No he podido evitar una verdadera conmoción. Las noticias acaban de descubrir que la pobre modelo de "El origen del mundo" según Courbet, además de órgano sexual y muslamen, tenía cabeza. Qué noticia, porfa! Todo un descubrimiento antropológico. La resolución de una incógnita que desde hace un siglo, más o menos, nos tenía en vilo. Sin pegar pestaña, vamos. ¿Quién no ha sufrido un síndrome de ansiedad, insomnio y angustia vital, pensando que al pobre Courbet le faltaba un hervor, que era un fetichista destarifado o estaba como un cencerro digno de una tesis de Freud? ¿Quién no sospechó alguna vez que detrás de su ilustre inspiración pictórica y dentro de su cráneo privilegiado podría palpitar el "celebro" de un Edipo borderline y sin resolver, un obsexo misógino, empeñado en reducir a la mujer a puro objeto de deseo por piezas, a expositor de carnicería o a la colección de un taxidermista maníaco y tarado? Ahora, por fin, el dilema está resuelto.
Seguro que todos hemos respirado aliviadísmos al ver la pieza que faltaba en ese pedazo de obra de arte descuartizador de realidades. ¿Cómo podría un genio plástico de tales alturas andar descabezando mujeres como si fueran sardinas freskues desde Santurce a Bilbao, con la falda remangada, luciendo las pantorrillas y todo lo que sigue?
Ahora, ya podemos dormir tranquilos y sin pesadillas añadidas gracias a internet y a su empeño por aclarar entuertos y recovecos laberínticos en la líbido del personal. Uf, menos mal, qué alivio! Es maravilloso y un derecho humano imprescindible cerciorarse de que bajo los pinceles hábiles del maestro Courbet no yace camuflado de lagarterana el toque límbico-cretinoide y paranormal de un Rupelto, un Vonifacio, un Luterio o un Zelipe; que el gran pintor de las intimidades femeninas pornoabusables, ha podido superar el toque de primitivo conceptualismo mural y rupestre de sus imitadores o/y predecesores. Y también, en el otro extremo de la evidencia crítica, Rupelto, Luterio, Vonifacio , Zelipe, y su genio pictórico, gracias a este hallazgo de valor supremo, puedan alcanzar una categoría picassiana; como la abuela del Ecce Homo. Y revelarse como la abstracción cubista de la evidencia pictórica del gran Courbet. Un genio exactamente a la misma altura "celebro"-reptiliana de los artistas espontáneos de la inolvidable e indeleble escuela primitiva popular española de los cincuenta.
La crítica puede asegurar que es hasta un fenómeno cuántico, donde la inspiración no conoce límites de tiempo ni espacio y la percepción espontánea del genio obsexo salta todas las barreras. Como los toros bravos. Y se crece ante cualquier muralla intelectiva y con remilgos. Lo mismo que Wert, el ministro de Educación. O como el pp con los sobres y las fotocopias de Bárcenas. Que son la pornografía scaneada de la política. Por piezas. Como el cuadro descabezado de Courbet. La aberración surrealista de la abuela aragonesa y los graffiteros manchegos que al no tener un manicomio a mano, se hacían autoterapia decorando las tapias del pueblo a genitalazo limpio. Es lo que tiene la sanidad en las dictaduras con pocos recursos, que tarde o temprano acaba por despertar al genio que todos encierran dentro. O al imbécil. Al tarado. O al Loco del tarot. O al outelet del Cottolengo versión on line. Que de todo hay en la viña del señor...de las moscas.
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