción de mentes, de almas, de cuerpos, poderes y sobre todo...dineros!
En el caso que nos ocupa ahora, que es la situación política, hay algunas diferencias importantes entre Italia y España. La más gorda y primera, es que Italia es una República libre y España es una monarquía impuesta por un dictador y aceptada por un pueblo herido y golpeado, que ahora comienza a despertar de un sueño-burbuja institucional. Italia se constituyó como República con Garibaldi, hace 150 años, en ese tiempo España sólo ha tenido monarquía, dos tristes, efímeros y frustrados intentos de república y dos dictaduras, la de Primo de Rivera en los años 20 y la de Franco durante 40 años.
Y después esta escuálida democracia que nació con las mejores intenciones y que ahora boquea aplastada por la corrupción que comenzó, precisamente, con el bipartidismo y Felipe González, siguió y aumentó con Aznar camuflada en el falso esplendor del ladrillo, se ninguneó y sepultó con Zapatero -que junto a Suárez ha sido lo más honrado que hemos tenido- y se hunde miserablemente en su propia basura con Rajoy.
Italia con sus altibajos, su dictadura fascista, los breves paréntesis monárquicos de la casa de Saboya, sus inestabilidades políticas y su corrupción a la misma altura que la española, nunca dejó de ser una República, en su alma y en su corazón. Y eso es algo que nunca nos ha pasado en España. Y eso quiere decir que donde nosotros tenemos apalancado sine die a su malestad, con turbia parafernalia, Italia goza de un Giorgio Napolitano, un Jefe del Estado, que es un privilegio ético, cívico y político. Un intelectual con cerebro y emocionalidad equilibrados, un poeta, un hombre experimentado y sabio. Eso hizo posible que Berlusconi tuviese que dimitir a la fuerza y no dejase Italia, como Rajoy está dejando España. Nombró a Monti. Es cierto que el tal Monti, no es trigo limpio en su origen tecnócrata; procede de los escombros neoliberales de la banca yanky hundida, pero Monti ha hecho todo cuanto está en su mano para que su país se mantenga a flote, a pesar de recortes y destrozos impuestos por la UE. Quizás ahora el fallo de Monti haya sido fundar otro partido que divide el voto dedicado al centro izquierda para establecerse como bisagra; pero se le puede perdonar, porque se llevará bastantes votos dudosos entre Bersani y Berlusconi. Y más vale Monti que Berlusconi, por supuesto, como aliado o como rival.
En cuanto al populismo, que se ha convertido al parecer en un cajón desastre en el que los analistas mezclan churras con merinas sin pararse a diferenciar bases y objetivos, también desde hace años Italia goza de un pinochesco Beppe Grillo, Pepito Grillo, que como grito de alarma, como bufón que muestra la cara más fea de la cutrez política, ha hecho su función despertadora de conciencias y rabias, estridente y necesaria cuando las inercias se apoderan de la sociedad y de la política, pero como proyecto no tiene futuro alguno, si no cambia y acepta que es necesario un sistema compartido, dialogado y consensuado, si es que se quiere vivir en democracia y no en una dictadura populista y zarrapastrosa. Llena de arbitrariedades y golpes de efecto sin eficacia ni programa serio. O sea, una auténtica jaula de grillos.
Iñaki compara el grillismo con las mareas cívicas españolas y con la "primavera árabe". Aunque las tres historias nacen como respuesta indignada ante los abusos de la política manejada por el dinero y la corrpción, el discurso de cada una de ellas es completamente distinto y sus objetivos también.
En España "las mareas" cívicas son la manifestación pública y la presión cívica y ética, imprescindible, sobre los poderes fácticos que están utilizando la democracia como un trampolín para adquirir partidocracia rentable y no para gobernar en consenso y construir una sociedad justa y realmente demócrata. Las mareas cívicas nacen de la semilla pedagógica del 15M y sus asambleas constituyentes de decencia y recuperantes de capacidad gestora ciudadana. En ningún momento pretenden formar un partido que gobierne. Al contrario, exigen que los partidos que gobiernan recuperen la decencia, el valor, los principios democráticos y una autonomía de la dignidad frente al atropello de una infección especulativa en las economías del mundo.
