jueves, 21 de febrero de 2013

El estado de hara-kiri

Dice Marianete, el registrador en baja compensatoria parcialmente remunerada, que tras su mejor año de gloria en el poder, donde ha puesto a España a la altura más underground de su historia filodemocrática, su objetivo más importante será acabar con la corrupción. No sabemos si lo hará peregrinando descalzo con mariana devoción -obviamente- a Lourdes, a  Fátima o a Medjugorje, o al Escorial, teniendo en cuenta la tradición caminera y penitencial de sus raíces gallegas y su afición devota por ir al Rocío. Tampoco es seguro que esas beatas opciones consigan cambiar el agua de la podredumbre por el vino de la decencia. Esos milagros son divinamente imposibles y ni siquiera ese diosh que tanto y tan destarifadamente le manda, caso de que existiese un "diosh" así de compinche y tan mediocre como falso, podría conceder una indecencia semejante sin correr el riesgo de dimitir como diosh, for ever and ever. 

La verdad es que acabar con la corrupción es mucho más fácil de lo que parece. Sobre todo cuando uno manda tanto y nadie le puede toser. Se trata de empezar por lo que uno tiene másh a mano: uno mishmo y su circunstancia política. O sea, una excedencia real en su profesión. De ésas que no cobran por estar excedentes ni benefician a su familia consanguínea con leyesh ad personas a cargo del amigo Gallardón al que ya se encargó de hacer ministro de lo legal para que todo siguiese el curso natural del beneficio  personal convertido en ley. Y la Justicia se coloque la venda definitiva con clavos y superglú, para no ver nunca nada de nada. Luego se puede seguir por el partido político del que uno se ha servido para hacer carrera y al que se sirve y enriquece con la propia "carrera". Es decir, en plan feedback . Toma y daca. 
Pongamos que Marianete se ha hecho de verdad consciente y responsable de sus actos, gestos  y dichos im-políticosh y que ha decidido dedicar su tiempo a limpiar la mierda en casa propia y eliminar el tapón que con ella hace imposible cualquier intento de gobierno. Pongamos que empieza por   ir mandando a casa a Montoro y a Guindos por corrupción de neuronas en mal estado y que luego sigue con Wert y su contracultura militante; se da cuenta de que los españoles no necesitan un ministro tan gore, aficionado a la sangre de los toros hasta  dedicarles el presupuesto de las becas, los comedores escolares y el sueldo de los maestros a mayor gloria y trinque de los empresarios y ganaderos taurinos. 

Sigamos poniendo e imaginemos que además, en su empeño catártico y arrepentido, decide revisar el caso Gürtel y hacer que los pperos ilustres e implicados, valencianos, mallorquines y  madrileños especialmente, devolviesen hasta el  último euro que se han llevado crudo, lo mismo que la independentista familia convergente y unida por la misma omertá del clan pastífero, si es necesario hasta desahuciándoles y haciéndoles pagar con su patrimonio personal el agujero de los desfalcos "legales" según su código mafias; pongamos que se revisa el caso Garzón descubriendo "todo" lo que hay detrás. Y ya puestos, pongamos que también remata el caso Bárcenas ppniéndolo en su sitio y aclarando todo, revisa el caso Capio-Cospedal o sea, la prevaricación cohechera más desvergonzada y descarada que no tienen el menor sonrojo en aplaudir. La mujer desmantela la sanidad, mientras el marido se monta el chiringuito pprivado y "ppaganini"que les seguirá haciendo de oro sin miramiento alguno. O el caso Ana Mato y su chico. Ni Bonnie & Clyde lo hubiesen mejorado. Total, siempre habrá un ministro de Justicia (¡?) que convertirá en legal el enjuague.

¿Robar? Robar es llevarse un coche, una moto, una bici  o entrar atracando en una tienda de videojuegos, en un banco o en El Corte Inglés, pero ¿quién ha dicho que cobrar sueldos cuando no se trabaja en el ramo para el que se  opositó, como el Presidente, o montar una empresa privada para llevarse los dineros públicos, previo desmantelamiento de los servicios de sanidad del Estado, como los Cospedales, veranear, viajar y dar fiestas en casa pagados por Al Capone y que dar concesiones estatales a cambio de sobres sea un delito? Por favor, qué manía ¿no? Si todo es legal y divino de la muehte, según Alberto Justicias y sus tesis psicodélicas. Y luego, Cataluña...y luego los espionajes como montaje y maniobra de distracción, con Camacha incorporada, víctima y cómplice en una pieza...en fin. 

Y para remate, si ya el propio Presidente dimitiese por honradez, en un acto memorablemente ejemplar y honesto, -como hizo Suárez en el Congreso cuando siendo Ministro del Movimiento lo paró en seco y reconoció que ese cargo ya no tenía sentido ni objeto en la nueva sociedad española y se quitó el ministerio de encima en un acto de coherencia que nunca olvidaremos los testigos de entonces,- así Marianete dejaría de ser Don Pimpón y Don Tancredo para convertirse en Excelentísimo Señor Don Mariano Rajoy. Mientras eso no suceda seguirá siendo para todos -incluidos ex-simpatizantes y ex fans del pp, Marianete, el resgitrador sin registro, que cobra en negro blanquedo por una ley que se inventó para sí mismo y los colegas cuando fue ministro y lo sigue haciendo. Lo de beneficiar a sus benefactores y proteger a sus chantajeadores. O sea, el revés de Suárez. Una ley que el psoe no quitó, por cierto, cuando estuvo en el Gobierno. 

