lunes, 18 de febrero de 2013

A veces las apariencias engañan y las democracias no lo son tanto


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Estado comatoso



Es cierto lo que apunta y reflexiona Iñaki en este video. El estado de la nación es comatoso. Se mire como se mire y por donde se mire. Es cierto y también una consecuencia lógica de treinta y cinco años de engañifa ilusocrática. Dice el autor del video que la democracia se ha deteriorado a causa del coma estatal; modestamente, hay quienes vemos que es justo al revés: el estado es comatoso porque todavía España no ha conocido de verdad ni profundamente la democracia. En la última mitad del siglo XX y al final de una dictadura de cuarenta años, instaurar una monarquía diseñada por el propio dictador fue algo demencial. Antidemocrático y aberrante en su misma base. 
Quien más y quien menos se pregunta ciertas cuestiones que ningún político de entonces ni de ahora han sabido plantear. Hasta Carrillo cayó en la trampa y cuando leía o escuchaba el lema: "España mañana será republicana", siempre respondía: "Mañana, sin prisas, pero no hoy". Los españoles se preguntan:

1) ¿Cómo puede ser demó-crata un mono-arca? 

2) ¿Cómo puede ser demócrata un rey que, además, ha sido educado por un dictador? 

3) ¿Qué puede importarle a ese rey la ciudadanía ni su bienestar, cuando el único móvil y empeño que ha tenido su padre y ha visto en su familia, ha sido recuperar un trono perdido por su abuelo y usar el reinado para salir de la penuria económica que les llevó a vivir de la caridad de sus vasallos más fieles y ricos durante años de exilio, en vez de ponerse a trabajar para ganarse dignamente la vida? 

4) El error político fue aceptar esa herencia calamitosa como una solución definitiva y no como un trámite de transición completamente prescindible. De sobra sabía el dictador que si el entonces príncipe de España llegaba al trono, todo seguiría no sólo atado y bien atado sino desastroso, embarullado, corrompido y generador de tal cisco social y político que haría imposible la democracia y abriría el camino a un nuevo estado dictatorial para "arreglar" el "desorden"producido, precisamente por la ausencia de una democracia verdadera. Precisamente una democracia auténtica nunca puede generar corrupción porque en ella hay transparencia, no hay tabúes ni privilegios especiales para nadie, los que gobiernan son ciudadanos elegidos en listas abiertas que representan de verdad a la sociedad a la que pertenecen y no abusan y viven para siempre de una sociedad que creen que les pertenece, como está ocurriendo aquí. 

5) Y el error se mantiene y se mantendrá mientras no haya agallas políticas para plantear un referendum que revise las bases más esenciales de la Constitución y asumir las consecuencias. Es una pena que no haya un Suárez, ni un Nicolás Redondo, ni un Marcelino Camacho, ni un Anguita ni un Tierno Galván ni un López Aranguren entre los políticos y asesores políticos actuales, ni un Vicente Enrique Tarancón, que les explique a los católicos cerriles como se da a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Es un dolor que se haya ido degenerando la saga y que lo más representativo de la "clase" política sea Rajoy con sus adláteres, sostenedores, antagonistas y cómplices y una oposición descompuesta y desactivada, que lo más "in" que puede representarla es la Talegón, gruñendo desde un hotel de cinco estrellas contra los socialistas que se alojan en hoteles de cinco estrellas y que se va a hacer auto publicidad a las manifestaciones contra  los desahucios, acompañada por la prensa adjunta para confirma caché y que en el socialismo español no está todo en manos del "conformismo" o sea que , -y vuelvo a citar a Lampedusa cuando en Il Gattopardo pone estas palabras en boca del acomodaticio Principe di Salina a su sobrino Tancredi- "es bueno pelear para que todo cambie y para que de ese modo  todo siga igual".

6) Si al rey de verdad le importase España, él mismo renunciaría a la corona y pediría al Ejecutivo y al Legislativo que se convocase un referendum por el bien de todos. Pero nunca lo hará. Si fuese capaz de hacerlo no estaría la monarquía en el cenagal en que se encuentra. Y por eso serán por un lado la situación económica e ingobernable y por otro la ciudadanía haciendo un verdadero ejercicio democrático lo que obligará a la corona a marcharse  para siempre y a olvidarse de volver.

