martes, 14 de abril de 2015

La voz de Iñaki

14 ABR 2015 - 09:07 
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Cuéntame

EL PAÍS  

(mis disculpas a Iñaki por haber colocado sin premeditación alguna su video en medio de mi homenaje particular a  la República. Es que el tema "cuéntame" se me ha juntado con la celebración de la efeméride de hoy. Sorry)



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                               III REPÚBLICA IBÉRICA FEDERAL

                 

                                         14 DE ABRIL SINE DIE
  
En efecto, Iñaki, tienes toda la razón en estas afirmaciones reflexivas. Por encima y por debajo de todo lo vivido discurre esa energía renovadora e imparable del verdadero cambio, que ya no es sólo un cambio de circunstancias, sino sobre todo un cambio de conciencia desde lo más profundo y radical (de raíz) del tejido humano. El carpetazo que en 2011 nos trajo una primavera que se nos ha quedado instalada en el disco flexible de la historia reciente. Es un fenómeno imparable, claro que sí, pero como todo lo humano está sometido a lo que vayamos haciendo con él, a como lo vayamos orientando cada día, en la dirección en que lo vaya impulsando nuestro albedrío social y personal, que son inseparables en sus consecuencias; todo lo que hacemos en privado modifica lo comunitario y viceversa. Por esa razón si hay una mayoría privada critica decente, la sociedad será decente y al revés también sucede lo mismo. La totalidad cuantitativa por sí misma no es nada, su existencia se debe a las individualidades unidas en una dinámica que le da consistencia. Y al mismo tiempo las individualidades aisladas tienen muy pocas posibilidades de que prosperen los cambios. Por eso la misma fuerza inteligente de la creación hace posible que vibren ondas de inteligencia colectiva, que son de alguna manera "contagiosas". Ese contagio hay dos formas de gestionarlo: a) desde la emocionalidad que altera los estados de ánimo y enturbia la percepción objetiva de la realidad dando lugar a las revoluciones violentas, a la imposición y a los dogmatismos, una fuerza que los líderes políticos de la vieja escuela siempre han aprovechado y aún aprovechan demagógicamente para apoderarse de la voluntad popular ; b) la otra modalidad es desde la inteligencia colectiva, un nuevo fenómeno más visible y perceptible que nunca en nuestros días, gracias al fenómeno conectivo de las redes sociales, que están ayudando a ese despertar colectivo desde la realidad individual. Por primera vez en la Historia el ser humano puede sentirse él mismo integrado en la colectividad sin perder su lugar ni su derecho a la diferencia. Las revoluciones del siglo XVIII y XIX, fueron abriendo esta vía, pero con muchas dificultades, muchas más que ahora, porque la conciencia individual no había despertado con la fuerza necesaria para reivindicar su espacio, todo se movía desde lo jerárquico y desde la obediencia a lo perentorio. Ahora es muy distinto, tenemos las mismas necesidades básicas, pero las vivimos en otro registro: desde los Derechos Humanos y la Dignidad.
 Ahora la Ilustración y la Revolución se están interiorizando y al mismo tiempo, compartiendo, el deseo en realización activa de la libertad, la igualdad y la fraternidad, se expande por el Planeta y está sensibilizando a todos y a todas. Es evidente que las zonas psicoemocionales de la especie que están menos evolucionadas respondan con la violencia que se deriva del miedo a lo desconocido, a la inseguridad, a la pérdida del control sobre lo que ya se tiene y se entiende como propio y se aferra pensando que es lo único que hay, porque es lo único que se conoce. Como sucedió en  el siglo XV o XVI hay muchos que están descubriendo el nuevo continente de la Conciencia y hay muchos, también,  esperando que todo esté descubierto por otros para ir a colonizarlo. Eso es lo que representa en estos momentos el impulso renovador y sin miedo, y el impulso conservador y sus canguelos. 

