martes, 14 de julio de 2015

El dilema podemita y su entorno


Podemos al borde de un ataque de nervios podría ser el título almodovaresco de la actual conmoción en "pablemos", que es como cariñosamente le llamo  a eso que fue en tiempos un conato de movimiento ciudadano hipotéticamente aglutinador del 15M, nada más y nada menos. La verdad es que el comienzo ya fue bastante caótico, con prisas por ir a las europeas y hacerse un hueco en la política, desde las aulas de la universidad con el buen propósito pedagógico de "empoderar a las masas" partiendo de las mismas masas pero sin ellas a la hora de la verdad. Vamos, que  hacer churros sin masa, es prácticamente digno del mago ilusionista setentero David Coperfield, aquél que hacía desaparecer de repente la Estatua de la Libertad mientras la estabas mirando, así se presentó a las masas televidentes el nuevo proyecto renovador de la apolillada política española de la mano taumatúrgica del chaval de la coleta. 

Venciendo corazonadas y tufillos raros, pero con la esperanza de que se pudiese poner en marcha algo serio, nos incorporamos a finales de Mayo de 2014, miles de ciudadanos y ciudadanas. Aunque no hubo forma de que aquello despegase como era de esperar, hacia una nueva dimensión política nacida de la ciudadanía, al contrario, íbamos viendo como ésta era sólo la rampa de lanzamiento de un proyecto maquiavélico, con príncipe y todo. Un príncipe laico y sin dinastía precedente pero con las mismas ínfulas de los príncipes fetén, los de toda la vida. Quizás en esta ocasión el principado político había empleado la cruda problemática social para montarse un chiringuito de casta politóloga, con la mejor de las intenciones, seguro, pero cada vez más lejos de la realidad terrenal, tal vez por el afán febril de asaltar los cielos lo antes posible. Y según pasaban los días el mantra se nos iba haciendo crónico: "No era esto. No era esto, no." 
Asumida la realidad indiscutible e incriticable, en la Asamblea General, ya dejamos de lado la militancia y la asistencia al moribundo declinar de las asambleas de barrio y de zona, que iban pereciendo por falta de contenido social y colectivo y sobreabundancia de podemismo recalcitrante y pesadísimo, aquello derivó en catequesis aparatista completamente al margen de la realidad ciudadana que al parecer había sido la finalidad de su puesta en marcha. Y así dejamos que la barca de Podemos zarpase de la vidas de tantos y tantas personas cansadas de la poca sustancia y del exceso de estrategia sólo para dar vueltas alrededor de sí misma.  Podemos es una burbuja. Tiene el resplandor fastuoso de las pompas de jabón, pero también su frágil sustancia. Podemos se ha inventado simplemente para soplar la vela que va hacia la Moncloa pilotada por Iglesias, y ya está. Nunca nos explicaron qué pasaría una vez ganada la Moncloa's Cup. 
Viendo que había que moverse, muchísimos disidentes y hartas hasta decir basta, nos volvimos a los barrios, a las mareas, a las plataformas e iniciativas y decidimos apoyar lo más decente que tuviésemos a mano en las elecciones municipales y autonómicas, confluyendo con  todo lo que nos diese el pálpito de la decencia coherente, adulta, aterrizada y comprobada in situ, no en las tertulias de tv. sino en las movidas reivindicativas de apoyo mutuo, en el activismo, peleando en las juntas municipales de distrito con ese pp del paleolítico superior, al lado de la necesidad y de los derechos humanos pisoteados y bastante lejos del cerveceo y del fluir insolidario e irrespirable del tabacazo que ya nos tenía como salmones asamblearios: ahumados urbi et orbe. 

Asistíamos en paralelo al desmoronamiento y caducidad inexorable de IU, que había sido hasta entonces la única boca de riego disponible en el secarral político español. Tras los apaños electorales de Mayo 2015, nos iba cayendo encima la duda espantosa de no tener ya opciones amplias para votar en las legislativas, sino simplemente el refugio del voto testimonial en los verdes o en los partidos autonómicos y para de contar. Como obedeciendo a un imperativo colectivo, la idea que pululaba por las conciencias era la de crear un gran aglomerado de sensibilidades independientes y progresistas, sectoriales, solidarias y comprometidas con el presente y con el futuro mucho más que con la idea de mandar en la Moncloa en plan sátrapas. Y casi siempre que lo comentabas con alguien surgía el nombre de Alberto Garzón, o  de Jordi Évole como punto de referencia acerca del tipo de modelo de portavoz que veíamos necesario y capaz de aglutinar el espíritu ciudadano, la sencillez, la inteligencia, la cercanía y la limpieza de miras unidas a la eficacia de un programa que tantas veces le habíamos escuchado, leído y compartido. "¿Por qué no hará algo ese chaval con la gente tan maja de IU que se ha quedado fuera de juego por el pensamiento dinosáurico de muchos y la desvergüenza de unos cuantos?" era la pregunta más frecuente cuando nos juntábamos a charlar y salía el tema. Sospechábamos y nos temíamos que de no surgir un empuje de candidaturas populares saneadas a la izquierda de dios padre, la abstención acabaría por dar al pp una pírrica victoria gracias a la afín disponibilidad de C's y al comodín de Psoe que nunca se sabe por donde va a salir. En ésas andaban nuestras cavilaciones.

