LA FIRMA DE IÑAKI

 

Con su no en el referéndum, Grecia siente que ha salvado su orgullo y su dignidad pero ahora le toca llevar a la mesa de negociaciones algo más que el peso democrático de su no. Necesita llevar una propuesta razonable. Y al otro lado de la mesa le espera otro orgullo, el herido orgullo alemán, posiblemente menos inclinado que nunca a la condecendencia.
Los que quieren aplastar de un manotazo al tábano griego, acabar ya y dar una lección definitiva a los partidos de la nueva insolencia son muchos y muy poderosos.

Y a favor de Grecia juega Obama que observa con temor como rondan a la vieja Grecia, la Rusia de Putin, con objetivos geoestratégicos nada disimulados, y la ambiciosa China, con presencia e influencia creciente en el puerto de El Pireo.
A favor de Grecia juega sobre todo su condición de tapon de la bañera. Algo muy modesto en apariencia pero imprescindible para que el proyecto europeo no se vaya por el sumidero.
Por encima de todo ahora se necesita una propuesta realista.
Al saque Grecia. Sirve Tsipras 

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Más importante que el orgullo es la supervivencia sin caer en la esclavitud y creo que en eso los griegos nos han dado sopa con ondas. Cuando a los seres humanos se les coloca entre la espada de la crueldad y la pared del imposible, el orgullo no importa demasiado, pero se hace presente la fuerza de la dignidad, que es la última señal de lo humano en el proceso del  abatimiento social y personal a cargo de otros seres que han olvidado su condición humana para convertirse en peones de un juego atroz que les hace ricos y poderosos, pero también desmemoriados, monstruosos e inicuos. Y eso sí que es orgullo, prepotencia, presunción y vanidad, pero nunca dignidad. El orgullo está más emparentado con la imagen y el ego, la dignidad, lo está con la verdad y la inteligencia del espíritu humano. El orgullo depende más de lo que aparentas que de lo que eres, la dignidad es el trasunto de la esencia. El orgullo grita y busca que le concedan un espacio visible, la dignidad se levanta y lo crea, no lo roba, ni lo usurpa, hasta por encima de las peores circunstancias, sin miedo, sin vacilar, sin concesiones a lo que descubre como injusto y degradante. Grecia está en ese nivel. 

Es muy curiosa la reacción de muchos españoles, ante el cerco a Grecia, no de todos, -los que padecen y/o se solidarizan con los que sufren, reaccionan con apoyo y admiración-; ayer las redes escupían ese toque tan españolón como las peleas de gallos y las carreras de los sanfermines o los que se regocijan desde el balcón de su casa viendo la angustiosa y desesperada carrera de un toro embolao mientras le arde la cabeza. "Eso, es tener huevos", "Sí señor, Grecia, con dos cojones". "Que se joda la Troika". Fastuoso. Otros no lo expresan así, pero piensan lo mismo. O especulan como si se tratara de las quinielas o la primitiva. A ver qué sale. Tiene morbo ver a Tsipras echando el bofe, como a Jesulín de Ubrique toreando a la Merkel, al Draghi y a la Lagarde. ¿A quién elegirá de subalterno? Seguro que ha obligado a Varoufakis a dimitir, porque uno no dimite así como a sí, de un puestazo y con ese arranque y con la chupa de cuero y con la motazo y con la rubia, si no es porque lo cesan, seguro...

¡Qué cansancio! No sé hasta donde tendremos que aguantar la soga al cuello para que nuestra "españolidad" nos permita comprender lo que hay y ver la realidad objetiva desenganchándonos del filtro instintivo que nos enturbia el paisaje. No sé si algún día este país de países llegará a entender la distinción entre las tripas y la inteligencia, entre "ganar" y "ser" aunque de momento "se pierda", a reconocer en lo que pasa fuera de uno lo que no le está pasando por dentro ni le puede pasar si sigue como está. 

Cuando he escuchado  a los griegos describir su estado social y personal, encuentro que aquí no se ha entendido casi nada de la trascendencia que tiene para toda Europa la actitud de la Hélade. No van de mártires, no van de héroes, no van de vengativos ni de víctimas, no van de humilladores del "enemigo", van de seres humanos normales y dignos. No es orgullo, es aceptar una realidad evidente sin resignarse al fatalismo. Simplemente Grecia ha comprendido que sólo desde el plano de lo igual se puede afrontar el debate, que cuando unos están por encima de los otros el debate no es posible, sólo la sumisión, y hay veces en que la sumisión es una simple concesión que no implica grandes pérdidas, pero hay otras en que roza el exterminio. Y para distinguirlas no es necesaria la testosterona sino la inteligencia. 

Grecia no es un circo, ni un estadio, aunque sea la inventora del deporte de masas con las olimpiadas, ni es una plaza de toros, aunque en ella el Minotauro trotase por el laberinto. Es una unidad de ciudadanía alzándose de los escombros de un sistema, que precisamente en Grecia ha fracasado estrepitosamente. Se ha derrumbado y nos ha mostrado cuál será su final. Tal vez porque en la cuna de la democracia es donde antes se ve la falacia de lo falsamente demócrata. O sea, de lo que se aprovecha para vender una nazi-dictadura financiera bajo el disfraz de una democracia cojitranca.

No deberíamos estar tan pendientes de su suerte, sino de ponernos en marcha para liberarnos de esa tiranía que el pp y sus compas de cama, nos están vendiendo en plan timo de la estampita. Mientras se jalean las "agallas" o se condena la osadía de las mismas "agallas", el pp nos ha colado la mordaza y está urdiendo travestirse de lagarterana con C's, para no soltar el chollo que le queda. Desgraciadamente, hasta ahora, no hemos tenido la inteligencia de inventar una Syriza. Y eso sí que debería preocuparnos de verdad.