jueves, 30 de abril de 2015

El síndrome Gattopardo está que no para: que todo parezca que cambia para que todo siga igual




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No sabía quien era Begoña Villacís, hasta que ayer escuché su diseño de alcaldía para Madrid por parte del equipo C's. El peligro que tienen ciudades como Madrid o Valencia, desgobernadas por verdaderas frikis del desguace como Botella y Barberá es que cualquier propuesta que se haga para sustituirlas, por muy deficiente que sea en el fondo, resulta en la forma, mucho más sugerente y reconfortante que el desastre municipal de ambas maestresas de calamidades. Y ayer habló Begoña. Su lenguaje comedido y respetuoso, moderado, aporta un perfil diferente de la demagogia habitual, que frente a la de Podemos es mucho más discreta y bien maquillada y frente a la garrulez del pp resulta mucho menos caciquil y más amable. Pero sigue siendo demagogia muy bien camuflada de buena educación almodovaresca, y pone los pelos como escarpias con sus propuestas de perfección y eficacia por encima del perfil humano que debería tener como primera providencia toda candidata o candidato a una alcaldía, como a un parlamento o gobierno. 
Escuchando y observando a Villacís se tiene la sensación de que nos está hablando  una especie de Barbie Cyberstar, el glamour friki de la gestión pública, como se tiene idéntica percepción cuando nos habla el impoluto Ken Rivera. Como que no son reales. Como que los han diseñado en el mismo taller y con el mismo molde, pero a una de rosa y al otro de azul. A una con traje de ejecutiva tea party fashion y al otro con pinta de broker transplantado directamente de   Wall Street.
Y no lo digo solo por la pinta que sería una estupidez, sino por sus razonamientos, que le dan a la pinta el contenido y la materia prima del invento.
Yo no sé a vosotras y a vosotros, pero a mí, personalmente, estos personajes de diseño prefabricado por la ciencia ficción me recuerdan a los habitantes grises de Matrix, todos al mismo paso y al mismo ritmo, atravesando semáforos y avenidas  y sumergidos en una planicie gris que no les distingue  entre sí y les iguala en una masa difusa que lo mismo puede resultar un roto que un descosido en la sorpresa de un huevo kinder. En fin. A lo que iba, al discurso y propuestas de Begoña Lapislázuli o Villacís, no sé, es que se parece tanto la resonancia magnética de ambos conceptos...
El caso es que la propuesta de fondo es muy ahorrativa, muy ecológica y sale muy bien de precio. Begoña dice que no va a necesitar ni despacho ni edificio municipal, a ella que la dejen sola ante el morlaco adminisitrativo como a los maestros de la tauromaquia. Que con un metro cuadrado de césped para sentarse, -¿tal vez en postura de loto ?-, tiene bastante, pero, eso sí, con su portátil, o su Ipad, Smartphone o tablet siempre a mano. Que ella no necesita más para gobernar un ayuntamiento por muy grande y aparatoso que sea. Y no he podido evitar un escalofrío al escucharla. Precisamente Begoña nos está vendiendo la imagen perfecta del autómata pulcrísimo pegado a los mantras de la burocracia controleitor. Según Ciudadanos y su programa municipal, parece que a una alcaldesa funcionaria de profesión, que debe tener  tres títulos, por lo menos, como derecho, económicas, empresariales,hablar idiomas con soltura para recibir a los turistas ilustres y cincuenta masteres en deshumanización intensiva no le hace falta nada más.  Pero es que resulta que esa maravilla científica ya la ejerce o debe ejercerla, el funcionariado, los expertos, los intérpretes y los técnicos por oposición que ya están al servicio del municipio. Una alcaldesa comme il faut tiene como principal función, poner el alma al ayuntamiento, la inteligencia coordinadora de potenciales humanos, la coherencia entre eficacia y humanidad, ¿cómo? ejerciendo su cargo en la calle, por las esquinas; sí, Begoña, sí, lo mismo que las putas que quiere institucionalizar y organizar  Ciudadanos, pero en sentido contrario, en vez de normalizar y regular empresarialmente la miseria del sexo por dinero, ejerciendo tareas de empatía verdadera, de pedagogía social, de recuperación de la dignidad ciudadana. Una alcaldesa de verdad no debería estar aferrada jamás a su portátil como su deus ex machina , sino a la realidad de carne y hueso. Es más, una alcaldesa de verdad debería convocar los plenos municipales no sólo en la alcaldía central sino también en los barrios, y no solo en los edificios de las juntas municipales de distrito, también en las plazas y en los parques, por lo menos una vez al mes y barrio a barrio y personalmente invitar a los vecinos a que participen. Que toda la ciudad, por enorme y desalmada que esté, vaya creando un pulso de cercanía con las mismas instituciones que los ciudadanos han elegido y mantienen con sus votos e impuestos. La escucha directa es  imprescindible para que el caciquismo burócrata se termine de una vez y deje de disfrazarse de cerebrín formateado por el estilo Wert. 
Si la masificación deshumaniza las grandes aglomeraciones urbanas, el municipio debe encargarse de humanizar y no de burocratizar la deshumanización y ordenarla pulcramente en archivos del olvido, que así se cuela por todas partes la peor de las corrupciones que consiste en perder de vista a las personas y sustituirlas por las pantallas, las teclas y los números estadísticos. De ese estilo people's serial keller incívico e insolidario ya tenemos verdadero empacho y estamos saturadísimas de ser y sentirnos carne de cañón. Morralla, más que pura y dura, baqueteada, impura y fofa. Y como se dice en València d'aixó ja hem tingut prou. Que te lo traduzca Rivera si no lo entiendes, Begoña, bonica. O si no el Google, que entre el portátil y tú no hay distancias. Que sois uno urbi et orbe, según tú misma.

Renovar la gestión política no consiste  en organizar mejor el alcanfor de lo viejuno y presentar los fantasmas de Cánovas y  Sagasta reencarnados como Rivera e Iglesias, disfrazados de frikis ideológicos, sino de cambiar la conciencia y conseguir que sea la ciudadanía y no los grupos podridos del poder de siempre, barnizados con purpurina, perfumados con aire de novedad rancia y lavado de gato, los que nos vuelvan a vender la moto con  sidecar de los años 20 y 30, - totalitarismo de todos los colores con brotes neoliberales sin escrúpulos- pero repintada para dar el pego con productos de tecnología punta, con motor Honda de alta cilindrada y un toquecillo de Kalvin Klain o de Cargolina Hergerga para disimular. 
Una dinosauria experta en informática y nuevas tecnologías no deja de ser una dinosauria adiestrada para seguir depredando el entorno que la rodea...Begoña Villaciiiiiiissss, qué diría Joaquín Reyes al verte el plumero. Ains!



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