sábado, 10 de marzo de 2018


A las mujeres, mil veces gracias



Manifestación en Zaragoza con motivo del 8M.
Manifestación en Zaragoza con motivo del 8M. Fina Peña / Zaragoza
Gracias por un 8 de marzo en el que habéis demostrado que, si vosotras paráis, se para el mundo… y gracias por hacer girar el mundo todos los demás días del año.



Gracias por la belleza y la emoción que vivimos este jueves. Gracias por pintarnos a muchos y a muchas la sonrisa en la cara.
Gracias por haber llenado de fuerza y de dignidad las calles y las plazas de España como no se recordaba desde el 15M. Porque ningún derecho se ha conseguido en la historia sin lucha y sin movilización.
Gracias por no dejarlo en una manifestación y, además de manifestaros, hacer huelga. Gracias por poner en evidencia a la CEOE y a sus sirvientes en los parlamentos.
Gracias por unir a las más jóvenes y a las que llevan toda la vida peleando en una reivindicación que atraviesa la historia.
Gracias por gritar a los cuatro vientos que ya estáis hartas.
Hartas de cobrar menos que nosotros, de que vuestras pensiones sean más bajas y vuestros contratos más precarios.
Hartas de que las bajas para cuidar de la familia sólo las cojáis vosotras y de que os pregunten en las entrevistas de trabajo si tenéis pensado tener hijos… y a nosotros no.
Hartas del techo de cristal… que es más bien de hormigón armado.
Hartas de que se asuma socialmente que las tareas de cuidados os tocan a vosotras… y de hacerlo gratis, sin derechos y sin que compute en el PIB. Como si esto, que es lo que garantiza la continuidad de la vida, no tuviese ningún valor.
Hartas del paternalismo y de los 'señoros' con corbata que hablan en los medios de comunicación de vuestro aspecto físico, de vuestras parejas y de lo exageradas que sois según su 'señoro' punto de vista.
Hartas, muy hartas, de tener miedo de volver a casa solas por la noche. Hartas de las violencias machistas y de que aún haya quien no entienda que son en plural y están en todas partes. Que son físicas pero también verbales, sociales, culturales y laborales. Que se producen en el seno de una relación de pareja pero también fuera de ella: en el colegio, en el centro de trabajo, en el bar o en los sanfermines.
Gracias por decir que estáis hartas de poner casi cien asesinadas por año y de que esto no suponga ni alarma social, ni prioridad de estado, ni presupuesto, ni nada.
Que estáis hartas de sospechar que, si los muertos los pusiera otro colectivo, a lo mejor el Congreso ya habría decretado el estado de excepción.
Gracias por la valentía y la inteligencia de ir mucho más allá de las consignas y los lazos morados. Gracias por desenmascarar a los hipócritas poniendo en el centro del debate la desigualdad material y de poder entre hombres y mujeres. Gracias por señalar que, pues sois la mitad del planeta, la mitad del planeta es vuestro. Eso es lo que realmente les jode.
Gracias, en definitiva, por estar hartas de lo que hay que estar hartas y gracias por decirlo con millones de voces de mujer.
Gracias por hacerlo, además, dando una lección de civismo. La revolución de las mujeres es contundente y es urgente, pero también está llena de alegría y de amor.
Gracias por regalarnos el espectacular “cambio de opinión” de ciertos partidos políticos y ciertos opinadores y opinadoras.
Como en el 15M, han sido muchos los que han intentado boicotear la movilización mediante su desprestigio o mediante la negación de su transversalidad. Que si no voy porque no soy anticapitalista, que si no voy porque no soy comunista, que si la convocatoria es demasiado ideológica, que si tiene “tufillo”, que si es contra los hombres, que si, que si, que si… y, al final, unanimidad en las portadas, los que criticaron reculan, las que no iban a hacer huelga la hacen y los que se pasaron un mes disparando se ponen el lazo morado, bajan a hacerse fotos rodeados de malvadas comunistas y te cuentan que siempre han apoyado la huelga.
El fenómeno se llama hegemonía y hay que daros las gracias por ello, ya que anuncia el principio de la victoria.
Gracias por generar un tsunami de opinión que, o lo surfeas, o se te lleva por delante.
Gracias por la emoción y la alegría de redescubrir que la gente decente es mayoría, que las personas que queremos una sociedad más justa somos más.
Gracias por ese vértigo de intuir que, si nos lo creemos de verdad, podemos cambiar las cosas mañana.
Gracias por la esperanza de que pueda ser cierto que ellos tienen el dinero y los amigos poderosos, pero nosotros y nosotras tenemos la apabullante superioridad numérica.
Gracias por ese “sí se puede” que nos anida en el pecho cuando nos sabemos millones queriendo lo mismo.
Por todo esto y por tantísimo más, mil veces gracias.