Si Marianete, de verdad, de verdad, está dispuesto a desmantelar la corrupción, apaga los ventiladores de su propia cloaca y se pone manos a la obra, en un par de semanitas España se nos queda como los chorros del oro. Sí, porque esos gestos honrados en gerifaltes públicos tienen un poder inmenso y regenerador. Se contagian, reconfortan y suben el caché moral y político de los que los hacen. Cambian a mucho mejor la historia de los pueblos y establecen un nivel ético que influye en la conciencia de todos. Y la reconstruye. La orienta. Y sana la sociedad y su herida corrupta. Ojalá esta hipótesis se convirtiera en tesis viable y dejase de ser la antítesis de lo que hay. Ojalá. Ojalá Marianete imitase al gobierno búlgaro que ayer dimitió en pleno confesando que la situación le ha dejado sin recursos, como al papa.
Ojalá Marianete no siguiera empeñado en hacer a España el hara-kiri con cabezonería kamikaze para salvarse de los tribunales. Ojalá Marianete y su partido fuesen una pesadilla y de repente, despertando, los españoles comprobasen que no son reales. Y tal vez, hasta sea cierto, que una vez superada la narcosis del engaño, comprobemos que es así.

Sin embargo el espectáculo kamikaze del discurso marianil muestra otra orientación mucho más oscura y cerrada. Enrarecida y putrefacta. Mantenella, sostenella, cacarealla, rebuznalla y nunca, nunca, enmendalla. No es un parlamento; el pp lo ha convertido en un establo con gallinero adjunto. Coces, cacareos, rebuznos, mugidos, relinchos y estiércol. Mucho estiércol, para colmo mezclado con Chanel nº 5. Lo peor de lo peor. Por el ppoppurrí. Peleando por el territorio marcado con la orina y las heces. Apego ansioso a la rapiña y humillación constante del débil a favor del fuerte, no en cualidades ni en honestidad intelectual ni  en ética ni en eficacia, no. El más fuerte en dinero y en chanchullos. El más experto en peinetas de todo tipo y material. El buhonero de la cochambre. El flautista de Hamelin, ahogando a sus seguidores en el río de la mugre.

Rubalcaba. Pobre hombre. Un buen gestor y un ministro casi siempre impecable en su empeño. Y ahora en el limbo. En esa tierra media entre un pasado donde Felipe González siempre será el vudú amenazante de la historia, el comienzo del fin, y Zapatero el fallo final de la socialdemocracia inclinada, por miedo, ante el poder de la Bestia. Del dinero sucio y sin alma, manchado de sangre, sudor y lágrimas de los pobres de la tierra, que se saca del dolor y del sufrimiento del prójimo más desfavorecido y olvidado entre sobre y sobre, entre poder y aplastar, en ese caldo repulsivo que el pp nada y bucea como un verdadero besugo a las órdenes de Leviatán. Está en su ambiente, en su habitat. En su pringue. 

El psoe, por su lado, parece autocondenado sin remisión a la queja sin voz y a la denuncia con sordina. El Partido Socialista tiene honradez de sobra en sus bases, pero se ha quedado sin cauces y sin canales para regar España con su caudal imprescindible. También a él le ha llegado la infección de la mediocridad, la falsa prudencia que presume de democrática mientras le falta valor y claridad mental y de recursos para hacer de la democracia real un hecho verdadero apostando por listas abierts y reforma de la ley electoral. También a él le han llegado la división y las banderías, las intrigas de dentro. Ha cedido tanto para poder gobernar, que al final no sabe ni puede hacerlo, ni recuerda sus raíces realmente políticas, en el más noble sentido del término. Una verdadera pena para los españoles, que nos vemos abocados al bricolage ciudadano y asambleario. El único recurso digno que nos queda para poder surgir de los escombros de un intento fallido más de democracia. El más largo de nuestra penosa historia, es cierto, e insuficiente. Mucho. Faltaba la conexión con la base auténtica. Los ciudadanos. El compromiso fuerte y noviolento, sano y noble de una ciudadanía adulta y nueva. La que está hora en la calle y el alma de todos.

Sin duda esta debacle del sistema nos está dando el master intenso que necesitábmos desde que los Reyes Católicos hicieron la limpieza étnica y convirtieron las Españas en un horror inquisitorial aterrorizado, sumiso obediente y mepilas, miserable, pero adobado con el poderoso caballero que "nace en las Indias honrado, donde el oro le acompaña, viene a morir en España y es en Génova enterrado". Lo dijo Quevedo en su día. Qué profeta!


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