“El copiloto no tenía depresión ni era un enfermo mental, era un narcisista maligno”
Lunes, 30 de Marzo de 2015
El psiquiatra Francisco Toledo.
El
psiquiatra Francisco Toledo recibió hace unos días el premio Doctor
Francisco Guirado en Molina de Segura. Este profesor asociado de
Psiquiatría de la facultad de Medicina de la Universidad de Murcia y
psiquiatra titular del Hospital Virgen de la Arrixaca responde a las
preguntas de La Crónica del Pajarito sobre temas tan actuales y
candentes como los motivos que pudieron llevar al copiloto alemán
Andreas Lubitz a estrellar el avión contra los Alpes franceses, según le
acusa la Fiscalía. Además, Toledo avanza el programa del VI Curso de
Psiquiatría en la Vida Cotidiana, organizado por la Fundación de
Estudios Médicos (FEM) de Molina y la Universidad Internacional del Mar.
¿Qué supone para usted haber recibido el premio Doctor Francisco Guirado? Siento un profundo agradecimiento a Molina, a su Ayuntamiento y a su alcalde por haber propuesto mi candidatura al premio. Yo conocí a Francisco Guirado y a cualquiera le provoca orgullo este galardón, y más a un molinense, como me considero yo tras vivir ya más de diez años en Molina. Es también un reconocimiento a los cursos de psiquiatría en la vida cotidiana, que este año llegan a su sexta edición y que los dirijo con mucho cariño.
Estos cursos son ya una auténtica referencia a nivel regional y nacional. Creo que sí. Lo que hacemos con ellos es luchar contra el estigma y contra los miedos que hay sobre los enfermos mentales, e intentar conseguir una mayor integración social. Todos los años traemos a psiquiatras clínicos de gran trayectoria profesional y hasta ahora presentamos un balance de más de 50 conferencias y más de 700 alumnos, algo que es un éxito para los organizadores, la Fundación de Estudios Médicos (FEM) de Molina y la Universidad Internacional del Mar.
¿Qué supone para usted haber recibido el premio Doctor Francisco Guirado? Siento un profundo agradecimiento a Molina, a su Ayuntamiento y a su alcalde por haber propuesto mi candidatura al premio. Yo conocí a Francisco Guirado y a cualquiera le provoca orgullo este galardón, y más a un molinense, como me considero yo tras vivir ya más de diez años en Molina. Es también un reconocimiento a los cursos de psiquiatría en la vida cotidiana, que este año llegan a su sexta edición y que los dirijo con mucho cariño.
Estos cursos son ya una auténtica referencia a nivel regional y nacional. Creo que sí. Lo que hacemos con ellos es luchar contra el estigma y contra los miedos que hay sobre los enfermos mentales, e intentar conseguir una mayor integración social. Todos los años traemos a psiquiatras clínicos de gran trayectoria profesional y hasta ahora presentamos un balance de más de 50 conferencias y más de 700 alumnos, algo que es un éxito para los organizadores, la Fundación de Estudios Médicos (FEM) de Molina y la Universidad Internacional del Mar.
¿Está cerrado ya el programa del VI curso de psiquiatría en la vida cotidiana? Se
va a celebrar del 7 al 10 de julio, una vez más en Molina de Segura, y
este año repite Juan de Dios Molina, que hablará sobre las habilidades
en la entrevista psiquiátrica. El doctor Antonio Galbis, miembro de la
directiva de la Asociación Española de Psiquiatría, dará una conferencia
sobre manías, supersticiones y obsesiones, y contaremos con un ‘crack’
como el doctor Celso Arango, uno de los principales investigadores
europeos en salud mental y director científico del Centro de
Investigaciones Biomédicas en Red en Salud Mental (CIBERSAM), que ahora
está trabajando en California y que impartirá la charla ‘El futuro de la
salud mental: prevención, prevención y prevención’. La conferencia
estelar será la de Eduard Vieta, que está considerado el número uno en
la investigación del trastorno bipolar y que nos hablará sobre lo que
sabemos y lo que nos falta por saber de este trastorno. A nivel local,
tendremos a Luis Valenciano, que abordará la psicoterapia del paciente
impulsivo; Emilio López, que hablará sobre esquizofrenia y psicosis
tóxicas; al doctor Salmerón (´Cuando el cerebro confunde la realidad’) y
a Mateo Campillo (‘Enfermedad física y vulnerabilidad psíquica’).
También vendrán el doctor Mesones (‘El suicidio: todo lo que quiso saber
y no se atrevió a preguntar’) y el doctor Pedro Pozo, presidente de la
Sociedad Murciana de Psiquiatría, que hablará sobre el estigma de la
enfermedad social. Pepa González Molina dará la conferencia ‘Abordaje
del adolescente con trastornos de conducta’ y yo mismo hablaré sobre
mitos y tópicos de la psiquiatría.