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Querido Pablo Echenique, gracias también a quienes como tú, tienen la conciencia despierta; sin vosotros, hombres buenos y lúcidos, las mujeres del 8M hubiésemos encontrado más difícil aún el trabajo y la realización de nuestro compromiso de sororidad en este proyecto concreto. 

Me permito con todo el cariño un par de observaciones que tal vez ayuden a completar tu acertada reflexión:

1) Si algo está a años luz de la conciencia femenina es el hegemonismo siempre machirulo, me explico: toda hegemonía es la antítesis de la igualdad, porque considera imprescindible "un papado", -o un matriarcado sustituto en este caso- , que controle con su poder unívoco las colectividades, a las que desde la antigüedad se han venido considerando "masa"  explotable y comestible por las clases dominantes de toda laya; ya ese mismo concepto es patriarcal y profundamente antidemocrático, aunque las que mandasen fuesen mujeres y a tal mejunje se lo califique de tranversalidad oportuna. Precisamente estamos saturadas históricamente de hegemones y de hegemonas, -que es lo que son las mujeres que se adaptan al sistema de poder machista, cuando llegan a empotrarse en un engranaje necesariamente opresor y nacido de raíces imperialistas y capitalistas en sus formas aunque se le quiera lavar la cara con argumentos y estrategias ad hoc , y hecho por hombres y con mentalidad de hombre aunque lo condividan también algunas mujeres-, donde la igualdad y la democracia jamás tienen la oportunidad de abandonar la nube de la utopía para hacerse realidad material.
Precisamente lo que  ha descolocado a todos los varones este 8M ha sido que las mujeres se hayan podido organizar tan armónicamente sin ser un partido político, en gran parte del Planeta, -y especiamente en España- sin ser una hegemonía militante y que  el amor por la vida, la igualdad y la justicia no se haya sometido ni limitado a una ideología dominante, sino que en libertad y sin ataduras de siglas, como en el 15M, las mareas y los pensionistas, fluyan per se la inteligencia y el alma colectivas; este fenómeno es una innovación evolutiva en medio del patológico y descentrado Antropoceno, un cambio hacia el descubrimiento del sexto continente: el de la Conciencia Global, Universal.
La confirmación de que a pesar de todo sí es posible el unus versus alia cuando los seres humanos no se autolimitan a obedecer sistemas inamovibles e impuestos ortopédicamente sobre la humanidad por minorías bulímicas de poder y tan machotas en su propia esencia y métodos, para poder manejarla, sin conocerla ni respetarla, pensando por ella y juzgándola sin conocerla y sin escucharla, dando por sentado que quien manda sabe todo y controla mejor a unas bases sociales pardillas e ignorantes.
Parece que las mujeres del mundo unidas y sin armas ni dogmas, están en el camino de conseguir lo que  la humanidad necesita para evitar su cancelación del sistema cósmico de la vida.
Sería  muy deseable por el bien de todas y de todos que los partidos políticos de la vieja sustancia que agoniza no interfieran  con su torpeza, estereotipos, y falta de visión habituales en este nuevo nacimiento humano con sus moldes viejunos, sus crónicas marcianas y sus ambiciones electorales de la era de Maricastaña. 

