Como todo el mundo sabe, porque es la verdad
verdadera, Esperanza Aguirre destapó la trama Gurtel. Sin embargo, al
parecer, la trama Púnica escapó al ojo incansable de la Lideresa que
todo lo vigilaba, como el ojo de Sauron pero con más fuego y azufre.
Mientras ejercía como presidenta de la Comunidad de Madrid andaba
demasiado ocupada denunciando valientemente los abusos de aquellos
jubilados que hacían acopio de paracetamol sólo porque les salía gratis,
o la vagancia de esos maestros que apenas trabajan veinte horas a la
semana o la caradura de esos médicos del sistema público que luego se
forran en el privado cuando rematan sus turnos de 24 horas.
Cuando dejó el cargo de presidenta, para dedicarse a las
carreras de velocidad en circuitos urbanos, tampoco tuvo un minuto
libre para indagar cómo alcaldes y altos cargos de su partido saqueaban
las arcas de muchos ayuntamientos de Madrid. Se hallaba absolutamente
concentrada en impedir que España acabe convertida en Venezuela mientras
rastreaba el TL de la cuenta de Twitter de Zapata y decidía que más
vale ser puta que nazi.
Cristina Cifuentes, la actual
presidenta y anterior delegada del Gobierno, tampoco se percató de cómo
sus compañeros de partido saqueaban a los madrileños. En su caso se
encontraba completamente absorbida por la agotadora tarea de montar
dispositivos policiales y amontonar antidisturbios para contener a las
hordas revolucionarias que pretendían acabar con la democracia y la
marca España con la vieja excusa de ejercer el derecho de reunión y
manifestación.
Cuanto sucede en Madrid desde las
municipales y autonómicas de mayo recuerda cada vez más al estrepitoso
hundimiento de un régimen. El hasta ayer indestructible poder popular
madrileño se derrumba catastróficamente bajo el peso asfixiante de
veinte años de corrupción, impunidad y abusos.
El
Esperanzaaguirrismo ya no está de humor ni para desafiar al marianismo
desde los micrófonos de sus cadenas amigas. Para Esperanza Aguirre
mantenerse viva un día más ya supone una victoria. A Cristina Cifuentes
sólo le queda confiar en la capacidad de Ciudadanos para tragar con lo
que sea para mantenerla en el gobierno y sacar el máximo partido posible
de su necesidad.
Si a alguno de ustedes le queda
todavía alguna duda sobre cómo las verdaderas razones para privatizar
servicios públicos tienen mucho que ver con facilitar el reparto de
contratos y favores y la colocación de amigos y militantes pero poco o
nada que ver con la eficacia, la eficiencia o la calidad, ahí tiene la
trama Púnica para acabar de convencerse. Otra más. Haciendo caja cuando
se aplicaban a diestro y siniestro políticas de ajuste y sufrimiento
masivo porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y no
había dinero ni para el alumbrado público. ¿Cuántas tramas más
necesitan?
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