En términos psiquiátricos, ¿qué es la normalidad? Es
una pregunta complicada de responder. Vamos a ver si me explico: para
la psiquiatría la normalidad no es un punto, es un segmento, un patrón
de conducta que se repite y que es aceptado como razonable. Es un
comportamiento o estado de salud razonable que permite un funcionamiento
óptimo.
¿Cuándo un problema de salud mental se convierte en una enfermedad? No
todos los trastornos de conducta inexplicables tienen que ser un
trastorno mental. Hay personas buenas, pero también hay personas malas
que no tienen ningún trastorno mental. Para que una persona estrelle un
avión no tiene que ser un enfermo mental, tiene que ser una mala
persona.
Me está hablando del copiloto
Andreas Lubitz, acusado de estrellar el avión en los Alpes con 150
personas dentro. En muchos medios de comunicación se dice que tenía
depresión y estaba en tratamiento. ¿Qué ha podido llevar a esa persona a
realizar un acto tan espeluznante? No creo que tuviera
depresión, pues esta enfermedad conlleva una idea de culpabilidad e
incluso de autoagresión, pero nunca hacia fuera, nunca hacia los demás.
Una persona que se suicida se quita de en medio para no sufrir y para
que los demás no sufran. Lo del copiloto no tiene nada que ver con la
depresión ni con enfermedades mentales. Todo indica que fue premeditado y
responde a una personalidad narcisista de tipo maligno que ha actuado
así ante una frustración no superada. Al parecer, él mismo dijo que iba a
hacer algo por lo que su nombre sería conocido en todo el mundo y eso
es propio de un narcisista maligno, de un trastorno de personalidad.
Estos individuos son conscientes de lo que hacen en todo momento. Son
malas personas.
Entonces, ¿me está dando a entender que no se habría podido evitar la tragedia tratándose de una persona de este tipo? La
psiquiatría no tiene respuesta para la maldad y este copiloto era un
enfermo de tipo social. Los enfermos mentales son víctimas y no
culpables, y este no es el caso del copiloto del avión estrellado. Todas
las cosas no se pueden prevenir. Por ejemplo, por muchas campañas que
se hagan nunca se acabará totalmente con los accidentes de tráfico o con
la violencia de género. Se puede reducir, pero en el caso de la maldad
no hay respuesta inherente a esta condición humana.
Pero
lo que está publicando es que tenía problemas mentales de los que
estaba siendo tratado y que incluso intentó ocultar. Y no se para de
hablar de que tenía depresión. Faltan elementos para sacar
conclusiones definitivas, pero todo apunta a que había premeditación y
cálculo para estrellar el avión. Una depresión no puede ser que lleve a
alguien a hacer algo así. Si alguien se suicida por una depresión da
mensajes de dolor y deja una carta de despedida o de arrepentimiento.
Este copiloto tampoco es un psicótico, pues ni deliraba ni tenía
alucinaciones. Yo creo que sabía aparentar que no era malo. Este tipo de
personas se repiten sistemáticamente en la historia de la humanidad en
todos los ámbitos, no les detiene el dolor ajeno y hacen sufrir a los
demás de manera indiferente. Para comprender necesitamos poner
etiquetas, como la depresión, pero este hombre no tiene esa etiqueta.
¿Eso
explicaría esa frialdad del copiloto? Lo digo porque en la grabación de
la caja negra se refleja que su respiración no se alteró en los ocho
minutos se descenso antes del choque en los Alpes. Mantener la
respiración normal en una situación así es propio de una persona muy
fría, y tampoco tiene nada que ver con creencias políticas o con razones
religiosas. Este tipo de personas muestran una gran frialdad y les
importa poco el mundo de los demás.
Se ha publicado que sufrió hace años ataques de pánico y ansiedad… Quizá
tuviera algún diagnóstico de ansiedad, pero eso no explicaría nada, no
existe ningún nexo con lo ocurrido. Insisto en que esta persona debía
tener un trastorno de personalidad, no era un enfermo mental, sabía
perfectamente lo que hacía y tenía una intolerancia brutal a la
frustración, quizá por los problemas de visión que le impedían ascender
profesionalmente, y seguramente no toleraba que no era el mejor.
