jueves, 2 de abril de 2015



La violencia de género y la desigualdad

por Luis García Montero

02 abr 2015
 
La Guardia Civil no se entera. Es muy grave que las fuerzas de orden público desconozcan el sentido de su trabajo y el enemigo al que se enfrentan.
El Gobierno del PP se entera y trabaja de forma minuciosa en lo suyo: la perpetuación de la desigualdad. En la salud y en la enfermedad, en la educación y en la ignorancia, en el empleo y en el desempleo, en los recortes y en la inversión, en el amor y en el odio, en la vida y en la muerte, la tarea del Gobierno está destinada a perpetuar la desigualdad. Sus leyes, sus campañas publicitarias, sus nombramientos, tienen la desigualdad por bandera.
La campaña de la Guardia Civil contra la violencia de género supone un síntoma gravísimo de desorientación. Lo confirmo leyendo el informe que acaba de redactar Miguel Lorente, antiguo Secretario de Estado en el Ministerio de Igualdad, una referencia social e intelectual que participa ahora en el Consejo Cívico de la candidatura de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid.
En el año 2008 el Ministerio de Igualdad elaboró un cartel que se hizo famoso por su impacto. Sobre el primer plano de un rostro masculino, mitad foto de ficha policial, mitad foto de seductor guapo y duro, se imprimió un mensaje: “Cuando maltratas a una mujer, dejas de ser un hombre. Ante el maltratador, tolerancia cero”. Se trataba no sólo de denunciar la violencia, sino de romper una identidad masculina tradicional identificada con el machismo.
La Guardia Civil tiene la ocurrencia en esta Semana Santa de aceptar un cartel paralelo con rostro de mujer: “Cuando maltratas a un hombre, dejas de ser una mujer. Ante la maltratadora, tolerancia cero”. Aquí la imagen no está diseñada entre lo policial y la seducción. Parece el rostro en búsqueda y captura de una terrorista peligrosa. En el tuit oficial de la Benemérita se añade además este lema: “Tolerancia cero al maltrato en todas sus variantes y formas, Denuncia, no lleves la procesión por dentro”.
Pero resulta que las procesiones de la desigualdad suelen llevarse por dentro. Esto ocurre precisamente porque las normas sociales injustas procuran ocultar la desigualdad bajo falsas apariencias de igualdad. Reconocer la desigualdad es la primera tarea a la hora de combatir una injusticia. La desigualdad es el caldo de cultivo de la violencia de género, su causa, su campo de actuación, su cómplice. Al asumir una falsa igualdad en la violencia de género, la Guardia Civil no sólo demuestra que no se entera de nada, sino que contribuye a alimentar la cultura patriarcal y la reacción posmachista que tiende a cuestionar todos los avances en Igualdad, relativizando el drama y repartiendo culpas.
La equiparación es grave porque falsifica los datos y minimiza una tragedia real: gracias a la Macroencuesta de 2011, sabemos que 593.038 mujeres sufren cada año violencia de género en España. ¿Sabe la Guardia Civil cuantos hombres sufren maltrato? Debería comunicarnos las cifras que le han llevado a semejante equiparación.
Pero hay más. La Organización Mundial de la Salud insiste desde hace tiempo en que la violencia de género es un problema de salud motivado por unos hechos con consecuencias judiciales. Más que una agresión puntual y un parte de lesiones, se trata de denunciar el marco social en el que se produce cotidianamente el deterioro de la salud física y psicológica de una persona como consecuencia de vivir bajo la violencia. ¿Existe ese marco por igual para hombres y mujeres?
Y otra cuestión. Vuelvo a los datos que ofrece Miguel Lorente. El 80% de las mujeres asesinadas no habían puesto una denuncia por maltrato. Respecto a las órdenes de protección, en el 2014 sólo se concedieron el 57 % de las solicitadas. Un detalle más: el 20% de las denuncias no sirvieron para salvar la vida de las víctimas, ya que la Justicia no supo garantizar la protección.
La denuncia es necesaria, pero no es la solución. Su exigencia se convierte a veces en un problema. La mayoría de las normativas exigen hoy la denuncia para que las mujeres puedan acceder a los servicios sanitarios y sociales destinados a ayudarlas cuando sufren violencia de género. Esta perspectiva retrasa en la práctica el inicio de las ayudas y hace dudar a muchas mujeres a la hora de acudir en busca de una asistencia necesaria para ellas y para sus hijos. La ayuda de los profesionales debe acabar en una responsabilidad judicial cuando existan motivos, pero no puede depender de ella para ponerse en marcha.
Así que esta campaña de la Guardia Civil contra la violencia de género desconoce la realidad y alimenta la confusión. La Guardia Civil, claro está, tiene sus responsables políticos. Una vez más la tarea del PP se resume en la perpetuación sistemática de la desigualdad. Para ese empeño nada es más útil que la creación de falsas igualdades.

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