Es cierto que en los años anteriores al 2011, la sociedad estaba plana, aletargada, sin estímulos para moverse. Acomodada hasta transigir con la soga que el neoliebralismo le estaba atando al cuello, mientras hubiese trabajo y endeudamiento posible para seguir consumiendo sin más. Como autómatas. ¿Quién no recuerda la denuncia de Matrix, que se convirtió en un aldabonazo de conciencias? ¿Cómo olvidar la alarma que empezó a germinar en los jóvenes y en los niños con Tolkien y El señor de los anillos? Un modo de vida "seguro", consumista, rutinario, catatónico, que ya no aspiraba a nada más que a su rutina, porque había conseguido el "bienestar" material, sólo material. Y mucho miedo a que otras culturas más pobres les quitasen sus riquezas y su estatus perfecto (¿?) Una sociedad que tiene resueltas todas las necesidades se muere lentamente por dentro, que es la peor de las muertes porque no lo parece, se pudre, porque se olvida de que la mayor de las necesidades es crecer como individuos conscientes y mejorar entre todos, no a base de destrozar el medio ambiente ni al prójimo que se le pone por medio en sus planes autoexpansivos, sino para unirse y cooperar y que así la vida no  se agote, sino que se perfeccione y sea buena para todos.  Y de ahí ha nacido el "Todos somos..." aplicado a cualquier ser humano que sufra injusticias y marginación o malos tratos. Es mucho más que política, es Humanidad, que está construyendo una política digna, cívica y ética, para poder sobrevivir cooperando y no suicidarse esquilmando y arrasando sus fuentes de vida. 
Es el nuevo tiempo. La nueva oportunidad, que esta vez no es encontrar Eldorado ni tesoros materiales, sino desarrollar la capacidad de gestionar con inteligencia, justicia y honestidad los bienes y cualidades particulares para que deriven en el bien común. 
Es verdad, Iñaki, hasta ahora no había habido a escala mundial un movimiento tan poderoso y sano. Tan generoso. Y España ha sido la primera  en orientar la indignación natural hacia la decencia sin necesidad de violencia, como imperativo categórico compartido. El 15-M es y será un ejemplo y una realidad imparable que sobrevive a todos los intentos de manipulación, empeñado en la pedagogía de la honestidad y del amor universal. Que es la verdadera Justicia. Y la base de los verdaderos Derechos Humanos.  
Es el estado social que la Revolución Francesa empezó a promover, con lo rudimentario del método 'guillotina', pero que, obviamente, además de bárbaro, resultó insuficiente e ineficaz, porque es imposible decapitar el ego y su vanidosa soberbia. Lo mismo vale para cualquier intento totalitario de "organizar" sólo el trabajo, el rendimiento, la plusvalía y el dinero, aunque ha sido necesario trabajar a ese nivel para comprender que no era suficiente y había que desarrollar, más que el poder, el servicio afectuoso, el apoyo mutuo y ciudadano como recurso básico: la solidaridad que dé sustento y sustancia política y gestora a los Estados, ya concebidos desde la horizontalidad y no desde la pirámide. Esa tarea sólo la puede realizar con éxito la evolución de un estado primario a un estado humano, ético y espiritual, que le dé sentido a todos los esfuerzos y logros y no se agote narcisistamente en sí mismo.  Y su realizadora decisiva e imprescindible es la ciudadanía. Ya no es el pueblo, ni la masa, ni la gente (curiosamente, 'gente' literalmente significa 'casta', qué paradójico y simbólico, verdad?) Ciudadanía, la Ciudad como mundo y el mundo como Ciudad. Célula de convivencia en el tejido del mismo cuerpo social. En el Apocalipsis, Juan de Patmos, la describe tal cual. La Ciudad cuyas "piedras preciosas" con las que está edificada son los seres humanos, en la que nadie necesita preguntar "¿quién eres?" ni "¿de dónde vienes?", porque todos se reconocen como habitantes del mismo lugar universal.  A eso vamos. No queda otra si de verdad no deseamos extinguirnos como especie. Por eso ahora todo depende de como gestionemos nuestros recursos humanos con nuestra inteligencia emocional, sólo así podremos crear realidades nuevas y bastante mejores que lo malo y lo mediocre conocido. De como manejemos nuestro albedrío a la hora de elegir y plantear que sin nosotros no hay político que dé en el clavo por un tiempo medianamente duradero. Y que los políticos somos todos, aunque temporalmente, por lógica, sean sólo algunos, elegidos por todos, los encargados del almacén, la cocina y la despensa. Y que esa experiencia la plasmemos como sistema en lo social, económico y político. Con la imprescindible e ineludible participación directa, responsable y gozosa de los ciudadanos en la gestión de la res publica para que nunca los gestores temporales se desentiendan y se distancien de la realidad cotidiana, que es el tren del futuro.  



                                          
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