Los ciudadanos tienen la palabra
por Arturo González
La democracia solo y siempre tiene una salida para sus conflictos: elecciones. En unos momentos en los que la situación política en España es insostenible no hay más solución que la celebración de elecciones por graves que sean las circunstancias, por serios perjuicios económicos que puedan originar, y por mucho que los distintos partidos políticos las deseen o no a causa de sus intereses electorales inconfesos. No hay otra salida. Aunque vuelvan a ganar los mismos que gobiernan en la crisis sobrevenida si los ciudadanos así lo deciden. Todo lo demás es una adulteración de la democracia. Ni gobiernos de tecnócratas, ni gobiernos de concentración salvadores, ni, si se es honesto, apalancamiento y continuidad forzada de y por quienes gobiernan y tienen la capacidad de convocarlas. Es el único remedio limpio. Cualquier otra solución es más dañina para el país, aun en la situación de hecatombe económica actual. Aquí sí que se puede decir que cada palo aguante su vela y rinda cuentas a los ciudadanos.
El solo hecho de que nos asuste su convocatoria y de que inmediatamente aleguemos disculpas para su no celebración constituye prueba evidente del poco respeto que tenemos a los principios básicos de la convivencia.
Que el actual Presidente del Gobierno es un hombre acabado resulta meridiano para cualquier analista objetivo no adicto. Podrá revolverse durante un tiempo como el pez enganchado en el anzuelo y sacado del agua, luchará, mentirá, pactará para mantenerse, pero su permanencia es letal para España. Su salida es inevitable. La democracia se encargará de ello, salvo que efectivamente esto no sea una democracia.
Todo el mundo dice que hay que hacer algo y dar un paso al frente, pero nadie hace ni propone nada. Nos pierde la verborrea del discurso inconcreto. ¿Tanto miedo le tenemos los españoles a las elecciones, no reclamamos a diario más participación? Pues no cabe mayor participación que volver a echar los dados de la razón y la preferencia.
No podemos entrar en una lluvia de querellas y demandas, ni la política ni la democracia son un programa basura de televisión. No se puede gobernar a la espera y golpe de sentencias judiciales. No podemos estar al albur de lo que nos ordena Europa, no podemos estar al servicio de lo que marque el poder económico. No podemos entrar en un periodo de resquebrajamiento social, de mayor empobrecimiento del país. No podemos permanecer a vueltas con la amenaza constante del caos. Somos mayores de edad, somos libres (aún), somos responsables de nuestro destino. Cojamos la pértiga y celebremos elecciones. Solo así seremos ciudadanos, solo así seremos demócratas. Todo lo demás es un apaño irracional y momentáneo. Tal vez solo así evitaremos la violencia indeseada e indeseable. Hay que dar la palabra a los ciudadanos, y a sus libres decisiones. ¿O no nos fiamos de nosotros?
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