Ahora qué
El movimiento de cierre antidemocrático que ha llevado a cabo el
par Iglesias-Errejón al aprobar su más que polémico método de primarias
de Podemos para las generales y presentar una lista de elegidos a dedo
para su candidatura nos pone ante un escenario complicado, pero también
muy alentador
La torpe estrategia puesta en marcha durante estos
últimos días por la cúpula de Podemos ha sido, en muchos casos, recibida
dentro y fuera del partido con exasperación. Sin duda, Podemos no es lo
que era o, al menos, no es lo que podía haber sido. Quizá no es lo que
aún puede llegar a ser. A saber, un instrumento de democratización de la
vida política en el estado español capaz de competir con el monstruo
bicéfalo del bipartidismo la batalla por el gobierno de la nación.
Parece que el núcleo irradiador errejonista se haya fundido, que se le
hayan saltado los plomos. La dinámica puesta en marcha es, se mire por
donde se mire, desastrosa. Desde el punto de vista del proyecto de
democratización, obviamente, es absurda. Pero también resulta
incomprensible desde el punto de vista de la efectividad. Podemos se ha
quedado estancado en las encuestas y resulta evidente que superar el
techo electoral al que se enfrenta requeriría de una ampliación del
espectro de población a la que involucra. Para llevar a cabo esta
ampliación se presenta como un requisito indispensable intensificar
relaciones con quienes dentro y fuera del partido difieren de las
posiciones de la cúpula, es decir desplegar procesos de hibridación,
recomposición y mezcla en lugar de los procesos de depuración que están
teniendo lugar.
Esta estrategia, sólo comprensible como efecto bien de
eso que Etienne Balibar llamó “miedo a las masas”, o de lo que Jacques
Rancière denomina “odio a la democracia”, pone en una posición de fuerte
debilidad a la cúpula constituida por el tandem Iglesias-Errejón, y,
muy especialmente, a Pablo Iglesias, cuya legitimidad se asienta sobre
la construcción mediática, pero, también, sobre el margen de respeto que
hasta ahora le han concedido los movimientos sociales críticos. Es
hasta cierto punto cómico ver cómo se aproxima al precipicio del que
trata de huir. O, como diría Spinoza, cómo lucha por su servidumbre como
si se tratarse de su salvación. Intenta reforzar posiciones mediante
una estrategia que no hace sino profundizar su debilidad. La soledad que
comienza a rodear a Iglesias inevitablemente revertirá en una fuerte
devaluación del enorme capital simbólico acumulado en su persona y, con
ello, en un descenso de las expectativas de voto de Podemos.
Frente a este proceso de deterioro en el que se ha embarcado Pablo
Iglesias y en el que Pablo Iglesias ha embarcado a Podemos, no pueden
sino comenzar a surgir otras voces que exigen y trabajan en favor de
alternativas electorales capaces de jugar la partida de las generales
con alguna opción de éxito.
En este escenario, los
procesos y metodologías fuertemente democráticos que se han condensado
en las apuestas municipalistas han acumulado la fuerza y la legitimidad
para proponer otras formas de organización en paralelo a Podemos e,
incluso, para arrastrar a las corrientes críticas de Podemos, obviamente
insatisfechas y descontentas ante el cierre excluyente impuesto por la
cúpula. No se trata, para estos sectores críticos, de llevar adelante
una ruptura, pero sí de afianzar relaciones con el exterior de Podemos
de modo que se consigan fortalecer las posiciones internas en el propio
partido, puesto que sólo a través de la articulación con lo diferente,
sólo a través de la composición con el afuera se evitan los momentos de
aislamiento y deflación.
Estas formas de organización
que corren en paralelo a Podemos, pero que, de algún modo, funcionan al
mismo tiempo dentro y fuera de Podemos, diluyendo las fronteras entre
quién pertenece al partido y quién no, ya se han puesto en marcha.
Tienen a su favor el hecho de que responden a un deseo muy difundido e
intenso de democracia y de participación que en este momento nadie más
está en disposición de vehicular. Tienen a su favor que la inteligencia
del brillante camarada Errejón, en otros instantes tan ágil, en esta
ocasión parece como ausente. Tienen a su favor la herencia que recogen
de las exitosas apuesta municipalistas. Tienen, en definitiva, a su
favor que todo el mundo se está preguntando lo mismo, que todo el mundo
se está preguntando “¿Ahora qué? —y que la respuesta comienza a ser para
todos la misma: Ahora en Común.
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