viernes, 10 de julio de 2015

Iñaki Gabilondo



Más Europa


Cerramos temporada con Grecia en situación dramática. El domingo, en la cumbre europea en la que han sido no ya los países del euro sino los 28, podremos ver si hay alguna esperanza de acuerdo o nos vamos al adiós. Yo creo que llegaremos a un acuerdo.

Iñaki Gabilondo
Tsipras hizo ayer lo que se le exigía, que era inclinar la cerviz porque estaba claro que el pulso era más simbólico que operativo. Por mucho que el gobierno griego recorte las pensiones, aunque las reduzcas a cero, aunque eleve el IVA a la estratosfera no será capaz ni de pellizcar la deuda contraída: 325.000 millones de euros es una cantidad impagable, sobre todo si no se puede crecer.
Debe haber un acuerdo. Más aún, la crisis ha de servir para impulsar el proyecto europeo. Así como de los callejones sin salida solo se puede escapar marcha atrás, de los bloqueos institucionales a veces se sale con impulsos hacia adelante, sacando fuerzas de la debilidad. Ojalá fuera así ahora. Es el momento.

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Ojalá, Iñaki, ojalá. Dios te oiga, como decía mi abuela, que tenía mucha maña para que Dios la oyese. Quizás porque su generosidad y su bondad estaban tan en sintonía con las alturas como con las bajuras. Eso es lo que necesita la Europa que necesitamos: que le preocupen tanto los derechos y dignidad de las bases ciudadanas como los vértices financieros en las pirámides del poder. Tsipras está haciendo lo que puede y el resto de la UE debe apoyarle, sin castigar su ideología para escarmentar y desalentar al resto, porque no es cosa de ideología el sufrimiento de los griegos, aunque sea una consecuencia de tantos años gobernados por la misma red corrupta que está gobernando España y el resto de este Occidente tan listo para unas cosas y tan torpe para lo fundamental, que para él es simplemente lo prescindible. 

Todas aspiramos a esa Europa humanizada y abierta, no a la que tenemos: avariciosa, rácana, especuladora, sobrada, marrullera y cruel. Por lo pronto los síntomas no pintan bien. Saltándose a la torera los estudios económicos y sociales, ayer votaron el informe sobre el TTIP, lo aprobaron y se quedaron tan panchos. Incluido hasta mi admirado y sensato Ramón Jáuregui. En fin...No es fácil conservar la esperanza en un tinglado semejante. Una sensibilidad política que aprueba ese tratado de desvergüenza atlántica, no parece muy proclive y coherente que esté por cooperar con el pueblo griego más que por estrangular del todo su economía.

No quisiera ser gafe pero no veo nada claro el panorama. Cercar y acorralar a un pueblo con esa impiedad y esa dureza me avergüenza como europea y como ser humano. Y me planteo que si eso es el futuro de la UE, yo no quiero que España sea parte política y económica de "esa" Europa, aunque geográficamente no podamos evitarla. A ese precio tan sucio no vale la pena ser europeos. Lo que espero es que una crisis de aúpa la ponga delante de sí misma, que le quite y la despoje de los oropeles y las ínfulas y la deje con los pies en la tierra y no en la tablet o en el Corte Inglés. Que sea capaz de salir del Parlamento y de recorrer el Sur de sí misma en vez de usarlo sólo para vacaciones, melopeas y colocones estivales. Y que la conciencia de tantos y tantas euro-parlamentarias comprueben de donde y a costa de qué y de quienes, salen sus estupendos emolumentos mensuales. Eso, ojalá, ojalá.

Que haya acuerdo no garantiza que sea justo, si acaba por imponerse la bota de Merkel no será un acuerdo, será una penitencia exterminadora. ¿Puede llamarse acuerdo al compromiso obligado de pagar un imposible? Yo le llamaría  condena a cadena perpetua para un país hundido mientras agoniza ante los demás, que no mueven ni un dedo para evitarlo, sólo porque el traje dialógico de su portavoz no les gusta. Si esto llegase a ser así, estaríamos asistiendo al funeral de la UE. Hace falta un milagro. Dèu n'hi dó, diría mi abuela, con su acento del Alt'Urgell.


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