jueves, 16 de abril de 2015

La voz de Iñaki


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Caperucita y el lobo

EL PAÍS  

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La esquizofrenia de Montoro es el modelo del pp. Eso que ya casi nos hemos acostumbrado a comprobar en ellos. Ya lo hicieron con Don Luis en el trullo para quitarse el sobrecogimiento de encima. Ahora le ha tocado a Don Rodrigo en la horca; el orgullo económico, el bastión internacional ppero, el avatar del FMI, el popular pride, también se les derrumba 'milagrosamente', en plan Hernán Cortés, el ancestro autonómico del rap de Monago, por cierto; más valen urnas sin Rodrigo, que Rodrigo sin urnas, se ha planteado el consejo de sabios y sabias, mientras se marcan un fandango con Esperanza Aguirre, ya en vista de que la verbena de San Isidro  está a la vuelta de la esquina como quien dice. A este pp parece que lo hubieran pergeñado entre Arniches y los Álvarez Quintero, en días poco inspirados, días de bajón neuronal absolutely, de esos que cuando te pones a  hacer un encargo sainetero sólo consigues hacer el ridículo ante ti misma. Un acto escénico fallido, que diría un psicólogo. Una cutrez. Pero es lo que hay. 
Decía mi abuela que de donde no hay no se puede sacar, pero el pp ha modificado ese sambenito de la experiencia milenaria vox populi. El pp lo ha facilitado con su alquimia trilera: sacando de donde hay para que no haya donde había, y así haya muchísimo más donde ya había bastante. Es su dogma económico. Su milagro de los panes y los peces en plan anticristo, el dark side de los evangelios, haciendo desaparecer los cestos del solidario reparto como en un esperpéntico remake de La vida de Brian tomada en serio.  
La España ppera es una entelequia. O una apporía más bien. Es como aquellos rompecabezas de aros metálicos entrelazados que cuando más te empeñabas en desenredar más se enredaban, o como un sudoku mal diseñado, que no tiene solución porque le sobran números y le faltan espacios. O como un dibujo de Escher hecho sin querer, por efecto del garrulismo y no por ingenio artístico. 
Montoro es una Caperucita de pesadilla y un lobo en el circo de Manolita Chen. Un retablo Cottolengo fashion, es cierto; lo terrible es que algo así haya conseguido gobernar por mayoría absoluta cualquier cosa,  y mucho menos un país, y que haya peña suficiente para regalarles el voto de su propio suicidio. 
Lo que han hecho los españoles al votar esto ha sido como dejar en manos de oligofrénicos esquizo-paranoicos con apego ansioso maníaco, las llaves de una central nuclear. A ver ahora como nos las apañamos, no sólo para recuperarlas, sino simplemente, para encontrarlas.

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