Para
las familias de las víctimas el hecho de que el copiloto estrellara
deliberadamente el avión debe ser algo tremendo de aceptar. Hay
personas a las que les da igual en qué circunstancias se ha producido
la muerte de un familiar, pues el caso es que ha muerto y eso les
produce dolor. A otras no les ocurre lo mismo. Cada uno se defiende del
dolor como mejor puede y algunos necesitan dirigir su pena hacia un
objetivo, pero eso no produce alivio. Sería doloroso e injusto que tras
lo que ha ocurrido con el avión algunos dirigiesen ese odio a pacientes
con problemas psiquiátricos. Eso haría mucho daño, pues el enfermo
mental no es peligroso, es una víctima. El 20 por ciento de la población
sufre depresión al menos una vez en la vida y eso no debe ser un
estigma. Estamos trabajando mucho para evitar ese estigma. Sin embargo,
se puede ser inteligente y ser muy mala persona. Hay personas malas en
política, en el mundo empresarial, en nuestros compañeros de trabajo…
En
la prensa europea no tanto, pero en algunos países los medios de
comunicación han cargado tintas contra el copiloto y le llaman de todo:
kamikaze, asesino, ‘killer’… Que le llamen como quieran, pero
que no le llamen enfermo mental, porque las personas con enfermedades
mentales no se merecen esto.
Cambiando de
asunto, siempre me he preguntado por qué no existe en la sanidad la
figura unificada del terapeuta mental, en vez de esa separación entre
psiquiatras y psicólogos. ¿Se ha experimentado en algún país? No
se debe ni se puede. El psiquiatra y el psicólogo son absolutamente
complementarios. Algunas personas no necesitan psicoterapia y otras no
necesitan un enfoque biológico de pastillas.
¿Para salir de una depresión es absolutamente necesario tomar pastillas? Para
la depresión, como enfermedad que es, se necesita un tratamiento
farmacológico, igual que para la hipertensión. No es suficiente con la
psicoterapia y no hay ningún psicólogo que se atreva a decir que es
mejor tratar la depresión sin pastillas. Otra cosa son las conductas de
tristeza adaptativas, que se abordan bien con un enfoque
psicoterapéutico. La dificultad está en saber discernir qué tiene una
persona. Está claro que siempre vienen bien cosas como las terapias de
grupo.
Hay medicación, como los
ansiolíticos, especialmente las benzodiacepinas, que al parecer son
bastante adictivos. Y normalmente existe un rechazo en el paciente a
estar, como se suele decir, empastillado. El tabaco también es
adictivo. Si lo que quieres preguntar es si se abusa en la prescripción
de ansiolíticos y antidepresivos, la respuesta es que quizá sea cierto, y
creo que hay situaciones que se podrían solucionar sin pastillas. Sí,
pienso que hay un cierto exceso de uso y abuso de medicación. Poner un
tratamiento farmacológico es fácil, pero en ese momento hay que pensar
también en cómo lo vamos a quitar luego. En el caso concreto de las
benzodiacepinas sí hay un abuso.
¿Quizá el problema arranca de los propios médicos de familia? En
España, los médicos de familia tienen un gran control para empezar a
tratar trastornos psiquiátricos, pues tienen una gran preparación.
¿Qué opina usted de las terapias alternativas para tratar problemas de salud mental? Pues
que siempre que hay que valorarlas partiendo de los principios
científicos de verificación de resultados. Si a lo que te refieres es al
chamanismo, la gente que acude a él suele tener un nivel cultural más
bien bajo, con todos mis respetos. Pero bueno, hay gente a la que le
ayuda, por ejemplo, rezar, y no tengo nada contra eso.
Y
qué me dice de las técnicas de neurocirugía para tratar trastornos
psíquicos como los obsesivo-compulsivos. Parece que funciona eso de
colocar electrodos en algunas zonas del cerebro… Hasta ahora la
única indicación de la psicocirugía es para trastornos
obsesivo-cumpulsivos (TOC) severos, y para un bajo porcentaje de
pacientes. En estos casos la psicocirugía tiene una respuesta
terapéutica de en torno al 50 por ciento y a veces es la única opción
que queda. En algunos tipos de depresiones muy graves también se colocan
electrodos en el cerebro para producir una estimulación cerebral
eléctrica profunda. Se está avanzando mucho en este campo y tiene futuro
por delante, pero no confundamos esta neurocirugía con otras cosas como
las lobotomías que se practicaron hace años.
Los
psiquiatras afirman que a día de hoy enfermedades como la esquizofrenia
no tienen cura. ¿Qué esperanza les queda a estos enfermos? ¿Se
conseguirá una cura en el futuro? Ahora mismo la esquizofrenia
no tiene cura como tal, pero sí puede sobrellevarse de una manera
adecuada sin que ocasione molestias, siempre y cuando el paciente siga a
rajatabla la medicación de por vida. La esquizofrenia ha existido
siempre y afecta a un uno por ciento de la población en todo el mundo.
En los últimos veinte años se ha avanzado mucho en los tratamientos.
Debemos de tener en cuenta que el primer tratamiento para esta
enfermedad se descubrió en 1952. En la actualidad existen varios
adelantos que permiten a los pacientes llevar su medicación de una
manera más controlada y mejor; estoy hablando de unas inyecciones que
han sustituido a las clásicas pastillas diarias, y que se administran
cada 15 ó 30 días. Y en el futuro habrá más avances.
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