Periódicamente, y de pronto, cuando los hombres hacen el mundo más inseguro, inhóspito e ingrato, aparece en plan sorpresa la amenaza del cielo; el fin nespresso del mundo en un plisplás, la jindama del terror cósmico e incontrolable o la visita intempestiva de un asteroide malaje que viene con muchas ínfulas y ningún miramiento, como el toro de Wert contra el señuelo de este planetilla casi inapreciable en la foto de familia del sistema solar.
Hay que ver cómo le gusta al homo habilis hacerse ilusiones y cómo le enloquece distraerse pensando en los espacios siderales, sobre todo cuando ha dejado los espacios telúricos hechos una pena. Contaminados, arrasados, minados, envenenados, perforados, desequilibrados, enfermos, histéricos, arruinados y desérticos. Cuando ha conseguido que las naciones no se entiendan nada más que para aliarse unas contra otras, para hacer negocios sucios y para perder la oportunidad de civilizarse y ser felices; entonces mira al cielo virginal (no sabemos hasta cuando) y busca otro tipo de emoción que sea menos controlable y distraída para no ver que el peligro más grande de extinción es la misma sociedad creada por ese dislate estúpido de base límbica y sustancia reptiliana: el ego desmadrado y criminal, que no sabe que lo es y busca siempre culpables que no sean él mismo; con el mantra habitual del "¡y tú más!". El asteroide se convierte así en un motivo estupendo para el negocio de Hollywwod, las pelis serie "B", como la economía de la corrupción, y en un filón informativo, publicitario y pastífero.
Cuando todo va cuesta abajo y sin frenos y no hay ya emperadores que quemen Roma para divertir al pueblo aburrido ni convoquen gladiadores para que se descerrajen en la arena de los anfiteatros y la prima de riesgo ya no importa, por puro hábito, y los papas dimiten como lo que son: ejecutivos de una multinacional, entonces, ya sólo sobrevive el morbo del asteroide y su quiniela. ¿Caerá o no caerá? Y si cayese ¿dónde lo haría? ¿Y si de verdad los científicos están tan puestos como dicen ¿qué harían para evitar le horror peliculero que se desencadenaría?
Siglos y siglos así. Sin aprender que el asteroide y nosotros somos la misma cosa y que la seguridad del planeta depende por encima de todo de lo que nosotros hacemos con los demás y con nosotros mismos.
Hace cuatro siglos quemaban a la gente por decir cosas como éstas, hace 2000 años crucificaban por el mismo motivo. Ahora el asteroide sigue siendo la misma amenaza de entonces, la Babia acogedora de los pánicos ancestrales. Pero ya no nos fríen en la hoguera por decir que el asteriode y nosotros somos la misma energía reconvertible según el tipo y nivel de emociones y pensamientos que la mueven en una dirección o en otra. Al menos en eso hemos ganado mucho. Ahora sólo nos miran de reojo y piensan: "pobrecillo, está como un cencerro".
Para que luego digan que la especie no ha progresado...
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