martes, 28 de abril de 2015

El callo de Cayo


                                        Resultado de imagen de ilustraciones graficas sobre el dogmatismo 



Llega otra noticia desoladora para la buena voluntad de la izquierda más sana. La dirección de IU impide a sus miembros participar en las candidaturas municipales de la izquierda en las que confluye la pluralidad de diversas opciones sociales y políticas, unidas en una única intención: sanear el espacio  municipal y deshacer el entuerto que tapona ahora mismo la gobernabilidad, la justicia, la igualdad, la transparencia y la ética en el tejido municipalista.
Otro ejemplo de la doble cara y de la política como juego sucio: fingir una cosa en público y hacer la contraria de tapadillo. Y Cayo Lara de fondo, en plan yayosflauta emboscados en las barricadas del ayer o petardistas saboteadores irredentos de los movimientos ciudadanos para hacerse un hueco en política "profesional", más por cabezonería que por idealismo, se está luciendo a base de bien. 'No sin mi sigla' parece ser el título de esa peli tardo stalinista, el lema de ese Titanic que  mientras se hunde pretende hundir con él a todos los tripulantes y pasajeros que pille por medio. 

No resignarse a que Alberto Garzón sea el portavoz de la pluralidad frente a la portavocía del dogma unívoco y cerril,  a que el viejo dinosaurio comunista deje paso a la nueva sensibilidad y conciencia cívica en un tiempo tan nuevo y sin respuestas nuevas, es una barbaridad. Y una ceguera al 100%. Me viene a la memoria esa obra de Proudhon que Marx puso a parir: La filosofía de la miseria. Y a la que respondió con otra propia y definitoria: La miseria de la filosofía, tal vez con muchas razones científicas de economía, pero con una ceguera absoluta en humanidad. Una pena, de verdad, pero un problema que Izquierda Plural lleva en la herencia recibida y tendrá que resolver ya mismo. Los españoles y españolas no podemos perder ahora en plena vorágine, una opción electoral tan necesaria como la Izquierda más consciente, sólo por el orgullo y la testarudez de unos cuantos elementos fanáticos y aferrados a lo que pudo haber sido y nunca fue. Si no les gusta la nueva izquierda que necesitamos como el comer, que se den de baja y se funden un partido propio, pero que dejen de incordiar de una vez en la zona sana que está emergiendo sin que nada lo pueda evitar, como nadie puede evitar un parto sin matar a la madre y a la criatura. 
Estos politicidas aferrados a unas formas ásperas, violentas, malencaradas, antidemocráticas de aparato puro y duro, antisociales y que ven enemigos por todas partes menos donde verdaderamente están, que es en esa mentalidad del rencor bloqueante, del orgullo del ignorante voluntario que sospecha del sabio porque no le entiende e interpreta la opinión diversa que le invita a pensar como una amenaza o un insulto en vez de un aporte para reflexión y la mejora de los puntos de vista, con la rabia en plan justiciero pero nada justo, que equipara la grosería y la dureza, la desconfianza y las malas prácticas con la "buena política" y la "listeza" de llevar la mosca en la oreja hasta que los deja sordos y aislados, ese tipo de personajes deben abandonar o esas malas formas o el nuevo partido. Por el bien común, que al parecer a estos "comunistas" les molesta muchísimo si no es de su propio diseño exclusivo, con lo cual dejaría de ser común, para ser de su propiedad, obviamente y el comunismo de comedia se convierte en dictadura de mentecatos boicoteadores de todo lo que no sean ellos, aunque la suya sea la peor opción. Una aporía que el "socialismo real" nunca ha sabido solucionar, quizás porque Marx les inculcó la "miseria de la filosofía" y aún no se se han liberado del sambenito, que para ellos parece haberse convertido en el opio de la clase obrera. O sea, en dogma religioso y liturgia machacante.
Es lo que tiene eliminar el alma porque se confunde con ñoñez capitalista y burguesa como se confunde a Platón con un cura-párroco blandengue y a Proudhon, mucho más proletario  real en su propia vida que el inventor del comunismo, con un cantamañanas sin sustancia. A lo mejor resulta que el abuelo Karl también metió la pata y modificó la genética ideológica de sus descendientes, que ellos han tomado como una maravilla de herencia y no como una tara a superar y regenerar en muchos aspectos, sobre todo cuando va resultando que la evolución tiene mucha más fuerza existencial que la revolución. Y que el entendimiento es capaz de arreglar las cosas mucho mejor que las condenas, los exilios forzosos o los campos de concentración borreguil y enfurecida.
Parece mentira que una ideología que ha sido capaz de fusilar al dios de las religiones para ajustarle las cuentas, no sea capaz de revisar a su propio dios fundador cuando ha demostrado con creces, y en mucho menos tiempo, que su creación no tira ni acaba de arrancar de verdad. Sólo hay que mirar hacia Rusia y China. O hacia Cuba, para comprobar que no se puede cambiar nada si la mentalidad que protege al obrero es tan cerrada, obtusa, cruel, excluyente y torpe como la que protege al patrón. Hasta en eso el capitalismo ha calado y ha condicionado las ideologías. Tal vez sea porque el verdadero patrón no es el clasismo ni el poder ni el dinero, sino el ego inhumano que gobierna las mentes y voluntades más primarias y las engaña con el señuelo de la  posesión de la "verdad" y el mismo apego ansioso al poder y nunca servir, al contrario, servirnos unos a otros, empezando por servir a los más débiles, que es el amor, se considera una humillación por proletarios y acaudalados. De modo que cuando el proletario se enriquece o alcanza poder es tan cruel y ciego como el millonario y el poderoso. 
Ya no cabe tanta miseria. Así que, Alberto Garzón for president y Cayo Lara, mi querido paisano, a lo suyo, o sea, a sus campos manchegos que son preciosos  y mucho más relajantes que un aparato de partido en fase de desmigamiento interno, que da muchos disgustos y sobre todo cuando, parafraseando a  Felipe II, hay que reconocer que la armada por muy invencible que se crea, no puede pelear contra los elementos, en este caso, contra los hechos históricos y los tiempos sociales.

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