sábado, 11 de abril de 2015

La normalidad humana, según Rajoy


Rajoy promete “cosas de humanos normales” frente al populismo

Javier Casqueiro Madrid (El País)
El presidente clausura la presentación del programa para las municipales. En sus turnos, los barones del partido cierran filas con el líder tras la polémica después de la derrota en Andalucía.


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  Resultado de imagen de fotos de rajoy  Llevábamos demasiado tiempo sin dar con la tecla, con el "enter" de la normalidad humana. Más o menos desde 2008. Sobrevolábamos el teclado político a ver si le pillábamos a esto algo de sentido, le atizábamos con ganas a todo signo tecleable y nada, ni rosken you en las enciclopedias de la política, silencio sepulcral en las academias de la ciencia politológica. No dábamos una. Perdidos como náufragos, huérfanos de madre patria pero muy tutelados por la madrastra apócrifa, la potestad, el poderío. La potestas que para el buen fucionamiento debe someterse a la  auctoritas sapientiae, ( la virtud prestigiosa de la sabiduría) que decían los inventores del Derecho. Los romanos de antes, los de la denominación de origen. Los fetén, que después de poner su invento en pie nos dejaron a verlas venir, tal vez con la idea peregrina e ilusoria de que siguiéramos el ejemplo, es decir, no copiando per in saecula saeculurom todo lo que ellos hicieron, sino tratando de inventar y mejorar lo inventado. Pero que si quieres arroz Catalina, que ni hablar. Que da una pereza...Total, si ya llevamos más de veinte siglos remendando, recosiendo y apañándonos con lo de entonces ¿para qué marearnos ahora con la que está cayendo, verdad? Así andamos, con la patria perdida, según Esperanza Aguirre y la potestas a tope, según el resto de españoles humanos de verdad sometidos a ella. Pero no como los humanos normales de las visiones presidenciales, ésas en las que Rajoy dicit et omnes tacent. Y además aplauden, que es como reivindicar el quorum del silencio de los corderos, cuando no hay nada que decir, ni añadir ni mejorar. Porque se ha llegado a la perfección sin salir siquiera de la inanidad, porque ya está todo dicho sin decir nada. Igual que la tortuga cree que llega a casa metiéndose en su caparazón y cerrándose a concha y canto, convencida de que con sacar cabeza y patas al aire ya se ha hecho la ruta de la seda o de las especias, por lo menos. Agotada por ese estrés quelonio-reptiliano que produce el no saber si hay algo más allá de arrastrarse entre los andurriales de esa 'normalidad (?)' que por puro eufemismo insustancial se ha catalogado de humana. Las tortugas no se plantean, obviamente, que la normalidad no es igual que la costumbre rutinaria de lo frecuente, de lo tópico, de lo manido, de lo sobado, de lo que ya no lleva a ningún sitio, nada más que a la hueca intimidad repetitiva del caparazón protector, que para el animalico es fantástico aunque para la "normalidad humana" es fatal.

Cuando la 'normalidad humana' consiste en ir al pesebre como las muñecas de Famosa, a adorar a la banca en comandita y recortar salvajemente cualquier posibilidad de recuperación humana de verdad, y en echar todas las papeletas en la tómbola de la miseria colectiva esperando que les toquen  los jamones y las baterías de cocina a tutiplén,  resulta que la política se hace un cuesta arriba tan insostenible, que al final no se sube nunca, porque es un murallón insuperable. Y mucho más cuando se funciona en plan tortuguista. En cuyos parámetros la política no se conoce ni de oídas, más que nada debido a  la suplantación de la realidad por las calcomanías de la dichosa potestas, que acaba derivando en un estado de protestas, al que la "normalidad humana" según Rajoy, sólo puede hacer frente con mordazas, leyes infames y malos tratos sociales, ante lo que él llama "populismo" y no reconoce como derecho soberano de la ciudadanía a decir basta a los atropellos del poder como rodillo infame en vez de ser el servicio legítimo a los que lo están manteniendo con sus sueldos recortados y un IVA digno de una Cueva de Alí Babá con superpoblación de ladrones y traficantes de lo público al enjuague privado, de Tribunal Supremo del seguro protector de gürteles para todo riesgo.
El pp no estaba entrenado para la democracia y se la ha encontrado de cara y de perfil pidiéndole cuentas de sus desmanes calamitosos que han dado en llamar "gobierno" como le podían haber llamado picadero o corrida de toros. O cortijo, ducado terrateniente, virreinato, tiranopolio, satrapía o matadero de la dignidad. O consejo institucional de tontos rimbombantes y desvergonzados mastuerzos a sueldo del contribuyente y a sobrecogimiento del cacique. En un volteo de calcetín que hace del show de un populismo humillante, clasista y clientelar un truco de birlibirloque ppoppulachero para retrasados psicoemocionales y crédulos de tocomocho, que les votan aunque les machaquen, porque más vale lo peor de casa y de siempre  que lo mejor ajeno y a estrenar, en una constante letanía del "¡Virgencita, poddió, que nos quedemos como estamos...!", como tabla de salvación dispuesta para el suicidio social más estrepitoso e incomprensible. Como las ballenas que hartas de nadar se varan en la arena para acabar en seco porque no ven ya el horizonte y les da lo mismo ocho que ochenta para estirar la aleta caudal.

Es lo que tiene vivir en un bunker 'normalizado' amoral y beato, hipócrita y babosillo de apego ansioso al pastón, con un código aparte, de aforamientos y cinismo, de prepotencia e injusticia legalizadas, donde toda 'normalidad' consiste en ser muñecos de cuerda o a pilas. Enfermos del mismo mal: un egoísmo cerril, miedoso y violento, que supone sus mismas "virtudes" en el resto de los humanos. Piensa el ladrón que todos son de su condición. Lo supone, lo da por hecho. Sólo así se entiende la malquerencia de los malos tratos sociales y políticos contra la ciudadanía, del abuso y el ensañamiento constante de esa "normalidad humana" contra el resto de la sociedad indefensa ante los brotes psicopatológicos de una cleptocracia absolutamente inhumana. Torpe, cegata y soberbia. Son los putos amos del catálogo, y es que cuando se alcanza la cima de las perfecciones varias, ya resulta imposible privarse de tanta virtud. De tantas "cosas de humanos normales".


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       Vivir para ver...y consultar a los expertos en la ciencia Fisionómica. Ains!

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