2) Otro aspecto a considerar es la decadencia del tabú cuantitativo a la hora de mejorar   personal, cultural y sociopolíticamente  y no solo de mandar. Con el tópico de que basta con ser muchos para imponerse sin que importe la sustancia ética de nuestros motivos y sólo los fines sin valorar la legitimidad de los medios, sino el simple resultado de ganar a los demás e imponerse como se imponen un anticlón o una borrasca. Evidentemente la cosa no iba por ahí. A la vista está. Las mujeres han sabido coorodinar y unir medios y fines legítimos y eficaces sin montar la de San Quintín; eso resulta asombroso en un país como España donde se impone la ética y la estética del a por ellos caiga quien caiga.

La historia humana nos viene demostrando siglo tras siglo que no es la cantidad numérica lo que produce los cambios reales en la sociedad, sino la inteligencia cualitativa con que se gestionan esos cambios que pueden convertir la masa inerte y autómata, que es la plastilina de los partidos políticos, en conciencias autónomas, personal y colectivamente o por el contrario en una manada de bestias teledirigidas y abducidas, a base de ilusión, instintos, intereses y emociones, mediante sus tripas manipuladas por los jefes de la casquería y del sistema imperante. Lenin lo usó para manipular con el marxismo a las masas del campesinado y de los obreros rusos machacados por los zares y su casta social y manteniendo el mismo sistema de campos de trabajo y castigo para los disdentes. Hitler hizo igual con las ideas contrarias. Stalin perfeccionó y sintetizó ambos paradigmas. Y el resultado conseguido lo tenemos en la Rusia, la China y la Corea del Norte de hoy. No funcionó, igual que el capitalismo, cuyo modelo se pudre directamente en Trump, Clinton, Obama y Merkel, Macron, Rajoy y la UE, sobraron números y cantidades pero faltó y sigue faltando sentido del ser y del amar fraternalmente también lo diverso y lo plural: la igualdad profunda y sencilla de los seres humanos.
Tenemos ejemplos muy elocuentes de lo contrario: el budismo, el taoísmo, la filosofía, el cristianismo antes de Roma y Bizancio, los cátaros, la revolución evangélica de Lutero y los alemanes, la Ilustración,  el marxismo socialista como corrector de la barbarie convertida en revoluciones industriales y demoledoras con el martillo de liberalismo acoplando lo inacoplable: libertad para los ricos y explotación para los pobres como lo más natural en la mejor lógica fabrista del "que se jodan".
Los toques de la sabiduría inseparable de la vida material fueron verdaderos empujones evolutivos que nos han ayudado en  muchos aspectos pero que al ser gestionados y  sobre todo  capitalizados (de capitalismo endémico, cognitivo y hereditario) desde las viejas estructuras de poder desde el Neolítico, difuminadas  pero persistentes a través de siglos, genes, tabúes legendarios y falta de educación como binomio inseparable, y que nos han impuesto su "orden", sus reglas y su represión de todo lo que implica liberación, "salvación" desde nosotros mismos a partir del descubrimiento de la conciencia personal y social que supone  la aspiración  de superar  la necesidad de poderes absolutos que se han venido disfrazando de ideologías, economías, religiones, razón de estado, holdings financieros que son los nuevos imperios, mediante unos sistemas de gobierno debilitados y enfermos, a causa  del comercio especulativo, usado como explotación de personas, derechos y vidas, que aunque se vota en democracias aparentes y formales, no se eligen en realidad, porque las opciones votables no proceden de propuestas sectoriales y libres de la soberanía municipalista y básica, sino de grupos de poder infiltrados en las instituciones. Grupos hegemónicos que acaban remodelando la realidad al aire de sus intereses empresariales, especuladores y políticos hasta, como en el pp , c's y gran parte del Psoe, llegar al punto de convertir en empresa-lobby y sometida al capital ciegamente, al propio estado, con todo lo que eso implica para el desastre humanitario universal. 

