¿Salvamento o vigilancia?
EL PAÍS
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Esta Europa que compartimos con la moneda como vínculo fundamental y con la economía, el mercado y las finanzas como primer, único y verdadero 'ideal' es una estafa como la copa de un pino. Un timo inmundo como el tocomocho o el de la estampita. Tal cual. A estas alturas de la historia compartida durante milenios, llama la atención lo poco que hemos aprendido como supuesta civilización si no somos capaces de comprender la causa de lo que nos pasa ni unir con ella los resultados que se suceden en esa dinámica del egoísmo disfrazado de "derechos" y "cultura".
Europa ha vivido de uñas todo su pasado; guerras territoriales, imperialistas y de religión. Imperios indecentes y terribles, uno detrás de otro, siguiendo las trazas de Roma y Bizancio. De Europa surgieron los dos genocidios más bestias que ha sufrido la humanidad: las dos guerras mundiales; el terror más crudo y cruel de las dictaduras de dos caras: los fascismos exterminadores de derechas y de izquierdas. Los campos de exterminio y los gulags. Y cuando parecía que la cosa mejoraba como consecuencia de la última masacre, cuando se abrió la puerta a la conciencia, al entendimiento y a la solidaridad, al poco tiempo, con el disparo de salida que asesinó al sueco Olof Palme y después derrocó a Gorbachov y corrompió la socialdemocracia con la respuesta de Thacher y el "ejemplo" de Reagan, parece que se puso el punto final al progreso real del proyecto europeo.
Es imposible que un proyecto común tan torcido como éste, pueda ser de verdad una vía de progreso, de derechos y democracia verdadera ni base para una nueva visión de la economía del futuro. Ni del presente. Y cuando digo economía no me refiero sólo al sector mercado-finanzas, sino al orden y funcionamiento de la casa común, que de momento sólo es un hotel político-teatral de cinco estrellas instalado en Bruselas y con un balneario estupendo en Estrasburgo, para que las leyes reposen y se den buenos baños de inutilidad institucional.
La pregunta que me llevo haciendo desde hace años y que con cada inmigrante muerto en el umbral de la dichosa casa comunitaria del desarrollo y el progreso a todo tren, vuelvo a plantearme, o sea, cada día más o menos, es la siguiente: ¿ y si todo el presupuesto que regalamos los europeos para sostener con nuestros impuestos esta comedia inútil de un "gobierno" de todos que sólo se ocupa de obedecer a los bancos mundiales, se emplease en hacer un plan general de regeneración ética de la economía y un porcentaje suficiente se destinase a la cooperación formativa en serio en las regiones esquilmadas por Europa durante centurias no sería la verdadera solución al problema? África tiene muchísimos recursos, pero le faltan los recursos humanos que no se han desarrollado porque nosotros, los maravillosos europeos, llevamos 500 años barriendo el continente. Haciendo esclavos a sus habitantes, invadiéndolos con nuestra "cultura" y nuestras religiones. Arrasańdoles con nuestros intereses económicos de rapiña, en las minas, en las maderas de sus bosques, en los cultivos masivos de algodón, de cacao de flores ornamentales, en la pesca, y en el último siglo, la caza deportiva y los safaris turísticos, que están acabando con las especies autóctonas de su fauna, un deporte en el que, por cierto, nuestro viejo rey ha sido toda su vida, un verdadero crack...¿Dónde están sus fábricas textiles, su granjas bien organizadas, sus talleres, sus sector metalúrgico, su empresas de gas o de electricidad, el aprovechamiento de sus desiertos para energías alternativas, sus fábricas de conservas, sus astilleros, su tecnología? En Europa. En EEUU. En Japón. O en China. O en la India. Y cuando ya, esquilmados totalmente, expoliados, hambrientos y gracias a la educación ortopédica de las misiones religiosas o humanitarias, con estudios y oficios que no pueden ejercer en sus países, acosados por las guerras civiles y tribales, por la piratería que genera la miseria, se arriesgan a escapar del infierno, entonces se encuentran con la humanitaria y generosa Europa, que les debe tanto y está tan agradecida que no sabe como recompensarles y los deja morir ahogados o directamente se los carga a tiro limpio.
Escuela en Mali
Escuela en Mali
Un solo hombre como el Doctor Swaitzer, consiguió con su proyecto cambiar la sanidad en Gabón. Poder curar la lepra y plantar la semilla de la educación sanitaria, que a partir de él continuó como valor práctico en aquellas tierras y en ello siguen. Pero de esto no se habla nunca. A los medios, tan ocupados en el sensacionalismo del momento, no les interesa y a las políticas bancarias que nos gobiernan, tampoco. Y es que cuando el único valor y la única riqueza se limita al dinero y a su comercio, estamos condenados a ser basura eterna semoviente, muy activos, muy guerreros, muy listos, muy intrigantes y malignos, pero en realidad ejerciendo de virus sociales; estamos a millones de años luz de ser siquiera humanos.
