miércoles, 27 de febrero de 2013

El monopoly surrealista de la nulidad

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¡Ya está bien!


¿Qué herramientas tiene una sociedad cuando se encuentra atrapada por su propio voto en una infinita alcantarilla poblada por personajes estrafalarios e increíbles, en el sentido más literal de la alucinación?
En Cospedalia, por ejemplo. O en Montoronia, o en la república de Cantólandia, en Borbonistán, o entre el reino surrealista de Rajoylia y su virreinato de Barcenópolis. Un atlas patético que nunca se acaba como aquel desesperante cuento recuento sin final con que en la infancia de los que pasamos de sesenta, -entonces sin tele ni dibujos animados, ni la play- nos enfadaban los mayores cuando les pedíamos insistentemente que nos contasen un  cuento antes de dormir.  "¿Quieres que te cuente el cuento recuento que nunca se acaba? " "¡Sí!" "Yo no digo no que sí ni que no, pero tú ¿quieres que te cuente el cuento recuento que nunca se acaba?" "¡No!" "Yo no digo ni que no ni que sí, pero tú  ¿quieres que te cuente, etc, etc..?"
No es creíble. No parece real. No acabamos de creer lo que vemos y oímos. ¿Alguien está seguro de que los títulos universitarios que acreditan a Dolores Cospedal, a Montoro y a Rajoy son de verdad? ¿Alguien sabe de buena tinta si los estudios de su malestad,  de Urdangarín, de Tony Cantó y de Bárcenas, se realizaron en el Planeta Tierra o en el distrito universitario de la cara oculta de la Luna? ¿Quiénes les examinaron y aprobaron? ¿A cambio de qué? ¿Fueron titulaciones reales o ficticias, o sea, ficticias pero con una ficticidad de poca monta o fueron reales, pero con una realidad de poco pelo? ¿Se  han contumelado los arbotantes de la fostronia o por el contrario es imposible distinguirlos del porrusterio inorgánico bielorruso? 

¿De dónde ha salido esta ristra de en-seres inenarrables, de cochambroides morfomelios, de sincróneos obtusos pirañiformes? Lo siento por Iñaki Gabilondo que clama en su video de hoy por la seriedad en el trato a los politicantes profesionales y la exigencia de algo más que estupidez elevada a n, pero no encontramos ninguna posibilidad de encajar seriamente ese patatús continuo e  insostenible que dice que nos gobierna a pesar nuestro y en contra de toda lógica, de toda razón y de toda cordura elemental; que no sólo no dimite ni se destrona, ni se jubila, ni se va ni se aclara, sino que sigue y sigue, sin indicio alguno de replantearse hacia dónde, para qué, porqué, cómo,  por dónde, ni hasta cuando. ¿Quién puede parar esa calamidad atroz? Lo peor de lo peor es que no hay nadie más. 

Es posible que en tales tesituras lo más sano sea dejar de hacerles caso y de subvencionarles el master de anafabetos políticos, institucionales y e inútiles. Y que Dios reparta suertes.

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Acabo de ver al Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, llorando y diciendo al lider de la oposición alemana que haga el favor de respetar la voluntad democrática de los italianos, cuando este último afirmó que tanto Berlusconi como Grillo son dos payasos. No es extraño que llore el Presidente de Italia; comprendemos muy bien lo que se siente cuando alguien de "fuera" nos avergüenza por lo que tenemos en casa y encima por votación popular. También es un muy difícil aceptar internacionalmente una verdad de tal índole cuando uno representa a un  estado donde los payasos tienen tanto glamour; igual que en España. Sólo que aquí los payasos no son sólo dos, sino que se reproducen por esporas y todos aspiran a un escaño bien remunerado que les permita decir las mayores majaderías, idioteces, absurdidades, insultos y obscenidades sin que nadie les corrija ni les mande a casa.  No sé por qué se sigue el prejuicio de avergonzarse oficialmente por lo que hacen otros, por muy compatriotas nuestros que sean; ni por qué el protocolo y la etiqueta deben forzar a nadie a fingir ante el mundo que defiende con sus gestos y palabras lo que ante su razón, sus sentimientos y su ética es repulsivo. ¿No sería mucho más sano reconocer la verdad de los hechos? ¿Ayudan unos padres o unos hermanos al hijo o al hermano que delinque, si le defienden y le impiden tomar conciencia del mal que hace? ¿No sería mucho más justo y noble para el delincuente que su familia fuese la primera en avergonzarse de él, en vez de defenderle ante los demás sabiendo lo que hay? ¿Eso significa que se le quiere a él, o que uno mismo no acepta que su hijo y hermano es un delincuente?
Es, justo, lo mismo que pasa en el pp. Negarse a admitir la delincuencia de los miembros del partido, no porque se crea en una inocencia que no existe, cosa que todos saben, sino por mantener el tipo y el poder, la facha y la apariencia; un ridículo total, cuando la realidad desenmascara por sí misma todos los tinglados. Como ejemplo, valga la censura de Cospedal, que ha "prohibido" usar la palabra desahucio. Seguramente cree, como Goebbles, que suprimiendo y sustituyendo palabras se puede cambiar una realidad que no tiene más nombre que el de ignominia y crimen contra la dignidad humana y sus derechos fundamentales, como el que la misma Constitución define como inalienable: el derecho a una vivienda digna.