Por desafortunada fortuna e inteligencia social, y porque no nos queda otra, las mujeres estamos mayoritariamente más despiertas, -solo hay que echar un vistazo a los expedientes académicos y curriculums de unas y otros- aunque evidentemente también nos falte mucho por comprender, la vida que nos hemos encontrado al llegar a este mundo nos ha hecho más prácticas y concretas por ser las gestoras obligadas de urgencia y verdadero sentido común en  lo inmediato. Aunque hemos aguantado demasiado, es cierto. Nuestra filosofía no tiene tiempo de irse por las nubes ni por las ramas, nuestra literatura es pura raíz vital, nuestra visión del arte está encarnada en lo que experimentamos mucho más que en lo que nos han contado y nuestra ciencia es capaz de intuir lo posible mucho más allá de lo simplemente demostrable al palpo tocinero. Por eso el mundo masculino se descoloca y se queda a cuadros cuando comprueba que los cuentos escritos por ellos para nosotras cuando no nos permitían ni alfabetizarnos para no perder el servicio incondicional y gratuito del género aplastado y "debil", ya nos parecen una aberración en plan MeToo, y a Caperucita el lobo le empieza a importar un bledo, la Bella Durmiente no quiere dormirse y Blanca Nieves le endosa a la madrastra una manifestación llena  de manzanas sin envenenar, mientras Cenicienta planta al príncipe y baila sola al ritmo que más le gusta y le da igual qué hora es en el reloj del reino embolado, cuando las princesas y las reinas se largan de palacios y castillos  para no volver más y sin dar explicaciones a los padres, pretendientes, novios y maridos reales plastas y sobraos.
En fin, que es lo que toca hacer en un mundo que en manos viriles y testosterónicas, hegemonistas y autoconvencidas de sus superpoderes, están haciendo papilla un Planeta que no se merecen. Perder el rumbo y el oremus es  mucho más grave que perder el poder y las mujeres ya lo saben desde hace mucho tiempo; no creo que a pesar de la evidencia el testosteronado lo haya comprendido al completo, pero lo que sí parece haberles dejado de un aire debe ser la escalofriante  evidencia de que  esto es muy gordo y ya no tiene vuelta atrás. Que han perdido el derecho de pernada y el salón del trono se ha convertido en calles y plazas llenas  de gente harta y rebosante de proyectos mucho mejores que las ratoneras del poder tan valorado como corrompido por los hijos  de puto que nos han estado dando leña durante milenios sin compasión alguna. 

De este diagnóstico horrible, por honestidad,  hay que excluir a los hombres buenos, lúcidos y justos, hermanos de especie, con conciencia disponible, gracias a los cuales, a lo largo de la historia hemos podido sobrevivir y crecer millones de mujeres, mientras el resto nos cerraba puertas, nos aprisionaba y nos exprimía, e incluso nos convertía   en secuaces, cómplices e imitadoras de sus abusos con plena aceptación del modelo psicópata. Hay madres, hermanas, suegras, esposas, presidentas, ministras, empresarias, concejalas, alcaldesas, nueras, cuñadas, amigas y jefas que tienen asumidas como propias conductas terroríficas. No lo olvidemos. Una mujer también puede elegir la desigualdad, la soberbia, la mentira, la crueldad, la tontuna, la hipocresía y el abuso y esas "virtudes" por ser practicadas y disfrutadas en femenino no son menos malignas y eficaces. 

Tal vez lo más inteligente y práctico sea no perdernos en demasiados rebomboris laudatorios y centrarnos en hoy y en mañana, con lo que  eso significa, y no sólo para exigir derechos justos sino también para cumplir deberes igualmente justos y necesarios para el cambio que todas y todos estamos haciendo, mal que les pese a los fariseos de lacito que reculan sin pudor ante lo que les desborda y ni siquiera comprenden. Claro, que  no se puede comprender en 24 horas lo que ni siquiera se ha considerado en décadas e incluso en siglos. Hay que darles tiempo, pero no más oportunidades para que retomen el flagelo y lo camuflen de caricia virtual...y que todo siga en el mismo plan. Eso sí que no.




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