Como si hubiésemos hecho un conjuro mágico, de repente, nuestras expectativas han empezado a tomar forma y cuerpo social. Y una mañana de Julio y sus calores, zás, la noticia: ha nacido AeC. 

No esperábamos la virulencia y la rabia de los compis de Podemos, sino la compresión y la bienvenida al mismo tajo para currar juntos, pero vamos comprobando con tristeza que la labor zapadora de "pablemos" prácticamente se ha cargado el libre albedrío y la independencia intelectual que había en muchos integrantes de la formación. Hasta el de Echenique, que era un primor de criatura libre y sin apegos ansiosos al poder. Ayer le leí un penoso alegato a favor del pablismo en el que criticaba la primera reunión de AeC en Madrid a la que había asistido. Los acusaba de estar fuera de los problemas ciudadanos y hablando sólo de organizarse; me dejó de piedra su cambio y su falta de visión. 
No veía en su comentario la misma dinámica enfermiza y narcisista de Podemos. Tampoco tenía lucidez suficiente para reconocer que la nueva propuesta Ahora  se está ocupando de organizarse en Común para convertirse en opción electoral, pero que, al contrario de Podemos ellos, sí llevan haciendo los deberes de calle y de compromiso, desde hace cuatro años, como mínimo y es justo y necesario que a cuatro días de las próximas elecciones, piensen en cómo organizar esa condensación de nuevas y frescas energías sin condenarlas al aparatismo hegemónico que es el fundamento podemita.

Y es que bien pensado, el origen de cada uno de los dos movimientos ya separa las propias formas y el propio fondo:

a) Podemos surge de la especulación en seminarios y aulas universitarias. No tiene rodaje ciudadano práctico.

 a') Ahora en Común, procede de la calle y de las plazas, a las que se sumó IU, y al principio con demasiado afán de protagonismo y dando lecciones, es cierto, pero el caso es que allí estaba para lo que hiciera falta. Podemos ni existía aún.  
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b) Podemos ha utilizado a la ciudadanía para auparse sin contar con ella.

b') Ahora en Común surge de la ciudadanía para seguir participando juntos con vistas a mejorar y a cambiar la conciencia social, aunque haya que dejar siglas y aspiraciones a candidaturas, en el mejor espíritu 15M.
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c) Podemos no comprende ni atiende a nada que no sea su fijación obsesiva y calculadora por ganar en las urnas, sacrificando hasta la democracia interna a la eficacia para ganar en número, sin tener trazado un programa bien fundamentado y consensuado por la ciudadanía.

c') Ahora en Común está más preocupada por hacer posible un programa político de regeneración democrática pactado por todas desde la ciudadanía que de ganar una mayoría hegemónica que le repugna profundamente porque sabe que el absolutismo no se conjuga con la democracia real.
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d) Podemos está empapado de la lógica capitalista del dominio del más poderoso sobre el más débil.

d') Ahora en Común, prefiere tender la mano a los pactos y funcionar como iguales cooperando en apoyo mutuo, algo mucho más acorde con el espíritu ciudadano del 15M que con la lógica helada y sin alma de la competitividad que trata la política con modos empresariales.
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e) Podemos cree en la verticalidad de un mando superior traducido en aparato sobre una base de "gente" informe y manipulable por medio de la ilusión y el fervor, lo que le hace más próximo a los movimientos populistas de masas totalitarios de los años 30 del siglo pasado.

e') Ahora en Común es horizontal en todo y se basa precisamente en la participación directa de la ciudadanía por medio de portavoces y no de 'cargos' sino de encargos. Y es el resultado de un cambio de conciencia social que está cambiando a su vez la realidad política.

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f) Podemos pretende cambiar la dinámica de la gente y mostrarle como es la política para que se adapte a ella según los cánones impuestos desde arriba. Desprecia las objeciones internas con tal de conseguir votos de los desinformados

f') Ahora en Común, tiene en su haber, ser el motor principal del cambio de una formación férrea y a la antigua como IU, para irse transformando en un amplio movimiento político de consenso y afinidad cooperativa, donde no se pide asumir dogmas sino que se cumplan exquisitamente los DDHH y la dignidad del hombre y la mujer esté por encima de los malabarismos de la política de siempre.

Hay, además, una importante puntualización que la soberbia podemita obvia en perjucio del bien común y de la que debería alegrarse si su cortoplacista vuelo de Ícaro le permitiese contemplar el mapa electoral con un poco de lucidez: la existencia de Ahora en Común, seguramente, va a ser la urna alternativa que recogerá in extremis los miles de votos de los defraudados por Podemos, que de no estar presente Ahora en Común serían abstenciones, con lo cual, y según la normativa D'Hont, esos vacíos de orientación se convertirían en levadura para los panes del biparty. Con lo cual Podemos quedaría igualmente fuera de las perspectivas de gobierno y sin posibilidad de pactar para influir en la política del Estado que seguiría en manos de los de siempre y sin el freno de los pactos necesarios para hacerles entrar en razón y ajustar sus políticas a la realidad de la ciudadanía.


Lo cierto es que las diferencias de matices son enormes entre ambas formaciones, pero no se puede ni se debe tirar la toalla y no creer que los milagros también existen si es su tiempo y su espacio necesario se abre paso en la historia como un signo de cambio verdadero donde el bien común está por encima de los bienes parciales al servicio del ego, colectivo e individual.





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