Cuánta comedia "oficial" y cuánta tapadera inútil nos impide crecer como humanos y nos hace permanecer a cuatro patas , creyendo que somos la repera.

Otro ejemplo actual: el paripé de sus malestades. El rey se pira con Corinna a cazar elefantes, la reina se va a de pascua helénica. Pasa lo que pasa, Corinna se hace famosa como lío real y trotaconventos monetarios junto a Urdangarín, y la reina, que ha demostrado que el rey le trae sin cuidado, sigue haciendo el papelón que no engaña a nadie. ¿A qué juegan? Si todos sabemos lo que hay ¿por qué seguir la comedia?
Todos saben que Bárcenas se ha puesto las botas y los de los sobres, también; los jueces lo descubren, la gente lo sabe, la prensa lo publica. La "simulación" de Cospedal se convierte en la verdadera bandera del pp. La simulación es el motivo argumental de un gobierno que lleva años y años simulando, desde que era oposición. Desde que inventó el pelotazo y la burbuja y les colocó el rótulo de "España va bien". Montoro simula la calumnia sin pruebas, el salpicado sospechoso mirando a los socialistas mientras dice "alguien no paga impuestos", o "hay actores y actrices que no pagan a Hacienda", Montoro simula que es ministro, pero en realidad es un cotilla profesional, un chismoso sin pruebas ni evidencias, simula ser un ministro, pero en realidad es una mala copia del "Perfectus Detritus" de Astèrix y Obélix.

Zapatero en 2008 también simuló que olvidaba su condición de socialista para no enfadar a los mercados, como Napolitano ha disimulado en Alemania, su profunda discrepancia con la barbaridad del dúo de histriones que acaban de obtener el segundo y tercer puesto en la lista de votados para gobernar su país.

El papa de Roma también ha simulado gobernar a la curia durante  trece años, pero era, justo, al revés. La curia le gobernaba descaradamente; a la vista está. Le han agobiado, rodeado, chantajeado, espiado y ninguneado hasta obligarle a dimitir. La curia también simula que cree en un Dios cuyas leyes no respeta con sus actos y que ama a un prójimo que le importa todavía menos que su "dios" bicéfalo, que después de todo es el mismo que el del pp: el dinero y el poder.

Lo mismo hace el Gobierno de Europa. Simula que trabaja por la prosperidad de la UE, pero en realidad sólo le importa el mercado y lo que puedan sacarle antes de que todo se hunda. Merkel simula que quiere ayudar a que todo mejore, pero mantiene el error de los recortes en los sueldos que ahogan la producción, la oferta y la demanda de ese mercado que tanto defiende.

Igual sucede con la medicina convencional. Simula que cura con venenos y lo que hace es producir un mundo de patologías crónicas, fármaco dependientes; un mundo de salud paranoica e hipocondríaca, que es muy rentable para los laboratorios.

En el fondo todo es un caos porque la verdadera gobernanta de todo es la simulación. La mentira como institución. El timo como sistema de desigualdades e intercambios cutrísimos. El disimulo como "buena educación", la limosna como lavado de cara de la injusticia. La Justicia con los ojos vendados, es la mejor de las muestras. Debería tener el valor de quitarse el vendaje y llamar a las cosas por su nombre, en vez de conceder a cambio de dinero la libertad condicional a los facinerosos millonarios y no concedérsela al pobre diablo que con delitos mucho menores no se puede pagar el derecho de igualdad para ser tan libre condicional como el millonetis.

El bochornoso y obsceno trabalenguas de Cospedal ante la prensa, definiendo el despido marciano de Bárcenas, es la prueba definitiva del nueve de la simulación: una abogada del Estado que no da pie con bola ni sabe lo que dice. También es una simulación un Estado que admite y mantiene unos abogados de tal laya. La simulación es el rebufo del vacío cuando no hay nada bajo la apariencia de una realidad inexistente.


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