 ¿Democracia en España? Ni por el forro, Iñaki. Nunca la hemos tenido hasta ahora, aunque siempre la hemos soñado, se nos llene la boca con el término y no hayamos querido ver la realidad, obnubilados por ese desfogue que produce en los pueblos oprimidos durante siglos poder decir de todo públicamente sin ir a la cárcel por hablar. 
Hemos creído que la libertad histriónica de expresión y el derecho a la huelga pactada y supervisada por los dadores y receptores de sobre-sueldos es lo máximo que se puede conseguir y los titiriteros del guiñol social lo han puesto en el guión.
Saben de sobra que sin haber conocido jamás la democracia, podemos hacernos ilusiones vanas con la "libertad" de expresión, con tener acceso al cine porno sin que haya que viajar a Perpignan, con exhibir en los kioscos de prensa cuerpos humanos en bolas,  contar chismes privados sobre los famosos o con las bodas gays, ya se ha tocado la cumbre de la libertad.  Y eso no es todo.  Ni mucho menos.

Engatusados por el espumillón de la caspa y el barnizado de la mugre no  se ve necesario entrar en cuestiones de mayor calado y peso, como es el control ético de la "clase" política, el control ético de las finanzas y la banca, la participación directa de los derechos ciudadanos en la legislación, el conocimiento y la cultura democrática practicada en el día a día, la ética, la transparencia, la justicia y el civismo como bases de la conducta social y privada. La responsabilidad solidaria de todos y cada uno. El desarrollo y crecimiento de la conciencia. Toda esa riqueza no sólo no quita las libertades, sino que las hace connaturales, fluídas, más completas, inteligentes y sanas. Respetuosas; y las convierte en espléndida normalidad democrática. Pero no es el caso español, por desgracia. Atascado  por el tapón constitucional de una monarquía corrupta y como consecuencia, un paradigma de conducta impresentable para políticos, financieros y ciudadanos en general. No es tan malo que se derrumbe lo pésimo. Lo peor es que creamos no tener algo mejor con que sustituirlo. Y ese recurso es el que ahora se está gestando en una sociedad perdida, aplastada por lo inesperado y sin embargo tan presente en la génesis del desastre.
De momento se ve y se culpa a los políticos, pero la misma corrupción está en los que les corrompen con sus ofertas millonarias, sus regalos y privilegios mientras evaden capital en paraísos fiscales. Y en los que conociendo esa basura la silencian o/y la justifican con un cinismo apabullante amparado por el engaño mayoritario en las urnas del partido ganador: "No he cumplido mis promesas pero he cumplido con mi deber", dicen que dijo Bruto cuando le daba la puntilla a Julio César, su padre adoptivo, que expirando le decía: "¿Tú también, hijo mío?"

Nada de democracia todavía. Para que un pueblo pueda detentar su poder, primero se tiene que enterar de quién es y de lo que es; corregir sus errores de percepción, aprender de la experiencia real y cambiar la inercia del miedo, la frustración y la rabia resignada y vociferante, por la desobediencia civil, por la resistencia pacífica, por la organización no violenta, coherente y sin odio, por la denuncia directa y por no pagar ni un sólo céntimo más a sus explotadores. Entonces nacerá un sistema donde los métodos que nos han arruinado no tendrán espacio para implantarse ni mantenerse. Entonces el futuro renovado será el presente democrático. Mientras, sólo nos queda seguir insistiendo con honestidad solidaria en las reivindicaciones y en mantener frente a lo ilusorio y manipulable el poder de lo evidente e indiscutible: el bien común como objetivo. No desde la lucha desgastante y sin más salida que vencedores o vencidos, sino desde una inteligencia convincente superior al improperio y a la inmadurez. No desde la teoría organizadora en abstracto, sino desde la gestión impecable de lo concreto e inmediato. No se gobierna con ideologías desencarnadas de la realidad, sino que las ideologías surgen de la realidad bien gestionada. Las ideas irrealizables no son utopías benefactoras, sino demagógicas pompas de jabón. Por eso los colectivos nacidos del 15M y las plataformas cívicas pueden hacer mucho más que unas leyes sin más fuste ni base que beneficiar intereses de uno u otros en vez de servir a todos y para todos.


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