Esa marea es una bendición, don Iñaki, y no una colección de trepas a la busca del poder; esas mareas son conciencia viva y real, no un trust desorganizado de ambiciosos y terroristas urbanos, tampoco se quiere provocar el caos ni predicar el antisistema imposible, aunque no se puede evitar que libremente se apunten a manifestarse violentos y agitadores, cuya procedencia, obviamente, no está exenta de sospechas. Todos los extremos se parecen mucho entre sí.
Los movimientos cívicos que son muy variados: democracia real ya, asambleas populares, plataformas ciudadanas de afectados por tantas injusticias y recortes, parados, desahuciados, sindicalistas con conciencia, policías y bomberos, banqueros arrepentidos, bases de partidos políticos que no han perdido el norte, cristianos de base, ONGs, abogados, médicos, maestros, profesores de universidad, agricultores, obreros, pensionistas, discapacitados, funcionarios, jueces, pequeños empresarios y ca davez más alcaldes y concejales, hasta del pp; y de todas la edades, señor Gabilondo. Porque la conciencia no es patrimonio de un edad concreta, sino del despertar en todas ellas.
Si por algo se distingue este "populismo" español es porque no tiene ni quiere tener líderes ni privilegios, sino unos representantes que de verdad representen a alguien y algo que no sea sus intereses de grupo y su permanencia en el poder a costa de lo que sea, que realmente es un servicio, pero que se ha convertido en un derecho de pernada bendecido por las urnas de las política-ficción.
Las mareas son un estímulo, una pedagogía social y no un peligro que hay que conjurar como sea; por ejemplo ninguneándolas en la prensa que fabrica el contubernio y quitándoles importancia o comentando su desorden y su desorientación. Ojalá el gobierno que tenemos estuviese tan bien orientado como las mareas y tuviese la misma ambición por el bien común que tienen los ciudadanos que se empeñan en que esto cambie, sin buscar compensaciones para sus partidos ni sobres para sus bolsillos.
Le propongo, Don Iñaki, que haga una aproximación y se acerque a la plataforma de afectados por la hipoteca, o los bancos de tiempo, a las cooperativas solidarias o a los plenos de ayuntamientos donde empiezan a colaborar las asambleas y plataformas cívicas, cooperando en la limpieza de los bosques y montes, en parar desahucios, en gestionar trabajos para los que ya no cobran el subsidio de desempleo, en rebajar el precio de los productos de primera necesidad, en estimular y ayudar al pequeño comercio para que no tenga que cerrar, en gestionar los bancos de alimentos y el mercado del trueque y el reciclaje, en charlas y coloquios formativos y gratuitos, en cooperar con el municipio en todo lo que trabaja por el bien común, en denunciar corrupciones y todo lo que no funciona y debería funcionar, sin afán alguno de protagonismo ni de humillar a nadie...
Por favor, antes de comparar realidades, conózcalas a fondo y después de ir a Italia a pasar la semana grande, conozca la cara humilde y honesta de España. La gran desconocida para muchísimos españoles más ocupados en especular con ideas que en estar a pie de obra. Así podrá comparar, con conocimiento directo de causa, lo que hay en los dos países. Y dígale al poder que paga y subvenciona la fabricación del consentimiento mediático, que las mareas ciudadanas no quieren sus poderes, no van a ser nunca un rival político, sino política en estado puro. Simple y cotidiana. Cooperadora con lo mejor que encuentren. Y que si ellos pertenecen y construyen lo mejor, allí estarán los ciudadanos de base, cooperando y contentísimos de hacerlo gratis y sin sobres ni dineros sucios que no necesitan para ser dignos y decentes.
Que tenga usted un buen viaje nel bel Paese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario