sábado, 24 de marzo de 2018

Detalles que marcan diferencias en la conciencia social


Esto que voy a relatar no es un cuento breve e inventado, sino lo que suele pasar en una empresa humanizada, en un país normal, en este caso Alemania que es de donde obtengo las referencias directas, no en vano tengo allí a media familia.

Se trata de un proyecto de trabajo informático que organiza empresas por todo el país e incluso en el resto de Europa. La entidad es pequeña, todos se conocen y están pendientes unos de otras y viceversa, es natural entre ellos, los despachos son pequeños y funcionales, la cocina-comedor; la sede empresarial es un piso de finales del  XVIII, situado en una avenida junto al río y frente a la antigua estación de Freiburg, que es ahora un centro cultural y de exposiciones; el piso es  amplio, pero no demasiado grande con cinco o seis habitaciones- despacho, cocina y dos baños.  La cocina es el espacio justo donde comer lo que se trae de casa en un termo para sólidos, los líquidos se toman in situ; y si no te lo explican nunca sabrás quien es jefe y quién no; cada uno de los trabajadores se plantea el reparto de su horario en cada jornada con la flexibilidad que necesiten como madre o padre de familia, teniendo en cuenta las  prioridades  de casa tanto como las del curro, más por urgencia que por imperativo inamovible. Lo cierto es que a la hora de seleccionar espacios y ambientes, para trabajar, allí son más atentos a la armonía de los lugares, saben que se trabaja mejor si se está rodeado de un ambiente armónico, claro, despejado, sin amontonar,  con música de fondo también, ordenado por una misma, según lo que necesite para trabajar a gusto. Con amplias ventanas dando al escenario de la Naturaleza que con su sola visión relaja y descarga el cansancio.
Casi ninguno de ellos tiene coche, - ni jefes ni empleados-; cuando viajan por trabajo, la empresa alquila los vehículos y tiene un contrato con una casa de alquileres de coches, a la que paga una cuota mensual fija y así es más barato y ecológico, con diferencia, que tener cada uno un coche para ir al trabajo, menos gasto y menos porquería en el aire, más salud y menos complicaciones como la de aparcar; al trabajo van en bici, los jefes y los empleados, allí la gente no va de señorona aunque pudiera hacerlo de sobra, ni se amilana con facilidad con el frío bajo cero tan habitual hasta primavera y verano,  llueva o nieve. Los carriles bici son de dos direcciones y dobles. De modo que desplazarse así por la ciudad, que es peatonal en un 70% es mucho más un baño de serenidad y naturaleza que un estrés constante y antipático.
Hay un detalle muy interesante en esa empresa que me pareció y me sigue pareciendo muy lúcido: cuando se va a contratar a un nuevo empleado, éste no sólo se entevista con el jefe de personal sino además con toda plantilla, uno por uno, y sólo se le contratará sin hay unanimidad en la opinión y el consenso de todos los trabajadores, así se garatiza con éxito desde el principio de la contratación que existirá el equilibrio y la empatía necesaria para evitar complicaciones graves en el nivel de las relaciones humanas.
No está nada mal esa democracia interna y transparente como herramienta psicoemocional de trabajo en común. Evitar incompatibilidades y ser tan claros y directos al percibir el carácter, la actitud y la disposición de los posibles compañeros y no dejando la decisión del contrato solo a la voluntad de los jefes y dueños de la empresa con lo que se garantiza de sobra que los enchufes, privilegios y chanchullos no tengan cabida en el equipo laboral.

Hasta las empresas privadas importantes hacen una especie de concurso-oposición a la que deben presentarse todos los aspirantes que lo deseen, con un jurado independiente, avalando que ni siquiera el dueño colará a nadie de su familia por encima de alguien que esté mejor preparado y tenga mejores aptitudes para el puesto que cualquier pariente, y con ello se aseguran de que verdaderamente los mejores serán aceptados por el bien del conjunto, que está mucho más valorado que el enchufismo esa especie de derecho hereditario que para favorecer tantas veces a mediocres conocidos deja de lado a los más competentes con el perjucio que tal cosa produciría en el rendimiento y en la buena organización de la empresa que a todos beneficia.
______________________________________________________________

Me permito es este tema un inciso reflexivo que me parece inevitable afrontar estando el percal como está a día de hoy :
 Imaginemos por un instante: ¿hubiera sido posible en un país como Alemania un caso Cifuentes en una Universidad nada menos que pública como la J.C.I de Madrid tapando guarradas solemnísimas desde sus más altas esferas? Por supuesto que jamás. Y de haber sucedido tal cosa hubiese sido la causa de un proceso, por lo menos, como el de Nüremberg a nivel social, mediático , jurídico y con dimisiones vía ipso facto sin que nadie tuviera que pedirles la dimisión a la una y a los otros, a cuyo proceso es posible que los interfectos e interfecta ni llegasen vivos, y no por linchamiento del irrespetable que jamás habría tenido lugar porque los implicados e implicada, sin poder evitarlo, y en plan acción reacción instantánea se habrían muerto de vergüenza en pocas horas...en Alemania, claro. Aquí, a vivir que son cuatro días.

En España, sin embargo, es casi casi natural y lógico que una universidad dedicada a semejante rey francogénito nos salga como él, una clon ética calcaíta. Ambas y por partida doble:  la Cifu y la Universidad susodicha, inventada a ad hoc para poder titular ad artículum festinanter a quienes tal vez en su día no consiguieron aprobar el Bachiller entero y mucho menos el selectivo.
Obviamente, es cosa de física cuántica natural y adversativa como las conjunciones y los adverbios, y especialmente las conju de los astros que son una caña a la hora de marcar estilo... un efecto mariposa quid pro quo que lo flipas: los cardos no dan jazmines ni las ortigas nísperos, y es que lo similar se potencia con lo similar , ¿ no será que por eso Dios los cría y ellos se juntan? y se amogollonan a veces de un modo espectacular, en cascada enunciativa y en presencia intangible, como estos días sucede en el feudo cifuentino. Ah, la similitud y la sinergia, esos  principios homeológicos que a Hannemann le inspiraron tantísimo y en cambio a los doctores  españoles del (y la) montón les saca de quicio médico-medicinal.  Es lo que pasa cuando las ciencias adelantan que es una barbaridad y de tanto adelantar se nos pierden por el camino  y ya no dan una ni queriendo.
___________________________________________________________

Ya está, seguimos con lo que mola y dejamos a un lado el Patio de Monipodio.

Pues bien, como iba diciendo -hasta que el cifuentado me ha ha salid al paso con el trabuco- a uno de los trabajadores de la empresa alemana se le había roto su vieja bici, la llevó al mecánico que se la arregla siempre, pero esta vez las averías y el desgaste de los años, más de quince a todo trapo, contando que ya era de segunda mano cuando se compró, no daba para más. Había que jubilarla sí o sí antes de llevarse un disgusto. Lo comentó en el trabajo y enseguida uno de los jefes le dio la solución: "busca una buena bici, fuerte y nueva, si es posible que sea eléctrica y con marchas, que te sirvirá también para enganchar el carrito de tu niña más pequeña (la mayor ya funciona por libre con su bici), a la que llevas todos los días a la 'kite' (abreviatura de kindergrippe (guardería), la empresa la compra y tú dispones de ella y será tuya a todos los efectos mientras trabajes aquí".
La bici elegida costaba más de 3000 euros, el trabajador lo comentó antes de comprarla porque el precio le pareció excesivo, entondes el jefe le dijo: "no te preocupes, es una buena inversión por varios motivos: el primero por tu seguridad y tus desplazamientos laborales y particulares mucho más cómodos,  segundo, porque es una buena compra y de buena calidad que será de larga duración, y tercero porque Hacienda nos desgrava doblemente en la declaración cuando gastamos el dinero en ayudas de este tipo para el uso de un trabajador cualquiera. Así que, no sufras por el gasto y disfruta de ese pedazo de bici que te ha gustado tanto y te viene tan bien para todo. No te preocupes por lo que cuesta, pues será en realidad menos de lo que vale y hará un gran servicio amortizable a ti y a todos". Toma castaña, mi querida España.

No es economía ficción ni un relato de Julio Verne ni una crónica surrealista de Julio Cortázar y sus entrañables cronopios, ese trabajador es de mi familia y la historia no pasó hace treinta años antes de la crisis, sucedió hace quince días. En el mismito planeta, en el mismo hemisferio, mismo continente y en la mismísima UE  que nos cohesiona como proyecto político más errático que centrado, aunque de momento lo que cuenta de verdad, de verdad, es la pasta cruda sin más zarandajas ni picatostes.

No es que Alemania sea mucho más rica que España, Italia o Grecia, no, no es eso, es que allí, por educación y reformas básicas en el momento adecuado,  han desarrollado la inteligencia de pensar en el bien común  antes que en forrarse para tener más poder y pompa que nadie. Por esa actitud su riqueza se suele multiplicar, crece bien gestionada y sin faroles, se extiende al bienestar de todas las clases sociales y se mantiene en las crisis  mientras lo nuestro  se reduce a la miseria de muchos y  a la enloquecida acumulación pantagruélica, hasta obsesiva y tóxica de unos pocos, que, obviamente, desconocen la felicidad y el progreso real que producen las conciencias sanas y tranquilas  conviviendo con lo mejor de sí mismas y canalizando lo peor que todas tenemos hasta hacerlo tan útil como bueno y hasta rentable y todo.  
Pues eso. 


Sé que estas cosas al españolismo cejijunto y rebañil, eternamente escéptico, y con la rabia de no ser lo más super to much del mundo mundial les sientan fatal. Que  enseguida saltarán buscando defectos a los alemanes, que si son muy tiesos y muy rígidos, que si egoístas, exigentes y antipáticos, y demás tópicos atribuídos desde el desconocimiento, que desaparecerían si les descubriesen y les tratasen de  cerca y no sólo de oídas y de vista por las playas de Levante. 
No hay nadie perfecto en ningún sitio, y mucho menos pueblos enteros en mogollón. Pero no podemos negar que hay bastantes culturas y pueblos en Europa y fuera de ella que en saber vivir con cabeza y corazón bien armonizados nos dan sopa con ondas, nos guste o no.

Y ese fallo cognitivo de humos mal orientados por todo los alto, no es una humillación ni una desgracia que no tenga arreglo, igual que el analfabetismo se cura aprendiendo a leer y a escribir,  nuestro mal secular y sus miserias terribles, que ahora tenemos la oportunidad de descubrir con esta crisis, también tienen solución: hay que alfabetizarse el alma, educar la escucha, apagar la tele, preguntarle a los demás, y no sólo por cotilleo, sino por interés de verdad, cómo se sienten ante lo que viven igual que nosotros , pensar juntos más que enfrentados eternamente como gallos de pelea y gallinas gritonas que solo cacarean pero no ponen ni un huevo que se pueda comer o convertirse en pollo; mejor.mucho mejor,   caer en la cuenta mientras pensamos, leerse al menos un libro al mes, y que no sea una novela de usar y tirar como los Sálvames y las tertulias de inders y marhuenders.
No cuesta nada hacerse una tarjeta de lectora o lector en cualquier biblioteca pública y sentarse, cuando se pueda elegir qué hacer,  en un banco de cualquier parque, libro en ristre,a perder trajín y a ganar el tiempo, mientras el cielo y la tierra conspiran entre sí en medio del azul y de  las nubes, la luz y la sombra hecha árboles, la brisa serena, o el viento, la calma, las hojas y los pájaros que también participan del festín de la vida. El niño o la niña que se empeñan en andar por la arena y el barro de la lluvuia reciente. Los perros y los gatos que se cruzan con nosotros y a veces nos hablan con los ojos, más atentos y  espabilados que sus amos. Las papeleras nos hablarán de manos que las rozan, que las llenan o las limpian, igual que los coches o los contenedores de residuos urbanos, o el verso protector de los tejados,  y nosotras/os, ahí, desde cualquier edad, parando de repente en un instante el aluvión del pensamiento errático, vamos y detenemos el tiempo y el espacio apenas sin notarlo, nos vamos descubriendo como antenas sin cables de la vida que fluye, que conectan instantáneamente la conciencia colectiva con la conciencia universal que compartimos, sin saberlo, tantas veces al día. Como wifis con alas, humanos disponibles, gratuitos y frescos, que se abren como flores a los canales de la compresión colectiva y personal.
Se puede, desde luego que se puede, si salimos del bucle  y dejamos de lado la negrura contagiosa de ambientes contrahechos y tan sibilinos a veces, aunque después de todo son tan solo mecánica e inercia repetidas hasta hacerse corpóreas en conductas terribles u obsoletas.
Que fortuna, qué sustanciosa lotería inmaterial pero madre también de la materia, nos puede sorprender si queremos abandonar al fin ese barullo muerto de un presente dedicado a los muertos futuros sin remedio y por ósmosis, si la cosa no cambia y no elegimos ya ponernos de una vez a la disposición del bien común sin mirar por encima del hombro ni del hombre y mujer que todos/as somos aunque no lo parezca a simple vista.

La vida solo es bella, intensa y hasta plena,  si la dejamos ser sin someterla a los moldes de nuestros artificios de corral que jamás están ni estarán hechos a su medida ni  a la nuestra. Por eso es tan difícil y cada vez más raro, ser feliz. Y hasta normal.

No hay comentarios: