jueves, 9 de julio de 2015

Wolfgang Amadeus Mozart - La Flauta Magica 17 - Final




El final de la Flauta Mágica, esa ópera de Mozart tan llena de simbología, es bellísimo. No sólo por la música del gran Amadeus, sino también por los textos de Schikaneder. Ambos pertenecían a una logia masónica y en esta obra quisieron aportar un mensaje espiritual envuelto en las mejores vestiduras: la música y la poesía.
La obra es un relato dramático donde se desarrolla la búsqueda del Uno, la plenitud del ser humano a través de un camino dividido (hombre y mujer, yinn y yang,Tamino y Pamina, son los protagonistas) que han pasado por todas las pruebas, miedos, dificultades, amenazas y tentaciones, hasta encontrar la flauta mágica, la nota clave, su música, que es también la música del Cosmos que acaba por conducirles al Templo de la Luz, que es la iluminación interior del Conocimiento y del Corazón. La unidad en la que residen la sabiduría y la felicidad. Tamino es hijo del mago constructor de la flauta y Pamina es la hija de la Reina de la Noche, gran manipuladora de los sueños y de los engaños, que en la sombra son la fuente de su poder, pero que no puede resistir la luz de la Verdad. Es decir, Tamino representa la mente racional y Pamina el alma y la conexión con el inconsciente, ambas zonas del intelecto y la sensibilidad humanas deben armonizarse en un matrimonio alquímico para conseguir entrar en el Templo de la Luz. Una de las pruebas que atraviesan es el encuentro con el mundo de los deseos elementales, representados por otro "flautista", Papageno, que es un pájaro que vive entre la jaula y la libertad a medias y su pareja, Papagena, en ellos descubren el mundo elemental y sus alegrías confusas y perecederas, que siempre acaban en la jaula, y  en la cazuela, mediante el disparo de cualquier cazador, pero ellos siguen el camino  a pesar de las invitaciones placenteras de la pareja avícola, y de las amenazas alucinógenas de la Reina de la Noche, de sus tres ayudantas y su chambelán, , consiguen llegar a la Luz y mirarla de frente para obtener acceso al equilibrio de los sabios y felices, de los unificados. El templo tiene tres puertas, la del razón, la de la naturaleza y la de la sabiduría, las dos primeras les rechazan cuando intentan entrar; sólo pueden entrar por la sabiduría...El coro de iniciados les da la bienvenida y Sarastro, el Espíritu, que es su nuevo estado, representado en el sacerdote solar, el servidor de la vida, les une y les acoge. La madre de Pamina, que es la Reina de la Noche, les ha seguido hasta las mismas puertas, es decir nuestra naturaleza primaria nos acompaña siempre, con sus rayos, truenos, tempestades, con toda la energía que desconocemos en nosotros mismos y que  sin canalizar es terrible y destructiva, pero que canalizada es la misma fuerza que nos permite caminar y llegar a las puertas de la Verdad, y unificar los opuestos en nuestro interior. El resultado es el gozo y la plenitud, el matrimonio interior, el dominio del arte de la flauta, de la música interna que es la música del universo cifrada en el alma que representan las notas, las palabras y el silencio.  

Imagino que conociendo, aunque sea en un brevísimo esquema, el contenido espiritual y filosófico de esta gran joya del arte, se puede disfrutar mucho mejor su audición.

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