No es tan difícil, si Swaitzer solo consiguió tanto. ¿Qué no podría hacer un gran equipo europeo organizado y empeñado en el bien común, trabajando en África, con el mismo interés y amor con que lo haría por su país? ¿Y la ONU? ¿Cuánto cuesta mantenerla? ¿No podría hacer lo mismo? Ya hay montones de ONGs, con profesionales extraordinarios y con vocación de verdad, jugándose la vida sin pedir nada a cambio, sólo ayuda para levantar proyectos autosuficientes, como hace Ayuda en Acción, un verdadero ejemplo de eficacia...Coordinarlas, ofrecerles servicios de mantenimiento, transporte y primeros recursos para comenzar. Esos proyectos crearían infraestructuras y empleo para los africanos que con sus materias primas y combinando sus conocimientos prácticos de la tierra y de su cultura, harían el cambio en pocos años. Y el problema de la huída y de la inmigración desesperada acabaría para siempre. Ellos son muy pobres porque se les ha quitado todo y sólo se les ha dado ejemplo de rapiña capitalista, aspiran a lo mismo que han visto y no han podido disfrutar. Pero si descubren que su propio valor es su riqueza y que Europa está a su lado para desarrollar sus capacidades y no para expoliarles, querrán qudarse en su tierra, estarán orgullosos de ella y de sí mismos. Alcanzarán la autonomía y Europa su tranquilidad y, por fin, aprobar el curso que tiene pendiente en el mundo: ser fuente de bienestar y de equilibrio, en vez de una escuela de ambición, de violencia refinada , organizadísima y de egoísmo irresponsable.
Mientras ese proyecto se pone en marcha, la emergencia debe estar muy atenta. En las zonas de llegada instalar centros de acogida, como CIEs, pero no en plan prisión y malos tratos disuasorios, sino dentro de un plan de ayuda inmediata y pedagogía reorientadora, donde permanecer por un tiempo determinado, hasta que los problemas de cada persona se solucionen, o bien por que se puede quedar o porque se hayan conseguido las garantías para un regreso digno. Se puede constituir un equipo en red cualificada de personal sanitario, educativo, de asistencia social, abogados, psicólogos y traductores, que se ocuparían de organizar los centros con humanidad, higiene, respeto a los derechos y atención, mientras se van solucionando los casos. La limpieza, el orden y la cocina, podría estar a cargo de los propios huéspedes, que tendrían libertad de entrada y salida del centro, reguladas por un horario, y actividades docentes e informativas. ¿No sería también una gran oportunidad para crear empleo, en un momento de tanto paro? ¿No sería una estupenda inversión del Estado, empleando así el presupuesto que se gasta en "proteger" inútilmente las fronteras?
Es preciso cambiar la mirada para poder ver. Igual que se hace con los cuadros aparentemente abstractos, en los que cambiando el punto de mira y relajando el afán de mirar como siempre, se consigue descubrir el paisaje oculto de otra nueva realidad que ya estaba delante de nuestros ojos pero invisible.
En este momento, más que nunca deberíamos poner en marcha aquel slogan del Mayo del 68: La imaginación al poder, pero traducido a las necesidades de hoy: ¡La imaginación del poder al servicio del bien común!
Hospital A. Swaitzer en Guestrooms (Gabón)
Sí, se puede. Oui, nous pouvons, Εάν μπορείτε να, Si, noi possiamo. Se, pudermos. Yes, we can. Ja, wir können, etc, etc...
Mientras ese proyecto se pone en marcha, la emergencia debe estar muy atenta. En las zonas de llegada instalar centros de acogida, como CIEs, pero no en plan prisión y malos tratos disuasorios, sino dentro de un plan de ayuda inmediata y pedagogía reorientadora, donde permanecer por un tiempo determinado, hasta que los problemas de cada persona se solucionen, o bien por que se puede quedar o porque se hayan conseguido las garantías para un regreso digno. Se puede constituir un equipo en red cualificada de personal sanitario, educativo, de asistencia social, abogados, psicólogos y traductores, que se ocuparían de organizar los centros con humanidad, higiene, respeto a los derechos y atención, mientras se van solucionando los casos. La limpieza, el orden y la cocina, podría estar a cargo de los propios huéspedes, que tendrían libertad de entrada y salida del centro, reguladas por un horario, y actividades docentes e informativas. ¿No sería también una gran oportunidad para crear empleo, en un momento de tanto paro? ¿No sería una estupenda inversión del Estado, empleando así el presupuesto que se gasta en "proteger" inútilmente las fronteras?
Es preciso cambiar la mirada para poder ver. Igual que se hace con los cuadros aparentemente abstractos, en los que cambiando el punto de mira y relajando el afán de mirar como siempre, se consigue descubrir el paisaje oculto de otra nueva realidad que ya estaba delante de nuestros ojos pero invisible.
En este momento, más que nunca deberíamos poner en marcha aquel slogan del Mayo del 68: La imaginación al poder, pero traducido a las necesidades de hoy: ¡La imaginación del poder al servicio del bien común!
Hospital A. Swaitzer en Guestrooms (Gabón)
Sí, se puede. Oui, nous pouvons, Εάν μπορείτε να, Si, noi possiamo. Se, pudermos. Yes, we can. Ja, wir können, etc, etc...
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